Por Osmany Sánchez. Enviado de La Joven Cuba
Marcha de estudiantes de medicina cubanos
Los resultados de
las recientes elecciones en Venezuela sorprendieron a todos los que
siguieron de cerca este proceso. Aunque como siempre los medios de
comunicación daban como ganador a Hennrique Carriles, los más objetivos
preveían una holgada victoria del proceso revolucionario incluso la
mayoría de las encuestas daban no menos de 10 puntos de ventaja.
¿Por qué fue tan
cerrada la victoria? ¿Por qué obtuvo tantos votos la derecha? De este
proceso Cuba puede sacar una gran enseñanza. Muchos de los errores que
llevaron a ese resultado en Venezuela quizás los estemos cometiendo
nosotros aquí y se impone entonces reflexionar sobre ese tema y no dejar
para mañana lo que debemos hacer hoy.
Aunque Capriles
obtuvo más de 7 millones de votos, yo dudo mucho que todos los que
votaron por él estén en contra del proceso revolucionario en ese país.
Lo que sucede es que aunque representan a la más recalcitrante derecha
venezolana y forman parte de esa burguesía que durante decenas de años
gobernó en Venezuela sin preocuparse por los pobres, para la campaña
política se disfrazaron de izquierdistas y confundieron a muchas
personas.
La derecha en
Venezuela prometió mantener las misiones sociales, a los médicos cubanos
y hasta darles la nacionalidad –unas semanas antes decían que los
médicos eran agentes de la seguridad del estado- además de que subirían
el salario mínimo, eliminarían la violencia (el estado Miranda donde
gobierna Capriles es uno de los más violentos) y otras promesas típicas
de la demagogia y la politiquería tradicional. Al final muchos ingenuos
pensaron que estaban eligiendo entre dos versiones del proceso
revolucionario.
En Venezuela la
prensa burguesa (El País, CNN, etc) que como siempre está a favor de la
derecha y contra los gobiernos progresistas, actuaron sin el menor
pudor. Publicación de rumores y fotos falsas que incentivaron la
violencia y campañas difamatorias contra el candidato de la Izquierda y
contra la revolución bolivariana fueron ejemplos de la muy cacareada
libertad de expresión.
Apenas unos días
después y como ejemplo de cómo funciona esta prensa corporativa, en las
elecciones de Paraguay a la Izquierda no le dieron oportunidades en sus
espacios informativos para promover su plataforma política. Otro ejemplo
de la “libertad de expresión”.
Lecciones para Cuba
No basta con que la
Revolución haga muchas cosas en beneficio del pueblo –al que se debe-
sino es capaz de que este sea conciente de estos logros. Una de las
características más sobresaliente de un líder revolucionario debe ser la
modestia pero el proceso revolucionario debe despojarse de toda
modestia, la gente tiene que ver qué es lo que hace, cuáles son sus
logros y sus metas.
Debemos olvidarnos
de que nuestros principales enemigos son los que durante décadas
planearon y aún sueñan con actos violentos contra Cuba. A esos no
debemos ignorarlos, pero las elecciones del 14 de abril en Venezuela nos
enseñan que los más peligrosos son los que se disfrazan de
revolucionarios, actúan como revolucionarios y tienen la intención de
confundir al pueblo, presentándose como los salvadores del proceso
revolucionario pues “ellos sí saben cómo hace el socialismo”.
Enfrentar a estos
adversarios es un tema complejo, muchos confundidos no estarán de
acuerdo contigo y pensarán que estás agrediendo a uno de ellos. La gran
preocupación aquí es la preparación que tengan los funcionarios que
enfrenten el problema, en provincia es mucho más preocupante. En el
momento de tomar una decisión algunos piensan más en cuidarse las
espaldas que en hacer lo correcto. A juicio de ellos es mejor “cortar
por lo sano”, antes de que “pase algo”.
El que acepte un
cargo de dirección en Cuba debe hacerlo por convicción y si algún día se
siente cansado pues da un paso al lado y que otro siga trabajando. Lo
que es imperdonable es que alguien piense primero en cuidar sus espaldas
que en hacer lo correcto. Esta es otra de las enseñanzas de las
elecciones en Venezuela. Amigos que han estado allá me cuentan que no
siempre la política de la Revolución Bolivariana se implementa en la
base y eso hace mucho daño, por algo Maduro está llamando a hacer la
política de calle, para conocer las inquietudes del pueblo.
Donde no llegue un
médico a tiempo a su consulta, cuando tener un turno no importe porque
primero entran los amigos, donde no se presten buenos servicios, donde
los burócratas campeen por su respeto, ahí estamos perdiendo espacio. No
puede haber frase más hiriente para un revolucionario que cuando
alguien ante una indolencia dice: “Esto no lo arregla nadie…”
Cada día se hace
más evidente que sin una prensa activa, profesional, seria y sobre todo
revolucionaria, no se pueden realizar con éxito las transformaciones que
nos hemos propuesto para perfeccionar nuestro sistema social, para
hacerlo cada día más justo. No puede ser que la realidad vaya por un
lado y la prensa por otro y no me estoy refiriendo solo a los famosos
racimos de plátanos del noticiero. Por supuesto tampoco todo depende de
la prensa, el tema es más complejo.
Recuerdo que en un
documental sobre el golpe de estado contra el presidente Hugo Chávez en
el 2002 en Venezuela hay una escena en la que él se reúne con sus
compañeros y les insiste en la importancia que tiene acudir a los medios
de información cuando se visita un estado, una ciudad y critica a los
que no lo hacen. En Cuba tenemos mucho que aprender de eso y esa otra de
las enseñanzas de este 14 de abril.
En una carta dirigida a Haydée Santamaría y Melba Hernández, encargadas de imprimir La Historia me Absolverá, Fidel les decía: “Si
queremos que los hombres nos sigan hay que enseñarles un camino y una
meta digna de cualquier sacrificio. Lo que fue sedimentado con sangre
debe ser edificado con ideas”. Nuestro pueblo es revolucionario y
tiene confianza en que su gobierno se preocupa por sus problemas pero no
podemos olvidar que hay una campaña mediática dedicada a decir lo
contrario.
No puede ser que
cada vez que aparezca en la televisión un dirigente nuestro, lo haga
“peleando” porque hay cosas mal hechas. Hay que crear espacios para que
se le hable al pueblo, se les diga cuáles son las proyecciones, por
dónde andan los resultados de las transformaciones que se realizan en
fin mostrarles no solo la meta sino también el camino, es muy importante
conocer el camino. Sé que hay cosas que “han de andar ocultas” no soy
ingenuo con eso, pero se nos está yendo la mano con el secretismo.
Los detractores de
nuestro sistema nos dicen que debemos abandonarlo para convertirnos en
un país “normal” y esto se traduce en privatizar, eliminar políticas
sociales, en fin poner el país en manos de las transnacionales. Por
muchas razones nosotros no somos un país normal, en cualquier sentido
que se emplee esta palabra y tampoco podemos aspirar a serlo, las
decisiones que tomemos deberán ser bajo esa realidad.
No se trata de
seguir recetas y modelos ajenos, de importar lecciones de democracia o
buscar la solución fuera del país, las soluciones deben venir de
nuestras propias fuerzas. No nos interesa legitimarnos ante nadie por lo
que estamos haciendo en estos momentos, sino sencillamente, hacer lo
que nos toca para lograr ese socialismo sustentable y próspero del que
tanto habla Raúl y tanto miedo le tienen en el norte. Estas son algunas
consideraciones al respecto: ¿qué cree usted?