por Pedro Antonio Honrubia Hurtado
Domingo, 30 de Marzo de 2014
Reflexiones sobre el futuro del SAT en la lucha política del pueblo
trabajador andaluz, a la luz de la deriva tomada por el sindicato con
las recientes marchas de las dignidad del 22-M, y las reacciones
desatadas al respecto entre algunos militantes críticos con dicha
deriva.
Las marchas del 22-M ¿solo un éxito?
*“
Artículo 4º.- El ámbito de lucha del SAT abarca a todos los trabajadores y trabajadoras que prestan su fuerza de trabajo en Andalucía y su ámbito territorial será el de Andalucía”.
*”Artículo 8º. Punto 6.- Valorar la importancia de la lucha
internacionalista, ya que la globalización de la economía y su
utilización por parte de los grupos financieros internacionales y de los
estados que los sirven, hacen imperativo el establecimiento de
relaciones entre todos los trabajadores que sufrimos sus consecuencias:
globalización capitalista, precarización del mundo del trabajo, pactos
antiobreros, tráfico ilegal de mano de obra y todos los desafíos que
presentan los enemigos de los trabajadores”.
El SAT ha sido unos de los principales impulsores de las recientes
marchas de la dignidad que confluyeron en Madrid el pasado 22 de Marzo,
poniendo al servicio de las mismas tanto la acción militante de sus
afiliados como la labor organizativa de sus dirigentes. El papel
desempeñado por el sindicato andaluz, tanto en la elaboración, como en
la organización y, por supuesto, en la realización concreta de las
marchas, ha sido fundamental para el buen desarrollo de las mismas, así
como para vertebrar un movimiento unitario del que han formado parte
varias centenas de organizaciones y movimientos sociales de todo el
estado.
Dirigentes del SAT estuvieron presentes en la elaboración de las
marchas desde un primer momento, también han recorrido el estado
haciendo actos de presentación de las mismas durante meses y,
finalmente, dentro de la columna
Andalucía,
aportaron a las mismas el mayor grueso de marchantes y manifestantes
llegadas a Madrid para los actos del 22-M y sucesivos. Nadie podrá
negar, por tanto, el papel central que nuestro sindicato ha tenido en
todo lo relacionado con la elaboración, organización y realización de
las marchas de la dignidad. Como acción concreta y puntual del
sindicato, teniendo en cuenta la masiva presencia en las manifestaciones
del 22-M y el arduo debate que han conseguido generar posteriormente,
podemos decir que las marchas han sido un éxito, y el SAT ha logrado los
objetivos de movilización que se había propuesto con la realización de
esta acción. No obstante, pese a ello, cabe preguntarse si una acción
similar es propia de un sindicato que se dice nacionalista y de clase,
cuyo ámbito de acción territorial, según definen sus propios estatutos,
es
Andalucía.
Entendemos que la confluencia con otras organizaciones sindicales y
políticas, así como con los movimientos sociales, forma parte del
espíritu fundacional del sindicato y que, por tanto, nadie debería
extrañarse de que se hagan movimientos políticos y/o sindicales en este
sentido, de la misma forma que el carácter internacionalista y de clase
que también se recoge en los estatutos hace que no sea incompatible el
poder converger con esas otras organizaciones y movimientos sociales del
conjunto del estado en un acto de estas características. Siempre y
cuando, a nuestro parecer, ello no implique que el análisis de la
realidad nacional andaluza pase a un segundo plano en relación a otros
objetivos de carácter estatal. Esto último es lo que, a nuestro juicio,
ha ocurrido en el caso de estas marchas del 22-M. Como acción global,
analizada desde el punto de vista de la lucha contra el gobierno español
actual, las marchas pueden ser consideradas un éxito –a nivel de
movilización y repercusión social-, pero, entendemos, no podemos decir
que se pueda calificar de la misma manera la labor del SAT en estas
marchas si la analizamos desde el punto de vista de la realidad nacional
andaluza.
Aunque el conjunto de los trabajadores y trabajadoras del estado
español nos vemos afectados por las políticas de recortes y de
“austeridad” llevadas a cabo por el gobierno de Rajoy, no todos los
pueblos, por su propia situación de partida, se han visto afectados de
la misma manera. Aquellos que, como
Andalucía,
partían ya de una situación de mayor marginación y dependencia, con
unos niveles de desempleo, pobreza y emigración mayores, se han visto
afectados, como no podía ser de otra manera, con más fuerza y virulencia
que aquellos
territorios con unas
mejores condiciones de partida. Ello no implica que haya que olvidarse
de las consecuencias que estas políticas están teniendo en el conjunto
de la clase trabajadora del estado español, pero sí, entendemos, obliga a
hacer un análisis diferenciado de la realidad, pasada, presente y
futura, que afecta a cada nación del estado.
No es posible comparar la realidad del pueblo trabajador andaluz con la de los
territorios
más pudientes del estado, porque, aunque en ambos casos las clases
trabajadoras están sufriendo las consecuencias de esta estafa que llaman
crisis, ni las soluciones, ni las causas, son iguales en cada caso. La
realidad andaluza tiene unas condiciones específicas muy concretas que
no pueden verse anuladas por una visión globalizada de los problemas de
la clase trabajadora en el conjunto del estado español, no al menos si
desde una posición nacionalista y de clase, como se supone es la del
SAT, se trata de hacer el análisis de los problemas cotidianos y
sistemáticos que afectan al pueblo trabajador andaluz. En estas marchas
es justo lo que ha ocurrido, y ello, desde tal perspectiva nacionalista y
de clase, solo puede ser considerado como un fracaso. O dicho de otro
modo, las marchas del 22-M han sido un éxito de movilización en Madrid,
pero un fracaso para el sindicalismo andaluz nacionalista y de clase
propiamente dicho que, en teoría, debería hacer un análisis y un trabajo
sindical, así como socio/político, desde y para
Andalucía.
Mal haríamos los militantes del SAT que nos consideramos nacionalistas
en obviar tales hechos. Que ahora el entusiasmo por las masivas
movilizaciones de Madrid pueda hacer que estos planteamientos no sean
bien recibidos en muchos sectores del sindicato, no quiere decir que
tengamos que callarlos. Es más, justo por eso es el momento preciso de
visibilizarlos.
Es obvio, no obstante, que la acción, en conjunto, no puede ser
considerada como un fracaso, y la mayor parte de los militantes y/o
simpatizantes del SAT que, de una u otra manera, han participado en
ella, tienen razones sobradas para sentirse orgullosos del trabajo
realizado y felices por el resultado conseguido, a nivel de
movilización, por las mismas, pero, ¿es esa la línea de trabajo que el
sindicato debe seguir en el futuro? Abrir este debate se nos antoja
imprescindible.
La realidad nacional andaluza, una problemática diferencial
*“
Artículo 9º. Punto 4.- ANDALUZA. NACIONALISTA DE IZQUIERDAS.
Desde el SAT, intervendremos, junto con otras organizaciones
políticas, sindicales y/o sociales, en la ingente tarea de la
transformación de la sociedad andaluza, cooperando en la consecución de
una Andalucía y un mundo más libres de
cualquier tipo de opresión, discriminación y explotación. Luchamos por
la defensa de nuestra soberanía alimentaria, de nuestros recursos, así
como de nuestra cultura, mestiza y dinámica, frente a la centralización
política y la homogenización cultural que pretende imponer el
capitalismo global. Para ello necesitamos recuperar nuestra soberanía
política desde una concepción de izquierdas, que incluya con plenos
derechos sociales y políticos a todos los habitantes que residen en
nuestra tierra, que promueva la libre circulación de las personas, la
mayor descentralización comarcal y municipal posible, así como la
confederación en pie de igualdad con todos los pueblos de la tierra que
luchen por estos mismos valores”.
Andalucía, con un mercado interior
en el que el 90% de los productos que se consumen no están elaborados en
el interior de nuestras fronteras (frente al 68% del País Vasco y el
63% en Cataluña, por ejemplo), siendo en su mayoría productos fabricados
por empresas del Estado español, con un sector financiero controlado
por los grandes bancos españoles, con el negocio de los seguros
destinado a engrosar las arcas de las potentes empresas españolas del
sector, con unos servicios diarios (luz, teléfono, Internet, gasolina,
butano, etc.) en manos de empresas españolas, con un turismo preso de
los tour-operadores extra estatales y las multinacionales españolas, con
una agricultura diseñada para satisfacer los intereses marcados por
Europa y por el Estado, con un sector de la construcción (pública y
privada) dominado por empresas españolas, en definitiva, con una
economía esclava y sumisa a los intereses del estado español, con una
producción de materias primas destinada principalmente a la exportación
para que, con ellas, empresas extranjeras elaboren productos que luego
revenden en la propia
Andalucía, con
casi dos millones de andaluces y andaluzas emigrados de su tierra desde
hace décadas, ¿no merece un debate propio y sosegado, sobre las causas,
políticas y económicas, que generan el histórico subdesarrollo andaluz
en relación con otros
territorios del
estado, y, en consecuencia, un marco de soluciones propio que rebase la
propuesta de una lucha contra el actual gobierno español y sus políticas
de recortes sociales y laborales?, ¿qué queremos?, ¿tumbar al gobierno
español o resolver los históricos problemas que han asolado al pueblo
trabajador andaluz?
Bien es cierto que el SAT viene realizando acciones contra los
causantes de la actual crisis económica desde el mismo momento de su
fundación, pero ¿acaso antes del año 2007 no existían ya la mayor parte
de los mismos problemas que actualmente afectan al pueblo trabajador
andaluz? Por poner un caso, en enero de 2008, ocho meses antes de que
estallara la actual crisis, el desempleo en
Andalucía
se situaba en el 14%, mientras que la media del estado español estaba
situada en el 8,6%. Desde entonces, las cifras de paro se han triplicado
tanto en un espacio territorial como en el otro, la relación,
obviamente, no es casual. A peores condiciones de partida, mayor
debilidad. A más dependencia económica, mayor repercusión negativa de
los efectos de una crisis. ¿Se va a solucionar ese mal endémico de la
economía andaluza tumbando al actual gobierno? E incluso en el
hipotético caso de que la economía española volviera a entrar en una
senda de crecimiento y las luchas sociales y sindicales tuvieran como
consecuencia la recuperación de algunos de los derechos perdidos en
estos últimos años, ¿iba eso a solucionar los problemas endémicos a
nivel de desempleo, pobreza, emigración y subdesarrollo que el pueblo
andaluz lleva arrastrando desde hace siglos?
No, un sindicato andaluz y nacionalista no puede sojuzgar el análisis de la realidad concreta de
Andalucía
a una estrategia de lucha unitaria en el conjunto del estado español,
porque eso no sería más que volver a incidir en las causas históricas
que generan los problemas principales que han afectado a las clases
trabajadoras andaluzas y que, entre otras cosas, tiene como consecuencia
que, en momentos de crisis, sean los trabajadores y trabajadoras de
Andalucía
los que en mayor número sufran las consecuencias de tal crisis. No
diremos en mayor magnitud ya que, por supuesto, los problemas que
afectan a un/a trabajador/a vasco, catalán, canario, castellano,
asturiano, gallego o extremeño, etc., que está en situación de desempleo
y sin cobertura social, que ha perdido su casa y que se ve obligado a
vivir de la caridad para poder llevar algo que comer a su cuerpo, son
tan graves, exactamente igual de graves, que los que afectan a un/a
trabajador/a andaluz/a, pero la fuerza con la que dicha crisis impacta
en el conjunto de la clases trabajadora en unos lugares y otros, no son
comparables. El SAT, como sindicato nacionalista y de clase, no debería
obviar jamás esto.
Dicho lo cual, la única forma posible de dar continuidad al
movimiento surgido en torno al 22-M es la convocatoria de una huelga
general que pudiera ser trabajada desde los comités locales que se han
creado para estas marchas, pero ya no con aspiraciones a una
convergencia estatal, sino cada cual desde su propio ámbito local,
confluyendo con el resto de organizaciones en la preparación de las
mismas, haciendo un trabajo más propiamente sindical y menos político, y
confluyendo a nivel estatal únicamente en la gestación y convocatoria
de la misma, pero trabajando como sindicato desde la realidad concreta
de
Andalucía, y pasando por encima de
aquellos que, a buen seguro, de tener que elegir entre la huelga general
popular y la connivencia con las burocracias de CCOO y UGT, sindicatos a
los cuales una huelga de estas características podría dejar muy tocados
y en evidencia, elegirían lo segundo.
Las alianzas políticas y sindicales, ¿hacia dónde queremos ir?
*“Artículo 9º. Punto 3. AUTÓNOMA E INDEPENDIENTE.- Defendemos la
AUTONOMÍA y la INDEPENDENCIA más absoluta respecto de las Instituciones,
Partidos Políticos y Patronales. Esta independencia se concreta tanto
en lo ideológico, como en lo político y en lo económico. El SAT no tiene
vinculación ni dependencia de ninguna clase con ningún otro agente
social. El compromiso del SAT es defender con personalidad propia los
derechos de los/as trabajadores/as y colectivos de trabajadores/as que
lo componen”.
Otro tema controvertido en la elaboración y desarrollo de estas
marchas ha sido la presencia de formaciones políticas que, en el
contexto andaluz, sirven de sustento a un gobierno que recorta y aplica,
a nivel económico, exactamente las mismas políticas de austeridad y
neoliberales que aplica el gobierno del estado, por más que se pretenda
justificar con las apelaciones a los “imperativos legales”. El gobierno
de la Junta de
Andalucía está a la
cabeza en recortes a nivel de educación, sanidad y otros ámbitos
similares, como bien saben, por ejemplo, los interinos expulsados de la
docencia en el sistema educativo público andaluz o los afectados por
estos recortes en hospitales y otros espacios del sistema sanitario
público en
Andalucía, unos recortes
amparados en los presupuestos generales de la Comunidad y que han sido
apoyados, al unísono, por PSOE e IU, con las excepciones que todos
conocemos llevadas a cabo por parlamentarios de IU vinculados o próximos
al sindicato. Esto es de sobra conocido.
No parece muy coherente, en consecuencia, con la lucha sindical y
socio/política desarrollada por el SAT en los últimos años, con
protestas a las puertas del parlamento andaluz en los días de aprobación
de estos mismos presupuestos incluidas, así como su apoyo constante a
los afectados por tales recortes, el caminar de la mano de los mismas
sectores de IU que dentro de ese parlamento votaban su apoyo a tales
recortes. Por más que en el manifiesto andaluz se incluyera una mención
expresa a una teórica lucha “contra todos los gobiernos de la troika” y
contra “todos los recortes”, ir a protestar a Madrid contra los recortes
de Rajoy y su gobierno de la mano de quienes validan recortes en
Andalucía,
en la práctica anula la validez de ese lema y lo convierte en el ya
tradicional “todos contra el PP”, aunque ello suponga renunciar a
algunos principios elementales que han sido santo y seña del sindicato
durante todos estos años y gracias a los cuales ha conseguido abrirse un
espacio propio en la vida política y social de
Andalucía.
La percepción que no pocos militantes del SAT hemos tenido en estas
marchas, es que, con ellas, el sindicato parece acercarse más a las
líneas de acción marcadas en las estrategias de partidos como IU o el
PCE-PCA o asociaciones como el Frente Cívico, que al mantenimiento de
una línea coherente y alternativa junto a sindicatos como CGT o CNT, o, a
nivel internacionalista, la línea marcada por otros sindicatos
nacionalistas como LAB. De hecho, durante el desarrollo de estas marchas
han surgido algunas disputas innecesarias con CGT-
Andalucía
y ha parecido haber, en cambio, una complicidad total con IU, el PCE,
Frente Cívico y todo el restante entramado de siglas vinculadas de una u
otra manera a estas corrientes que de alternativas, al menos en
Andalucía, tienen más bien poco, y cuya lectura de la realidad andaluza en clave soberanista y de izquierdas es absolutamente nula.
Si bien ni CGT ni CNT tienen tampoco esa visión nacionalista, como
sindicatos anarquistas, al menos la confluencia con ellos a nivel de
sindicalismo alternativo suele ser habitual e incluso en algunas
ciudades, como Granada, han dado lugar a interesantes relaciones y
“bloques de sindicalismo alternativo”, al igual en Córdoba, Jaén y otros
lugares, algo que, como sindicato, es ya de por sí suficiente para
justificar alianzas con tales organizaciones.
Unas alianzas más difíciles de entender, en cambio, con quienes
tienen a CCOO como su sindicato de referencia, y, a menudo, han tratado
de boicotear y echar por tierra el trabajo del SAT en diferentes
espacios y convocatorias, incluidas luchas a pie de tajo en los campos o
huelgas generales comarcales realizadas por el SAT en las provincias de
Sevilla o Cádiz.
No queremos pensar que la vinculación de organizaciones políticas con
gran implantación e influencia en el sindicato, como la CUT, a su vez
vinculadas a IU, tengan algo que ver en este aparente cambio de rumbo,
pero, por otro lado, si la CUT lleva tantos años cuestionando la labor
de estos mismos grupos en IU y, a su vez, no ha tomado la decisión de
salir de IU y formar una alternativa política soberanista y de
izquierdas diferenciada, ¿quién nos puede asegurar que, de la misma
manera, no haya un interés por hacer confluir la acción del SAT con los
intereses de IU, pese a que, en apariencia, la CUT tenga una postura
crítica ante tales intereses?
Desde luego, somos muchos y muchas los militantes del SAT que no
estamos dispuestos a hacer ningún tipo de trabajo político para IU, y,
llegado el caso, dispuestos a organizarnos, a nivel interno dentro del
sindicato, para evitar que el SAT acabe en manos de la estrategia
electoral y/o socio/política que emane de IU. Tanto derecho tienen los
que, siendo militantes del SAT, sean militantes y/o simpatizantes de IU a
defender estas confluencias, como quienes nos oponemos a ellas a luchar
desde dentro para que, en la medida de lo posible, no se den. Este tema
no es baladí.
Teniendo en cuenta el activo papel que desempeña el SAT como
organización socio/política, que rebasa, en mucho, el espacio
propiamente sindical, y, en ocasiones, incluso pareciera actuar más como
un movimiento político que como un sindicato propiamente dicho (lo cual
no debe ser necesariamente negativo), los réditos políticos que con su
acción el SAT pueda generar a nivel electoral, son un buen caldo de
cultivo para que haya quien quiera hacer confluir al sindicato con su
estrategia política partidista. Si ello, además, se puede teledirigir
desde afuera, con la sutil estrategia de las alianzas en pos de la
“unidad”, los militantes del SAT debemos estar atentos para evitarlo, de
la misma forma en caso de que se pudiera intentar desde adentro.
El futuro del sindicato pasa por realizar una mayor labor sindical
propiamente dicha y una menor labor socio/política, pues esa es, se
supone, la esencia de un sindicato. El sindicato hermano de LAB es un
buen ejemplo de ello. No obstante, mientras no exista una fuerza
política capaz de cubrir el espacio socio/político soberanista y de
izquierdas que actualmente ocupa el SAT en muchos pueblos y ciudades de
Andalucía,
así como en el conjunto de la nación, es más que probable que el
sindicato siga ocupando ese espacio y, por tanto, de una u otra manera,
dando réditos políticos a partidos que, en esencia, no representan tal
espacio, pero que se presentan como única alternativa posible, por la
izquierda, al bipartidismo, aunque luego sirvan de sustento al mismo.
Los militantes del SAT no deberíamos omitir este debate de nuestras
reflexiones como activistas y militantes. Especialmente aquellos que no
nos sintamos representados por las actuales opciones políticas que hacen
campaña en
Andalucía en cada elección.
El salto cualitativo del sindicato, posiblemente, también pueda venir
de la mano de la existencia de un referente político, con identidad y
presencia propia en toda
Andalucía, que pueda hacer confluir los objetivos socio/políticos del sindicato con los de otros actores políticos en
Andalucía
como los movimientos de las mareas u otros movimientos sociales en
lucha, que no se identifican con ningunas de las fuerzas política
actuales y que se pudieran sentir huérfanas de un movimiento político
que defienda verdaderamente los intereses del pueblo trabajador desde
una perspectiva andaluza, revolucionaria, soberanista y de clase,
actuando desde el marco territorial andaluz por y para
Andalucía.
Ese referente político bien podría ser la CUT, siempre y cuando dicho
partido decidiera salir de IU y conformar, junto a otras organizaciones
soberanistas y movimientos sociales, una alternativa política.
Desvincular este debate del SAT, con la fuerte presencia que dentro de
él tienen los compañeros y compañeras de la CUT, no es realista. Las
decisiones de la CUT como partido también afectan al futuro del SAT como
sindicato, y eso todos debemos tenerlo claro, tanto los militantes y
dirigentes de ese partido, como el resto de militantes del sindicato. De
la misma forma que aquellos y aquellas que no estamos por la labor de
tener ningún tipo de relación, activa o pasiva, con IU, debemos asumir
que este debate es profundo y de largo recorrido, y actuar en
consecuencia desde nuestros propios posicionamientos.
No al “café para todos”. No a la peineta pa´ Andalucía.
“
Artículo 9ª.Punto 8. REPÚBLICANA. El SAT entiende que la
monarquía es un régimen antidemocrático que no corresponde a nuestra
época puesto que vulnera la igualdad de derechos entre las personas. Por
tanto, el SAT está comprometido con la lucha por la república desde y
para Andalucía”.
Finalmente, como militantes andalucistas y soberanistas, los que así
nos sintamos, no debemos olvidar la historia reciente de nuestra nación.
En concreto, no debemos olvidar en qué quedaron todos aquellos
esfuerzos realizados por el pueblo andaluz en pos de su autonomía, y
cuál fue el camino al que finalmente se dirigieron, así como el papel
que entonces, una vez que el pueblo andaluz se alzó reivindicando sus
derechos como pueblo, el estado español, con las izquierdas españolas a
la cabeza, acabó por otorgar a todo ese movimiento popular andaluz. Esto
es, el camino que fue desde aquel histórico 4 de Diciembre de 1977 al
famoso “café para todos”.
O dicho de otra manera, no debemos olvidar cómo aquellas
movilizaciones populares andaluzas, con todo su consecuente proceso
autonómico, fueron canalizadas por los intereses de estado hacia una
estrategia de utilizar la autonomía andaluza como punta de lanza para
restar derechos a los pueblos considerados constitucionalmente como
“Nacionalidades históricas” y hacer confluir todo ello en un
batiburrillo de estatutos de autonomía negadores de los derechos a
decidir de los mismos, así como encaminados a restar competencias
propias a aquellos pueblos más conscientes de sí mismos por vía de
repartir competencias entre todos los
territorios,
poniendo así en un mismo lugar a aquellos pueblos que habían luchado
por su autonomía y aquellos a los que, simplemente, el estado tuvo
interés, por dichas razones, de entregarle las mismas.
Andalucía no puede volver a ser
“elemento vertebrador de España” y la lucha de su pueblo no puede volver
a ser utilizada para tales efectos. Máxime en este periodo histórico en
el que existen abiertos procesos por del derecho a decidir en
diferentes puntos del estado español, que deberán ser aquellos pueblos
quienes los resuelvan hacia unos caminos u otros.
Andalucía
debe luchar, si así lo estima oportuno su pueblo, por y para sí misma,
por los pueblos y la humanidad, pero no por España, sea esta monárquica o
republicana. No puede volver a repetirse la historia, que aquella vez
fue una tragedia, y ahora sería una farsa. Nuestro sindicato no se puede
prestar jamás a ello. Las propias marchas del 22-M nos deben hacer
estar alerta ante este “peligro”.
Solo hay que ver el cambio dado el discurso que el sindicato impulsó durante las marchas obreras del verano de 2012 en
Andalucía
y el discurso realizado para impulsar y desarrollar estas marchas,
concretado, por ejemplo, en el discurso dado por nuestro portavoz
nacional en el acto del 22-M en Madrid o algunos artículos de
opinión escritos por compañeros a modo de valoración de las mismas. La propia palabra “
Andalucía”,
tan utilizada entonces, parece ahora pasar a “mejor vida”, en pos de
esa España sin Rajoy, movida por un frente popular español, que,
supuestamente, tanto bueno aportaría a las clases trabajadoras
andaluzas. Nuevamente parece que la lucha del pueblo andaluz debe
dirigirse en pos de un bien mayor, España y su clase trabajadora global,
y no por sí misma, para sí misma. Es el peligro del “café para todos”
actual.
Andalucía, la lucha de su pueblo más
consciente y reivindicativo, como vertebrador de una lucha colectiva
española que, a la postre, dé resultados positivos para todos los
pueblos trabajadores de todos los
territorios
del estado, incluido el andaluz. Que desde Euskal Herria se reivindique
un marco de relaciones laborales propio, o desde Cataluña proyectos
como la CUP no asuman tal discurso como propio, parece no estar acorde
con esta nueva línea de lucha que se vislumbra en el horizonte de la
labor socio/política del SAT, y sí el referente del Frente Popular de la
II República o cosas similares.
Obviamente tales deseos no esconden malas intenciones, y es posible
que sean hasta nobles intenciones, pero, ¿es ese el papel que debe
representar un sindicato andalucista y de clase?, ¿es esa la lucha por
la que deben movilizarse los andaluces y andaluzas de izquierdas y
soberanistas?, ¿vendrá por ahí la solución a los problemas históricos y
endémicos que afectan al pueblo andaluz?, ¿es el “café para todos” o la
defensa de los derechos de los pueblos, cada cual con su propio marco de
actuación socio/política por sí mismo y para sí mismo, respetando los
ritmos y las especificidades de cada pueblo, y confluyendo cuando sea
oportuno en virtud de tales ritmos y tales especificidades, lo que podrá
aportar, a la larga y con aspiraciones de estabilidad, las soluciones
que el pueblo andaluz necesita para no tener que pasar nunca más por una
situación como la actual?
Esto no es un debate sobre banderas, ni sobre manifiestos, ni sobre
puntos o comas. Es un debate sobre la unidad popular, en concreto, sobre
qué clase de unidad popular queremos para impulsar la lucha del pueblo
trabajador andaluz, ¿la que se nutra de las especificidades y ritmos de
Andalucía,
o aquella que se imponga como una lucha global en el marco del estado
español por una España de izquierdas?, ¿queremos una república andaluza o
una república española?, ¿luchar por
Andalucía
o luchar por España?, ¿la lucha internacionalista o la lucha
españolista encubierta?, ¿ser el SAT o tener que cambiar el nombre del
sindicato al SET, donde la E todos podemos imaginar ya a qué aludiría?,
¿andaluces levantaos, pedir tierra y libertad, sea por
Andalucía
libre, los pueblos y la humanidad, o andaluces levantaos por la unidad
de España en nombre de la clase obrera?, ¿con los pueblos o contra los
pueblos?, ¿por
Andalucía o contra
Andalucía?
Porque todo lo que no sea luchar por modificar las históricas
relaciones de sumisión y dependencia que existen entre la economía
andaluza y la economía española, con el histórico papel otorgado por el
estado a
Andalucía, como aportadora de
materias primas y mano de obra barata, como consumidora de productos y
servicios, como patio de recreo y como huerta de Europa, será,
tengámoslo claro, porque es así, tal cual, ir contra
Andalucía. A la larga será ir contra
Andalucía,
contra el pueblo trabajador andaluz, que, antes o después, volverá a
ver cómo su papel de economía sumisa y de dependencia golpeará con toda
virulencia en sus vidas como trabajadores y trabajadoras, sin que se
pueda hacer nada, dentro de ese marco, por evitarlo.
Cualquier soberanista andaluz, de izquierdas, que analice la realidad
de nuestro pueblo atendiendo a sus condiciones materiales, desde una
perspectiva histórica, presente y futura, debería tenerlo claro.
U otra vez será la peineta pa´
Andalucía…