"Chocolate acalorado" (Cubadebate)
Si das una bofetada no
puedes esperar que te regalen flores. Quien da un golpe de estado se
convierte en un fuerte candidato a que le hagan algo similar. Con armas
parecidas u otras, pero no queda a salvo. Acaba de ocurrirle a Arseni
Yatseniuk, nombrado primer ministro de Ucrania –nadie sabe exactamente
por quién-, favorito de Washington y el FMI, aceptado además por los
gobernantes europeos pese a la grosería de Victoria Nuland (a la UE que
le den, ponemos a Yats, dijo la subsecretaria de estado norteamericana).
Él mismo presentó su
renuncia, ante una insultante e inesperada falta de respaldo. Quizás,
también, porque sabe de cuánto son capaces sus antiguos socios.
¿Quiénes? Ante todo los ultraderechistas del partido Svoboda cuyo líder,
Oleg Tiagnibok, se hizo cargo –menos de una semana atrás- de una
maniobra para sacar a los diputados comunistas de la Rada.
Yatseniuk no tiene nada
que ver con esa ideología ni con quienes bajo ella estaban insertados en
la política ucraniana dentro del parlamento. Tiagnibok, siente tan
firme el suelo bajo sus pies, que luego de eliminar “la bancada roja”
dijo de modo público que su formación no iba a permitir que volviera a
surgir otra, incluso si fuera preciso usar “métodos informales” para
impedirlo. Sabiendo la violencia que sus paramilitares desplegaron
durante las protestas del Maidán, la insinuación basta para entender.
Y resulta que la misma
modificación de la ley aceptada por el legislativo para disolver al
grupo comunista, le sirvió al gobierno de Kiev para promover lo que
devino grave crisis institucional, en un país donde una importante
cantidad de ciudadanos se opone a estos personajes (los que salen y los
que se quedan) por los planes que proyectan para un país en plena guerra
civil.
Aparte de Svoboda,
también el Partido Udar abandonó a los golp… al gabinete, quise decir,
conformado en febrero pasado tras la deposición por la fuerza del
entonces presidente Victor Yanukovich. Udar fue creada por el ex
boxeador Vitali Klicko, quien de inicio aspiraba a la máxima jefatura,
pero le cedió sus votos y apoyo a quien resultó elegido en mayo, Pior
Porochenko.
También de derecha, pero
menos agresivo que los de Tiagnibok, Udar es, en cierta manera, eso que
suelen llamar partido bisagra. O sea, puede servirle a diferentes
molduras. Con su ayuda, el rey del chocolate, así suelen llamar al
actual jefe de estado, obtuvo la presidencia y tras el desaguisado de
maras, puede llevar a cabo comicios legislativos que le den un
parlamento remozado y consanguíneo. Eso intenta. A saber qué ocurre en
tan escaldada perspectiva.
Según ciertos
trascendidos, si mantuvo a Yatseniuk como premier hasta aquí, fue porque
desde occidente se lo solicitaron. Y si facilita su salida ahora, casi
seguro se debe a que cuenta con un marco de acción propicio: Yats,
presentó una subida de impuestos a la población para, con esos fondos,
aumentar el presupuesto militar y que la gente costee una guerra entre
ucranios.
El desnudo fue completo.
También presentó un proyecto de ley para vender a empresas extranjeras
la mitad de los gasoductos que atraviesan el país.
Leyes similares llegarán
a corto y medio plazo con o sin máscaras. Pero en esta oportunidad
sirvieron de base para provocar el estallido de Yatseniuk que, según
dicen sus biógrafos, no lo parece, pero es un hombre irritable e
impulsivo, y, además, “tiende a responder con evasivas las preguntas que
pueden dejar ver a las claras quién es y qué piensa en realidad sobre
temas que en Occidente parecen esenciales”. El criterio es del
periodista Vitaly Sych, quien ha seguido de cerca la trayectoria del
recién defenestrado.
Si tiene razón Sych,
Yatseniuk se dejó llevar por la rabia o hizo el intento de probar
fuerza. ¿Supuso que sancionarían las resoluciones que presentó para no
perderlo? Quizás ha sobrestimado el peso de su figura en el aprecio del
espacio donde estuvo señoreando durante este tiempo bajo el ala de
tutores foráneos y uno de los grupos oligárquicos de Ucrania. Entre
ellos ha estado y se mantiene la puja por el poder.
¿Qué puede ocurrir en lo
adelante? Sin bolas de cristal ni magia rancia, se pudiera anticipar
que Porochenko tratará, en efecto, de mover hilos y bolsa para construir
un poder legislativo que le aporte fuerza a su mandato y no coloque
impedimentos a sus planes.
Para llenar el hueco de
momento, nombraron al vice premier Vladímir Groysman, quien puede
quedarse más tarde en el cargo si se porta bien, pero es más factible
suponer que dada la relevancia ejecutiva del puesto, sea otro –cercano o
afín al presidente- quien lo ocupe.
Habrá que ser cuidadosos
con la gente de Svoboda, que capitanea a varias cofradías similares,
herederas, en una u otra medida, del antiguo Partido Social Nacional de
Ucrania, de signo nazi-fascista y con una plataforma de acción
espeluznante. Son, posiblemente, los mejor organizados y junto con el
fanatismo que les caracteriza, integran una fuerza a la cual es
peligroso dar la espalda.
Desde el exterior debe
esperarse cualquier cosa menos que Estados Unidos y hasta la UE, suelten
la presa ucraniana, por su utilidad económica y geoestratégica.
Adentro hay suficientes
temas peliagudos que dividen territorio y ciudadanía. Es el flanco más
delicado del problema, pues las guerrillas que se enfrentan al ejército
regular y a los extremistas, pertenecen a una región rica en industrias y
recursos, aunque sus habitantes sufran penurias no compartidas por los
ricachones que hicieron fortuna a su coste y no están ni van a quedarse
de brazos cruzados ante la eventual pérdida de sus fortunas. Tampoco
verán impávidos como les cierran el acceso a los predios oficiales desde
donde pueden decidir y acrecentar esos fondos.
En consecuencia, este
hilo de la madeja que comenzó a desmadrarse a fines del 2013, no es el
único y ni siquiera el peor de todos.