por Jerez Recuerda
Domingo, 14 de Julio de 2013 02:53
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Este episodio da cuenta una vez más del cruel modo de proceder de
los artífices de la represión franquista. ‘Cuanto más buscada era la
víctima, mayor era la recompensa que recibía el responsable de su
muerte’, indica Macías para dar mayor luz sobre estos episodios
documentados.
Si alguien sintiera realmente la
necesidad de conocer la verdadera historia de la Guardia Civil, no sería
precisamente su página web, vinculada al Ministerio del Interior del
Gobierno de España, la que objetivamente pudiera satisfacer sus deseos
de información, debido principalmente a la falta de rigurosidad
histórica y a la escasez de información –por no decir nula-, que se
desprende de la lectura de algunos de sus pasajes en los que la
interpretación de la identificación de esta institución armada con la
represión de personas y movimientos emancipadores fue realmente un hecho
que actualmente, y de forma no oficial, está generalmente más que
asumido, salvo para los diseñadores de la página web en cuestión.
La opinión oficial que se pretende dar
en la actualidad es, y citamos textualmente, que “después de más de 150
años de existencia, la Guardia Civil constituye uno de los patrimonios
más queridos y estrechamente vinculados al pueblo español, que ha visto
reflejadas en su trayectoria gran parte de sus señas de identidad”,
obviando que en la imaginería popular española aún perviven ciertos
miedos y recelos hacia este cuerpo armado como consecuencia de
actuaciones del mismo al servicio de sistemas políticos e intereses
económicos que han sido resaltados en la abundante literatura española,
así como en la bibliografía existente sobre la Historia de España y en
diversas investigaciones realizadas en zonas geográficas definidas y
períodos históricos concretos.
Como muestra, el mismo Federico García
Lorca, el gran poeta universal asesinado por los golpistas de julio de
1936 -entre los que se encontraba la Guardia Civil-, había escrito entre
1924 y 1927 su Romancero Gitano en el que se incluía el “Romance de la
Guardia Civil española”, captando con maestría esa imagen de los
miembros del instituto armado a los que denomina “jorobados y nocturnos”
con “capas siniestras” que avanzan “sembrando hogueras” en una ciudad
que el autor identifica como Jerez de la Frontera -denominándola también
“ciudad de los gitanos”- cuyas puertas son testigos de cómo “cuarenta
guardias civiles entran a saco por ellas”. Del mismo modo, el genial
novelista social Vicente Blasco Ibáñez, en su obra La Bodega (1905),
realiza algunas referencias exponiendo el “odio” que los braceros del
campo sentían por ella, o explicando su papel eminentemente represivo en
algunos fragmentos de su obra como el que sigue: “comenzó por todo
Jerez la cacería de hombres. Pelotones de Guardia civil y de infantería
de línea guardaban inmóviles la entrada de las calles… y la fuerza
armada sólo daba caza a las mantas, a los sombreros de campo, a los
chaquetones rudos: a todos los que tenían aspecto de trabajadores…”
Visto de este modo, no es difícil pensar
que el mencionado “pueblo español” de la página virtual referida sea un
concepto algo ambiguo porque no acaba de definir exactamente a qué
parte de la ciudadanía española alude, ya que según se interpreta de la
justificación de la represión que se hace en dicho espacio, parece ser
que aquella definición está bastante acotada. Prueba de ello son las
palabras que preceden a la cita anterior en los siguientes términos: “A
lo largo de su dilatada historia, la Guardia Civil ha prestado valiosos
servicios en la lucha contra la delincuencia especializada, casi siempre
con importantes resultados. Así lo demuestra el hecho de haber acabado
con el bandolerismo del siglo XIX, el anarquismo de la mano negra, el
anarquismo urbano, el fenómeno del maquis de la postguerra…”
Es decir, que en pleno siglo XXI, el
estado español, que es incapaz todavía de asumir las responsabilidades
en materia de derechos humanos, al no comprometerse directamente en la
exhumación de las fosas comunes (dejándola en manos de entidades
privadas dependientes de limitadas subvenciones), sí se puede permitir
en cambio, y a través de la página oficial de marras, el difundir la
infamia que supone la identificación de la delincuencia con los
movimientos populares de liberación social, las organizaciones
sindicales y las personas luchadoras por la libertad y la democracia. Al
mismo tiempo, se observa un interés en mantener la existencia de mitos
como el de la Mano Negra, a pesar de que la mayoría de los
investigadores e investigadoras coinciden en que ello fue un montaje
político-policial –en el que también participó la Guardia Civil- para
reprimir y desmantelar el movimiento campesino andaluz y acabar con las
protestas que generaban el hambre, el trabajo basado en la
semiesclavitud y las condiciones penosas de los trabajadores del campo.
Parecido trato es el que se dispensa a
las víctimas de la dictadura cuando se cita ligeramente al “maquis de la
postguerra”, “lucha contra la delincuencia especializada…” asumiendo de
esta manera la justificación de la represión de la dictadura surgida
como consecuencia del golpe de estado: toda una muestra de la falta de
compromiso con los derechos humanos y con los valores democráticos que
se maquilla con la expresión
Debemos entender, por tanto, que las
víctimas inocentes muertas a manos de la Guardia Civil durante el
franquismo –sin incluir las relacionadas con las del período 1936-1939
cuando, salvo excepciones, se involucró al máximo desde el primer
momento del “putsch” militar de julio-, también estaban encuadradas en
esa terminología tan especial que se escoge para esconder el verdadero
fondo del asunto.
Asimismo, recientemente hemos sido
testigos de una noticia relacionada que no ha llegado a tener la
trascendencia y el espacio mediáticos que realmente correspondería a un
asunto de estado como el que tratamos. Una cuestión que en realidad no
interesa airear mucho, aunque conlleve intrínsecamente un énfasis por
realzar sucesos con unos niveles de gravedad importantes, como son las
violaciones sistemáticas de los derechos humanos por parte de los
cuerpos de seguridad del estado español durante el período de la
dictadura. Con el título “Muertos por condecoraciones. La exhumación de
una fosa común en Lugo documenta el modo de proceder de la Guardia Civil
del franquismo”, el Diario Público denunció el carácter violento y
represivo de la Guardia Civil durante la dictadura franquista, y la
impunidad con la que ésta actuó en la comisión de asesinatos.
Como consideramos que el contenido de
esta información ha de ser difundido por la magnitud del tema, hemos
preferido transcribirlo literalmente. El artículo en cuestión dice así:
“Desde hace algunos años, cada vez que
aparecen cuerpos con signos de violencia en una fosa común del
franquismo, se interpone con frecuencia la correspondiente denuncia en
el juzgado pertinente.
Este modo de proceder se instauró a
partir del año 2000, cuando se abrió la primera fosa con métodos
científicos en Priaranza del Bierzo (León), pero nunca ha dado los
resultados esperados. Por añadidura, desde que la Audiencia Nacional
declarara a Garzón incompetente para investigar los crímenes del
franquismo, pocos jueces se han atrevido a dar pasos que conduzcan al
esclarecimiento de estos delitos.
En el caso de la fosa de la aldea de
Vilavella (Lugo), en la que el pasado agosto se rescataron los cuerpos
de tres guerrilleros antifranquistas procedentes de León, el juez que se
personó en la exhumación decretó el sobreseimiento del caso alegando
que ‘no aparece justificada la perpetración de delito’ y que el 15 de
noviembre de 1943, tras ‘la autopsia practicada’, se procedió a un
‘enterramiento legal’, ya que la Guardia Civil dejó constancia de ‘la
inscripción de sus defunciones en el registro civil de Triacastela’. Se
daban casos en que las muertes producían ascensos y condecoraciones’.
Muertes sin combate
‘En 1943 ya no había guerra y los
asesinatos se daban amparándose en la legitimidad del régimen’, explica
Santiago Macías, vicepresidente de la Asociación para la Recuperación de
la Memoria Histórica (ARMH), que trabajó en la exhumación de los
cuerpos de la fosa de Vilavella y planteó la denuncia ante el juzgado de
Instrucción número 1 de Becerreá.
La documentación que obra en el
expediente sobre esta fosa incluye el atestado que instruyó la Guardia
Civil en 1943 en el que indicaba que las tres víctimas eran ‘bandoleros
buscados por sus delitos’, de modo que su muerte ‘no fue extrajudicial’,
indica Macías: ‘Los mataron directamente en lugar de detenerlos’.
La particularidad de este caso reside en
que a la hora de enterrarlos, ‘les identificaron mal’. ‘En la fosa
exhumamos los cuerpos de Pedro Voces Canóniga, Antonio Vega Guerrero y
Félix Yáñez González, tal y como demuestran los informes de
identificación, pero según el atestado de la Guardia Civil de 1943 en
esa fosa figuraban enterrados: Salvador Voces (hermano de Pedro) y
Ovideo Peláez junto con Pedro Voces (el único en el que acertaron)”. El
juez ha sobreseído la causa alegando que el enterramiento ‘es legal”
Lo que se traduce de esta confusión es
que se daban casos en los que el cuerpo armado del franquismo ‘mataba a
gente que no era a quien buscaban con el objetivo de conseguir ascensos y
condecoraciones’, esclarece el vicepresidente de la ARMH. ‘Este punto
es el que debería aclarar el juez, el hecho de que en la fosa hubiera
enterradas dos personas diferentes a las que figuraban en el atestado de
1943′, denuncia Macías respecto al sobreseimiento del caso por parte
del juez instructor de Becerreá.
Las dos personas que se encontraban
enterradas en la fosa de Vilavella y que no coincidían con las del
atestado de la Guardia Civil (Antonio Vega y Félix Yáñez) ‘no debían
figurar en ninguna lista o bien, pudo tratarse de guerrilleros de menor
peso que aquellos que estaban en el atestado de 1943′, razona Macías
para aclarar el porqué de la identificación errónea de los cuerpos por
parte de la Guardia Civil de la época.
Este episodio da cuenta una vez más del
cruel modo de proceder de los artífices de la represión franquista.
‘Cuanto más buscada era la víctima, mayor era la recompensa que recibía
el responsable de su muerte’, indica Macías para dar mayor luz sobre
estos episodios documentados.
Tras la exhumación, el juez de Becerreá
recibió todas las pruebas recopiladas por el equipo que trabajó en la
fosa y que constataban el error en las identidades de los cuerpos pero
el titular del juzgado, ‘que podía haber pedido las pruebas de ADN’,
recalca Macías, se ha limitado a indicar que el ‘enterramiento es legal’
y que ‘no hay pruebas suficientes del delito’.
Finalmente, no se nos ocurre una mejor
forma de homenajear a las víctimas que recordar en esta ocasión la
memoria de una de ellas mediante su poesía y su arte. Nos referimos en
este caso a Federico García Lorca y su ‘Romance de la Guardia Civil
española’.
http://jerezrecuerda.blogspot.com/2010/11/denuncian-que-la-guardia-civil-mato.html