¿Comprar sexo responde a un factor biológico?
¿Cuáles son las fantasías de los hombres respecto a la compra del
sexo?¿Cómo proteger a las personas que viven de realizar esta práctica?
Estas fueron algunas interrogantes que movieron el diálogo a partir de
la conferencia El lado de la demanda de la prostitución y el tráfico humano, del sociólogo sueco Sven-Axel Mansson.
“¿Acaso nace un hombre para comprar sexo?”, interrogó Mansson en su presentación, parte del programa del 1er. Simposio Internacional violencia de género, prostitución, turismo sexual y tráfico de personas.
El experto reflexionó acerca de la influencia de
determinantes biológicos a la hora de adquirir este servicio. “La
prostitución tiene que ver con hombres que tratan de satisfacer sus
deseos biológicos, lo que se ve como un acto natural”, planteó e
inmediatamente aclaró que “no hay evidencia que apoye esta hipótesis”.
Mansson refirió una serie de particularidades
relacionadas con estas motivaciones masculinas ante la posibilidad de
comprar sexo y comentó que la disposición de los hombres de pagar varía
de país a país y de cultura a cultura, lo que ilustró con estadísticas
sobre qué confiesan europeos al respecto.
Comentó que estas expresiones de la prostitución se
moldean a partir de “las condiciones sociales prevalecientes en
determinado momento histórico y aparecen nuevas formas de contacto entre
compradores y vendedores.
“Como investigador creo que es sumamente intrigante
conocer los motivos por los que la mayoría de los hombres no está
dispuesta a comprar sexo y que esto sea más frecuente en unos países que
en otros”. Entre las diferencias que pueden influir en el
comportamiento de este fenómeno identificó la situación jurídica y los
valores morales en dependencia del contexto.
¿Cuáles son las fantasías de los hombres respecto a la compra del sexo? ¿Qué puede ofrecer la prostituta? Indagó Mansson.
Por un lado, señaló que se trata solamente de un
juego, visto como el fruto prohibido y carente de afecto; por otro,
reveló que los hombres buscan otro tipo de sexo con una mujer
experimentada y dispuesta a cualquier actividad sexual, a diferencia de
la esposa. Unida a un conjunto de expectativas misteriosas, los hombres
proyectan la fantasía de cambiar el juego del género y ser pasivos en el
acto sexual; mientras, para otros prevalece una búsqueda de intimidad.
Mansson asoció esta última variante al fenómeno internet y refirió cómo
en el ciberespacio se encuentran estas propuestas más “íntimas y
mutuas”. Un tema que ha generado polémica entre estudiosas y estudiosos
de la prostitución es la posibilidad de lograr una intimidad es real en relaciones condicionadas por un carácter comercial.
“De cualquier forma, el hecho de que la mayoría los
hombres no adquiera servicios sexuales y que en mi país cada vez menos
compren sexo, nos notifica que el cambio es posible. Cuando analizamos
la legislación sueca vemos cómo hay toda una ciencia que justifica este
cambio. Sé que en otros países escandinavos se avanza en esta
dirección”, informó.
La investigadora cubana Clotilde Proveyer, ponente
en la jornada anterior, aportó al debate sus consideraciones acerca de
qué debe tenerse en cuenta a la hora de tratar estas cuestiones.
“Desarrollar cada vez más políticas públicas que potencien en las
mujeres la capacidad autónoma como sujeto de sus derechos en el
ejercicio de la sexualidad y, por otra parte, trabajar más para producir
espacios culturales que generen un freno a esta situación”, fueron
valoraciones expuestas por la especialista.
Proveyer agregó que el empoderamiento no puede
verse solamente como la capacidad de la mujer de acceder al trabajo en
igualdad de condiciones, y coincidió con Mansson en la importancia de
tener en cuenta las particularidades de los contextos y las culturas.
Nuevamente coincidió con el experto en que la necesidad masculina de
pagar por sexo depende de cuestiones construidas a lo largo de siglos y
no de factores biológicos.
Mansson puso sobre el tapete otra cuestión bastante
compleja sobre todo desde el punto de vista ético. Desde su experiencia
en Suecia, apuntó que los profesionales de la salud y trabajadores
sociales reconocen adoptar una actitud pasiva ante jóvenes que comienzan
a descubrir su cuerpo y deciden, por ejemplo, tener relaciones con más
de un muchacho. “Creo que esto es algo problemático porque nuestros
profesionales, al parecer, no están al tanto de lo que ocurre y no
tienen los conocimientos para juzgar lo que es problemático y lo que no
lo es. Debe haber una combinación para contener un poco esta parte
salvaje de los jóvenes, no solo elaborando normas, porque estas dan una
directriz, pero no ofrecen respuestas”, reflexionó.
El experto mencionó un proyecto que consiste en la
intervención de trabajadores sociales con jóvenes “para no llegar a algo
negativo, porque aún no sabemos cómo lidiar con estos problemas. Si
queremos empoderar tenemos que saber cómo hacerlo. Es un desafío para
nuestros sistemas educativos.”
La sexóloga Mariela Castro Espín, a partir de las anteriores consideraciones, señaló la
importancia “de ponerle mucho empeño a la educación, estos temas
aterrorizan cuando se escuchan historias concretas y no sabemos cómo
contárselas a las jóvenes generaciones; tenemos que romper el hielo en
ese asunto como en tiempos atrás se tenía miedo a hablar de la
sexualidad. Pero al no hablar los estamos desprotegiendo. Hay que
contarles las cosas lindas de la vida, pero también sobre un grupo de
cosas de las que se debe tener conciencia para no ser manipuladas y
manipulados, y tengan fortalezas a la hora de tomar decisiones. Tenemos
la responsabilidad de construir el mensaje educativo para poder
comunicar”.
OTRA HUMANIDAD ES NECESARIA