PODEMOS ha creado la ilusión del absoluto comienzo, pero la historia
demuestra más casos de partidos creados por movimientos sociales que
finalmente han sido integrados en el sistema. En los casos que se
analizan en este artículo su creación estaba, al menos, justificada
históricamente.
Al calor de la movilización desencadenada por el movimiento de
los indignados, y de las posteriores movilizaciones sociales para hacer
frente a las medidas contra las clases populares que ha llevado a cabo
el gobierno del Partido Popular, se crearon y desarrollaron diferentes
organizaciones políticas que se han presentado como las expresiones
políticas o las representantes de aquel movimiento. Ahora, con la
apertura del ciclo electoral que representan las elecciones europeas de
mayo, estas formaciones han dado un paso más en su proceso de
institucionalización y han presentado candidatos para competir en dichas
elecciones. Lo más curioso de este proceso que han seguido los
principales partidos que dicen vincularse a un movimiento de carácter
espontáneo y de prácticas de democracia directa y horizontalidad como el
de los indignados es que han acudido a importantes figuras mediáticas
para pedir el voto a la ciudadanía, compitiendo así en el más puro
estilo de marketing electoral por la preferencia de los votantes. El
Partido X se ha dotado de una personalidad mediática, Hervé Falciani, el
informático que destapó la lista de evasores fiscales en Suiza. Por su
parte, el juez Elpidio José Silva, quién sufrió las consecuencias de
haber encarcelado a Miguel Blesa, se presenta por elMovimiento de
Renovación Democrática de la Ciudadanía (RED). Y, finalmente, Pablo
Iglesia, conocido personaje mediático apoyado y patrocinado por el
periódico Público ha estado a la cabeza de los impulsores de la
candidatura PODEMOS para concurrir a las elecciones europeas.
El común denominador de todos estos personajes es el haber saltado a
la fama con algún tipo de actuación de tipo progresista. Y desde esa
posición de personajes mediáticos unos se han ofrecido a los partidos
políticos, otros han sido cortejados por ellos y, también, les hay que
han creado un partido nuevo.
Se trata de una concepción de la política-marketing. En general sus
ideas políticas no son muy claras, más bien de tipo negativo (contra la
derecha, contra la corrupción, contra el desmantelamiento de los
derechos sociales, etc.) que positivo (un programa de propuestas y una
estrategia definida).
Y ahora centrándonos en PODEMOS. La creación de este partido ha
generado un intenso debate en la izquierda con argumentos a veces ya
discutidos en otras épocas o contextos y que girarían en torno al
problema de la participación DEMOCRÁTICA y la crítica de los partidos
políticos.
El argumento principal utilizado para justificar la creación de
PODEMOS es la crítica general a los partidos políticos, presentados como
estructuras burocráticas con intereses endogámicos que impiden la
participación ciudadana. El argumento es generalista, no se refiere a
unos determinados partidos, los conservadores o los socialdemócratas,
sino a los partidos globalmente, y como a la población a la que se
dirige no vota ni conservador ni socialdemócrata, su crítica solo
pudiera tener un impacto directo sobre los militantes, simpatizantes o
votantes de IU.
Se trata de la misma táctica que emplea el PP para defenderse de la
corrupción que le corroe hasta las entrañas. Como esto es imposible de
negar en su caso, su línea de defensa es extender la sospecha del cáncer
de la corrupción a todos los partidos, con la ventaja de que sabe que
su electorado le perdona ese proceder corrupto en tanto que busca
desmoralizar a los votantes de los competidores a su izquierda. La
extensión de la sospecha de corrupción a todo el arco partidista
perjudica a la izquierda, la estrategia del PP da resultados. Todos los
partidos son presentados como de igual naturaleza.
PODEMOS utiliza la misma táctica pero con la participación
democrática y la burocratización. Dado que surge de la iniciativa de
unos pocos personajes mediáticos y apela a la nebulosa no estructurada
organizativamente de los amplios movimientos nacidos contra las
agresiones neoliberales, su argumento se dirige contra todos los
partidos. Y las consecuencias son las mismas que buscaba el PP, los
votantes de este partido y del PSOE pueden asumir ese carácter de sus
partidos, más el primero que el segundo; y, ahora, la desmoralización de
una crítica generalista injusta, como la de la burocratización y la
ausencia de participación, impacta en los votantes de la izquierda.
Tampoco se trata de un fenómeno completamente nuevo, las corrientes
movimentistas has crecido de manera importante en los últimos años.
Tenían razones para criticar las estructuras clásicas de los partidos de
izquierda, especialmente los más vanguardistas, pero su crítica les
llevó, en muchos casos, al extremo opuesto, no hacía falta la
organización política porque tampoco hacía falta luchar por el Estado,
por el poder, para transformar la realidad. PODEMOS se aleja de este
extremo, puesto que se ha registrado como partido político y se postula
como candidatura para las elecciones europeas y, es de suponer, para las
siguientes locales, regionales y nacionales, pero participa en el
intento de descredito generalizado de los partidos políticos, en una
actitud que, en su caso, se vuelve
contradictoria. Como organización que
aspira a tener cargos electos sus activistas más conscientes saben que
tendrán que levantar una estructura organizativa para proseguir su
actividad y ésta, para la participación continuada en la contienda
electoral, no puede ser otra que la de de un partido político.
PODEMOS pretende representar algo nuevo en el panorama partidista que
le hace nacer inmune contra los vicios que crítica de los demás
partidos. Tal vez piensen que al proceder directamente de los
movimientos sociales están vacunados, o que su método de selección de la
candidatura a través del procedimiento de primarias crea anticuerpos.
Sobre el primer aspecto trata el resto del artículo al centrarse en
partidos nacidos de movimientos sociales anteriores, sobre el segundo
aspecto solo decir que las primarias es un método habitualmente
utilizado por los partidos norteamericanos - partidos oligárquicos donde
los haya - o por algunas federaciones del PSOE en España.
Centrándonos en algunas experiencias anteriores de partidos políticos
nacidos de movimientos sociales - lo que demuestra que PODEMOS no es
nada nuevo en la historia - vamos a descubrir como esta circunstancia no
vacuna contra nada, ni contra la burocratización, ni contra la
integración en el sistema. Recordemos tres ejemplos históricos
diferentes y alejados en el tiempo. El primero es la creación de un
partido político por el movimiento social más importante de su época, el
movimiento obrero, y más en concreto, el movimiento sindical inglés con
la creación del partido laborista en 1893. Fueron directamente los
sindicatos quienes le crearon y formaron su base de afiliación. Pero al
menos, en este primer ejemplo, las razones para la creación del partido
laborista estaban justificadas, hasta su creación los sindicatos
ingleses pedían, y obtenían, el apoyo electoral para al partido liberal.
Por tanto, con la creación del partido laborista la clase obrera
inglesa se dotaba de un instrumento político propio y dejaba de estar
tutelada políticamente por uno de los partidos de la burguesía inglesa,
el liberal. El partido laborista evolucionó posteriormente hasta llegar
a ser en la actualidad un partido más del establishment inglés. No
creo que sea necesario recordar las posiciones actuales del partido
laborista.
El segundo ejemplo de creación de un partido político por un
movimiento social, ahora mucho más cercano en el tiempo, fue originado
por un movimiento social diferente. Los verdes alemanes tras unas
espectaculares movilizaciones en las décadas de los 70 se decidieron por
la creación de un partido, luego se enfrentaron internamente entre
varias corrientes existentes en su seno entre las que destacaban los
realistas y los fundamentalistas, vencieron los primeros y hoy es otro
partido del establishmen alemán. “En tanto exponente político [el
partido verde alemán] de la fuerza alcanzada por el movimiento
ecopacifista, su potencial anticapitalista y rupturista con el modelo
civilizatorio dominante y con la forma de partido tradicional se ha
visto contrarrestado por la presión institucionalista y a favor de la
‘gobernabilidad’ procedente del sistema político en el que se han ido
insertando”
[i]
No obstante esta evolución, también los partidos verdes tenían una
justificación para su creación, los problemas que denunciaban los
movimientos que los crearon, especialmente los ecológicos, no eran
asumidos para su defensa por los partidos tradicionales, ni siquiera los
de la izquierda. A modo de ejemplo, el Partido Comunista Francés era un
partido sólidamente pronuclear en la época de creación de Los Verdes.
Además, en el caso de Alemania, donde se consolidó el partido verde más
influyente, no existía ningún partido de izquierda importante con el que
entrase en competición electoral.
El discurso de PODEMOS se asemeja en varios puntos a los partidos
verdes que surgieron en Europa en los 80 y 90. Así, por ejemplo, con el
partido verde alemán en sus inicios, cuando le gustaba presentarse como
un partido anti-partido. En este sentido Jorge Riechmann
[ii]
recogía la definición que se hacían de si mismo los verdes alemanes en
su programa de Sarrebruck: “Nuestra vida organizativa interna y nuestra
relación con las personas que nos apoyan y eligen es la exacta antítesis
de las de los partidos establecidos en Bonn. Éstos no tienen ni la
capacidad ni la voluntad de abrirse a nuevos principios e ideas, ni a
los intereses del movimiento democrático”, para luego criticar esta
definición contrastándola con el funcionamiento real del partido, “Los
perfiles de la «exacta antítesis», por desgracia, se han ido difuminando
durante su corta existencia.”
Pero también se asemeja con Les Verts franceses cuando empleaban el
eslogan “ni a la derecha, ni a la izquierda, sino adelante” para
desdibujar el eje de enfrentamiento izquierda-derecha que tanto le gusta
hacer también a PODEMOS.
Riechmann recoge una crítica interesante de un militante rojiverde
sobre el funcionamiento del partido verde francés que es muy adecuada
recordar para el caso de PODEMOS “Se diría que existen dos círculos en
Les Verts
. El primero, el del poder, se apoya esencialmente en la
pareja medios de comunicación de masas / elecciones. El segundo, el de
los militantes, está enredado en un funcionamiento de apariencia
ultrademocrática, pero que, faltando el debate político sobre lo que
está en juego, en realidad no ejerce más que escasa influencia sobre el
primero”
[iii]
Por último nos vamos a fijar en el ejemplo más cercano de creación de
un partido político, y en el que se miran algunos de los impulsores de
PODEMOS, se trata de PSUV en Venezuela que sirve de soporte político y
electoral a la revolución bolivariana en curso. El soporte político
inicial de la revolución bolivariana también se basó, entre otras
formas, en una creación inicial de formas de auto-organización a través
de los círculos bolivarianos como cauces de participación y apoyo
popular. Pero en una fase posterior del proceso terminó madurando en la
creación de un nuevo partido, el PSUV. Pues bien, a pesar de estar
inmerso en un proceso de transformación social profunda y de una intensa
lucha contra las fuerzas de la contrarrevolución, el PSUV también es
criticado por muchos de los vicios que PODEMOS señala de los partidos
políticos. Ésta es una muestra de esas críticas: “Creo que actualmente
existe el riesgo de un aplastamiento por parte del PSUV de las formas de
organización de base, las cuales tienen que existir de manera
independiente. Estoy convencido de que la organización política no puede
instrumentalizar ni colonizar a las organizaciones de base. Las
organizaciones sociales de base tienen derecho a contar con toda la
diversidad posible y no pueden ser encasilladas.
La relación adecuada entre la organización política y las
organizaciones de base constituye un problema que tiene que ser
afrontado. Esta sería una de las rectificaciones, a mi juicio, más
necesarias de este momento”.
[iv]
También en el caso del PSUV podemos encontrar una justificación
histórica para su creación ante la necesidad de un instrumento
partidario para una revolución en marcha, y ante la incapacidad de los
partidos de izquierda existentes de cumplir ese papel.
El problema, por tanto, no es una fatalidad que llevé a la
burocratización inevitable de todos los partidos, o de todas las
organizaciones estables en general, pero es evidente que esa tendencia
existe y debe ser contrarrestada y combatida continuamente para evitar
la integración y el burocratismo con elementos vivos de democracia,
participación y controles internos.
Por tanto, de un lado, parece un argumento oportunista la acusación
de PODEMOS de que todos los partidos son formas organizativas que
mutilan la democracia, incluyendo por generalización a IU como un
partido más del sistema político en España, y, de otro, parece una
ingenuidad presentarse como la verdadera alternativa a este problema,
que va a resolver con un origen y un método que no son en absoluto
nuevos en la historia. Es lo que Jorge Riechmann ha señalado como la
“ilusión del absoluto comienzo”.
Pero, además, en los tres casos históricos mencionados, aunque no
consiguieron sustraerse en más o menos grado a los vicios de la
burocratización o a la integración, al menos hemos visto que existieron
razones históricas para su creación, pero en el caso de PODEMOS esas
razones están ausentes.
El problema de la deriva de los nuevos partidos políticos para
terminar convirtiéndose en elementos del establishment como ha ocurrido
con el partido laborista, el partido verde alemán o las tendencias que
existen en el PSUV (la crítica a la boliburguesía) es la ausencia de una
teoría revolucionaria con la que analizar la realidad, construir
estrategias y formar a los militantes, activistas y simpatizantes.
Cuanto más débil es este elemento teórico, cuanto más difuso son los
objetivos que se buscan, más posibilidades existen de que el partido
político ceda a las presiones institucionalizadoras de la participación
en las instituciones de la democracia burguesa y termine integrándose
como una parte más del establishment.
[i] Pastor Jaime,
Una a izquierda alternativa, ¿para qué? en la obra colectiva:
Opciones alternativas. Reflexiones desde la izquierda ante el nuevo siglo, Ed. Catarata, pág. 135
[ii] Jorge Riechmann,
¿Problemas con los frenos de emergencia?, Editorial Revolución, pág. 213
[iii] Ibídem, pág. 337
[iv] Harnecker, Marta, Selección de las Opiniones más destacadas de los intelectuales reunidos en el CIM, Rebelión 05/07/2009