viernes, 24 de enero de 2014
Víctor Tolokin / Pravda / Traducido del ruso por Josafat S. Comín.
Debe haber razones de
mucho peso, para que los políticos europeos miren para otro lado, cuando
en la capital de un país que aspira a asociarse con la Unión Europea,
las fuerzas neofascistas llevan a cabo un espectacular acto masivo. Es
igual de evidente, que semejantes eventos son solo posibles con la
silenciosa connivencia del gobierno.
Recordemos que el 14 de
octubre en Kiev tuvo lugar la denominada “Marcha de la lucha” que
conmemoraba el 71 aniversario de la creación de la “UPA” (por sus siglas
en ucraniano, “Ejército insurgente ucraniano”). Para dicho acto los
nacionalistas trajeron gente de toda Ucrania. Entre las demandas de los
manifestantes estaba la devolución del título de héroe de Ucrania a
Stepan Bandera y a Shujévich, el reconocimiento de la lucha de la
Organización de nacionalistas ucranianos (“OUN-UPA”) a nivel de estado
como “lucha de liberación nacional del pueblo ucraniano” y la
declaración del día de la creación de la “UPA” como fiesta nacional.
“En un cálido día
otoñal, los habitantes de Kiev y los extranjeros observaron con temor la
marcha que recorría el centro de la ciudad, en la que los participantes
gritaban lemas en los que amenazaban a los comunistas, incitaban al
odio racial y quemaban banderas: En resumen, una bacanal de personas,
enfermas del síndrome del exclusivismo nacional”. Esta fue la
calificación que hizo de tan excepcional acontecimiento, el diputado del
PCU en la “Rada”, Alexánder Gólub.
Es de destacar –continuó
el parlamentario- que por primera vez se autorizó que desfilasen por el
corazón mismo de la capital, por la calle “Kreschatik”. Algo que en
opinión de Gólub, no hace más que corroborar la tesis denunciada por el
partido comunista: el gobierno sigue apostando al color “pardo”. “No ha
cambiado nada, el partido “Svoboda” (libertad) continúa siendo un cómodo
socio “sparring”, con el que distraer la atención de los ciudadanos,
desviándola de los graves problemas sociales y económicos”,-añadió el
diputado comunista.
No deja de sorprender,
en opinión de Gólub, que la parte europea guarde silencio, haciendo como
que no advierte el desenfreno de los nacionalistas en el centro de
Kiev. “Europa solo muy de vez en cuando se permite alguna observación
crítica con relación a la amenaza del crecimiento en popularidad del
nacionalismo en Ucrania. Todo ello, a pesar de que en la propia Europa
todas esas manifestaciones de sentimientos de nazismo o fascismo son
cortadas de raíz y merecen gran repulsa. Esa repulsa de los europeos al
neonazismo no se extiende a la versión ucraniana. El motivo es sencillo:
dividiendo al pueblo en dos campos irreconciliables, Europa tiene más
fácil influir sobre el gobierno del país, para seguir atrayendo a
Ucrania a las redes de la integración europea”.
En lo que respecta a
Ucrania occidental, allí tras la llegada al poder en los órganos locales
de gobierno de los nacionalistas de “Svoboda”, la supervivencia de una
parte considerable de la población se ha convertido en una auténtica
pesadilla, en especial para los veteranos de la Gran guerra patria. El
ensalzamiento de los colaboracionistas de los nazis ha alcanzado su
máximo apogeo. Los “héroes de S. Bandera, que se escondían en los
bosques de los Cárpatos y por la noche asesinaban a profesores,
bibliotecarios, médicos y especialistas que intentaban levantar la
economía, y los “líderes” combatientes de la división de las “SS
Galichina”, reciben ahora, a cuenta de los medios públicos, subsidios a
sus pensiones, placas e insignias en su memoria, también en el centro de
Lvov. Los restos de estos canallas, cubiertos para siempre de esa
vergüenza imborrable, son exhumados y enterrados con todos los honores,
sin que falten los atributos nazis…
Uno de los ejemplos más
cercanos lo encontramos en la ceremonia que se ofició en la aldea de
Gologory, en la provincia de Zolochevsky en la región de Lvov. Allí los
“dirigentes locales” (o lo que es lo mismo el gobierno), llevaron a cabo
la inhumación solemne de los restos de 16 líderes de la división de las
SS “Galichina”, convirtiendo la ceremonia en un cínico espectáculo
propagandístico. Henchidos de toda esa falsa pomposidad de los
funcionarios estaban también los padres de la iglesia greco-católica, a
la que popularmente se ha rebautizado como “grejo-católica” (juego de
palabras: en ruso “grej” significa pecado. N de la T.).
La misa de difuntos a
los “héroes” caídos discurrió en el templo local en presencia de una
“guardia de honor” compuesta por los empleados de la empresa municipal
del Consejo regional de Lvov, “Dolya” (destino), quienes se pusieron los
uniformes de soldados y oficiales de la división de las SS “Galichina”,
adornándolos con esvásticas y águilas nazis. En este “acto humanitario”
(como lo definieron los medios locales), tomaron parte invitados de
alto rango, como el diputado de la “Rada” por el partido “Svoboda” Oleg
Pankevich, diputados regionales, representantes de los órganos
provinciales y veteranos supervivientes de las SS “Galichina”.
Desde la iglesia la
procesión fúnebre que acompañaba los féretros, cubiertos con la enseña
nacional ucraniana, en solemne marcha emprendió camino del cementerio
local, donde tuvo lugar tan “patriótica” velada. No faltaron las órdenes
en alemán, ni las salvas de honor.
“Esos entierros
solemnes, como el que vimos en Gologory, no es otra cosa que una
descarada propaganda del fascismo,-señaló en su comentario, el primer
secretario del comité regional del PCU en Lvov, Yuri Tkachenko-. “La 14
división de voluntarios granaderos de las SS Galichina no defendía los
intereses del pueblo ucraniano. Es un hecho histórico irrefutable. Sus
“comandantes” rendían juramento a Hitler y entre sus “hazañas” se cuenta
la represión del levantamiento de Varsovia y la lucha contra los
destacamentos de partisanos del mariscal Tito en Eslovenia. También
destacaron por su participación en la destrucción de la aldea polaca
Huta Pieniacka, el 28 de febrero de 1944, donde asesinaron a más de 500
civiles, incluidos mujeres y niños”.
En la actual legislación
ucraniana, el término “fascismo” no existe. Pero en el Código penal del
país hay una serie de artículos que establecen responsabilidad criminal
por crímenes característicos del fascismo. En concreto en el artículo
161 se establece que tendrán responsabilidad penal, quienes de forma
consciente cometiesen hechos encaminados a incitar el odio por motivos
de raza, creencia o pertenencia nacional, o humillasen el honor y la
dignidad nacional.
Para Tkachenko, las
barbaridades, que se produjeron en la aldea de Gologory, encajan
perfectamente con lo establecido en dicho artículo. Los organizadores y
participantes de ese entierro de las SS, insultaron la memoria de
millones de víctimas del nazismo y deberían recibir castigo penal. Los
materiales relativos a lo sucedido en Gologory, a día de hoy se han
entregado el diputado de la “Rada” Alexánder Gólub, para que prepare y
tramite la demanda correspondiente a los órganos competentes de la
policía y fiscalía.
Todos esos sucesos
tienen sus paralelismos. En 2008 en el pueblo de Komarno, de la región
de Gorodoksky, bajo la excusa de una inhumación digna, se destruyeron de
modo bárbaro el monumento al soldado libertador y los enterramientos de
soldados. Las fosas comunes se abrieron a golpe de pala de excavadora.
Los responsables de dicha “excavación” fueron los mismos empleados de la
empresa “Dolya”. Los restos de 76 soldados que se encontraron fueron
reubicados en un cementerio abandonado (perteneciente a la comuna
greco-católica), claro está, sin que se les rindiera ningún honor.
Recientemente la UEFA
adoptó una serie de sanciones contra la utilización por parte de la
Federación ucraniana de símbolos fascistas, saludos fascistas y gritos
de consignas durante el partido
internacional entre las selecciones de San Marino y Ucrania, en el estadio de “Lvov arena”.
El campo podría ser
sancionado con 5 años de descalificación, lo que significaría la muerte
de la instalación deportiva. Los especialistas de Lvov, fueron tan
hábiles a la hora de buscar ubicación para el estadio, que solo se puede
utilizar para la celebración de encuentros de la selección nacional,
unas pocas veces al año. El club local “Karpaty” no puede permitirse su
arrendamiento. En lugar de los fanáticos nacionalistas de Lvov, las
consecuencias de la prohibición podían haber recaído en los seguidores
de Járkov, que lógicamente ningún relación guardaban con los hechos.
Solo en el último momento se autorizó que el encuentro entre las
selecciones de Ucrania y Polonia se celebrase en Járkov con la presencia
de espectadores, y no con las gradas vacías.
Aunque tampoco aquí se
pudieron evitar incidentes. En uno de los graderíos del estadio del
“Metalist” en Járkov, aquella noche ondeaban orgullosos los estandartes
de S. Bandera. Sin embargo entrar al estadio con una bandera de las
fuerzas navales o aéreas de la URSS (hay casos concretos), y en general
con cualquier símbolo de la época soviética, es imposible. El timón de
la ley ha vuelto a tomar un rumbo, en el que cierta gente está muy
interesada.