El comandante Timoleón Jiménez está en las montañas de Colombia, bajo
el ruido de los aviones y los helicópteros de combate de la fuerza
pública que lo buscan con afán. Quieren exhibir otro trofeo de guerra.
Se cuida lo necesario pero está al frente de las tropas insurgentes y en
permanente comunicación con los miembros del Secretariado, del Estado
Mayor Central, de los bloques y frentes. Conoce a diario la situación y,
en los últimos días, de cómo transcurrió la tregua unilateral,
decretada por las FARC desde el mes de diciembre con vencimiento el 20
de enero.
Está informado al dedillo de todos los incidentes de la Mesa de
Diálogos de La Habana. La comunicación con Iván Márquez y los miembros
de la Delegación de Paz de las FARC-EP es fluida. Es necesaria para
mantener informada a toda la organización, clave de su cohesión y
decisiones colectivas.
Como lo asegura en esta entrevista, todas las FARC-EP están
comprometidas con el proceso de paz y la orientación política y militar;
desmiente las supuestas divisiones por los lados del Bloque Sur, porque
no hay una sola declaración, un solo pronunciamiento, de Joaquín Gómez o
Fabián Ramírez en que rechacen los diálogos de paz. “No hay divisiones
ni nada que se le parezca”, dice sin ambages. Es una sola política y una
sola orientación a toda la guerrillerada, se desprende de sus palabras.
Advierte de la existencia de un comunicado reciente del Estado Mayor
del Bloque Sur a sus unidades en que las orienta al respecto.
Acepta como obvio que existan opiniones tan dispares entre las
partes. Para eso es el diálogo, si pensaran igual no habría conflicto ni
necesidad de sentarse a una mesa para buscar acuerdos políticos y
sociales. “Por eso -dice Timoleón Jiménez-, creemos que dicha posición
está sujeta a cambios en el curso de las conversaciones”, refiriéndose
al inamovible de no aceptar discutir el modelo económico y social.
VOZ: Se ha cumplido lo que podríamos llamar el
“arranque” de la Mesa de Diálogos de La Habana, que culminó el pasado 21
de diciembre, ¿qué balance se podría hacer? ¿Pinta bien el proceso o la
perspectiva es de otro fracaso como lo anuncian los pesimistas?
Timochenko: Me parece que la expresión “el
arranque”, que ustedes usan, es apenas la más apropiada para describir
lo cumplido hasta ahora. Se han producido anuncios, actos formales de
instalación, ruedas de prensa y múltiples declaraciones, pero la
verdadera discusión de los temas de la agenda apenas comienza. El Foro
sobre desarrollo agrario integral abrió la puerta a la participación de
la población colombiana en el proceso. También han llegado a la Mesa por
otros conductos innumerables propuestas sobre la materia. Se ha
empezado a hablar en la Mesa con distintos sectores vinculados al
problema de la tierra. Todo eso tiene gran importancia, es indicativo de
que las cosas marchan bien, sobre todo porque como informan los
delegados nuestros desde La Habana, esa oleada de voces coincide en un
auténtico clamor por cambios estructurales.
La posición del gobierno ha sido pública y enfática, en el sentido de
no admitir debates sobre modelos de desarrollo en ninguno de sus
aspectos. Pero bueno, es su posición, la posición de una de las partes
que se sienta con otra a buscar la solución política al conflicto. Por
eso creemos que dicha posición está sujeta a cambios en el curso de las
conversaciones. Para eso es una mesa de diálogo. Nosotros podríamos
partir de exigir el poder o la extinción total de la gran propiedad
rural, que siguen siendo parte de nuestras metas, pero sabemos que de
ese modo no llegaríamos a ningún lado. El gobierno debe tener
compromisos políticos y pactos de lealtad con intereses muy poderosos en
el campo, sin embargo, ellos no pueden constituir la exclusiva guía
para su conducta. La dinámica política puede conducir a la prevalencia
de otros intereses. Al respecto somos optimistas. No cabe duda que las
movilizaciones sociales que seguramente se producirán este año tendrán
grandes repercusiones en todo esto.
VOZ: Respecto a la duración de este proceso que es
complejo y difícil, ¿Cuál es el “tiempo razonable”, para las FARC-EP,
por que el gobierno nacional tiene un plazo hasta noviembre del presente
año?
Timochenko: Lo razonable es no comprometer plazos,
aunque voces interesadas interpreten esto como la eternización de unos
diálogos inocuos. Los enemigos de las paz y de este proceso siempre se
hayan prestos a las exageraciones y distorsiones. Se trata es de partir
de realidades. En mayo cumpliremos 49 años de confrontación armada que
se prolongarán quizás muchos más sino se logra un acuerdo de
reconciliación. Frente a esto ¿Qué sentido tiene armar un escándalo por
unos meses más o un par de años más de diálogos, cuando de lo que se
trata es de consolidar la terminación del conflicto y la paz en nuestro
país? Tras uno o más lustros de guerra siempre se volvería a una mesa;
así que es mejor, sin afanes, ahorrarle toda esa sangre a Colombia.
VOZ: La participación social y popular ha sido uno
de los temas de debate. Es evidente que el gobierno nacional prefiere un
proceso aislado de la realidad nacional, sin “ruido” como dicen con
desprecio. ¿Cree que la positiva experiencia del Foro Agrario debe
repetirse en los siguientes puntos de la Agenda contenida en el Acuerdo
de la “Fase exploratoria”?
Timochenko: Le decía que la experiencia del Foro
Agrario Integral abrió la puerta a la participación popular en el
proceso. En adelante, esta debe crecer como una bola de nieve que rueda
nevada abajo. El pueblo colombiano no necesita permisos del gobierno
para pronunciarse y movilizarse. En gran medida esa es la paz que
buscamos, la de la participación decisoria de la nación en las grandes
definiciones que atañen a su futuro. Eso ya no se puede seguir
prohibiendo en Colombia.
VOZ: El gobierno al parecer tiene dos discursos
respecto al proceso de paz. Algunos voceros gubernamentales dicen que el
Ministerio de Defensa suele salirse del “libreto”, pero nadie lo pone
en cintura. ¿Será una táctica del Gobierno en el sentido de que unos
hagan de “buenos” y otros de “malos”? ¿O es abierto desafío al
presidente Santos del sector ultraderechista y guerrerista en el
gobierno?
Timochenko: No creemos que se trate de tácticas o
desafíos de la extrema derecha al presidente Santos. Más bien es el
reflejo político de los distintos intereses económicos que bullen en las
alturas. El actual gobierno es heredero de la seguridad democrática, un
practicante devoto del credo neoliberal, desempeña a cabalidad su papel
de agente del imperio en el sur del continente, confía ciegamente en la
Espada de Honor, su plan militar de exterminio. Su apuesta a la paz por
vías del diálogo pone de manifiesto la fuerza que en el interior de su
coalición toman determinadas conveniencias de momento, pese a la tozudez
de algunos contradictores internos. Lo que está claro es que su idea de
paz no coincide con la de las grandes mayorías desfavorecidas, y ese es
el verdadero debate.
VOZ: a propósito de este tema, algunos “analistas”
de la derecha le atribuyen la misma conducta a las FARC-EP (la de los
libretos) y ponen como ejemplo la ausencia del Bloque Sur en la
delegación de Paz que está en La Habana. ¿Qué opina al respecto?
Timochenko: Gran parte de la intelectualidad y la
academia cooptadas por el unanimismo neoliberal desde los años 90, se
especializó, no sabemos de qué modo, en el estudio de las FARC. Ustedes
los escuchan o leen todo el tiempo pontificando sobre nosotros. En
realidad todos ellos son agentes a sueldo del gran capital, cumpliendo
con su deber de satanizar las alternativas políticas y sociales al
modelo depredador, cuando no hacen parte de las operaciones sicológicas
desarrolladas por la inteligencia militar. No hay una sola declaración
de Joaquín Gómez o Fabián Ramírez que exprese algún tipo de discrepancia
con el resto del Estado Mayor Central de las FARC. En aras de la
información objetiva, podemos entregarles para su publicación, la
circular emitida por el Bloque Sur de las FARC a todos sus combatientes
con relación al actual proceso de paz. Ella sola pone en su lugar toda
esta charlatanería barata
VOZ: En las organizaciones sociales y populares
existe una preocupación, porque el gobierno nacional mientras hace
presencia en La Habana, en Colombia tiene una agenda antipopular,
neoliberal y reaccionaria, como el fuero militar (ya aprobado), la
reforma tributaria (ya aprobada), la reforma pensional en camino y otras
medidas para descargar el peso de la crisis sobre los trabajadores. Son
mensajes equívocos gubernamentales. ¿Cómo hacer para que ello no le
quite legitimidad y peso a La Mesa de La Habana?
Timochenko: La Mesa de La Habana esta muy lejos de
ser la notaría encargada de avalar las antipopulares y antipatrióticas
políticas del gobierno de Juan Manuel Santos. Precisamente allá estamos
sentados también las FARC con el propósito indeclinable de denunciar y
contradecir esas políticas que por servir de modo exclusivo a unas
elites se convierten en combustible permanente del conflicto. La Mesa es
una conquista del pueblo Colombiano, una ventana a la verdad, una
puerta que se le abre a la muralla de la intolerancia y la violencia,
para luchar por grandes transformaciones en el país. Su legitimidad y
peso real se encuentra en el protagonismo que el movimiento popular y
social de Colombia asuma por la conquista de una nueva patria. En esa
lógica, las políticas neoliberales de Santos solo podrían fortalecer la
importancia de la Mesa de Habana como instrumento de lucha para
combatirlas.
VOZ: ¿Están las FARC dispuestas mantenerse en La Mesa, hasta el final, cuando haya un acuerdo de paz estable y duradera?
Timochenko: Eso está fuera de toda duda.
VOZ: El ELN y el EPL están planteando la decisión de
abrir el diálogo con el Gobierno, ¿cómo lo ven las FARC-EP y cree que
en algún momento esos procesos puedan encontrarse?
Timochenko: Nos parece un planteamiento correcto, la
guerra no puede ser el destino de esta nación. De hecho en el primer
punto del Acuerdo General quedó planteada la invitación a los demás
grupos insurgentes a sumarse a este proceso. Guardamos el más absoluto
respeto por las decisiones de las direcciones de esas organizaciones
revolucionarias, lo que no nos impide considerar que en una sola Mesa la
unidad del movimiento popular tendría mucha mayor relevancia. Sobre
todo cuando voceros de la oligarquía, como Enrique Santos Calderón, se
han expresado en términos tan despectivos con relación a la importancia
de esas organizaciones.
VOZ: Para algunos partidos y sectores de la
izquierda, los procesos de paz de las guerrillas deben ser útiles para
estimular la unidad popular, para una nueva realidad democrática y
social que le dé al pueblo colombiano la opción de poder. ¿Cree usted
eso posible?
Timochenko: No solamente es posible, sino absolutamente necesario y urgente.