30/8/2012
México Por
Alejandro Nadal
La destrucción de la república avanza y todo parece anunciar que en poco tiempo el deterioro será irreversible
México vive uno de los momentos más peligrosos
de su historia. Las causas profundas de esta devastación son múltiples.
Pero quizás pueden agruparse en tres grandes categorías, íntimamente
entrelazadas.
En la primera encontramos los factores que moldearon la economía
mexicana en los últimos cuatro decenios. Si bien es cierto que el modelo
de industrialización por sustitución de importaciones (ISI) enfrentaba
problemas desde los años 70, la crisis mundial que estalla en los años
80 fue la fuerza principal que destruyó esa estrategia de desarrollo. La
experiencia de otros países demuestra que una política industrial y de
ciencia y tecnología adecuada hubiera sido capaz de solucionar las
"contradicciones internas". En lugar de ello, el gobierno (sexenio de
López Portillo) escogió ampliar la plataforma de exportación de petróleo
sin aprovechar la oportunidad que esto representaba para desarrollar la
industria de bienes de capital nacional. Se perdió la gran oportunidad
para profundizar el proceso de industrialización.
En 1981 el entorno económico mundial se vuelve hostil: Estados Unidos
decide aplicar un brutal aumento en las tasas de interés para frenar su
inflación, lo que conduce a una recesión mundial y una caída fuerte en
los precios de materias primas. El gobierno mexicano se había endeudado
con su proyecto exportador de crudo y la coyuntura le hizo pedazos. La
deuda se hizo impagable y la moratoria impostergable. Desde entonces,
nuestro país no se recupera.
En los años 80 se abandona la idea del Estado como orientador de la
estrategia de desarrollo. Se dice que el mercado es la mejor y más
eficiente guía para la economía. Desde ese momento, el desarrollo
económico deja de ser asunto de la república y se transforma en juego
para las elites, nacionales y extranjeras. El premio en ese juego es la
concentración de poder y riqueza. A los problemas estructurales del
capitalismo (inestabilidad de la función de inversión, crisis en tasa de
ganancia, etcétera), se agregan en el caso mexicano la ceguera y la
corrupción.
El resultado es una economía disfuncional, distorsionada e incapaz de
generar empleos y de mantener equilibrios sustentables en los agregados
macroeconómicos. La concentración de poder económico y riqueza alcanza
niveles extraordinarios. Dos terceras partes de la población perciben un
salario miserable están en la línea de pobreza y tienen que recurrir a
desesperadas estrategias de supervivencia.
En la segunda categoría de factores que contribuyen a la destrucción
de la república se encuentra el papel de la clase política y las elites
dominantes. En términos generales, estos grupos tienen una lógica de
súper corto plazo en la que el enriquecimiento ilimitado (y si se puede,
instantáneo) es el principio rector. Una señal inequívoca de
decadencia: para muchos en esta casta la ignorancia de la historia y de
lo que hoy sucede en el mundo es emblema de orgullo.
También en muchos de estos encumbrados personajes domina un desprecio
por las clases trabajadoras, una herencia de racismo y discriminación
de clase. ¿Qué si hay desempleo, miseria y desigualdad? ¡Qué importa!
Las elites han transformado a la república y sus instituciones en
aparato de dominación. La violencia derivada de la supuesta guerra
contra el narco es el aspecto más visible de lo anterior.
El poder legislativo es un espacio de componendas y negociaciones
turbias. Las directrices principales para la vida de la república no se
definen en su seno. El poder judicial es un ecosistema plagado de
corrupción. El Estado mexicano ha dejado de ofrecer un espacio para
dirimir controversias sociales.
En la tercera categoría encontramos el desencanto popular. Es una
sensación basada en la realidad política: los gobiernos que se suceden
en esta maltrecha república carecen de legitimidad. La astucia para
engañar y robar que despliegan las elites no pasa desapercibida en la
nación. El escepticismo puede ser un componente saludable en la vida
política, pero cuando es la respuesta popular a décadas de engaño,
pillaje y cinismo de las elites y la clase política, se convierte en uno
de los elementos más corrosivos en el tejido social.
La historia de Roma se pierde entre mitos y leyendas al desarrollarse
la monarquía etrusca. Lo cierto es que al caer la dinastía de los reyes
tarquinos se estableció una república que duraría 250 años. Bajo este
régimen Roma hizo grandes aportaciones, entre otras, los fundamentos del
derecho romano. Durante muchos años el mandato de la ley (lex) caminó
de la mano de los dictados de la justicia (ius). Pero al final, el
gobierno de la cosa pública (res publica) se destruyó por las crisis
económicas, la plaga de los ejércitos privados y la corrupción de sus
funcionarios. Suena familiar, ¿verdad? Así se produjo la transición. Los
logros de la incipiente lucha por la democracia se perdieron en las
tinieblas del imperio y la dictadura.
Un total de 761.000 jubilados alemanes, 120.000 de ellos mayores de 75 años, trabajan en un minijob por necesidad o para mantenerse activos, con un incremento del 60 % desde el año 2000,
según datos recabados en 2011. Ello se desprende de una respuesta del
Gobierno federal a una interpelación parlamentaria del partido de La
Izquierda que publico el rotativo Süddeutsche Zeitung.
Los minijob se han hecho atractivos para los pensionistas desde su regulación en 2003 ya que permiten tener ingresos suplementarios por un trabajo mínimo de hasta 400 euros al mes que no son gravados fiscalmente ni deben cotizar en las cajas sociales. Sin embargo, el diario subraya que aumenta también la cifra de pensionistas mayores de 65 años que no se conforman con un mini-empleo de hasta 400 euros al mes.
Según datos de la Agencia Federal de Empleo (BA) a finales de 2012 había en Alemania 154.000 personas en edad de jubilación que contaban con un empleo de plena cotización, cifra que se ha duplicado desde 1999. La citada agencia subraya que la mayoría de ellos, unos 80.000 cuenta incluso con un puesto de trabajo de horario completo y destaca que la estadística no incluye a los trabajadores autónomos en edad de jubilación.
Por el contrario, Ulrike Mascher, presidenta del organismo social VdK, asegura que la mayoría de los 120.000 mayores de 75 años que practica un minijob "no son precisamente profesores universitarios que quieren trabajar mas tiempo". "Se trata mas bien de jubilados que reparten periódicos, llenan las estanterías de supermercados y practican otros oficios poco atractivos para mejorar sus pensiones", señala la experta, para quien aumenta el número de personas a quienes no les alcanza su pensión para vivir.
Las cifras del gobierno confirman además que las pensiones se han ido reduciendo de manera continuada y quien en 2000 se convirtió en pensionista tras 35 años de vida laboral sobraba una renta media de 1.035 euros, que se han reducido a 953 en 2011.
OTRA HUMANIDAD ES NECESARIA
Los minijob se han hecho atractivos para los pensionistas desde su regulación en 2003 ya que permiten tener ingresos suplementarios por un trabajo mínimo de hasta 400 euros al mes que no son gravados fiscalmente ni deben cotizar en las cajas sociales. Sin embargo, el diario subraya que aumenta también la cifra de pensionistas mayores de 65 años que no se conforman con un mini-empleo de hasta 400 euros al mes.
Según datos de la Agencia Federal de Empleo (BA) a finales de 2012 había en Alemania 154.000 personas en edad de jubilación que contaban con un empleo de plena cotización, cifra que se ha duplicado desde 1999. La citada agencia subraya que la mayoría de ellos, unos 80.000 cuenta incluso con un puesto de trabajo de horario completo y destaca que la estadística no incluye a los trabajadores autónomos en edad de jubilación.
"Son jubilados que reparten periódicos, llenan las
estanterías de supermercados y practican otros oficios poco atractivos",
dicen los expertos
"Muchos quieren trabajar porque se sienten en forma",
declara en el rotativo Holger Schäfer, experto en mercado laboral del
Instituto de la Economía Alemana (IW), quien comenta que una gran parte
de esas personas en edad de jubilación cuentan con una elevada
cualificación. Este experto añade que "eso indica que las necesidades
financieras no son en muchos casos el motivo principal" para seguir
trabajando, pese a haber superado los 65 años de edad.Por el contrario, Ulrike Mascher, presidenta del organismo social VdK, asegura que la mayoría de los 120.000 mayores de 75 años que practica un minijob "no son precisamente profesores universitarios que quieren trabajar mas tiempo". "Se trata mas bien de jubilados que reparten periódicos, llenan las estanterías de supermercados y practican otros oficios poco atractivos para mejorar sus pensiones", señala la experta, para quien aumenta el número de personas a quienes no les alcanza su pensión para vivir.
Las cifras del gobierno confirman además que las pensiones se han ido reduciendo de manera continuada y quien en 2000 se convirtió en pensionista tras 35 años de vida laboral sobraba una renta media de 1.035 euros, que se han reducido a 953 en 2011.
OTRA HUMANIDAD ES NECESARIA