5 de Agosto del 2012
La
palabra "rescate" ha dejado de ser un anatema para el Gobierno. Mariano
Rajoy, que hasta ahora había rechazado de forma categórica la
posibilidad de solicitar la asistencia financiera de Europa -más allá de
la ya pedida para el sector bancario-, cambió ayer sustancialmente de
discurso.
Por primera vez desde que accedió a La Moncloa, no negó la
posibilidad de que nuestro país necesite una intervención, sino que
señaló, crípticamente, que todavía no ha tomado una decisión al respecto
y que, en cualquier caso, hará lo que considere "más conveniente para
los intereses de los españoles".
Este giro de 180 grados en la postura del presidente tiene una explicación: el Ejecutivo, según desvelaron a
elEconomista fuentes
cercanas a Moncloa, lleva semanas negociando en secreto con Alemania
los términos de la ayuda, las "medidas no convencionales" con las que el
BCE apoyaría a nuestro país una vez solicite la asistencia y las
condiciones que tendría que cumplir España para hacerse acreedora de
este apoyo especial.
Aunque todavía hay flecos pendientes, los técnicos de Madrid y Berlín
que tratan el asunto tienen un punto meridianamente claro: el rescate
de España no se parecerá a los "sufridos" por Grecia, Irlanda y
Portugal.
La idea es articular un conjunto de medidas que
alivien la tensión que sufre la deuda española actualmente en los
mercados, de manera que la prima de riesgo (que ayer cerró en 542
puntos) y el interés del bono a 10 años (en el 6,85%) bajen de forma
sustancial, permitiendo al Tesoro abordar sus próximas emisiones en unas
condiciones que puedan considerarse normales.
Son las que se han dado en denominar "medidas no convencionales". Por ejemplo, la posibilidad, ya adelantada el jueves por
elEconomista de
que Europa avale la parte de la deuda española que supere el 60% de
nuestro PIB, que es el límite que se estableció en su día en los
criterios de Maastricht para entrar en el euro. La deuda española está
ahora en el 72% del PIB. Con esta medida, las nuevas emisiones del
Tesoro serían acogidas con menos recelo por parte de los inversores, ya
que la posibilidad de un impago -que es uno de los factores que más pesa
a la hora de marcar el retorno que se exige al emisor- estaría
descartada.
Otra medida no convencional sería suavizar los colaterales
-garantías- que se exigen a los bancos que acuden al BCE a pedir dinero.
Rebajando la calificación de la deuda que se les pide a las entidades
como garantía -o aceptando incluso otro tipo de activos, como créditos-
se liberarán recursos para que los bancos puedan acudir con "más
alegría" a las subastas de deuda.
Eurogrupo, el 3 de septiembre
La
intervención del fondo de rescate temporal, el
FEEF, también formará parte de este paquete. En principio, se hablaba de
que el fondo podría socorrer a España con unos 100.000 millones de
euros, de los 140.000 millones con los que todavía cuenta, para cubrir
los vencimientos más fuertes de los próximos meses. Sin embargo, gana
cada vez más peso la posibilidad de
que el fondo compre títulos de deuda española directamente,
tanto en el mercado secundario como directamente en las subastas que
realice el Tesoro. Esto garantizaría unos tipos de interés más bajos
para España. Ayer, la agencia de noticias italiana Ansa anunció que los
ministros de Finanzas de la Eurozona se reunirán el próximo
3 de septiembre para discutir la situación de Grecia y la posible acción para comprar bonos españoles por parte del fondo de rescate.
El BCE, obviamente, también entraría en este proceso, con la confección de un
"traje a medida para España", comprando
nuestra deuda en el mercado secundario. Asimismo, el Banco estaría
dispuesto a renunciar al derecho preferente que tiene la deuda que
adquiere, un privilegio respecto a los demás inversores en caso de
impago, lo cual retráe a estos últimos.
Obviamente, para que todo esto se lleve a cabo hace falta que España levante, expresamente, la mano y
solicite formalmente la ayuda, tal y como se encargó Draghi de recordar el jueves. El principal obstáculo para ello es el
temor a la imposición de nuevas condiciones
que terminen de incendiar las calles. En este capítulo, sin embargo, el
Gobierno juega con la ventaja de la buena sintonía que rige últimamente
las relaciones entre las administraciones de Berlín y Madrid. Todo lo
contrario de lo que ha pasado con las relaciones entre Angela Merkel y
Mario Monti, que se han deteriorado en los últimos tiempos.
El Ejecutivo de Rajoy considera que nuestro país -como dijo el
miércoles el FMI- ya ha realizado la mayor parte de los sacrificios que
se le podrían exigir en caso de una intervención. Incluso, en las líneas
generales de los presupuestos de 2013 y 2014, enviadas ayer a Bruselas,
se recoge la última sugerencia alemana, que, como adelantó
elEconomista, consistiría en realizar más ajustes en sanidad y educación. Así,
tampoco habría grandes imposiciones asociadas al rescate, lo que permitiría a Rajoy salvar la cara desde el punto de vista político.
Carta de Rajoy a Van Rompuy
El propio Rajoy ha transmitido por carta al presidente del Consejo Europeo, Hernan Van Rompuy, la necesidad de convocar una
reunión del Eurogrupo "lo antes posible" para
poner en marcha los acuerdos alcanzados en el Consejo Europeo de
finales de junio. En la misiva, escrita antes del Consejo de Gobierno
del BCE del jueves, el presidente señala que "el Eurogrupo debería tomar
las decisiones necesarias para garantizar la irreversibilidad del euro.
Sólo así Europa entraría en una vía de mayor estabilidad, mostraría su
compromiso con la moneda única y contribuiría, de esta forma, a reducir
las tensiones que se concentran especialmente en alguno de los miembros
del euro". En este contexto,
Rajoy ve necesario concluir dos tareas antes del fin de 2012:
definir "de forma ambiciosa" tanto el horizonte temporal como el
contenido de la unión bancaria y la unión fiscal, y avanzar en la
recapitalización del sector.