16.02.2013.
La
Europa
de hace 23 años para nada tiene que ver con la de hoy. Un primer
derrumbe, el del llamado socialismo europeo en 1990 y un derrumbe ahora,
yo diría mayor, con la crisis sistémica que vive en los últimos años,
han transformado un panorama que le hizo acreedora de los elogios por su
desarrollo y responsabilidad común cuando optó por crear la Unión.
Recuerdo el brillo de la fantasía del consumismo occidental y también
de beneficios sociales que los llamados países ricos disponían para los
habitantes con menos ingresos, o los de ningún ingreso como siempre han
existido en esos sistemas.
Antes de la caída del
Muro de Berlín,
Alemania, dividida en dos, mostraba la pujanza que la hizo merecedora
del calificativo de “locomotora europea”. Francia, además de la belleza y
confort de París, su cultura y su magnificencia, era portadora de un
desarrollo palpable.
Así pudieran contarse muchos de los estados de lo que también se conoce como el Viejo Continente.
Había naciones, los llamados Países Bajos, que fueron ejemplo a
exponer por sus evidentes beneficios sociales y la calidad de vida de su
población.
España, aun siendo junto a Portugal y Grecia, las economías menos
desarrolladas, exponía tranquilidad en su moneda —la peseta— y sus
relaciones económicas eran fuertes y diversas.
Los países socialistas europeos, por su parte, aunque eran
considerados en el propio continente algo así como “la quinta rueda del
auto”, es decir los que menos mostraban aquel añorado esplendor
económico occidental, sin embargo, eran verdaderos ejemplos de
beneficios sociales, y en muchos de ellos muy pocos se sabía sobre el
significado de la palabra desempleo.
En este caso, el de los ex socialistas, con el derrumbe de la Unión
Soviética y la traición de algunos dirigentes de ese y otras naciones
del bloque, se produjo un brusco cambio y muy pronto se comenzó a vivir
una pesadilla social que hoy, 23 años después, se siente en las capas
más humildes de la población.
Ese fue un primer derrumbe europeo. Entonces, los de la zona
occidental, los que no eran socialistas, batieron palmas quizás sin
sospechar que no muy lejos vendría sobre ellos el otro derrumbe, el
sistémico, el de la política neoliberal capitalista: el actual.
Hoy se conoce que en España, en los últimos cuatro años, los
desalojos de personas que no pueden pagar sus rentas afectan a más de
350 000 familias que han quedado sin un techo donde vivir, o que el
desempleo ha escalado al 26,6% de la población laboralmente activa. Es
como una nube negra que se ha posado ante nuestros ojos y que nos
retrotrae a países del Tercer Mundo; en muchos casos colonias que fueron
saqueadas por las metrópolis del Viejo Continente.
Casi a diario se reporta el caso de suicidios de personas
desesperadas que optan por quitarse la vida el mismo día que le vienen a
expulsar de sus casas por falta de dinero para pagar el alquiler. El
último y más dramático caso fue el del matrimonio de la tercera edad que
se quitó la vida a mediados de este mes de febrero.
Cada día se produce medio centenar de desahucios por impagos de
hipotecas y alquiler, según la plataforma Afectados por la Hipoteca
(PAH), que denuncia que las ejecuciones de desalojos vulneran el derecho
a la vivienda.
Las estadísticas oficiales indican que un 34% de los suicidios que se producen en el país ibérico son debidos a los desahucios.
Quizás no se imaginaron los europeos que a la altura del Siglo XXI,
lejos de su cacareada opulencia, los estados que forman la Unión exhiben
la cifra de 120 millones de personas viviendo en la pobreza, o sea, un
24,2% de sus habitantes afectados por ese flagelo.
En países otrora socialistas como Bulgaria (49% de pobres), Rumanía y
Letonia (40%9), Lituania (33%), Hungría (31%), el supuesto paso al
capitalismo desarrollado ha quedado en la retórica de un cuento
fantasioso, donde la realidad evidencia una pesadilla.
Esa Europa, la que ha perdido su fastuosidad y brillo, forma parte
sin embargo de una organización militar como la OTAN, con un ejército de
más de 2,1 millones de uniformados y un gasto de unos 800 000 millones
de dólares anuales en su mantenimiento.
¿Para defenderse de quién se necesita una fuerza militar tan grande y costosa?
No ven los europeos que la gran potencia occidental, Estados Unidos,
está muy interesada en que ellos se desangren económicamente y reine en
sus países, como es ahora, la inestabilidad y el caos.