La noticia ha corrido como la pólvora: Syriza ha ganado en Grecia y
es el principio de una nueva era en Europa. El generalizado triunfalismo
ha obviado la complejidad y dificultad de una tarea que la mayoría
parece dar por hecha: cambiar el modelo capitalista por uno humano. El
capitalismo es un monstruo que devora a sus adversarios y con su detrito
genera nuevos espejismos de modelos regenerados. Quien piense que el
moderado éxito de Syriza (no ha conseguido la mayoría absoluta a pesar
de la desesperada situación del país heleno) es una victoria en sí, es
que sufre de una candidez o perversidad sin límites. Syriza ha ido
cediendo a cada peldaño que ha conquistado hasta acabar pactando con la
extrema derecha cristofascista.
Han sido muchas las capitulaciones que han minado el último año de
carrera política del partido de Tsipras, pero la más preocupante, como
en el caso de Podemos y otros en España, ha sido la de sustituir la
lucha social por la económica. Esa moda que vimos asomar en el 15M y sus
discursos burgueses de clase media más preocupados por las hipotecas y
otros privilegios capitalistas que por cambiar el decadente modelo
capitalista (lamentablemente lo que se pedía era recuperar el modo de
vida de la primera era Zapatero), ya se ha convertido en verdad
indiscutible. Los logros sociales son secundarios al bienestar económico
(entendido éste como economía del despilfarro del primer mundo). Y ese
discurso, que ha convertido en guías de la política a meros tecnócratas
o economistas, ha llevado a la peligrosa desideologización del “ni
izquierdas, ni derechas”. Lo único que importa es tener dinero para
poder vivir en los estándares del capitalismo insostenible, nos dicen
ahora los supuestos progresistas. Y así escuchamos barbaridades como la
de Bescansa diciendo que el aborto es un tema secundario, o el abucheo a
la pancarta “la revolución será feminista o no será” que tuvo lugar en
Sol en pleno 15m (acompañado de unos
machistas descerebrados que la arrancaron entre aplausos de la masa de ‘indignados’), o el creciente discurso de que lo LGTB es secundario y estorba en la conquista de la libertad… económica.
Al fin y al cabo, el discurso económico ha sido la gran trampa de la
derecha y el capitalismo para negar libertades civiles que supuestamente
impedían la conquista económica. Fue el mantra repetido por Franco para
justificar su genocidio: lo importante es que España vuelve a ser rica
(aunque sea convirtiendo en esclavos a los ciudadanos y no repartiendo
beneficios). ¿Qué importa que estés en la cárcel si eres rico? parece
ser el discurso.
Y es que la peligrosa tendencia actual de sustituir la lucha social
con la económica nos lleva a estas nuevas discriminaciones
“justificadas”. Es el problema de que la política salga de centros
académicos burgueses ajenos a la calle y la realidad. Es el gran
problema que le veo a Podemos con su elitismo universitario: es fácil
desarrollar teorías ignorando la práctica y la realidad. En los cómodos
despachos y departamentos de la Complutense no saben nada de la calle,
la realidad y el sufrimiento cotidiano. Por mucho que se labren carreras
teorizando sobre las marginaciones que nunca han sufrido. Tesis
condescendientes.
Así han surgido conceptos ridículos como el de “pobreza energética”,
como si la pobreza afectase a parcelas estancas de tu realidad ignorando
otras y uno sufriese escasez de calefacción pero se comprase modelones
de Gucci a la vez. La pobreza es pobreza y lo cubre todo, especialmente
la dignidad de la persona.
Así, igualmente, se ha desplazado el eje político hacia la derecha.
Imponiendo un prisma burgués de lo económico como rasero que define la
felicidad del individuo. No importa que esa sociedad te lleve a
hipotecarte por encajar en el modelo de “felicidad” o que sufras
depresiones porque tu entusiasmo y juventud no son las hegemónicas, si
tienes dinero no hay problemas. Aunque vuelvan a decirte que no sufres
homofobia cuando te insultan o agreden, que en realidad es que no eres
lo suficientemente marica rico o bollera rica para pagar tu dignidad.
Y todo este problema nos lleva al supuesto triunfo de Syriza y su
inconcebible pacto con Anel, un partido cristofascista que se opone a
los avances sociales. Se intenta justificar que lo importante es el
consenso en lo económico; como si todos tuviesen las mismas razones y
objetivos para declarar algo. Así vemos muchas más coincidencias entre
Marie Le Pen y Podemos que entre ella y la derechona monárquica. Pero lo
importante es qué piensan hacer con ese logro: ¿expulsar a todos los
migrantes y minorías e imponer el patriarcado heterocentrista o
deshacerse de esa oligarquía e imponer un nuevo modelo integrador para
los y las precarias, minorías o excluidas? porque no es lo mismo. Pero
si retiras la lucha social, todo es igual, no hay derechas ni
izquierdas, sólo economía. Una falsedad manifiesta.
Tristemente, Tsipras ha dejado claro las consecuencias de este
fallido discurso económico al pactar con Anel. Por supuesto, ya estaba
todo más que pactado, no se entiende si no la presteza en confirmar el
pacto tras la victoria y mucho menos la retirada del derecho a adoptar
de parejas homoparentales justo 10 días antes de la victoria (cuando
Syriza lo llevaba en programa desde 2012). Está claro que ha sido una de
las primeras exigencias de Anel para pactar. Y ya estamos viendo las
consecuencias de esa homofobia en las mismas declaraciones de Tsipras
para justificar la retirada de la adopción homoparental de su programa:
“Es un tema difícil, que requiere diálogo. Hay contradicciones en
la comunidad científica sobre esto y no lo incluiremos en nuestro
programa de reformas.”
Una gran falsedad para justificar su traición que resucita la
homofobia, sustentada sobre las mentiras y la ignorancia. La comunidad
científica, –lo que quiera que eso sea, porque hay cristofascistas que
se hacen pasar por científicos gracias al dinero de la Iglesia– ha sido
unánime en su valoración positiva de los hijos de parejas homosexuales.
Pero ahora, por lo que a Tsipras le parecerá una minucia (¿que es la
desgracia de la comunidad gay a cambio de intentar, que no está
garantizado, superar el modelo económico capitalista aunque sea
renovándolo?), en Grecia los homófobos enarbolarán nuevos argumentos en
contra de la igualdad y la libertad.
Aquí, ese peligroso argumento lo está explotando hasta la saciedad
Podemos y otras organizaciones tercerposicionistas. “Tú pregúntale a un
gay griego qué prefiere, poder comer o poder casarse”, planteaban en
twitter intentando justificar la polémica asociación de Tsipras con los
cristofascistas e intentando colar que ambas son excluyentes. No son
excluyentes. De hecho son inmanentes. Sin la una no se da la otra. O si
se da, va a hacer a mucha gente muy infeliz. Las dictaduras son
especialistas en el discurso económico que ignora las libertades y
avances sociales.
Veremos una implantación de este discurso en los próximos años, pero
antes o después acabarán reconociendo que es erróneo. La lucha social
(por no decir la lucha de clases) es la prioridad de una sociedad feliz y
rica de verdad. Menos dinero, mejor repartido y entre ciudadanos
libres; no entre élites privilegiadas y visibles que ocultan a las
minorías (y no tan minorías) oprimidas e invisibles.
PD: La escandalosa
ausencia absoluta de mujeres en el Gobierno de Syriza, que ha generado la etiqueta de twitter
#SinMujeresNoHayDemocracia,
confirma mis denuncias de la peligrosa deriva de un partido que hasta
ahora se habia destacado por su defensa de los discriminados.
Fuente: http://blogs.publico.es/shangaylily/2015/01/27/syriza-el-discurso-economico-y-la-nueva-homofobia/