Julián Jiménez
En estos tiempos de oscuridad, de
represión, de recortes y lamentos, de gente pasiva que no reacciona ante
todas las putadas (creo que ninguna palabra define mejor la situación
actual), donde parece y algunos venden que lo único que queda es la
resignación, el tragar, el callar y el “Si, Bwana”, en ocasiones, una
luz, un destello de luz de esperanza, enciende esta España de tinieblas
con aroma a rancio y a añejo. Destellos de luz de dignidad que son tan
fuertes que llegan a cegar a algunos que viven adormecidos en su
resignación y su sumisión.
Durante mucho tiempo se nos ha repetido de forma machacona que “una
huelga no sirve para nada”. Y muchos se lo han creído. Y lo repiten como
loros: Nada sirve. No sirve protestar, no sirve organizarse, no sirve
pelear, no sirve una huelga. Cuando te molestas en rascar en esos que
repiten machaconamente esa frase ves y compruebas que viven como almas
en pena: llorando por las esquinas su infinita cobardía para plantar
cara. También el caso de gente que, evidentemente, se beneficia de la
docilidad porque les interesa mientras ellos aumentan sus beneficios.
En parte la frase es verdad, en parte. Una huelga no sirve….cuando es
una huelga cobarde. Cuando se hace y la gente no se cree la huelga.
Cuando los lamentos de siempre aparecen. Cuando muchos no la apoyan
porque miran por su jodido culo. Cuando la misma huelga es difusa,
cobarde y acomplejada. Esas huelgas, esas “huelguitas”, no sirven. Esas
huelgas causan risa en los que verdaderamente cortan el bacalao. Porque
mientras esos huelguistas acuden dudando; ellos, los poderosos, que no
tienen el menor escrúpulo al defender sus intereses, se oponen a ella
sin titubear. El resultado está cantado. Es como si en un ring se
pelearan dos púgiles: uno cobarde, tembloroso, dubitativo, pese a que
mida 1,80… y otro bajito, pero enérgico, que sale a comerse al otro. El
resultado estaría cantado. El bajito derrota al primero por un tremendo
KO.
Pero cuando las luchas, las huelgas son valientes, son decididas, se
lucha y se pelea sin ponerse a temblar; cuando esa huelga es una huelga
valiente y no tienen sus promotores complejos ni hipotecas. Cuando todos
van a una y van a muerte. Cuando se ganan la solidaridad exterior al
mismo tiempo que se tiene una fuerte voluntad de resistencia y una
unidad interna sin fisuras…
Entonces la huelga sirve. No solo sirve, sino que consigue aquellas reivindicaciones que plantea. A los poderosos no les queda otra que demostrar que no son tan poderosos y que
su poder es aplastado por la voluntad de hierro y por la resistencia de los trabajadores. Pasó
cientos de veces en el pasado. Y ese ha sido el ejemplo maravilloso que
los trabajadores de las empresas de transporte urbano de Alicante nos
han mostrado y nos han enseñado delante de nuestras narices. Y del que
debemos aprender muchos, sin duda.
Tras idas, mareos, enredos políticos y mentiras, la Consellería de
Transportes valenciana, los Ayuntamientos de Alicante y comarca y la
Empresa la Alcoyana se pasan la pelota unos a otros y estalla el
conflicto. Llevaba dos meses avisándose, pero estalla finalmente. No hay
dinero para mantener los autobuses interurbanos de Alicante. Ese no hay
dinero se iba a transformar en un calvario para los trabajadores y
usuarios: Despido de más del 52% de los trabajadores de la Alcoyana,
supresión de líneas de bus y recortes drásticos en lineas como la 23
(Alicante-Sant Joan-Mutxamel), que es la segunda línea en numero de
pasajeros, además de otras muchas. Por si esto fuera poco, supresión del
sistema de pago de bonobús, lo que conllevaba subidas de precio
totalmente desorbitadas: del 120% para personas que realizasen un
trayecto hasta el 300% para aquellos que, como el que escribe,
realizasemos transbordos. ¡Terrorismo social contra los que cogemos el
bus! ¡Un auténtica bofetada contra todos nosotros! No solo con los
trabajadores que iban a ser despedidos. También con los usuarios,
algunos de los cuales nos quedábamos practicamente incomunicados para
llegar a nuestro destino o, como en el caso de Villafranqueza, línea 25,
totalmente aislados.
Tras una manifestación el pasado sábado bastante numerosa de usuarios
y trabajadores -pero donde, a mi modo de ver, faltaron miles y miles de
usuarios que esperaban que su problema se solucionase por arte de
magia-, los trabajadores deciden, ante el mantenimiento de los recortes y
despidos mediante ERE, iniciar una huelga indefinida desde el martes 17
hasta final de año, con una sola pausa durante el sábado y domingo 21 y
22. Una huelga que, no solo, de triunfar, beneficiaría a los
trabajadores, sino, principalmente, a todos los usuarios.
A pesar de que la huelga dió lugar a los típicos gemidos de siempre
“de los anti-huelgas” en las paradas, esta vez muy minoritarios, salvo
el primer día, la pura verdad es que la huelga fue una huelga decidida y
con coraje y arrojo. La secundaron el 100% de los trabajadores de
Masatusa y Alcoyana. No el 60, ni el 40, ni el 33….¡El 100%!. Ahí no
hubieron lamentos que algunos tenemos que escuchar en determinados
sectores de “es que no me lo puedo permitir”, “es que me descuentan”,
“no sirve para nada”… No. Los trabajadores, unidos y cohesionados,
lograron una unidad y una fuerza a prueba de bombas. Con ello
consiguieron el primer pilar del resultado de su lucha.
Pero el segundo pilar, posiblemente determinante, fue la
concienciación de un sector importante de los usuarios. Todos nos
jodimos con la huelga. Todos madrugamos con la huelga. Todos acabamos
yendo en los buses como sardinas en lata o esperando más de una hora que
llegara nuestro bus. Pero lo comprendíamos de forma mayoritaria.
Sabíamos que, de ganar ellos, ganaríamos también nosotros. Unánime no
fue, evidentemente. Hasta salió el típico bocazas o bocachancla diciendo
que “qué reivindicaban”, siendo rápidamente replicado y acallado. Y es
que hay sentimientos que son humanamente comprensibles: cuando eres una
suela en tu empresa y en tu vida, cuando te pasas la vida tragando y
tragando, tiene que joder mucho, pero mucho, ver que hay gente capaz de
no dejarse pisar. Tiene que ser muy duro y la envidia tiene que ser tan
grande que es hasta razonable que algunos chillen en la calle o en los
bares lo que no son capaces de pelear en otros sitios. Es su naturaleza y
en su pecado llevan la penitencia.
A pesar de estas anécdotas es un hecho que la opinión pública estaba,
una vez informada, a favor de la reinvindicación de los trabajadores.
Ya anteriormente a la huelga se había informado y quiénes nos molestamos
en informarnos, sabíamos cuál debía ser nuestra trinchera en esta
lucha: con los trabajadores. Siempre con los trabajadores. Porque no
solo estaba en juego evitar un ERE. Estaba en juego nuestro servicio,
que pagamos, de transporte público y de calidad. Estaba en juego no ser
masacrados por una subida de precios que se puede calificar de ROBO.
Esta en juego lo mismo que está en juego cuando recortan en Educación y
Sanidad, cuando desahucian a la gente de sus casas. Nuestra dignidad y
nuestros derechos.
Por si esto fuera poco, los trabajadores en huelga, convencidos de la
contundencia de sus argumentos, se fueron a las paradas a informar en
plena huelga. Desde luego, más valentía y coraje es imposible: esa
valentía y coraje que habían demostrado desde el prime minuto de la
huelga. No sólo los usuarios concienciados nos convertíamos en su voz en
las paradas por solidaridad y comprensión, allá donde algún “listo”
protestaba por la huelga, sino que ellos mismos fueron a neutralizar a
los posibles voceros que campan en algunos lares y explicar, con pelos y
señales, con datos y con verdades, las razones de esa huelga.
Dos largos días de huelga, con asistencia de los trabajadores al
Ayuntamiento de Alicante, con un escrache a Fabra, rodeado de sus perros
fieles y guardianes, e incluso aguantando empujones y conatos de carga
policial por estar defendiendo su pan, su puesto de trabajo. Pero, sobre
todo, con valentía, unidad, decisión y solidaridad, pese a que muchos
aún se sorprendan, el resultado no podía ser otro que el que llegó en la
noche de ayer:
una victoria aplastante y rotunda.
Muchos aún estarán frotándose los ojos sin entender nada. Las preguntas de muchos en el día de hoy serán tales como:
¿Cómo es posible? ¿Que eran, miles de trabajadores? ¿En que cosas tuvieron que ceder?¿Dónde está el truco?
El truco está en la
UNIDAD, la VALENTÍA y la SOLIDARIDAD. No eran miles de trabajadores.
Eran 350. ¿Sus cesiones?
NINGUNA. ¿Sus objetivos?
Cumplidos y, además de su principal objetivo,
la retirada del ERE y CERO DESPIDOS, consiguen, de paso, el
mantenimiento de líneas y del sistema de pago del bonobús. Algo de lo que se benefician todos los usuarios del transporte público de Alicante.
Una victoria aplastante que es, además, un ejemplo para miles y miles
de nosotros. Los que antes no tenían dinero, se han apresurado a
ponerlo. Los que dijeron que los recortes eran necesarios e
innegociables, han acabado, casi suplicantes,
aceptando TODAS las condiciones de los trabajadores. Los que son vistos por muchos com
o intocables y
legitiman con sus urnas todas y cada una de las políticas que hunden en
la miseria, la desesperación y la desesperanza a miles y miles de
personas,
resultaron derrotados por 350 trabajadores.
No hay ningun secreto: Han permanecido unidos. Han tenido claro en
todo momento que su lucha era justa y lo han demostrado. No han dudado
ni un solo minuto ni se han echado atrás. No han sido ninguneados por
sus representantes, sino que estos los han defendido a “cara de perro”,
que es como tiene que ser. No han tenido dudas. Y además han sabido
ganarse y hacer entender a la opinión pública, con unos medios escasos y
con todo en su contra, que su causa era justa y que merecía ser
apoyada. Y muchos usuarios no hemos dudado en solidarizarnos con su
lucha y hacer de su lucha su lucha. El resultado no podía ser otro que
esa ilusionadora victoria. Imaginen, un ERE antes de Navidad. Y ERE
tumbado. No hace falta dar más detalles.
Nos han dado una lección magistral, una lección que muchos, con estudios, clase y títulos no son capaces de dar. Sencillos,
campechanos, sin creerse de “clase media” ni historias por el estilo,
sin dudas ni hipotecas, sin complejos. Puede que escriban con alguna
errata, puede que no sepan vete a saber, pero saben muy bien como se
consigue ganar, como se puede ganar y
ellos han ganado. Han ganado para ellos, pero
su victoria, humilde pero generosa, la comparten con esos usuarios a
los que cada día ven y dan servicio en el trabajo. Han demostrado la
fórmula, para nada secreta, para no ser aplastado ni derrotado en los
tiempos que corren:
CORAJE, UNIDAD, SOLIDARIDAD, CONCIENCIA DE CLASE OBRERA, VALENTÍA Y DETERMINACIÓN.
Por eso esta lección merece ser contada. Merece ser memorizada y
casi, si me apuran, aprendida al milímetro. Para cuando salgan las
cacatúas derrotistas, los de “hay que arrimar el hombro”, los de “una
huelga no sirve para nada” y darles en los morros con esta lección
magistral de los trabajadores del autobús de Alicante, que cómo los
barrenderos de Madrid, nos muestran que las cosas son bien sencillas y
que….
“Si luchas puedes perder, si no luchas, estás perdido”