sábado, 28 de septiembre de 2013
Soy José Balmón Castell,
de 70 años, vecino de Córdoba (España), Calle San Francisco, 27.
Militante del Partido Comunista de España (reconstituido) desde su
fundación en 1975, motivo por el que fui detenido varias veces,
torturado y encarcelado durante 24 años.
He sabido, con sorpresa y
satisfacción, que Vd. ha cursado orden de detención contra varios
torturadores fascistas españoles, entre ellos Juan Antonio Gonzalez
Pacheco, alias Willy el Niño. Yo, en una de mis detenciones, pasé por
sus garras, por lo que quiero aportar mi testimonio, por si sirviera,
para que esta mala bestia pague siquiera una millonésima parte del daño
causado, aunque no creo que el Estado fascista español entregue a tan
eficiente perro de presa que tan buenos servicios ha prestado “a la
patria y la democracia”.
Estoy hablando de
mediados de Diciembre de 1976, en pleno proceso de “Transición” en el
que el PCE(r), casi en solitario, denuncia la maniobra del régimen de
“cambiar algo para que todo siga igual”, y esa osadía era puro
terrorismo, tanto para el Estado como para la “izquierda” ya domesticada
y vendida. Yo ocupaba una responsabilidad el la dirección, era
clandestino y tenía documentación falsa. Fui detenido en Madrid, por un
golpe de azar, por lo que pasaron unas horas hasta que me identificaron.
Inmediatamente fui llevado a la Dirección General de Seguridad, el la
Puerta del Sol, y entregado al tal Willy el Niño y su equipo de
torturadores, especializados en el PCE(r) y los GRAPO.
No perdieron ni un
minuto, tenían prisa en hacerme “cantar”, antes de que mis camaradas
detectaran mi caída y activaran las medidas de seguridad. Esposado, de
pie en medio de cuatro o cinco malas bestias histéricas de odio: golpes
de todo tipo y en todas partes, rebotando como un pelele en esa “rueda”
hasta caer al suelo sin sentido. En cuanto das señales de vida,
preguntas y golpes, golpes y preguntas y vuelta a caer. Te levantan, te
esposan a una silla, te colocan una “bolsa” de plástico en la cabeza
cerrándola sobre tu cuello, que te produce la asfixia mientras te
golpean por todas partes. Esposado, con las rodillas entre los brazos,
te ponen una “barra” de hierro entre las rodillas y los codos y te
cuelgan entre dos mesas, quedas suspendido cabeza abajo y los pies
arriba, te golpean los pies con bergajos “reglamentarios”, patadas,
puñetazos, insultos, preguntas, amenazas... Cuando ven que “te vas”,
Willy levanta la mano y hacen un descanso, disparan la pistola sobre tu
cabeza y te dicen “esta vez estaba descargada”; si ven que cierras los
ojos de dan un puñetazo o una patada: ¡Habla, hijo de puta, o no sales
vivo de aquí!
Sin duda, el trabajo del
torturador es duro, necesitan recuperar fuerzas... Te bajan a los
sótanos, por las escaleras hacen amagos de tirarte y casi deseas que lo
hagan. Los sótanos son tétricos, húmedos, diseñados para el terror.
Estás tirado en el suelo mojado, tiritas de dolor y de frío, los
policías tienen orden de no dejarte dormir, golpean los hierros de la
puerta, te insultan, te amenazan..., no sabes si es de día o de noche.
En cualquier momento, abren la puerta y te suben en volandas (ya no
puedes mantenerte de pié) al “despacho”... Y vuelta a empezar.
En alguno de esos
“descansos”, te mandan al “bueno”, te ofrece agua o un café, llevas días
sin probar nada, te lo tomas y cuando te bajan al sótano ves que estaba
envenenada con sustancias psicotrópicas: te mareas, ves alucinaciones,
monstruos deformes, caes flotando por un torbellino sin fin...La tortura
continúa por otros medios, se trata de que pierdas el control de tu
conciencia para que, inconscientemente, reveles la información que ellos
creen que tienes y que les lleve a más detenciones.
En esos días, los GRAPO
habían secuestrado a Oriol, (jerifalte banquero y Presidente del Consejo
de Estado entre otros cargos), en apoyo a la reivindicación de
AMNISTÍA, que era un clamor en la calle y que el Estado negaba a tiro
limpio. Ellos creían que yo sabía algo, incluso afirmaban que estaba en
mi casa y por eso no les decía la dirección... “Me puedes matar -le dije
a Willy el Niño-, pero en mi casa están mi mujer y mis hijos, y esos no
los tocas tú”. Eso lo puso aún más histérico, con las naturales
consecuencias sobre mis maltrechos huesos. También coincidió con mi
detención, que los GRAPO volaron el repetidor de TV de Navacerrada
(Madrid), para boicotear la campaña de propaganda del régimen por el
Referéndum de la Ley de Reforma Política... Y, naturalmente, yo tenia
que saber algo y conocer a los autores, así que “Caña al mono hasta que
cante”... Pero ya no tenían que esforzarse como al principio: ya tenía
la mandíbula partida, varias costillas rotas, todo el cuerpo lleno de
moratones, los pies hinchados...Ya les bastaba un golpe o un simple roce
para producirme tanto dolor con una sesión intensiva de los primeros
días. Y, curiosamente, el paso de los días no apaciguó sus ánimos; para
ellos era un fracaso profesional, era ya una cuestión de honor del
torturador frustrado: ni Willy el Niño, ni su equipo, ni su jefe Conesa
podían aceptar que un cerdo comunista, enclenque como yo, no sucumbiera.
Hasta el último de los 10 días de Ley Antiterrorista me estuvieron
torturando.
De la DGS, pasé al
Hospital Penitenciario adjunto a la Prisión de Carabanchel (Madrid).
Para dar una idea del trabajo bien hecho por Willy el Niño y su equipo,
baste decir que ¡a los 6 meses!, salí con la Amnistía (por error, pero
esa es otra historia), y aún no tenía el alta médica.
Las denuncias por
torturas presentadas por mis abogados, pese a la contundencia de los
informes médicos, nunca prosperaron, naturalmente. Williy el Niño
continuó torturando y recibiendo condecoraciones. Solo después de
“consolidada” la transición, lo apartaron de la DGS poniéndolo de Jefe
de Seguridad en la multinacional Talbot de Madrid, una empresa
emblemática con 10.000 obreros en la que había que desarticular el
movimiento organizado.
Quisiera añadir una
pequeña reflexión: Willy el Niño es uno de esos negros personajes que
encarnan la personalidad del toturador, de ideología nazi, convencido de
su misión de salvapatrias, lleno de odio, sádico, que disfruta haciendo
sufrir y con impunidad plena. Pero no deja de ser una herramienta al
servicio de un estado fascista, que necesita sembrar el miedo y el
terror entre sus enemigos de clase. De hecho, este personaje aparece en
toda esa época ligado al Terrorismo de Estado: guerrilleros de Cristo
Rey, la Triple A, batallón Vasco-Español, etc. que acumulan cientos de
acciones terroristas y asesinatos tan sonados como los de los Abogados
Laboralistas de Atocha. Sus servicios al régimen son impagables, por eso
lo condecoran y protegen: la Fiscalía de la Audiencia Nazional ya ha
manifestado que se opondrá a su procesamiento. ¡Faltaría más! Es la
manera de proteger la impunidad de sus nuevos Willys en activo, aquí y
ahora mismo. Son una pieza esencial para la “democracia”.
En Córdoba, a 24 de Septiembre de 2013.
Firmado: José Balmón Castell