GA VRO CHE
Al luchar por su propia supervivencia
contra la explotación de sus patronos capitalistas, los obreros tienden
necesariamente a desarrollar una lucha de clases y a adquirir por ello
una conciencia de clase, antagónica a la ideología burguesa dominante.
Comprenden así su lugar en la sociedad capitalista, pero todavía no su
misión histórica revolucionaria. Para esto, es preciso que su sector más
avanzado, los comunistas, eduquen a la masa obrera en la concepción del
mundo científica del marxismo-leninismo y la organicen bajo la
dirección política del Partido Comunista. De este modo, la clase obrera
puede determinar científicamente su línea política revolucionaria: es
decir, la estrategia y la táctica que deberá aplicar para destruir la
dominación política de la burguesía y sustituirla por su propia
dominación, requisito indispensable para abolir las clases y, con ellas,
toda explotación y opresión sociales.
La estrategia “determina las relaciones
generales y fundamentales de la clase obrera con otras clases; la
táctica, las relaciones parciales y transitorias.”
[1]
¿Cómo se determina la estrategia proletaria?: “Sólo considerando en
forma objetiva el conjunto de las relaciones mutuas de todas las clases,
sin excepción, de una sociedad dada, y teniendo en cuenta, por lo
tanto, el grado objetivo de desarrollo de esta sociedad y sus relaciones
con otras sociedades, podemos disponer de una base que nos permita
trazar certeramente la táctica de la clase de vanguardia.”
[2]
Y “las tareas generales y fundamentales … no cambian con los virajes
de la historia si no cambia la correlación fundamental entre las
clases.”
[3]
La estrategia revolucionaria de la clase obrera solamente podrá proponerse como objetivo
inmediato la sustitución del capitalismo por el socialismo a través de la revolución proletaria cuando ésta se haya vuelto
materialmente
posible, es decir, cuando el desarrollo de las fuerzas productivas
sociales haya alcanzado un grado tal que choque con las relaciones de
producción capitalistas. “Ninguna formación social desaparece antes de
que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de
ella y jamás aparecen nuevas y más altas relaciones de producción antes
de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado en
el seno de la propia sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone
siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar, pues, bien miradas
las cosas, vemos siempre que estos objetivos sólo brotan cuando ya se
dan o, por lo menos, se están gestando, las condiciones materiales para
su realización.”
[4]
Desde este punto de vista fundamental
que es el grado de progreso material de la sociedad, en la etapa
imperialista de desarrollo del capitalismo, existen dos clases de países
y, por lo mismo, de estrategia proletaria.
Países semi-feudales, a menudo oprimidos por las potencias imperialistas
En los países que reúnen estas
características (como fueron Rusia, China y la gran mayoría de
experiencias revolucionarias victoriosas), la clase obrera no puede
proponerse el socialismo como objetivo
estratégico inmediato, por
la importancia de las relaciones sociales pre-capitalistas, porque las
fuerzas productivas todavía carecen de una naturaleza directamente
social, etc. Y esto, a pesar de que ya existe la clase de los
trabajadores asalariados explotados por los capitalistas y ha comenzado
su lucha contra éstos; sin embargo, “desde el punto de vista de las
ideas fundamentales del marxismo, los intereses del desarrollo social
están por encima de los intereses de la clase obrera, los intereses de
todo el movimiento obrero en su conjunto están por encima de los
intereses de una u otra capa de obreros, de tal o cual aspecto del
movimiento”
[5].
Allí, por esta necesidad económico-material, la revolución tiene que atravesar dos etapas
estratégicas sucesivas para alcanzar el socialismo: “
Primero,
junto con ‘todos’ los campesinos contra la monarquía, contra los
terratenientes, contra el medievalismo (y hasta este punto la revolución
sigue siendo burguesa, democrático-burguesa).
Después, junto con los campesinos pobres, con los semiproletarios, con todos los explotados,
contra el capitalismo, incluyendo a los ricos del campo, los kulaks, los especuladores, y en ese punto, la revolución se convierte en
socialista.”
[6]
Países imperialistas o de capitalismo desarrollado
En este tipo de países, las crisis
económicas ponen de manifiesto el choque de las fuerzas productivas
altamente socializadas con las relaciones de producción privadas
capitalistas. Más aún, el predominio de los monopolios en la economía
pone de manifiesto que el capitalismo ya no puede existir sin socializar
los medios de producción hasta donde el régimen burgués lo permite. En
países así, “las condiciones para el socialismo han alcanzado no cierto
grado de madurez, sino madurez en general”
[7], dado que “el capitalismo monopolista de Estado es la completa preparación
material para el socialismo, la
antesala del socialismo, un peldaño de la escalera de la historia entre el cual y el peldaño llamado socialismo
no hay ningún peldaño intermedio.”
[8]
Así pues, aquí, en los países donde el
modo de producción capitalista es dominante, mayoritario o prácticamente
exclusivo, la estrategia del proletariado debe fijarse
directamente
el objetivo de la revolución socialista, pues no existe ninguna
necesidad económico-material de plantearse una revolución democrática.
“Los marxistas tienen el deber de luchar por el camino revolucionario
directo del desarrollo cuando esa lucha viene prescrita por las
condiciones objetivas”
[9].
Es cierto que, incluso en esta clase de
países, pueden darse supervivencias económicas y políticas feudales y
carencias democráticas generales, agravadas porque el capitalismo ya no
es progresivo sino reaccionario, imperialista. “Naturalmente –explica
Lenin-, en la situación histórica concreta se entrelazan los elementos
del pasado y del porvenir, los camino se cruzan. (…) Pero esto no nos
impide en lo más mínimo diferenciar, lógica e históricamente, las
grandes fases del desarrollo. Pues todos nosotros contraponemos la
revolución burguesa y la socialista, todos nosotros insistimos
incondicionalmente en la necesidad de establecer una distinción rigurosa
entre las mismas, pero ¿se puede negar acaso que en la historia se
entrelazan elementos aislados,
particulares, de una y otra
revolución? ¿Acaso la época de las revoluciones democráticas en Europa
no registra una serie de movimientos socialistas y de tentativas
socialistas? ¿Y acaso la futura revolución socialista en Europa no
tendrá todavía mucho que hacer en el campo de la democracia?”
[10]
El hecho de que la revolución
socialista sea el objetivo estratégico inmediato no perjudica en lo más
mínimo la necesaria flexibilidad táctica para atender al desarrollo de
la conciencia de las masas, al aprovechamiento de las contradicciones
entre otras clases y fracciones de clase, al proceso de acumulación de
fuerzas para dicha revolución, a los flujos y reflujos de la situación
política, … en definitiva, a la búsqueda de formas de transición a la
revolución proletaria. Ahora bien, los requerimientos tácticos no son
para sustituir el objetivo estratégico, sino para cumplirlo. “La
estrategia se ocupa de las fuerzas fundamentales de la revolución y de
sus reservas. Cambia al pasar la revolución de una etapa a otra,
permaneciendo, en lo fundamental, invariable a lo largo de cada etapa en
cuestión.”
[11]
Las etapas tácticas y los virajes tácticos no modifican el hecho de
que, en los países capitalistas desarrollados, el proletariado afronta
ya necesariamente la etapa socialista de la revolución y subordina toda
su táctica a este objetivo.
Esto tiene la mayor importancia en
momentos reaccionarios, de reflujo de la revolución, como los que
vivimos, y en los que debemos exigirnos “una especial vigilancia, para
que las tareas y consignas no se
restrinjan, para que la
modificación de la forma de lucha no destruya su contenido, no la haga
menos inconciliable, no deforme la perspectiva histórica y los objetivos
históricos del proletariado… Las reivindicaciones teóricas, que pasan
inevitablemente a primer plano en los tiempos de estancamiento,
igualmente requieren unión, para la defensa del socialismo en general y
del marxismo, como el único socialismo científico, en especial, frente a
la burguesía contrarrevolucionaria que moviliza todas sus fuerzas para
combatir las ideas de la socialdemocracia revolucionaria.”
[12]
Si el proletariado consciente debe
propagar y perseguir sus objetivos socialistas incluso cuando afronta
una revolución democrática (precisamente para preparar el tránsito a la
segunda etapa de la revolución, a la etapa propiamente proletaria), con
mayor razón debe hacerlo cuando el socialismo ya es su objetivo
estratégico inmediato.
[1] Revisión del programa agrario del partido obrero, Lenin, obras completas, tomo X, pág. 180, Ed. AKAL.
[2] Carlos Marx, Lenin, tomo XXII, págs. 168 y 169.
[3] Algunas particularidades del desarrollo histórico del marxismo, Lenin, tomo XVII, pág. 30.
[4] Prólogo de la contribución a la crítica de la economía política, Marx, obras escogidas, tomo 1, págs. 373 y 374.
[5] Proyecto de programa de nuestro partido, Lenin, tomo IV, pág. 240.
[6] La revolución proletaria y el renegado Kautsky, Lenin, tomo 30, pág. 150.
[7] Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática, Lenin, tomo IX, págs. 78.
[8] La catástrofe que no amenaza y cómo luchar contra ella, Lenin, tomo XXVI, pág. 442.
[9] Contra el boicot, Lenin, tomo XIII, pág. 27.
[10] Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática, Lenin, tomo IX, págs. 80.
[11] Los fundamentos del leninismo, Stalin, Obras, tomo VI, pág. 159, Edit. VOSA.