Antonio Maira
Parece evidente, incluso para los más desorientados por los medios de comunicación, los más fanáticos o los más lerdosi, que la Monarquía está en fase terminal.
La última excreción borbónica ha cumplido con creces las perspectivas
que podían deducirse de sus antecedentes históricos generales y de su
origen franquista particular; y terminará como sus predecesores:
carcomida por la corrupción, su desprecio al pueblo, la mayestática
presunción de perpetuidad, el progresivo regodeo en la inviolabilidad
constitucional; y el fracaso definitivo de la construcción -por los
partidos que han gobernado el Régimen de la
Transición- de un hermoso “
relato mediático” que se ha venido abajo estrepitosamente.
Del “
Juan Carlos I salvador de la democracia” que cantaban
los juglares bien pagados por los partidos rectores y cómplices del
“cortejo constitucional” -después de un 23-F de sospechosísimo tufo
monárquico-; hasta la imposibilidad de que cualquier miembro de la
familia real pueda salir a la calle sin ser abucheado, han pasado más de
32 años.
Décadas de acumulación de riqueza, tráfico de influencias, creación
de circuitos complejos para el enriquecimiento familiar, mediación a
favor de los poderosos, amistades peligrosas tanto en el interior como
en el exterior
ii, derroche presupuestario, promoción de la OTAN y de las múltiples alianzas
ad hoc creadas para facilitar “
intervenciones humanitarias”
(con decenas o centenares de miles de muertos), incitación a la guerra
e, incluso, patrocinio de una especie de subimperialismo trasnacional
interpretado como resurrección del Imperio español
iii en América Latina.
Mucho lastre para continuar, y mucho posible cargo judicial para
dejar la Jefatura del Estado sin morir en la cama con la testa todavía
coronada
iv.
La carcajada de la Historia: ¿Por qué no te vas?
El tan ignominioso y fatuo
¿Por qué no te callas? que un Borbón restaurado por el franquismo cadavérico -y
encendido de vino y rosas-, dirigió coléricamente al presidente multielecto venezolano Hugo Chávez se está volviendo contra él en su “
escenario natural”, el
Reyno de las Españas.
El regio mandato a la América de sus antecesores –convertido en el segundo “gran momento de gloria”
v del Monarca por la totalidad de los lameculos e
integrados de
Falsimedia, se ha convertido en la representación premonitoria de la caída de un
Régimenvi. El hecho –denigrante en aquellos momentos-, tiene ahora las características de una verdadera carcajada de la Historia.
Juan Carlos I ordenaba callar a una América Latina renacida y en
proceso de emancipación, para aportar su respaldo institucional y
proteger al neofascista José María Aznar quien andaba de gira activista
por América Latina. El expresidente trabajaba en paralelo con el
Gobierno promocionando el “
buen hacer” de las transnacionales
españolas y no españolas, y negando la autoridad de los nuevos gobiernos
populares para alterar sus contratos “
leoninos”. Aznar apoyaba
además la extensión al continente de los tratados de libre comercio
(ALCA) apadrinados por Washington, daba cobertura exterior al
intervencionismo –armado o encubierto- de EE UU; y animaba a las
oligarquías dependientes a organizar golpes de estado
vii de vieja o nueva factura para que los pueblos volviesen a la obediencia del Imperio y a su diseño de la
globalización capitalista.
Para que la carcajada resuene ahora con más estrépito andaba por allí como máxima figura del
papanatismo andante y parlante,
el entonces presidente Zapatero; quien respaldó el “privilegio Real”
para ordenar silencio en las Cumbres Latinoamericanas, y de paso
defendió vehementemente la impunidad de Aznar como “
ex presidente democrático de España” para violar todas las leyes internacionales y ofender a los gobiernos y a los “
pueblos hermanos” de América Latina.
Aquella escena polifónica de la diplomacia española, terminó en una fuga en estampida del Borbón
viii hacia los terrenos familiares de una “
impunidad e inviolabilidad”
que no reconocía nadie en aquella asamblea de dignatarios electos. En
estos momentos, en el estado español, el pueblo le ha dado la vuelta a
aquél desmán borbónico: de la gloria mediática e indigna del “
¿Por qué no te callas?”, a la demanda a voz en grito de ¿Por qué no te vas?
ix
Acalorado y dando trompicones como en la Cumbre de Chile, Juan Carlos
I de Borbón está a punto de hacer las maletas y salir del país toda
prisa, como su abuelo.
La defensa de la Monarquía
Buena parte de la oligarquía económica que nos gobierna está
utilizando a la monarquía como amortiguador social, consciente de que
Juan Carlos I será el último de los Borbones, y que la abdicación en su
primogénito no evitará el desplome.
Es cuestión de tiempo y el tiempo –con la política económica de
recortes, liquidación de los derechos de los trabajadores y
privatizaciones-, permite un gigantesco trasvase de riqueza de las
clases populares y las antiguas clases medias, ahora proletarizadas, a
los sectores más poderosos de la oligarquía financiera e industrial.
Enormes masas de población que constituyen buena parte de tres
generaciones: jóvenes, parados de larga duración y jubilados, están
siendo empobrecidas y marginadas. Se les ha negado un futuro digno. La
succión de capitales hacia la pequeña cúspide de la pirámide social está
terminando con el ahorro familiar y con las posibilidades de
sostenimiento que tenían hasta ahora una parte de los parados. Las
mujeres están sufriendo una terrible explotación.
El estado de
la Transición, aún carcomido por la falta de
legitimidad y por una corrupción interiorizada como “mecanismo natural”
de funcionamiento del sistema, sigue siendo un magnífico negocio.
La crisis catastrófica del capitalismo globalizado, incontrolable,
está actuando como una máquina de concentración de riqueza, despojo de
los más débiles y crecimiento de la desigualdad, la pobreza y la
marginación de generaciones enteras de la población.
La clave de bóveda del Régimen de la Transición es la Monarquía y su conexión –constitucional y de fidelidad- con las FF.AA.
Al mismo tiempo, la Monarquía es, con el conjunto de la clase
política, la institución más degradada ante los ciudadanos y ciudadanas.
La imagen del Rey y de su familia constituye una absoluta “
vergüenza país” en el exterior y un absoluto bochorno en el interior.
La progresiva revuelta popular
La respuesta popular contra la crisis y, fundamentalmente, contra las
terribles consecuencias de la misma y las políticas de los sucesivos
gobiernos, ha pasado de la perplejidad y el miedo, hasta la resistencia
activa.
De la ocupación de las plazas públicas y las protestas masivas en la
calle, hasta los repetidos intentos de bloquear y denunciar en sus
propias sedes a los distintos poderes públicos. La invasión de las sedes
parlamentarias y plenos municipales, las protestas sectoriales
organizadas y progresivamente conectadas (las famosas
mareas); los
escraches a
políticos, jueces y banqueros, se han convertido en hechos cotidianos.
Con ello se denuncia el expolio de lo público, la absoluta falta de
humanidad de los gobernantes, su subordinación absoluta a la oligarquía
económica, el enriquecimiento ilícito y escandaloso de unos y otros, las
medidas legislativas impopulares, y el desprecio de la Iniciativa
Legislativa Popular (ILP) cuando esta se produce con apoyo masivo como
en el caso de las hipotecas.
En este ascenso vertiginoso de la movilización y organización
populares se han bloqueado y ocupado temporalmente las entidades
bancarias que han saqueado a los pequeños ahorradores, se han ocupado
fincas en Andalucía y se han realizado actos simbólicos de ocupación de
locales de las grandes transnacionales
x. Ha habido, por fin, actos de defensa de los barrios ante las “entradas” de la policía.
La represión
La represión del
Régimen de la Transición –brutal en
momentos específicos, y ante los sectores más combativos-, ha
desarrollado métodos de control masivo de la población. Las detenciones
arbitrarias –algunas de muy larga duración-, los cacheos y fichajes de
los ciudadanos en manifestaciones y asambleas, las amenazas a los
dirigentes que alimentan las movilizaciones, las enormes multas,
predicen la preparación de mecanismos de represión masivos si el
movimiento popular sigue avanzando en organización, movilización y
determinación en las protestas.
El Gobierno del PP, con la mínima presión o con la colaboración
expresa del otro pie del bipartidismo, el PSOE, está activando, desde
los ministerios del Interior y de Justicia, una verdadera estructura
represiva: cambios en el Código Penal con agravación de condenas,
cumplimiento del máximo legal de las mismas, procedimientos para activar
la “condena perpetua revisable”, desactivación de los procedimientos de
recurso ante las sentencias consideradas arbitrarias por el elevado
coste de las mismas, cambio en la estructura del Poder Judicial,
limitación drástica en el ejercicio de la “acción popular”.
En lo que se refiere a la impunidad en casos de brutalidad policial
extrema, desproporcionada y arbitraria, la policía mantiene el secreto
sobre los agentes implicados y sobre las “sanciones” recibidas. A pesar
de las posibilidades tecnológicas para la vigilancia de los espacios
abiertos y cerrados tampoco se aplican los métodos recomendados por las
organizaciones de dd.hh. para garantizar a los ciudadanos contra el uso
de la tortura.
La crisis política y el proceso constituyente
La característica principal del Régimen político es su absoluta rigidez constitucional.
En una monarquía parlamentaria, sin elecciones a la Jefatura del
estado, con un sistema invariable de partidos (vinculados a la banca y a
sectores muy poderosos de la oligarquía), una ley electoral que prima a
las listas más votadas, sin más participación ciudadana que el hecho de
votar, y con un sistema mediático a su servicio, es muy difícil
encontrar los mecanismos de ruptura que permitan el inicio de un proceso
constituyente. Sin embargo, no es, ni mucho menos, imposible.
Las dos primeras Republicas llegaron de manera poco previsible. La II
República a través de unas “intrascendentes” elecciones municipales. El
sistema constitucional en cuanto a la estructura general de poder era
muy similar al nuestro.
La Constitución española es extremadamente rígida, de casi imposible
transformación si no es con el “consenso” previo de los dos grandes
partidos que se turnan en el gobierno.
La oligarquía económica ha hecho sin embargo un dramático y completo
cambio constitucional al establecer como norma de ese rango el
“equilibrio presupuestario” lo cual ha pulverizado todo el conjunto de
derechos declarados en la constitución, y cuestionado todo el sistema de
servicios y de propiedad pública.
El pueblo español –despreciado por el
Régimen oligárquico de
la Transición- no ha sido consultado. Ha sido un verdadero golpe de estado institucional.
El Eje de resistencia del Estado de la Transición
Es tal la potencia, la extensión, y la persistencia de las protestas
populares, y tan abrumadoras las previsiones en relación con evolución
de la crisis como factor de exclusión social y del crecimiento del
sufrimiento humano, que el consorcio Gobierno-Oposición se está apoyando
en las instituciones y en su cuerpo legal para garantizar la
supervivencia del
Régimen.
Las luchas sociales van, sin embargo, en aumento. También crece la
conciencia colectiva, de pertenencia a las clases explotadas que hacen
converger las luchas de los trabajadores, de los sectores medios
precarizados y, especialmente de los trabajadores jóvenes de distinta
cualificación.
Cada vez más las movilizaciones sociales levantan la bandera de la
República. Cada vez más la exigencia de un “proceso constituyente” se
plantea como el inicio de la solución a los problemas de este país, que
no puede provenir de los responsables del desastre económico, de la
corrupción, de la más absoluta degeneración de la democracia, y de la
construcción y articulación de un poder económico-político de carácter
absoluto y despótico.
El
Régimen resistirá apoyado en los recursos institucionales y represivos de su estado.
La gran pregunta de las organizaciones sociales y políticas
emergentes, de los sectores en lucha, de los que pretenden un mundo
nuevo, es: ¿cuál va a ser el papel de las FF.AA y Fuerzas de Seguridad
del Estado en la defensa de un Régimen de esta naturaleza?
Durante los últimos meses se han hecho públicas diversas
manifestaciones militares que plantean la fidelidad al Rey, Jefe Supremo
de las FF.AA, y el papel “propio” que a las órdenes de la Corona, les
ha reservado la Constitución.
Alguno de ellos ha manifestado la existencia de un “patriotismo
militar” que está por encima de cualquier Constitución y, por supuesto,
de cualquier reclamo de soberanía popular
xi.
Otra vez, en la medida en que se desarrollan los conflictos sociales,
los militares hacen ruido de sables en defensa de “su sistema de
valores”, distinto y superior a los del pueblo. Ante un necesario cambio
de
Régimen algunos mandos han iniciado su “guerra preventiva”
particular tratando de aterrorizar a la población. La “disuasión” es el
primer escalón, tal como han aprendido de los manuales estratégicos y de
su práctica intervencionista en la conformación del Régimen vigente.
Desde la posición de los militares que nos sentimos parte del pueblo
en el que reside la soberanía, se plantea pues, en primer lugar y de
manera urgente, la necesidad de neutralizar esa posibilidad de
intervención militar cuando la revuelta popular resulte irresistible.
Las Fuerzas Armadas ¿con el pueblo o contra el pueblo? Ésa es la cuestión como lo fue hace exactamente 77 años.
Cádiz 17 de julio de 2013
Antonio Maira. Capitán de Fragata jubilado. Analista político en medios alternativos.
Contacto:
viejomarinero86@ono.com
Notas:
i El
País –por ejemplo- combina cal y arena de manera casi estrambótica.
Hace pocos días presentaba una de sus secciones especiales sobre el tema
de la Constitución, bajo el título de “regeneración” –como si
estuviésemos en una situación similar a la de 1898. El “periódico global
en español” promovía la “
reforma constitucional” cuyo estudio
está realizando el Instituto de Estudios Políticos y Constitucionales
con la conformidad del PP y del PSOE. La batuta del equipo
regeneracionista que trabaja en ese viejo centro franquista es manejada
por su presidente Benigno Pendás García, miembro del primero de esos
partidos y del instrumento político de Aznar: la FAES.
En estos momentos, una parte importante del núcleo central del
bipartito PP-PSOE y, desde luego, la derecha neofascista del PP, después
de evaluar la posibilidad de abdicación o de sucesión forzada entre
bastidores, en la persona de Felipe de Borbón, está “haciendo méritos”
para situarse, si es preciso y a su debido tiempo, dentro de una III
República que la movilización y creciente rebelión de las grandes
mayorías populares hacen inevitable. “El Borbón borboneado” podría ser
el título del próximo e inmediato capítulo bufo de nuestra historia.
ii https://www.youtube.com/watch?v=uNpHgO8icWQ
iii En realidad, un imperialismo de segundo orden subordinado a los Estados Unidos.
iv Como
hace meses le exigía –casi como insoslayable obligación dinástica-, la
muy “sabida” Sofía de Grecia, consorte de mucha experiencia familiar en
regímenes neofascistas derribados y referéndums que señalaban el exilio
imperativo para monarquías antipopulares. Sofía sabe que no hay término
medio: resistir o resistir: su primogénito, Felipe, que comparte
abucheos con el resto de la familia, no podrá aguantar la embestida en
estos momentos en los que el rechazo de la monarquía crece
vertiginosamente.
v El primero fue, como ya he dicho, la “historia oficial” del 23-F.
vi https://www.youtube.com/watch?v=Q8LjERqsXhM
vii Es
muy conocida la intervención directa de Aznar en el golpe del 11 de
abril de 2011, así como su apoyo a los “golpes institucionales” de
Honduras y Paraguay.
viii https://www.youtube.com/watch?v=lSpYhpekNaE
ix https://www.youtube.com/watch?v=quf8AjhX0gs
x El
SAT en Andalucía ha “recuperado” algunas fincas de grandes
terratenientes –u ocupadas por el Ejército para sus “yeguadas”-, que
habían sido entregadas a los jornaleros por la reforma agraria de la II
República y devueltas a sus “propietarios” tras el golpe militar
fascista del 18 de julio de 1936.
xi http://www.rebelion.org/noticia.php?id=167107