viernes, 22 de febrero de 2013
Uno de los mayores problemas que tenemos que enfrentar es la negación del partido obrero como instrumento de lucha válido.
El
repudio de esta forma de organización no es casual, la burguesía se
esfuerza en alejar a sus explotados de todo lo que pudiera servirles
para liberarse, al tiempo que estimula todas aquellas formas de
organización inofensivas para sus privilegios.
Dadas
las circunstancias conviene insistir en este punto, no habrá futuro
posible para los explotados en tanto que sigan siendo explotados, es
decir, mientras la burguesía tenga el poder. La clave está ahí, en el
poder. Sin poder no hay nada. Tampoco nos vale cualquier poder,
necesitamos un poder obrero, no nos sirve compartir chimenea en los
salones de la burguesía, tal cosa termina siempre en la traición de los
dirigentes -embelesados con los tapices- y en la decepción de los
militantes y votantes ajenos al reparto de la tarta.
Para
tomar el poder hay que dotarse de organizaciones obreras poderosas,
pues poderosas son las organizaciones de nuestros enemigos. Ellos no nos
gobiernan con movimientos, nos gobiernan con partidos, cuarteles,
medios de comunicación, universidades... y nadie negará de la eficacia
de dichas organizaciones burguesas. Creer que colectivos y movimientos
pueden vencer a un régimen establecido es, en el mejor de los casos,
pura ingenuidad, y en el peor mera influencia de la burguesía.
Diciendo
esto no niego las buenas intenciones de los movimientos, ni niego los
esfuerzos que muchas personas invierten en ellos, lo que de ningún modo
se puede tolerar es que pretendan vendernos caballo por ternera:
"podríamos afirmar que el partido de los comunistas del siglo XXI en
España es sin duda la Plataforma de Afectados por la Hipoteca" (1).
Lamentablemente no, no podemos afirmarlo, estaríamos mintiendo y
despertando falsas expectativas.
En
los últimos años asistimos a supuestas revoluciones que no son tal. Por
ejemplo lo acontecido en Túnez y Egipto, o más recientemente en
Bulgaria (2). En estos y otros casos, observamos que nada cambia a pesar
de los enormes esfuerzos de muchas personas, incluso al precio de sus
vidas. Es como si se pegasen contra un muro, cuando parece que lo han
logrado vuelven a la mierda de siempre. Con suerte consiguen mejoras
temporales de muy corto alcance y sin mayor transcendencia en lo que al
poder establecido se refiere.
No
se trata de añorar glorias pasadas, si mis iguales tienen que dejarse
la piel, si tienen que morir, al menos que lo hagan con alguna garantía
de éxito.
(1) http://blogs.publico.es/pablo-iglesias/191/stop-desahucios-ha-disparado-al-corazon-del-capital/
(2) http://imbratisare.blogspot.com.es/2013/02/los-bulgaros-tumban-al-gobierno.html