Dos agendas de distinta naturaleza hicieron coincidir la llegada del Papa
Francisco a las calles de Brasil, con la aparición en este mundo del primer bebé
varón de la realeza británica en muchas décadas, como si los destinos de ambas
corporaciones milenarias, la Iglesia y la Monarquía, se confundieran en el mismo
propósito de perpetuarse, a pesar de todas las revoluciones y todos los avances
democráticos adquiridos por la humanidad.
Como suele ocurrir, el secreto de tamaña capacidad de acomodación en las
turbulencias de vida social, está en la gente, fuente de toda legitimación, y
también de lo contrario.
Millones salieron a las calles de Río de Janeiro y Londres para celebrar las
dos apariciones celestiales. El Papa Francisco ha despertado un fervor solo
equiparable a los alcanzados en los últimos siglos por dos papas: Juan XXIII, y
Juan Pablo II en sus primeros años anticomunistas. Ambos resultaron de dos
crisis graves de la Iglesia.
La Iglesia estuvo en problemas cada vez que la gente se alejó de la fe y del
enorme aparato que las sostiene, y salió de ella cuando puso en orden ambas
cosas. Al vivir de la fe, depende de la gente mucho más que cualquier otro
aparato ideológico. Esta relación es la que ha ingresado a una fase de alto
cuestionamiento hace ya varios años para la Iglesia católica.
Declarar, como ha hecho el Papa, que la Iglesia "necesita de una revolución"
(Corriere della Sera, 27 junio), o conminar a sus 230 mil jóvenes y acólitos
congregados en Copacabana, lo más similar a los "militantes" en la política, a
"salir" y hacer "líos" ("Quiero líos, quiero a la Iglesia en la calle", Telam,
26 de junio), es demasiado para una institución dedicada a lo contrario desde el
origen de los tiempos.
El que dice estas expresiones inusuales en la historia de la Iglesia, es el
obispo que escribió el Documento de Aparecida (Brasil, 2007) en el que
diagnosticó la crisis actual y el programa para resolverlo. Aunque en el mismo
escrito condenó los derechos sexuales de las minorías, entre otros dogmas
intocables.
Ese documento fue el que se llevaron a sus despachos más de mil cardenales, y
desde que es Papa entregó, como si se tratara de un programa o una declaración
política, a una treintena de presidentes de América latina, Norteamérica, Asia,
África y Europa. Con ese documento, Bergoglio/Francisco comenzó una cruzada.
Primero como manifiesto de reforma conservadora, luego como postulado oficial de
Roma, convertido en instrumento institucional de militancia (acción) para más de
300 mil sacerdotes (lo más parecido a un cuadro político) y para adoctrinar a
centenas de miles de hermanos (activistas), propagandistas y organizadores de
una cruzada de renovación de la fe en el orbe.
Esa es la batalla mundial que Francisco ha comenzado en Brasil, país clave en
el dominio mundial de la fe católica.
La renuncia del papa Benedicto (el alemán Ratzinger) fue el primer acto de
esa cruzada, pero en sentido negativo, por la inacción. Se fue. El segundo acto
es el que ha comenzado con el Papa Francisco. Al contrario de su sucesor, a este
Papa debemos medirlo por la acción que ha comenzado.
Esa abdicación papal contuvo todos los signos de la crisis. Ocurrió para
evitar una explosión interna que estaba en marcha desde hacía un tiempo.
Buenas explicaciones dan dos especialistas argentinos, el teólogo militante
Rubén Dri y el sociólogo especializado en el tema, Fortunato Mallimaci,
investigador del CONICET.
...Los gestos no alcanzan, si no se transforman esas estructuras que han
llevado a una crisis tal que el propio Ratzinger tenga que renunciar. Esto no se
entiende si uno no ve la profundidad que significó en la Iglesia Católica, que
su máxima autoridad, que era infalible, considerado como sucesor de Jesucristo,
no de los apóstoles, el Rey de Reyes, hasta incluso calificado como comandante
en jefe de las Fuerzas Armadas del mundo entero, diga renuncio, me voy (Miradas
al Sur, domingo 28 de julio, 2013, 8 y 9).
Y Dri advierte, desde otro ángulo, que Bergoglio llegó al papado para
disputarle "los pobres" a "los nuevos movimientos populares latinamericanos.
Fundamentalmente al chavismo, a Evo Morales en Bolivia, en Argentina al
kirchnerismo y al de Ecuador" (Miradas al Sur, domingo 28 de julio, 2013, 8 y
9).
A pesar de que ambos estudiosos ve una continuidad entre uno y otro, cuando
en realidad se trata de lo contrario, si lo medimos por la política (programa
más movimiento) que anima a cada uno, tienen razón en lo fundamental: se trata
de una acción defensiva, conservadora, preservadora de la fe y los poderes de la
fe.
El documento escrito por Bergoglio en 2007, junto a otros 12 materiales y
declaraciones aparecidos en otros sectores de la Iglesia mundial, permiten esa
búsqueda que condujo a Bergogio a Roma.
No olvidemos que el cardenal argentino renunció a sus 40 votos en 2005 (entre
los 135 cardenales votantes), porque entendió dos cosas. Una, la relación de
fuerzas interna no lo favorecía aún, en 2005. Otra, no podía debilitar la imagen
corporativa papal, aunque fuera ganada por un adversario en la estructura del
poder interno europeo/romano, como Ratzinger, o cualquier otro. Se suele olvidar
que la Iglesia, como aparato de reproducción de fe, es una de las dos
corporaciones más viejas de la humanidad, junto con el ejército, a pesar de sus
formas y sus cambios.
El otro elemento clave en el carácter de cruzada iniciada por el Papa
Francisco, es que sea un Jesuita. También suele subvalorarse que se trata de una
de las Órdenes más disciplinadas y militantes en la historia de la Iglesia. En
este momento es la que cuenta con mayor cantidad de hermanos en seminarios de
formación alrededor del mundo: 3 millones a cargo de unos 170 sacerdotes
jesuitas.
En alguna medida, tratándose de un Estado, un aparato mundial de poderes
repartidos en 153 países, la Iglesia también se rige por relaciones de fuerza en
su seno. Como afirma Rubén Dri con mucha razón, aunque lo aplica a la técnica de
gestos y sonrisa desplegada por el Papa en Brasil, Bergoglio "no sale de un
repollo".
Como todo jesuita serio, el actual jefe de Roma, acumuló una sólida formación
académica e intelectual, dentro y fuera de la Orden. En su caso, con aplicación
en asuntos sociales como la psicología, la historia y la política mundial, junto
con la teología.
Tan importante como esas educación fue su adherencia al peronismo, desde el
cual participó en acciones partidarias altamente comprometidas en la década de
los 60 y 70, como la Guardia de Hierro, uno de los grupos ideológicos más
"duros" de esa corriente nacionalista. Esa práctica le enseñó el sentido de la
política y de la negociación en sus peores sentidos. O sea, el pragmatismo. En
ese sentido, es fundamental la crítica que le hace el teólogo Dri a su gramática
discursiva y su gestualidad ficticia. (Miradas al Sur, domingo 28 de julio,
2013) La racionalidad de llamados tan incendiarios aparece en la advertencia de
que esos "líos" tienen el solo objetivo de recuperar y preservar la fe en
riesgo, sobre todo en los jóvenes, el segmento que más se ha alejado de la
iglesia.
La Iglesia como estructura mundial no está al borde de un colapso o de un
cisma. Pero, para una institución vertical y omnímoda, integrada desde el final
de la II Guerra Mundial al sistema mundial de Estados, los dichos del Papa
hablan del por qué y el para qué llegó a Roma y pasó por Brasil, primer tramo de
su cruzada preservativa.
Una de las pruebas de esta integración al sistema de dominación internacional
es que alrededor del "60% de los fondos de la Iglesia Católica proviene de los
EE.UU., seguido por Alemania, Italia y Francia en término de contribuciones",
según Jason Berry, de la BBC.
Perder tantos adeptos en tan poco tiempo y padecer una crisis de
confiabilidad que algunos llaman moral, al interior y al exterior de ese
gigantesco aparato de control social mundial, son dos hechos suficientes para
encender las alarmas y buscar una salida no convencional.
Los datos aportados por los comentaristas más nobles, indican que la Iglesia
recibida por Francisco/Bergoglio enfrenta una situación que podría asimilarse a
una crisis estructural, como cualquiera de las que condujeron a los conocidos
cismas desde el siglo II.
Con una diferencia. Un cisma del siglo XXI no tiene por qué repetir sus
formas violentas iniciales. También en ese detalle, la Iglesia se adaptó a la
cultura del capitalismo y sus instituciones. Todo se negocia. La agenda papal
comenzó en Brasil, donde más fieles se han perdido en América latina, pero
seguramente seguirá en México, Perú, Colombia y Argentina, los que siguen en la
lista de la actual declinación. Sin embargo, EE.UU. no se salvará de la cruzada
franciscana. Este país, centro de la dominación imperialista del mundo, registra
la mayor debacle estadística y moral de la Iglesia Católica, comparado con
cualquier país del mundo. En sus curías se registra la mayor cantidad de
deserciones de "cuadros" (los sacerdotes) y militantes (los hermanos y las
monjas) con el mayor número de curas implicados en abusos sexuales y
pederastia.
Lejos de Dios, cerca del dólar y las entrepiernas
La suma de escándalos por abusos sexuales, financieros, de poder parroquial,
filtración de documentos secretos a la prensa, procreaciones prohibidas,
participación en conspiraciones para derribar gobiernos democráticos, relaciones
con la mafia, pederastia e, incluso, de asesinatos inconfesos en la Guardia
Suiza, son suficientes para creer que los cuadros de la Iglesia están más cerca
del bicho humano que de alguna divinidad impoluta. Por los VatiLeaks, develados
por la entidad informativa de Julian Assange, y por una decena de libros
escritos en su mayoría por periodistas italianos, estadounidenses, argentinos y
alemanes, se pueden sumar no menos de 30 casos escándalos internacionales de la
Iglesia. La mayoría, relacionados con abuso o uso sexual de menores en
parroquias, se registra entre 2002 y 2012.
"Ya en el siglo XIX, durante la celebración del I Concilio Vaticano
(1869-1870), que definió la infalibilidad del papa (rota por Ratzinger en 2013),
ciertos documentos acabaron, no sin polémica pública, en los periódicos
alemanes" (EFE, 11-02-2011).
Claro, faltaban la radio y la televisión como espacios masivos del escándalo.
Un reporte del periodista estadounidense, Bob Stanley, de febrero de 2004,
señala que no menos de 4.450 sacerdotes de ese país fueron acusados de "abuso a
menores" dentro de sus curías, desde 1959.
La suma del lío se conoció en 2010, una fecha clave en la historia del actual
Papa, cuando las iglesias de cinco países (Irlanda, EE.UU., Alemania, Austria y
Bélgica) entraron en pánico por una seguidilla de hechos sexuales prohibidos
para las normas de Dios.
El propio ex Papa Benedicto fue acusado de haber encubierto a sacerdotes
pederastas cuando gobernó la Congregación para la Doctrina de la Fe. Se vio
obligado a despedir a varios obispos, y ordenar la limpieza de los Legionarios
de Cristo, cuando se denunció que su fundador, el mexicano Marcial Maciel,
fallecido en 2008, abusó sexualmente de seminaristas y tuvo hijos con varias
mujeres", algo malo para ellos.
El predecesor de Francisco reconoció en el libro-entrevista Luz del mundo,
del escritor alemán Peter Seewald, que el caso de Maciel fue afrontado con
"lentitud y retraso", debido a que "estaba muy bien cubierto" (EFE, 11-02-2011).
Para ese momento, y con esos hechos encima, el poder moral del Papa y la
estabilidad de la Iglesia ya habían entrado en una zona de turbulencia. Bajo el
gobierno de Juan Pablo II (1978-2005), entró en estado de quiebra el Banco
Ambrosiano por actos corruptos en el Instituto para las Obras de la Religión,
cuyo principal accionista es el Vaticano. Ese escándalo sacudió las bases de la
Iglesia debido al escarnio público en la prensa de medio planeta, o sea en la
cabeza de millones de católicos en el mundo, sobre todo los de clase media. La
película Los banqueros de Dios fue su metáfora lacerante.
El día que encontraron ahorcado a Roberto Calvi, el presidente del Banco,
bajo un viejo puente de Londres en 1982, se develó la turbia historia que
conectaba a la Iglesia con la mafia, las finanzas turbias, la masonería y la
religión.
Las operaciones financieras ilícitas implicaron al cardenal Paul Marcinkus,
máximo responsable entonces del IOR. La Santa Sede tuvo que pagar 241 millones
de dólares a los acreedores de la entidad.
El asunto tomó tal gravedad institucional para el sistema mundial de Estados,
que uno de sus garantes, Londres, comenzó a soltar informes para mostrar su
preocupación: "La investigación por lavado de dinero del Banco del Vaticano, las
indemnizaciones por los escándalos sexuales y el número decreciente de creyentes
y donaciones son algunos de los problemas que heredará el próximo Pontífice",
señalaba Marcelo Justo, de la BBC, en febrero de 2013, cuando se sabía que el
Papa cambiaría de nombre y continente.
The Economist calculó en más de US$170.000 millones las erogaciones globales
de 2010, muchas de ellas sin control ni contabilidad. Para Jasson Berry, quien
la estudió por 25 años "la estructura financiera de la Iglesia Católica es
’caótica` y ’opaca`".
Berry aporta datos clave para comprender la crisis actual en términos de un
aparato mundial de poder que entró en crisis hace rato: "La Iglesia Católica es
la organización más grande del mundo y tiene una arquitectura financiera
caótica. Por un lado es muy jerárquica, centrada en la autoridad del Papa, y por
el otro totalmente descentralizada, con cada obispo a cargo de una diócesis que
funciona como un virtual principado", declaró a BBC Mundo.
El portafolio de inversiones financieras supera los 2.600 millones de
dólares. Sus intereses en la Unión Europea abarcan el sistema bancario,
aerolíneas, inmuebles y empresas. Nadie sabe a ciencia cierta cuánto, cómo y en
qué, gasta la Iglesia Católica a nivel mundial.
El pequeño Estado Vaticano es dueño de 700 propiedades, la mayoría en Roma,
alquiladas a empresarios, tiendas comerciales y departamentos.
La firma Italgas, del Vaticano, tiene sucursales en 36 ciudades italianas.
Sus inversiones están en los negocios del alquitrán, el hierro, las destilerías,
el agua potable y los hornos a gas e industriales.
El Vaticano posee un tercio de los casi 180 institutos financieros italianos.
También es dueño de muchos bancos influyentes de Roma, Europa, Norte y
Suramérica. Es accionista mayoritaria de Alitalia y Fiat.
El 3 de enero de 1979, en Madrid, el Vaticano firmó un tratado de negocios
económicos de la Iglesia Católica española, con garantía de financiación y su
extensión de impuestos. Los aportes presupuestarios del Estado español a la
Iglesia española fueron en 2005 de 141 millones y medio de euros.
Esta escandalosa lujuria financiera multinacional, más la declinación de la
iglesia como aparato de fe, constituyen el vapor acumulado que estaba (¿está?)
llegando a punto de explosión cuando Ratzinger renunció y los Cardenales
acudieron al jesuita Bergoglio, latinoamericano y crítico de la inmovilidad
romana.
La Iglesia perdió el 62% de sus fieles en los cuatro países latinoamericanos
con mayor cantidad de católicos: Brasil, México, Colombia y Argentina.
La preocupación es bien terrenal. En esos países nació la Teología de la
Liberación y la mayor cantidad de movimientos y curas rebeldes en la década de
los 60 y 70. En su reunión de 2012, el Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam)
reconoció una estadística sorprendente: cada 24 horas abandonan la Iglesia
católica 10 mil personas en nuestro continente.
En 20 años han sumado casi 32 millones menos de personas alejadas de las
parroquias, curías e iglesias centrales, aunque no de la fe. En términos
estadísticos reales, esa suma debe representar el 10%, más o menos, de lo
perdido sin registro o sin publicidad.
El catolicismo perdió un 20% de fieles en los últimos 50 años en Argentina,
según datos de la última Cumbre de Obispos Latinoamericanos y del Caribe.
La socióloga Marita Carballo asegura que el 78% de los argentinos se reconoce
como católico, pero apenas el 8% va a la iglesia semanalmente. Datos del
Arzobispado de Buenos Aires revelan que los casamientos por iglesia en la
Capital Federal disminuyeron un 30 % desde 1999. Argentina fue durante el siglo
XX uno de los países con mayor porcentaje de católicos.
En las siguientes estadísticas, del Index of Leading Catholic Indicators
(Índice de los Principales Indicadores Católicos) publicados por el investigador
estadounidense Kenneth Jones, se evidencia esta declinación de la fe católica,
base de la actual crisis de riesgos sísmicos en Roma y razón de la cruzada
global del Papa Francisco:
Se ha verificado una reducción seria del número de sacerdotes, seminaristas,
monjas, hermanos y órdenes religiosas en las últimas dos décadas y media.
En los EE.UU. cayó de 58 mil a 45 mil, con unos 15 mil menores de 70 años. Se
calcula no más de 31 mil para el cercano año de 2020. En 1965 se registraron
1.575 ordenaciones para el sacerdocio, en 2002 bajaron a 450, una declinación
del 350 %. En 1998, hubo una pérdida neta de 810. En 2002 había 2.928 parroquias
sin sacerdotes, contra 549 sin un sacerdote residente en 1965.
En porcentajes pasó del 1% de parroquias sin cuadro, al 15% en 2004. Si el
actual desbarranque continuara, en el año 2020, un 25% de todas las parroquias
no tendrá sacerdotes para preservar la fe en el país imperial que más aporta
dinero y recursos al poder terrenal de Roma.
La cosa no es mejor entre los aspirantes a cuadros de la iglesia y en el
plantel de mujeres militantes. Entre 1965 y 2002, el número de seminaristas cayó
de 49.000 a 4.700, o sea, el 90 %. "Sin estudiantes, los seminarios a través del
país han sido vendidos o cerrados. En 1965 había 596 seminarios, y solamente 200
en 2002", informa Catholic Hierarchy, de EE.UU.
De las 180 mil monjas que ayudaban a garantizar la fe y el poder católico en
1965, se bajó en 2002 a solo 75 mil monjas, con un promedio de edad de 68 años.
Y los "hermanos profesos", suerte de aspirantes a cuadros en la Iglesia, cayeron
de unos 12 mil en 1965, a 5 mil en 2002. Las órdenes religiosas de EE.UU.
podrían desaparecer si continúa la crisis denunciada por Bergoglio en su
documento de 2007 en el cónclave de Brasil. En 1965 habían 5.700 sacerdotes
Jesuitas y 3.500 seminaristas: en 2000 quedan 3.000 sacerdotes y 38
seminaristas. O sea, la Iglesia norteamericana está en bancarrota corporativa y
moral desde hace un largo rato.
La Orden de los Franciscanos pasó de 2.500 sacerdotes y 2.200 seminaristas en
1965, a 1.400 sacerdotes y solo 60 seminaristas treinta y cinco años después.
Mientras que de los 2.400 Hermanos Cristianos del año 1965 y 912 seminaristas,
solo quedaban 959 Hermanos y 7 seminaristas en el mismo año.
La Orden de los Redentores parece haber perdido la redención divina. Pasaron
de 1.100 sacerdotes y 1.100 seminaristas en 1965, a 349 de los primeros y apenas
24 de los segundos en el 2000.
Los estudiantes de las Escuelas secundarias diocesanas cayeron 1.566 en 1965
a no más de 780 en 2002; eso redujo los estudiantes a casi el 50%. Lo mismo se
registró en las Escuelas Primarias Parroquiales, que se redujeron en 45% con
casi el 60% menos de estudiantes.
Los bautismos de infantes, de adultos conversos y los matrimonios católicos
se redujeron drásticamente, medidos en términos inversos al crecimiento de la
población que sigue a Roma. Gallup sorprendió al Papado a comienzos de este
milenio, al revelar que los fieles que asistían a misa cada domingo se redujeron
del 74% en 1958, al 26,6%, según un estudio de la Universidad de Notre Dame en
1974. El Profesor James Lothian de la Universidad de Fordham, informó que del
65% de católicos que iban a misa los domingos en 1965, cayó la tasa a no más de
25% en el año 2000.
Lo que descubrieron los obispos en Roma y en América latina, en la conocida
reunión de 2007 en Brasil, donde Bergoglio produjo su documento programático, es
que esa tendencia, se repite agravada en algunos países latinoamericanos. Allí
comienza su cruzada. Como siempre ocurre, primero fue programática, luego pasa a
la acción organizada.
Entre la fe y el temor
De una situación similar solo hubo noticias en los períodos decenales o
anuales que condujeron a los 21 cismas vividos por la Iglesia Católica en casi
20 siglos de existencia sobre esta tierra. Dos historiadores de la Iglesia,
Francis Dvornik y el mendocino radicado en México Enrique Düssell, registran 10
cismas entre su fundación y los siguientes 9 siglos.
Durante la Baja Edad Media hubo 5 cismas en apenas cuatro siglos, un tiempo
corto para una cosa tan antigua. Y desde la Reforma Luterana (1378-1449) hasta
las turbaciones provocadas por los curas latinoamericanos de la Teología de la
Liberación en la década del 60, se conocieron no menos de 6 cismas, o crisis que
pudieron conducir a ellas.
Estos 21 colapsos del poder católico en este mundo, fueron cruzados por un
centenar de crisis. Los 21 cismas conocidos fueron las 21 ocasiones en que la
cosa se les fue de las manos.
Un dato clave, desvanecido en la montaña de palabras vertidas sobre las
causas y los propósitos del primer Papa latinoamericano, hasta esta visita a
Brasil, es el carácter social de los reclamos contenidos en casi todos los
procesos y situaciones que condujeron a las crisis y cismas eclesiales.
En 18 de los 21 casos de quiebre, actuaron previamente movimientos y
corrientes internas de resistencia al poder concentrado y lujurioso de los
Papas, la Iglesia y Roma. Siempre apareció algún profeta rebelde, o un acto
disidente y un lugar que les dio nombre: Marcionistas, Rigoristas, Montanistas,
Novacianos, Cataristas, Franciscanos, Umilatistas, Nicolaístas, Simoncistas,
Luteranos, entre otros, o los "curas rebeldes" del tercer mundo.
En todos los casos, el reclamo transitó sin pausa, desde la pérdida del
sentido de comunidad de la Iglesia, a la denuncia del carácter monárquico del
poder instalado en Roma. "El estado deplorable de la vida eclesiástica en su
sentido más amplio y su alejamiento de los pobres", recuerda Dvornik, sobre las
causas de los cismas.
No es casual, entonces, que este reclamo esté presente en las principales
declaraciones del Papa Francisco y su atrevimiento para adoptar otro tipo de
hábitos personales, sin cambiar lo fundamental: la fe y el poder de la Iglesia
en Roma. Eso no se toca. Ese es el límite. Ese mismo límite es el que impide
cualquier posibilidad de cambiarle la naturaleza a la Iglesia. Es la misma
ilusión que han tenido los propulsores de la "reforma de la ONU", de las Fuerzas
Armadas o de la Casa Blanca. Las corporaciones no cambian, se combaten.
En ese punto aparece la distinción del Papa Francisco y su cruzada. En vez de
encabezar un movimiento secular, o de raíz popular y rebeldía, él ha iniciado
una cruzada ecuménica global preventiva, para evitar que desde los fondos
sociales de la actual crisis capitalista se produzca algo similar, lejanamente
similar, a lo que fue la Teología de la Liberación.
Tal propósito es imposible sin una reforma profunda, como las que salvaron a
la Iglesia antes o después de algunos concilios. Y reforma profunda en una
institución corporativa mundial y milenaria como la Iglesia, sólo puede ser
adaptación, acomodación a las circunstancias, o como Lampeduza: cambiar algo
para que nada cambie.
Esta reforma, en una institución de escala global integrada al sistema
mundial de poder, intenta cumplir dos funciones en una sola acción: ser
conciencia preventiva para la Iglesia y para el orden económico dominante, ambas
amenazadas por las perversiones emanadas de sus entrañas.
Tienen razón tres comentaristas. Giuseppe de Rita, del Corriere della Sera,
dice que "La opción del Papa es clara: la globalización no se gobierna con la
verticalidad jerárquica y piramidal de los poderes". Wall Street Journal
Américas señala que "El primer pontífice de Latinoamérica se está convirtiendo
en una voz importante en la política de la región. Sus elogios o críticas a los
líderes cobran mayor fuerza gracias a su creciente popularidad".
Por último, el intelectual cristiano brasileño, Paulo Horta, aporta la frase
de ocasión más acertada de lo que estamos presenciando en la actuación del Papa:
"Si solo él, ya es un canon".
La cuestión es ¿cómo sobrevivir, y si se puede, pues también recuperar lo
perdido y crecer, en una sociedad mundial sometida a la mayor velocidad de
cambios culturales conocida desde la década de los 20 y los 70?
La respuesta no es sencilla para una institución de más 900 millones de
fieles en el planeta, repartidos en 5 continentes, con más de 1000 cardenales
organizados en lobys de poder nacional, regional y en la santa Roma, cerca de
400 mil sacerdotes controlando unas 300 mil casas parroquiales y una montaña de
casi 170 mil millones de dólares acumulados como capital de funcionamiento a
escala mundial.
Modesto emilio guerrero
Modesto Emilio Guerrero es periodista y militante político y social. En
1982 fue electo diputado. Fue representante de la Unión Nacional de Trabajadores
(UNT) hasta 2006. En julio de 2007 fundó el PSUV en Buenos Aires, la primera
expresión de ese partido fuera de Venezuela. Su labor difusora de la revolución
bolivariana en la Argentina lo ha convertido en una fuente obligada de
informaciones para la prensa y de análisis para movimientos políticos y
sociales. Ha pronunciado conferencias en Noruega, Chile, Uruguay, Brasil y la
Argentina. Es autor de Cuentos, Relatos y Poemas (1985), Haití: el último
Duvalier (1986), Panamá, soberanía y revolución (1990), Mercosur: origen,
evolución, perspectivas (2005), El Mercosur y la Revolución Bolivariana (2006),
Reportajes sobre América Latina (2007), la biografía analítica ¿Quién inventó a
Chávez? (2007). Su otro libro biográfico, Reportaje con la Muerte (2002), sobre
el periodista argentino Leonardo Henrichsen asesinado en Chile en 1973, fue
llevado al cine en 2008 bajo el título "Aunque me cueste la vida". En 2009
publicó Venezuela 10 años después, dilemas de la Revolución Bolivariana,
Ediciones Herramienta, Buenos Aires. Especializado en análisis internacional;
escribe columnas de opinión en el diario Página 12 y las revistas
ContraEditorial y Buenos Aires Económico. Es colaborador permanente de la
Revista Herramienta.
OTRA HUMANIDAD ES NECESARIA