El
5 de octubre de 1910 se produce en Portugal la Revolución Republicana,
que derroca la monarquía constitucional y da inicio a la Primera
República. Este periodo de profunda inestabilidad política, dio paso al
Golpe militar del 28 de mayo de 1926, liderado por Gomes da Costa.
Inmediatamente tomado el poder, Gomes ejecuta férreas medidas como la
disolución del Parlamento e inicia un periodo conocido como “Dictadura
Militar” y posteriormente “Dictadura Nacional”.
Debido a la difícil situación económica del país en 1928, Gomes
nombra Ministro de Finanzas a Antonio De Oliveira Salazar, profesor
universitario con importante prestigio académico en materia económica
que muy pronto obtuvo “positivos” avances en la economía nacional lo que
le granjeó mucha influencia política dentro del régimen hasta ser
nombrando Primer Ministro en 1932.
El régimen fue adquiriendo un carácter más represivo como consecuencia de su cada vez mayor asociación al fascismo europeo.
La transición desde la Dictadura Militar al Estado Nacional y
Corporativista de Salazar, culmina en 1933 con la aprobación de una
nueva Constitución que completaba el nacimiento del “Estado Nuevo”,
fascista, represivo, anticomunista y nacionalista reaccionario.
48 años de dictadura
Durante casi cinco décadas, la dictadura ejerció persecuciones y
crímenes contra el pueblo portugués. Destaca la incansable, audaz, y
heroica lucha de Partido Comunista Portugués (PCP), quien sería la única
organización política que combatiría desde el principio la dictadura en
todas sus etapas, luchando codo a codo con el pueblo y ganándose en el
campo de batalla el prestigio y liderazgo suficiente para ser vanguardia
indiscutible de la resistencia.
De la talla de este Partido hablan varios hechos: a pesar de las
duras condiciones impuestas por la dictadura, que lo obligaron a la
clandestinidad, el PCP, realizó tres Congresos, un importante proceso de
reorganización, contundentes acciones contra el gobierno, formación
ideológica y política permanente que permitió el surgimiento de grandes
dirigentes del Partido y del pueblo portugués como Álvaro Cunhal.
Claro ejemplo de la abnegación del PCP en la lucha contra Salazar lo
constituye el hecho de que Bento Goncalves, Secretario General del
Partido, resistió hasta su muerte en el campo de concentración de
Tarrafal, en Cabo Verde.
Pero los aportes del PCP a la resistencia contra la dictadura no son
sólo cuantificables en sacrificios, su aporte fundamental se expresa en
haber podido elaborar una grandiosa guía política orientada por el
marxismo-leninismo que tributó a la acumulación de fuerza popular para
el derrocamiento del régimen fascista.
Para corroborar esto basta con conocer las decisiones y línea
emanadas del VI Congreso del Partido, en 1965, último en la
clandestinidad, donde se definió a la revolución antifascista como una
de carácter democrática y nacional con ocho objetivos de acción que
luego la historia demostró acertados: destruir el Estado fascista e
instaurar un régimen democrático; liquidar el poder de los monopolios y
promover el desarrollo económico general; realizar la Reforma Agraria;
elevar el nivel de vida de la clase obrera y del pueblo en general;
democratizar la instrucción y la cultura; liberar Portugal del
imperialismo; reconocer y asegurar a los pueblos de las colonias
portuguesas el derecho inmediato a la independencia; y, seguir una
política de amistad y paz con todos los pueblos del mundo.
La dictadura hacía aguas; no era solo la persecución a los comunistas
o los sindicatos, eran las cada vez más duras condiciones políticas y
económicas impuestas al pueblo portugués, y el aislamiento internacional
por la terca disposición del régimen a mantener a sangre y fuego las
llamadas posesiones de ultramar.
Salazar fue incapacitado en 1968 por una lesión cerebral producto de
una caída, pero su sucesor, Marcelo Caetano, no pudo impedir la debacle.
El 25 de Abril de 1974, las condiciones mencionados más el
descontento en las Fuerzas Armadas por la inútil guerra en las colonias
portuguesas, aunado al acumulado de lucha y resistencia popular,
generaron las condiciones para que un grupo de militares, casi todos
capitanes, agrupados en el Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA) y
liderados por el General Spínola, dieran al traste con la dictadura.
Ese día, a la señal que diera la canción “Grandola Vila Morena” en la
radio, se inició la “Revolución de los Claveles”, en alusión a los
claveles rojos que colocaban en la boca de sus fusiles los militares
sublevados contra la dictadura.
La Revolución de Abril
Pocos hechos políticos están tan arraigados en un pueblo como la
Revolución de Abril en el pueblo portugués; este hecho no sólo puso fin a
la dictadura fascista sino que abrió un interesante espacio donde se
alcanzaron innegables conquistas populares.
El mismo día 25 se instala una Junta de Salvación Nacional, que
presidia Spínola y que duraría hasta el 14 de marzo de 1975 para dar
paso a los Gobiernos Provisorios donde participó el PCP, intentando
seguir aplicando su línea política del VI Congreso con la finalidad de
salvaguardar la revolución democrática y llevarla a mejores derroteros
de superiores conquistas revolucionarias.
El proceso revolucionario portugués contó no pocas conquistas:
desintegración de la policía criminal (PIDE), reconocimiento inmediato
de la independencia de las colonias, nacionalizaciones de empresas
estratégicas y bancos, reforma agraria, amplitudes democráticas
generales, legalización del PCP, libertad para los presos políticos,
libertad sindical y derecho a huelga, aumentos de salarios y beneficios a
la población, inversión en salud y educación, entre muchas otras.
Exactamente un año después del triunfo revolucionario, el 25 de abril
de 1975, se realizaron elecciones para la Asamblea Constituyente que
elaboró una nueva Constitución que entró en vigencia el 25 de abril de
1976, inaugurando un nuevo periodo político donde el reformismo
encarnado en el Partido Socialista y en su líder Mario Soares se
encargaron de ir poco a poco revirtiendo, incluso antes de dichas
elecciones, las conquistas y avances populares y revolucionarias hasta
el punto de aislar a la izquierda y permitir el reacomodo de las fuerzas
políticas del capital.
¡25 de Abril siempre!
Lo que el 25 de abril de 1974 representa para el pueblo portugués y
las conquistas concretas alcanzadas a partir de este día no están
perdidas; mucho menos la disposición de lucha y avance de su pueblo y de
su cada día más fuerte y vigoroso PCP.
No en balde el Partido siempre refiere la necesidad de que los
“valores de Abril” se expresen en el futuro de Portugal y en la
necesidad de la derrota del actual gobierno y su política capitalista y
opresiva por una política patriótica y de izquierda que más temprano que
tarde se impondrá.
Los avances de la Revolución de Abril fueron rezagados y muchos otros
revertidos por la coincidencia práctica que siempre terminan teniendo
el reformismo y la reacción, pero seguros estamos que guiados por la
política representada en el PCP –afianzada en la crítica y autocrítica
de los errores cometidos y en el heroico acumulado de lucha popular que
esta organización encarna–, más temprano que tarde el pueblo portugués
recuperará el rumbo revolucionario para apuntar con mucha mayor decisión
y precisión hacia la conquista del Socialismo.
¡
Viva el 25 de Abril!
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