 
Esta semana, la administración Obama denunció por 
segunda vez al apoyo de Ankara al Emirato Islámico (también designado 
como Daesh, su acrónimo árabe, y inicialmente conocido como EIIL, siglas
 de “Emirato Islámico en Irak y el Levante”).
La primera vez fue el 2 de octubre y la acusación vino del 
vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, durante una conferencia 
organizada en Harvard [
1].
 La segunda acaba de tener lugar, el 23 de octubre, cuando el 
subsecretario del Tesoro, David Cohen, hizo uso de la palabra en la 
Fundación Carnegie [
2].
 Tanto el vicepresidente Biden como el subsecretario Cohen acusaron a 
Ankara de estar apoyando a los yihadistas y facilitando la venta del 
petróleo que estos se roban en Irak y en Siria.
Ante las vehementes protestas del presidente Recep Tayyip Erdogan, 
Joe Biden acabó presentando excusas. El gobierno turco autorizó entonces
 el PKK [
3]
 a acudir en ayuda de los kurdos sirios sitiados en Kobane por los 
yihadistas de Daesh. O más bien eso fue lo que anunció públicamente. 
Pero en la práctica, el comportamiento de Ankara no ha sido 
nada convincente y es por eso que Washington acaba de retomar sus 
acusaciones.
Turquía y la cuestión de las limpiezas étnicas
Pienso que lo que le molesta a Washington no es el apoyo a los 
yihadistas. La actitud de Turquía hacia los yihadistas está en 
correspondencia total con el plan estadounidense y, al menos hasta 
octubre de 2014, Daesh sigue bajo el control de la CIA. Lo que 
Washington no puede admitir es que un miembro de la OTAN se vea 
implicado públicamente en la masacre que amenaza a la población de 
Kobane. La política de la administración Obama es muy simple: Daesh fue 
creado para encargarse de lo que no puede hacer la OTAN –la limpieza 
étnica– mientras que los miembros de la alianza atlántica fingen 
no tener nada que ver con ello. Pero masacrar a los kurdos de Siria 
no es una necesidad para la política de Washington y la implicación de 
Turquía sería un crimen contra la humanidad.
La actitud de Turquía se presenta como involuntaria. Y precisamente 
en eso reside el problema. Turquía es un Estado negacionista que 
nunca reconoció las masacres que ha perpetrado: en 4 años –de 1914 a 
1918– asesinó 4 millones de armenios, 200 000 asirios y cristianos 
adeptos del rito griego y 50 000 asirios en Persia; y más tarde –de 1919
 a 1925– también acabó con las vidas de 800 000 armenios y griegos [
4].
 Lejos de cerrar ese doloroso capítulo de su historia, el mensaje de 
condolencias que el señor Erdogan emitió el pasado 23 de abril denotaba 
la incapacidad de Turquía para reconocer los crímenes perpetrados por 
los Jóvenes Turcos [
5].
Ankara trató en el pasado de acabar con los kurdos del PKK. Y muchos 
huyeron hacia Siria. Al inicio de la actual guerra, el presidente Assad 
les concedió la ciudadanía siria y les entregó armas para que 
defendieran el territorio nacional. Así que para Ankara, una masacre 
perpetrada contra esos kurdos sería una buena noticia y ese es 
precisamente el tipo de trabajo sucio que Daesh podría realizar.
Implicación de Turquía en otras limpiezas étnicas recientes
Durante la guerra de Bosnia-Herzegovina (de 1992 a 1995), el ejército turco respaldó la «
Legión Árabe»
 de Osama ben Laden que se encargó de la limpieza étnica perpetrando 
numerosas matanzas contra los serbios ortodoxos. Los yihadistas que 
participaron en aquellos hechos hoy son miembros de diversos grupos 
armados que operan en Siria, entre los que se encuentra Daesh.
En 1998, el ejército turco participó en el entrenamiento militar 
dispensado a los miembros del UCK (siglas en albanés del Ejército de 
Liberación de Kosovo), cuyos atentados dieron lugar a la represión 
gubernamental yugoslava, la que a su vez fue el pretexto que invocó la 
OTAN para justificar su propia intervención en Yugoslavia. Durante la 
guerra así provocada, Hakan Fidan, el actual jefe de la inteligencia 
turca (MIT), era agente de enlace entre la OTAN y Turquía. Y lo que 
sucedió fue que el UCK procedió sistemáticamente a la expulsión de los 
serbios ortodoxos y profanó sus lugares de culto. En 2011, Hakan Fidan 
envió yihadistas a Kosovo para que el UCK los entrenara en materia de 
terrorismo… antes de atacar Siria.
Durante la ocupación de Irak, Estados Unidos recurrió oficialmente a 
Turquía y Arabia Saudita para reconstruir el país que había invadido. La
 política aplicada en aquel momento provocó la guerra civil y masacres 
sistemáticas, principalmente contra chiitas y cristianos. Como explicó 
el ex consejero de la Casa Blanca para la Seguridad de la Patria, 
Richard A. Falkenrath, esa política estaba concebida para incrustar el 
yihadismo en Irak, utilizarlo allí y evitar que se moviera hacia 
Estados Unidos [
6].
En septiembre de 2013, cientos de yihadistas del Ejército Sirio Libre
 (el grupo armado respaldado por Francia que se identifica con la 
bandera de la colonización francesa en Siria) respaldados por elementos 
del Frente al-Nusra (la franquicia de al-Qaeda en Siria) penetraron 
en Siria desde Turquía para tomar la ciudad siria de Maalula, violar a 
sus mujeres, matar a sus hombres y profanar sus iglesias. Maalula carece
 de interés estratégico militar. Aquel ataque era únicamente una manera 
de perseguir públicamente a los cristianos, ya que Maalula es el símbolo
 sirio de la cristiandad desde hace unos 2 000 años.
En marzo de 2014, cientos de yihadistas del Frente al-Nusra y del 
Ejército del Islam (dos grupos pro-sauditas) penetraron en Siria 
desde Turquía, dirigidos y respaldados por el ejército turco, para 
saquear la ciudad siria de Kessab. La población de la ciudad logró huir 
antes de ser víctima de una masacre. Cuando el Ejército Árabe Sirio 
acudió en auxilio de la población, Turquía lo combatió y derribó uno de 
sus aviones. Kessab presenta interés estratégico para la OTAN debido a 
la proximidad de una base de radares rusos que vigila la base de la OTAN
 ubicada en la región turca de Incirlik. Los habitantes de Kessab 
son armenios cuyas familias lograron huir de las masacres perpetradas 
por los Jóvenes Turcos.
¿La Turquía actual admite el genocidio?
Es la pregunta que se impone en la actual situación. Dado que Ankara 
niega que la masacre contra los armenios y las masacres contra diversas 
minorías –principalmente cristianas– perpetradas desde 1915 hasta 1925 
fueron organizadas por el Comité Unión y Progreso, ¿no podría decirse 
que Turquía no considera que el genocidio sea un crimen y que 
simplemente lo ve como una opción política más?
La política del actual gobierno turco se basa en la «
doctrina Davutoglu».
 Según Ahmet Davutoglu, profesor de Ciencias Políticas hoy convertido en
 primer ministro, Turquía debe recuperar la influencia que tuvo en la 
era otomana y unificar el Medio Oriente basándose en el islam sunnita.
Al principio, la administración Erdogan predicaba la solución de los 
conflictos pendientes desde la caída del Imperio Otomano, lo cual se 
definió como política de «
cero problemas» con los vecinos. 
Al calor de esa política, Siria e Irán negociaron la creación de una 
zona de libre intercambio que dio lugar a un verdadero bum económico en 
los 3 países. Pero en 2011, durante la guerra de la OTAN contra Libia, 
Turquía abandonó la política de conciliación para tratar de imponerse 
como potencia beligerante. Y desde aquel momento se ha enemistado 
nuevamente con todos sus vecinos, con excepción de Azerbaiyán.
El apoyo francés a Turquía
Durante las guerras contra Libia y Siria se produjo entre Francia y 
Turquía un acercamiento que se ha convertido en un verdadero pacto, 
al estilo de la alianza franco-otomana que preconizaban el rey francés 
Francisco I y Solimán el Magnífico. Aquella alianza duró 2 siglos y 
medio y sólo terminó en tiempos de Napoleón Bonaparte, antes de resurgir
 brevemente durante la guerra de Crimea.
La nueva alianza entre Francia y Turquía fue ratificada por el 
ministro francés de Relaciones Exteriores Laurent Fabius, quien –en 
febrero de 2013– levantó el veto francés a la inclusión de Turquía en la
 Unión Europea y se comprometió a favorecer la admisión de Ankara.
Al mismo tiempo, el presidente francés Francois Hollande y su 
ministro de Relaciones Exteriores Laurent Fabius así como el entonces 
primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan y el entonces jefe de la 
diplomacia turca Ahmet Davutoglu montaron una operación conjunta para 
asesinar al presidente sirio Bachar al-Assad y su ministro de Relaciones
 Exteriores Walid al-Mualem. Para ello sobornaron a varios miembros del 
personal de limpieza del palacio presidencial pero la operación fracasó.
En el verano de 2013, Turquía organizó el ataque químico perpetrado 
en las afueras de Damasco y lo atribuyó a Siria. Con el respaldo de 
Francia, trató de lograr que Estados Unidos bombardeara la capital siria
 para acabar con la República Árabe Siria. Francia y Turquía querían que
 Washington volviese a su proyecto inicial de derrocamiento de la 
República Árabe Siria.
Un documento entregado al Consejo de Seguridad de la ONU demuestra 
que después del voto secreto de enero de 2014 con el que el Congreso de 
Estados Unidos aprobaba la entrega de armamento y financiamiento a los 
rebeldes para posibilitar la limpieza étnica en la región, Francia y 
Turquía siguieron armando en secreto a los yihadistas del Frente 
al-Nusra (o sea, a al-Qaeda) para que luchara contra Daesh. El objetivo 
seguía siendo el mismo, forzar a Washington a volver a su proyecto 
inicial.
Es importante señalar de paso que Turquía no fue el único país que 
armó a los yihadistas que atacaron las ciudades cristianas sirias de 
Maalula y Kessab, violaron a sus mujeres, mataron a sus hombres y 
profanaron sus iglesias. También lo hizo Francia.
Turquía soborna a los dirigentes franceses
La prensa habla frecuentemente de que Qatar soborna a la clase 
dirigente francesa. Pero no dice ni una palabra de las sumas colosales 
que gasta Turquía para comprar el apoyo de los políticos franceses.
¿La prueba de esa corrupción? El silencio de los dirigentes franceses
 sobre lo que sucede en Turquía (ese país ostenta el record mundial de 
encarcelamiento de periodistas, abogados y oficiales superiores de las 
instituciones armadas), sobre el respaldo turco al terrorismo 
internacional (la justicia turca ha comprobado que Erdogan se reunió 
12 veces con el banquero de al-Qaeda, en Turquía existen 4 campamentos 
de al-Qaeda y ese país ha organizado el tránsito de decenas de miles de 
yihadistas), sobre el saqueo perpetrado contra Siria (miles de fábricas 
del distrito sirio de Alepo han sido desmontadas y trasladadas 
a Turquía) y sobre las masacres cometidas con la participación de 
Turquía (en Maalula, Kessab y la que probablemente tendrá lugar 
si finalmente cae Kobane).
Los empresarios turcos –fieles aliados de Erdogan– crearon en 2009 el
 Instituto del Bósforo, encargado de promover los vínculos entre Turquía
 y Francia [
7]. Su comité científico, donde figura como copresidenta la señora Anne Lauvergeon [
8], tiene como miembros a la crema de los políticos franceses de la UMP [
9], (por ejemplo, Jean-François Coppé [
10] y Alain Juppé [
11]); del Partido Socialista (Elisabeth Guigou [
12] y Pierre Moscovici [
13]), muchos de ellos muy vinculados al presidente Francois Hollande (como Jean-Pierre Jouyet [
14]) e incluso algunos ex comunistas.
Esas personalidades, algunas de ellas personas honorables, 
seguramente no piensan aprobar las masacres cometidas por el régimen de 
Ankara. Pero, de hecho, eso es lo que están haciendo.
Al aliarse con Turquía, Francia se ha hecho cómplice activa de sus masacres.
 
[
1] “
Remarks by Joe Biden at the John F. Kennedy Forum”, by Joseph R. Biden Jr., 
Voltaire Network, 2 de octubre de 2014.
[
2] “
Remarks by U.S. Treasury Under Secretary David S. Cohen on Attacking ISIL’s Financial Foundation”, David S. Cohen, 
Carnegie Endowment for Internationale Peace, 23 de octubre de 2014.
[
3] Partido de los Trabajadores del Kurdistán, fundado en Turquía en 1978.
[
4] 
Statistics of Democide: Genocide and Mass Murder Since 1900, R.J. Rummel, Transaction, 1998, p. 223-235.
[
5]
 Los Jóvenes Turcos fueron un partido nacionalista revolucionario y 
reformador otomano conocido oficialmente bajo el nombre de Comité Unión y
 Progreso (CUP). Ese partido se alió con las minorías y derrocó 
al sultán Abdulhamid II. Pero al llegar al poder emprendió una política 
de turquificación que lo llevó a planificar un genocidio contra las 
minorías, principalmente contra los armenios.
[
6] Citado en «
If Democracy Fails, Try Civil War», Al Kamen, 
The Washington Post, 25 de septiembre de 2005.
[
7] Ver el sitio web del 
Institut du Bosphore.
[
8]
 Ex colaboradora del presidente francés Francois Mitterrand, 
Anne Lauvergeon fue presidenta de Areva (grupo francés considerado líder
 mundial en el sector de la energía nuclear) de 2001 a 2011. Actualmente
 preside la Comisión de Innovación.
[
9]
 La UMP (Unión por un Movimiento Popular) es el partido de derecha 
inicialmente llamado Unión por la Mayoría Presidencial y formado para 
apoyar a la candidatura del presidente francés Jacques Chirac con vista a
 las elecciones presidenciales de 2002. Nota de la 
Red Voltaire.
[
10] Diputado, ex ministro y ex presidente de la UMP.
[
11]
 Alcalde de Burdeos, ex primer ministro y ex presidente de la UMP, Alain
 Juppé se convirtió en ministro de Relaciones Exteriores de Francia al 
inicio de las guerras contra Libia y Siria.
[
12]
 Ex colaboradora de Francois Mitterrand y ex ministra, Elisabeth Guigou 
preside actualmente la Comisión de Relaciones Exteriores de la Asamblea 
Nacional.
[
13] Diputado y ex ministro, Pierre Moscovici acaba de ser designado para convertirse en comisario europeo.
[
14] Alto funcionario y viejo amigo de Hollande, Jean-Pierre Jouyet es hoy director general de la compañía aseguradora AXA.