5/2/2014
Por
David Harvey
La
crisis, lejos de cerrar los horizontes socialistas, abre nuevas
perspectivas. Es la hora de volver a salir al ataque, armados de una
teoría del cambio social
Intervención en el Congreso “Marxism 2009”,
organizado por el SWP (Partido Socialista de los Trabajadores)
británico en Londres, del 2 al 6 de julio de 2009. David Harvey
participó en el taller consagrado a la crisis económica junto a Chris
Harmann. En su intervención se desarrolla principalmente una idea que
parece paradójica hoy con relación al repliegue del movimiento social.
Para él, la crisis, lejos de cerrar los horizontes socialistas, abre
nuevas perspectivas. Es la hora, según él, para las fuerzas de
izquierda, de volver a salir al ataque, armadas de una teoría del cambio
social que se inspira en Marx. (Nota de los editores franceses)
La crisis es, a mi juicio, una racionalización irracional de un
sistema irracional. La irracionalidad del sistema queda perfectamente
clara hoy: masas de capital y trabajo inutilizadas, de costa a costa, en
el centro de un mundo pleno de necesidades insatisfechas. ¿Acaso esto
no es una estupidez? La racionalización que el capital desea tiene por
objeto restablecer las condiciones de extracción de plusvalía, restaurar
los beneficios. El medio irracional de lograr este objetivo consiste en
suprimir trabajo y capital, condenando inevitablemente al fracaso la
racionalización buscada. He aquí lo que entiendo por racionalización
irracional de un sistema irracional.
Sin embargo, el socialista que soy considera que existe otro medio de
racionalizar el sistema. La cuestión fundamental, a mi modo de ver,
consiste en determinar las condiciones que permitan al capital y al
trabajo, reunidos, ir efectivamente al encuentro de las necesidades de
la humanidad. Es la racionalización a la cual deberíamos tender todos,
de ahora en adelante. En efecto, hoy día la crisis abre la oportunidad
de pensar la transición hacia el socialismo, hacia el comunismo.
Ahora bien, buscar respuestas en el sistema en el cual vivimos
implica reafirmar nuestro entusiasmo revolucionario. Entiendo que para
ello es necesario volver de nuevo a los orígenes de este entusiasmo.
Aunque aprecié mucho el impulso revolucionario que reinaba ayer aquí por
la noche, con Alex Callinicos o Slavoj žižek, me pareció no obstante
que éste no estaba libre de peligros. En nuestra época, el adjetivo
revolucionario se ha vaciado de sentido. Todo es revolucionario,
incluidos los cosméticos, y no estoy seguro de querer llegar a ser un
experto del último pulverizador capilar revolucionario; ¿Acaso Margaret
Thatcher no se definía ella misma como revolucionaria?
Pensar para actuar
¿A qué debería parecerse el movimiento revolucionario que deseamos?
Para responder a esta cuestión debemos forjar una teoría del cambio
social que nos ayude a determinar los medios por los cuales un
movimiento revolucionario pueda conducirnos hacia una sociedad
radicalmente diferente. Con ese fin, me interesé cada vez más de cerca
con lo que es, a mi juicio, la teoría del cambio social desarrollada por
Marx en El capital. Y voy a utilizarla para que reflexionemos sobre
esta teoría como un medio para actuar.
El pasaje sobre el cual me detengo siempre es una nota a pie de
página (la nota 4) del capítulo 15 del libro I, titulado “Mecanización y
gran industria”. Marx desarrolla la idea de que la tecnología, la
relación con la naturaleza, las relaciones sociales y las
representaciones mentales se imbrican en una suerte de configuración
dialéctica. Conecta igualmente esta idea con su lectura de Darwin, lo
que me parece casi corresponder con una tentativa evolucionista para
establecer una teoría del cambio social. Marx plantea la cuestión en
estos términos: analicemos estos distintos elementos poniéndolos en
relación con nuestra concepción del futuro; es decir, partamos de donde
estamos ahora y reflexionemos sobre los medios para llegar a otras
configuraciones.
La relación con la naturaleza: primer momento del cambio social
El primer concepto sobre el cual Marx se detiene es el de la relación
con la naturaleza. ¿En qué consiste nuestra relación con la naturaleza?
¿Cómo la comprendemos? ¿Por qué medios queremos modificarla en el
futuro y cómo pensamos la relación dialéctica entre la actividad humana y
la transformación de la naturaleza? Colocar la relación con la
naturaleza en estos términos vuelve obsoleta la idea de que la
naturaleza podría ser determinada por la actividad humana. Al contrario,
aparece más bien como un componente del cambio social. En otras
palabras, colocar la relación con la naturaleza así implica que la
transformación humana y la transformación del orden de la naturaleza son
interdependientes, evolucionan juntas. Esta dialéctica es crucial en la
historia humana. Y cuando Marx la aborda, lo hace de manera extensa,
abarcativa y compleja.
He aquí, en cualquier caso, un momento de la transformación histórica
sobre la cual Marx nos invita a que reflexionemos: ¿Qué tipos de
relación con la naturaleza apuntan a una sociedad socialista? ¿Y cómo
vamos a conseguir, a partir de la situación actual, establecer nuevas
formas de relación con la naturaleza en la sociedad socialista futura?
El momento tecnológico
Marx introduce otro elemento: el tecnológico. Para él, la tecnología
no se reduce a las máquinas sino que se refiere también a la concepción,
a las formas sociales y a la organización del trabajo, así como a la
formación y los conocimientos necesarios. Este momento nos reenvía a una
extensa esfera de actividades. ¿Qué tipos de combinaciones tecnológicas
deseamos y cómo pueden ser establecidas? He aquí las cuestiones a las
cuales debemos responder. A ellas se añade el problema planteado por
Marx en el capítulo 15, consagrado a la gran industria: ¿Cómo el
capitalismo definió una tecnología que le es propia y que corresponde
perfectamente con sus necesidades específicas y a sus medios de
producción? Después de todo, el capitalismo tiene su origen en
tecnologías feudales, en formas de organización social feudales. Y es
solamente cuando desarrolla su propia tecnología que de verdad se afirmó
como capitalismo. La evolución de la tecnología se conecta entonces con
la aparición de un nuevo modo de producción que rompe con el
feudalismo.
Se trata, entonces, de colocar un haz de cuestiones verdaderamente
cardinales para nosotros: ¿Qué tipos de tecnologías podemos imaginar
para la sociedad socialista? ¿Cómo establecerlas, al mismo tiempo que
hoy sólo nos parece posible utilizar las formas tecnológicas que
conocemos? ¿Cómo podremos pasar de tecnologías capitalistas a otras
completamente diferentes? En otras palabras, se trata de plantearse
exactamente las mismas cuestiones que en el capitalismo se plantearon
para pasar de las tecnologías feudales a sus propias tecnologías.
Esta cuestión no es, obviamente, independiente de la relación con la
naturaleza. Porque la relación con la naturaleza es definida por
parámetros tecnológicos, al menos tanto como las tecnologías son
determinadas por problemas vinculados a la naturaleza. En la actualidad,
las “tecnologías verdes” se consideran como un medio para responder a
las dificultades que plantea la relación con la naturaleza. Existe
entonces una estrecha relación entre la evolución tecnológica y la
evolución de nuestra relación con la naturaleza. Es decir, estas
evoluciones están dialécticamente relacionadas una con la otra, aunque
son independientes entre sí. Así como lo que hacemos tiene consecuencias
directas sobre la naturaleza, esta cambia por sí misma también y
debemos adaptarnos a ello. No es una casualidad si, por ejemplo, se
asociaron algunas gripes aparecidas recientemente con las grandes
densidades de la industria agroalimentaria. Surgida en México, la gripe
porcina procede en realidad del desplazamiento de las grandes
concentraciones de cerdos de Carolina del Norte hacia este país. En el
Delta del Rivière de las Perlas (Sur de China), la gran concentración de
aves (incluidos pollos enfermos) implicó la aparición de la gripe
aviaria.
El mecanismo tecnológico y la relación con la naturaleza son, por
tanto, dos momentos del proceso de transformación en los cuales debemos
pensar.
Las relaciones sociales
El tercer elemento sobre el cual Marx se detiene se refiere a las
relaciones sociales. ¿De qué tipos de relaciones sociales estamos
hablando en el presente y en qué tipo de relaciones sociales queremos
trabajar? Queda claro que esta cuestión no es independiente de los
mecanismos tecnológicos, que tiene que ver con la relación con la
naturaleza. En efecto, estas relaciones constituyen una esfera
verdaderamente compleja, dentro de la cual los conflictos son numerosos,
tanto en lo que concierne al tipo de relaciones sociales que
contemplamos -en términos de clases sociales, de género, de “razas”-
como a los medios de los que disponemos para asumir el conjunto de estas
cuestiones.
De este modo, las tecnologías limitan las posibilidades de algunos
tipos de relaciones sociales. Por ejemplo, yo defiendo la idea de una
división horizontal de las tareas sociales en el marco de algunas
actividades comunes. Y con todo, tendría temor de ver a un anarquista a
la cabeza de una central nuclear. Y francamente, la existencia misma de
las centrales nucleares -y que se piense que ellas existan para un
determinado tiempo- implica tomas de decisiones rápidas, con el riesgo
de que una u otra explote.
Entonces, en cierto sentido, las tecnologías de las que disponemos no
están desvinculadas de una determinada manera de concebir las
relaciones sociales; del mismo modo, las posibilidades de ver las
relaciones sociales no están desvinculadas de las tecnologías
disponibles. Algunos piensan que es maravilloso poder beneficiarse de
las tecnologías solares y de las energías eólicas. Sin embargo, el
desarrollo de estas tecnologías depende de metales que poseen las
cualidades magnéticas necesarias para su funcionamiento. Ahora bien, un
95% del comercio de estos metales raros procede hoy de China. Así pues,
tal solución suscita otras dificultades, vinculadas, en particular, con
la posición dominante de China en el comercio de los metales raros.
Organización de la producción, representación mental del mundo, de la vida diaria y del “vivir juntos”
El
cuarto elemento sobre el cual Marx se detiene es, por supuesto, la
organización de la producción. La producción puede organizarse de
numerosas maneras diferentes. Debemos reflexionar sobre el proceso de
producción y sus métodos de funcionamiento. La organización de la
producción no está nuevamente, separada de las relaciones sociales, de
los medios tecnológicos y de la relación con la naturaleza.
Marx introduce una dimensión más que, en mi opinión, es en verdad muy
importante: la representación mental del mundo. Ésta debe cambiar:
debemos modificar nuestra manera de vernos en el mundo en términos de
relaciones sociales, de medios tecnológicos, de relaciones con la
naturaleza, en resumen: en relación con todas las cuestiones mencionadas
anteriormente. De nuevo, esta transformación no es independiente de
todos los demás aspectos. A eso se añade nuestra concepción de la vida
diaria (el trabajo, los niños, etc.). ¿De qué se trata, en definitiva,
hoy? ¿Y cómo lo vemos en la sociedad que debe construirse?
En fin, el último aspecto sobre el cual Marx hace hincapié remite a
la noción de “vivir juntos”, es decir, todos los elementos de carácter
institucional y administrativo que cimientan a la sociedad y gracias a
los cuales los hombres y las mujeres pueden coexistir.
La revolución permanente del capitalismo Tenemos así siete aspectos
que participan en la transformación de todo orden social. Estos siete
momentos evolucionan juntos en cada una de las fases de transición del
orden social existente. Así pues, cuando Marx reconstruye el paso del
feudalismo al capitalismo en El capital, destaca el hecho de que todos
estos elementos debieron cambiar los unos en relación con los otros. En
efecto, eso parece bastante claro, y es absolutamente falso sostener que
Marx se haya imaginado que sólo uno de estos aspectos pudiera haber
sido el determinante: el cambio tuvo implicaciones sobre cada uno de
estos elementos. La transformación social es entonces un proceso que
evoluciona de manera interdependiente; en eso se parece al sistema
ecológico. La transición del feudalismo al capitalismo implicó de hecho
una transformación de la representación mental del mundo, del proceso de
producción, de la tecnología, y de la relación con la naturaleza.
Sin embargo, a partir del momento en que el capitalismo se afirmó, no
quedó satisfecho con la manera en que estos siete momentos se
articulaban. En efecto, optó por una revolución perpetua. Piensen un
poco en estos siete aspectos y traten de recordar cómo eran visualizados
en 1970. ¿Cuál era entonces la representación mental dominante del
mundo? ¿Y cuál es la de hoy? El capitalismo se presenta así como una
reconfiguración radical permanente de todos estos momentos.
Las crisis configuran de nuevo al conjunto de estos elementos. En la
actualidad, precisamente, atravesamos una crisis y debemos pensar en
todas las posibilidades que se abren en este momento particular para
configurar de nuevo el conjunto de estos aspectos, con el fin de
reorientar la sociedad no en el sentido hasta ahora dominante -hacia las
ganancias capitalistas- sino en una dirección radicalmente diferente,
para responder a las necesidades de la humanidad.
Las posibilidades abiertas por la crisis
De ellas deberíamos ocuparnos en este momento. Lo que es de verdad
maravilloso en el hecho de ver las cosas así es que el movimiento social
puede tomar apoyo sobre no importa cuál de estos aspectos. Sin olvidar,
sin embargo, que lo importante es no detenerse en uno u otro. En otras
palabras, es necesario crear un movimiento revolucionario móvil que
atraviese todas estas interrelaciones dialécticas. El capitalismo no
sabe qué tipo de reconfiguración va a establecerse. Estamos hoy en un
momento donde debemos estar en condiciones de dar sentido a todas estas
posibilidades. Pero para ello, necesitamos recursos, imaginación,
creatividad científica; tenemos necesidad de la ayuda de mucha gente.
Debemos movilizar al conjunto de estas fuerzas. Por tanto, en este
momento de crisis, uno de los problemas principales al cual debemos
hacer frente es que todos estos recursos potenciales están, en cierta
medida, aprisionados ideológicamente bajo el yugo de las estructuras
institucionales, y por ello debemos liberarlos.
Yo trabajo en el sistema universitario; una de las más importantes
tareas que tenemos que encarar hoy es liberar a la universidad de las
limitaciones corporativistas neoliberales y movilizar a todas las
personas que se preguntan lo que está en curso, con el fin de animarles a
reflexionar. Imagínense que pueda hacerse… Pero debemos hacer más
todavía. La universidad no se cuestiona sola; es necesario movilizar a
otras instituciones, hacer el llamado; he aquí lo que en verdad debe
hacerse.
Una visión radicalmente otra del mundo
Con el fin de movilizar al conjunto de estos recursos es necesario
avanzar una visión del mundo radicalmente diferente, y proponer
soluciones alternativas a aquellas sobre las cuales numerosas personas
tienden. Debemos, por otro lado, extender esta nueva visión del mundo en
el sentido más amplio posible. En otras palabras, si existe una
transición entre el capitalismo y el socialismo, ella deberá ser tan
larga y compleja como la que señaló el paso del feudalismo al
capitalismo. Considerar así la fase de transición implica que es
necesario ir más allá de las barricadas y la toma de poder. Ciertamente
debemos tomar apoyo sobre estructuras existentes, sobre el Estado, pero
debemos reconfigurar radicalmente al Estado. En mi opinión, no tiene
ningún sentido llamar a la destrucción del Estado, porque la cuestión
del tipo de institución que debe sustituir al Estado va a plantearse
inevitablemente. Alguna cosa similar al Estado deberá organizar al
Estado y eso implicará una reconfiguración de toda la estructura
institucional.
Aquí está, a mi juicio, el conjunto de tareas que debemos atender.
Ahora bien, nos enfrentamos a una crisis mayor en nuestras propias
filas, vinculada a nuestra falta de imaginación en cuanto a lo que debe y
puede hacerse reuniendo y movilizando todos los recursos disponibles.
Debemos tener una visión más amplia que aquélla que expresa generalmente
la izquierda.
La ciudad como bien común
Uno de los grupos con los cuales trabajo en Nueva York se llama
“Derecho a la ciudad”. Se trata de una asociación que reúne
aproximadamente a quince organizaciones que defienden distintos
intereses (los sin refugios, las víctimas de la criminalización, los
homosexuales, etc.). Estas organizaciones se reunieron con el fin de
defender el derecho a la ciudad, a recuperar la ciudad como bien común.
Se trata, a mi juicio, de un muy importante movimiento político que
busca proyectarse nacionalmente; pretende extenderse en Nueva York,
Miami, Washington, Los Ángeles y otras ciudades más. Aunque no sé cómo
situarlo en las distintas concepciones de las clases sociales puestas en
cuestión esta noche, lo considero como un movimiento de clase.
Muchas esferas, cuestiones, temas, deben ser abordadas: aquellas que
afectan a la gente y son verdaderamente indignantes. Por ejemplo, en
enero de 2008, dos millones de personas habían perdido sus casas en los
Estados Unidos. Durante el mismo mes, Wall Street se asignaba una prima
de 32 mil millones de dólares (sólo 2% menor que el año anterior), ¡una
prima por haber llevado a la ruina el sistema financiero mundial!
Encuentro eso en verdad indignante. Pero lo es más aún el que aquellos
que perdieron su casa fueron considerados responsables del desastre. Eso
no deja ninguna duda en cuanto a la incapacidad de comprender la
naturaleza sistémica de la crisis.
El papel de la izquierda hoy
Tenemos un papel muy importante que jugar para esclarecer a la gente.
Las visiones del mundo con las cuales se acercan a estas cuestiones son
absolutamente erróneas. Esa es una de las razones por las cuales me
interesé en la teoría del cambio social en Marx. Es necesario poder
llevar la batalla sobre todos los frentes y combatir la ideología
dominante. Internet puede ser un buen medio, pero la red puede ser
utilizada también para otros fines, al igual que en su tiempo lo fue el
teléfono: puede ser a la vez un instrumento para lograr objetivos
revolucionarios así como un medio para defender opciones
contrarrevolucionarias.
Cuando desarrollo la idea de la transición del feudalismo al
capitalismo no quiero decir que hoy se trata exactamente de la misma
cosa. Lo que este ejemplo muestra es que es necesario pensar en el
conjunto de los elementos que implica el cambio social; la presión de la
clase obrera por sí sola no basta. Francis Bacon [filósofo inglés del
siglo XVII que dio un marco teórico a las ciencias modernas, NdT]
modificó profundamente la concepción de la naturaleza y también
transformó radicalmente la manera en que el sistema de producción podía
ser comprendido. Esta transformación radical permitió después
reorganizar la producción. Resumidamente, eso que se consideraba como un
arte en el siglo XVI se volvería una ciencia y una tecnología en el
siglo XIX.
En otros términos, estos cambios se llevan a cabo constantemente. La
burguesía hace cosas que abren actualmente posibilidades; para nosotros
se trata de asirlas, reconocerlas y analizarlas. Mucho trabajo nos
espera. Es necesario intentar considerar lo que se hace aquí, en Egipto o
en América Latina. Los movimientos sociales que se dicen hoy
anticapitalistas son innumerables. Ahora bien, se trata de saber cómo
unirlos proponiendo una visión del mundo que esté realmente en
condiciones de impugnar al capitalismo mundial. Y eso debe hacerse a
través de alianzas y también a través de la comprensión de cada uno de
los siete aspectos desarrollados aquí. Se trata de observar también cómo
se articulan los unos con los otros, en función de los distintos
contextos en los cuales se llevan a cabo (la situación no es la misma,
por ejemplo, en Sudáfrica o Zimbabwe). Debemos imaginar una manera
dialéctica de articular al conjunto de estos elementos.
Leer a Marx hoy para cambiar el mundo
Mi análisis teórico desafía algunos de las interpretaciones clásicas
de Marx. El argumento según el cual la superestructura sería modelada
por la infraestructura no me convence, ya que no pienso que las ideas
vengan determinadas por la base material. Todo es dialéctico y, al leer
Marx, se no se puede ver nada de otro modo. Si hubiera pensado que todo
venía determinado por las circunstancias materiales, no habría escrito
El capital. Redactó este libro precisamente porque no creía en eso. Por
otro lado, escribir El capital no basta, porque no basta con trastornar
nuestra representación del mundo para cambiarlo: todos los demás
momentos deben transformarse también; si no cambian, estaremos
condenados.
A veces es posible tomar apoyo sobre la transformación de las
relaciones sociales, pero si los otros aspectos no cambian también
apenas se puede ir muy lejos en la transformación del universo social.
Es necesario siempre tener en el espíritu al conjunto de elementos que
lo condicionan y el conocimiento de cómo se articulan los unos con los
otros. Esta es la razón por la que la construcción de un movimiento para
el socialismo requiere una gran capacidad de imaginación. Sin eso,
seguiremos haciendo principalmente aquello de los que muchas personas
hablaron aquí: defender esto y defender aquello. Esto es ciertamente una
etapa necesaria para constituir la base de todo movimiento, pero si
afirmamos que “es el momento de pasar al ataque”, ello implica otra
cosa.
Esta es la razón por la que el período de crisis que cruzamos es
extremadamente importante; es un momento de debilidad de los poderes
dominantes, y en tales momentos hay más posibilidad de pasar al ataque.
Por eso debemos reflexionar sobre algunos verdaderos planes de ataque
que nos permitan invertir la dinámica de este momento de transformación
radical. Porque debemos emerger, de una manera o de otra, y nuestra
tarea consiste en garantizar que podamos hacerlo de la mejor manera
posible y no dejar que el sistema decida por nosotros, con el riesgo de
que se sobreviva a sí mismo. Si no, nos encontraremos muy pronto en un
marasmo peor; porque, francamente, no creo que este sistema sea posible a
largo plazo. No me propongo defender aquí una visión apocalíptica, pero
sinceramente no veo cómo el 3,5% o incluso 3% de crecimiento serán
indefinidamente posibles. Ahora bien: tal es la condición precisamente
necesaria para el restablecimiento del capitalismo. Pero al proseguir
sobre este camino, iremos simplemente de una crisis a otra. Es necesario
hacer algo ahora o, por lo menos, prepararnos para la próxima vez.
EL MOSTRADOR
Por su parte, Gabriel Boric indicó que
"el único triunfo va a ser cuando promulguemos una reforma educacional
que termine con el mercado de la educación y la consagre como derecho".
La DC valoró la decisión de Claudia Peirano. En el PS reconocieron que
"ha habido una desprolijidad"
Numerosas reacciones desde el
mundo político y estudiantil surgieron a partir de la renuncia de
Claudia Peirano a la Subsecretaría de Educación.
Desde su partido, la Democracia Cristiana, valoraron el gesto realizado por la ingeniera comercial.
“Siempre fue repaldada por el partido y por la Presidenta electa,
Michelle Bachelet”, recalcó el diputado Fuad Chahín.
“Creemos que han sido injustas las críticas que se le han hecho (…) ella estaba capacitada, teniendo una vasta experiencia en educación”, enfatizó el parlamentario.
En tanto, el presidente del
Partido Socialista, Osvaldo Andrade, reconoció que “ha habido una
desprolijidad en algunos nombramientos, porque estas cosas se pueden
prever”.
En esa línea, dijo que “estos procesos son
de una determinada manera y es evidente que para que den resultado se
requiere un conjunto de medidas de máxima prudencia para que puedan
fructificar” y, por ello, aseguró que a nivel de partidos “nos tenemos
que hacer responsables de las propuestas que hicimos: si estos nombres
no salieron de la nada, alguien los propuso”.
“Es el caso del Intendente de Tarapacá,
Mitchel Cartes”, señaló Andrade, en relación a los cuestionamientos a su
labor en la dirección de vialidad del MOP regional. “Yo estoy
preocupado por el intendente de Iquique, he hablado con él y me ha dado
plenas garantías de que no hay ninguna situación anómala. Por supuesto
que uno tiene que preocuparse de las personas que propone”, insistió.
LÍDERES ESTUDIANTILES
La renuncia de Peirano fue abordada por
la timonel de la Feuc, Naschla Aburman. “No estamos contentos con su
renuncia, porque nuestro conflicto es que nunca debió haber sido
nombrada (…) es una señal clarísima del cambio estructural que nuestro
país necesita y esperamos que el próximo subsecretario esté comprometido
con el cambio educacional y que no existan cuestionamientos ni
conflictos de intereses personales”.
Por su parte, la presidenta de la Fech,
Melissa Sepúlveda, dijo que “confunden aún las señales que está dando el
gobierno respecto a qué es lo que pretende en la educación finalmente.
No ha habido un viraje político por parte de la Nueva Mayoría sino más
bien una respuesta ante las presiones públicas que recibió Claudia
Peirano”.
Los ex voceros de la Confech, Giorgio Jackson y Camila Vallejo, también dieron a conocer su parecer.
“Una renuncia no es triunfo para el
movimiento estudiantil, acá el triunfo va estar cuando las reformas se
implementen con participación y se vean los cambios, no creo que tras
las críticas haya un interés de personificar, para decir que el
movimiento estudiantil derrotó al gobierno, me parece una decisión
sabia, una decisión madura”, indicó el ex timonel de la Feuc en Radio
ADN.
La diputada comunista, en tanto, hizo
énfasis en que “como Nueva Mayoría nos comprometimos a impulsar una
profunda reforma educacional, quienes la implementen deben estar
comprometidos en el decir y hacer”.
El diputado independiente Gabriel Boric
calificó la dimisión de Peirano como un “hecho significativo”, por
cuanto “da cuenta de que para reforma educacional será fundamental el
movimiento social. El único triunfo va a ser cuando promulguemos una
reforma educacional que termine con el mercado de la educación y la
consagre como derecho”.
OFICIALISMO
El diputado Gustavo Hasbún se refirió a
la renuncia de Peirano señalando que fue como la “crónica de una
renuncia anunciada y un papelón”.
“Esto, demuestra un desorden en el
comité político de Michelle Bachelet, respecto a los futuros
nombramientos. No sólo es el caso de Claudia Peirano, sino el del
subsecretario de Bienes Nacionales (Miguel Moreno) condenado por ofensas
al pudor en 2011 o del intendente de Iquique (Mitchel Cartes) que está
con un sumario por malversación de fondos públicos”, dijo el
parlamentario a CNN Chile.
En tanto, el diputado RN Cristian
Monckeberg apuntó que con estos “papelones” la “autoridad de la
Presidenta de la República queda por el suelo”.
“La Nueva Mayoría actúa bajo presiones
de algunos sectores que cobraron esta vez como víctima a una
subsecretaria sólo por pensar distinto, por haber escrito una carta, que
no ha cometido delito, ninguna ilegalidad”, concluyó.