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jueves, 1 de enero de 2015

TRAGEDIAS QUE NO CENSAN: 1300 INMIGRANTES EN EL MEDITERRÁNEO EL DIA DE NAVIDAD

Esta es la gran deuda que debe ocupar sin más demora nuestra atención. Esta es la deuda que debemos pagar. La otra deuda de nuestros pesares, que sabemos quien la paga pero no quién la ha contraído ni quién la percibe, debe ser estudiada minuciosamente. Pongamos los puntos sobre las íes. Exijamos que, de inmediato, se atiendan las grandes deudas morales, los grandes deberes cívicos, las grandes responsabilidades sociales. Que no sigan muriendo de hambre miles de personas todos los días, la mayoría niñas y niños, mientras invertimos miles de millones al día en armas y gastos militares. Que no sigan teniendo que abandonar sus lugares de origen –donde viven en situaciones de extrema pobreza, en condiciones inhumanas- para luego tener que saltar vallas con concertinas y ser devueltas, roto su sueño, a sus procedencias inhóspitas “en caliente”, sin el menor respeto a su igual dignidad humana.
Las Naciones Unidas -¡qué faltan nos hacen a pesar de sus deficiencias cuando son los grupos plutocráticos los que llevan el mundo a la hecatombe!- preconizan, desde 1974, que los países más prósperos contribuyan con el 0.7% de su PIB a la ayuda al desarrollo. La Unión Europea, gracias a los países nórdicos y al Reino Unido, alcanza el 0.41% y España, ¡a la cola!, el 0.16%. ¡El “recorte” aplicado en relación a lo que se invertía en el año 2008, cuando éramos uno de los mayores donantes de Europa, es del 70%! Pagamos a los ricos. No a los pobres. Francia, por ejemplo, se mantiene en un 0.42%, por encima de Alemania, como el quinto mayor donante del mundo.
Ángel Gurría, el Director General de OCDE, ha advertido recientemente de las consecuencias que acarrearía la disminución de las ayudas a los países más necesitados.
Bastaría con que se dedicara al desarrollo de estos países una parte de lo que ahora se dedica a su explotación; o un 20% de los inútiles gastos en artefactos bélicos propios de guerras pretéritas; o el 12% de la “deuda” que, en el caso de España equivale, en el año de la supuesta “recuperación”, casi al PIB nacional previsto para el 2015…
Que el clamor ciudadano imponga -a falta de las instituciones multilaterales que han sido marginadas– a los gobernantes y parlamentarios europeos y españoles la inmediata atención a la deuda moral.  En otro caso, se quedarán progresivamente sin votantes. Y con tortícolis crónica, por mirar siempre hacia otro lado.
 
OTRA HUMANIDAD ES NECESARIA 

TRATADO INTERNACIONAL DE LOS PUEBLOS PAA EL CONTROL DE LAS EMPRESAS TRANSNACIONALES

Una apuesta desde los movimientos sociales y la solidaridad internacional

Juan Hernández Zubizarreta, Erika González y Pedro Ramiro (Cuadernos de Trabajo, Hegoa, nº 64, 2014)


Las empresas transnacionales se han convertido en poderosos agentes que condicionan directa o indirectamente la producción normativa estatal e internacional, mediante acuerdos formales e informales a nivel mundial y mecanismos específicos de resolución de conflictos, al margen de los criterios y fundamentos del poder judicial. Así, mientras las compañías multinacionales protegen sus contratos e inversiones a través de una multitud de normas, convenios, tratados y acuerdos que conforman un nuevo Derecho Corporativo Global, la llamada lex mercatoria, no existen contrapesos suficientes ni mecanismos efectivos para controlar sus impactos sociales, laborales, culturales y ambientales. El Derecho Internacional de los Derechos Humanos y el Derecho Internacional del Trabajo se ven incapaces de contrarrestar la expansión del Derecho Internacional del Comercio como fundamento de toda la arquitectura económica globalizada.
En este contexto, diferentes movimientos sociales, pueblos originarios, sindicalistas, juristas, activistas y víctimas de las prácticas de las multinacionales vienen defendiendo desde hace años la necesidad de establecer mecanismos efectivos para el control de las empresas transnacionales. Todos ellos, junto con las organizaciones que forman parte de la campaña global Desmantelando el poder corporativo, han participado en la elaboración del Tratado internacional de los pueblos para el control de las empresas transnacionales, una propuesta alternativa para el ejercicio de un control real sobre las operaciones de las grandes corporaciones que se articula sobre la base de las ideas fuerza que presentamos en este cuaderno.

Título: Tratado internacional de los pueblos para el control de las empresas transnacionales Subtítulo: Una apuesta desde los movimientos sociales y la solidaridad Autores: Juan Hernández Zubizarreta, Erika González y Pedro Ramiro Revista: Cuadernos de Trabajo / Lan Koadernoak, Hegoa Número: 64 Fecha: 2014 Páginas: 47 pp
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Índice

1. Controlar a las multinacionales
1.1. El poder de las empresas transnacionales
1.2. Mecanismos de control y normas vinculantes
1.3. Empresas y derechos humanos: el caso del Estado español
1.4. Hacia un Tratado internacional de los Pueblos

2. Derecho Internacional y contrahegemonía
2.1. El uso alternativo del Derecho
2.2. Por una transformación del Derecho Internacional

3. Ideas y propuestas para un tratado internacional de los pueblos Presentación
A. Contexto y antecedentes
B. Justificación
C. Preámbulo
D. Dimensión jurídica
1. Ámbito del tratado
1.1. Empresas transnacionales
1.2. Instituciones internacionales económico-financieras
1.3. Estados
2. Principios generales
Sección primera. Derechos humanos, Estados y empresas transnacionales
Sección segunda. Los derechos humanos y las normas de comercio
Sección tercera. Los Estados y los organismos internacionales
3. Premisas y propuestas jurídicas en relación con las empresas 4. Obligaciones específicas de las empresas transnacionales 5. Crímenes internacionales
5.1. Crímenes económicos contra la humanidad
5.2. Crímenes corporativos internacionales
5.3. Crímenes ecológicos internacionales
6. Instancias 7. Disposición final
Bibliografía


UN AZÚCAR PRESENTE EN LA CARNE ROJA PROMUEVE LA INFLAMACIÓN Y LA PROGRESIÓN DEL CÁNCER


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Aunque se sabe que las personas que comen mucha carne roja tienen más riesgo de ciertos tipos de cáncer, otros carnívoros no presentan este problema, lo que ha llevado a investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de California en San Diego (Estados Unidos) a analizar el posible papel de formación de tumores de un azúcar llamado Neu5Gc, que se encuentra naturalmente en la mayoría de los mamíferos, pero no en los seres humanos.
En un estudio publicado en la edición digital de este lunes de ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’ (PNAS), los científicos encontraron que la alimentación con Neu5Gc a ratones modificados para ser deficientes en el azúcar (como los humanos) promovió significativamente la formación de cánceres espontáneos. El estudio no implicó la exposición a agentes carcinógenos o cánceres que se inducen artificialmente, señalando más a Neu5Gc como un vínculo clave entre el consumo de carne roja y el cáncer.
“Hasta ahora, todas nuestras pruebas que vinculan Neu5Gc al cáncer fueron circunstanciales o predicciones indirectas de experimentos artificiales”, señala el investigador principal, Ajit Varki, profesor distinguido de Medicina y Medicina Celular y Molecular y miembro del Centro de Cáner Moores de la Universidad de California en San Diego. “Ésta es la primera vez que hemos demostrado directamente que imitando la situación exacta del ser humano, la alimentación con Neu5Gc no humana y la inducción de anticuerpos anti-Neu5Gc, aumenta los cánceres espontáneos en ratones”, añade.
Primero, el equipo de Varki llevó a cabo un estudio sistemático de los alimentos comunes y detectó que las carnes rojas (res, cerdo y cordero) son ricas en Neu5Gc, revelando que los alimentos de origen mamífero como éstos son las principales fuentes de Neu5Gc en la dieta humana. Se vio que la molécula puede estar bio-disponible, lo que significa que puede distribuirse a los tejidos de todo el cuerpo a través del torrente sanguíneo.
Los investigadores habían descubierto previamente que Neu5Gc animal puede ser absorbida por los tejidos humanos. En este trabajo, se plantearon la hipótesis de que el consumo de carne roja podría conducir a la inflamación si el sistema inmunológico del cuerpo está constantemente generando anticuerpos contra Neu5Gc consumida de los animales, al considerarla una molécula extraña. La inflamación crónica es conocida por promover la formación de tumores.
Para probar esta hipótesis, el equipo diseñó ratones que imitaran a los seres humanos en el hecho de carecer de sus propios Neu5Gc y producir anticuerpos contra este azúcar. Cuando se alimentó a estos ratones con Neu5Gc, desarrollaron inflamación sistémica, la formación de tumores espontáneos se quintuplicó y Neu5Gc se acumuló en los tumores.
“La prueba final en el ser humano va a ser mucho más difícil de conseguir –reconoce Varki–. Pero en términos más generales, este trabajo también podría ayudar a explicar las posibles conexiones del consumo de carne roja a otras enfermedades exacerbadas por la inflamación crónica, como la aterosclerosis y la diabetes tipo 2. Por supuesto, cantidades moderadas de carne roja pueden ser una buena fuente de nutrición para los jóvenes”.

OLIVER STONE DENUNCIA INJERENCIA DE ESTADOS UNIDOS EN UCRANIA

01.01.2015
Moscú, 31 dic (PL) El cineasta estadounidense Oliver Stone aseguró hoy que tras el golpe de Estado de febrero último en Kiev Occidente ha sostenido el argumento dominante de “Rusia en Crimea”, mientras la verdadera evidencia es “Estados Unidos en Ucrania”.
Stone informó en Facebook que como parte de un nuevo documental en inglés de producción ucraniana sobre la ruptura del orden constitucional en la república exsoviética entrevistó en Moscú al exmandatario Víktor Yanukóvich durante cuatro horas.
Yanukóvich era presidente legítimo de Ucrania hasta que dejó de serlo de repente”, escribió en alusión al golpe de Estado promovido por Washington y la Unión Europea (UE), citado por el Primer canal de la televisión rusa.
La verdad no se airea en Occidente. Es una perversión surrealista de la historia que ocurre una vez más, como en la campaña de las armas de destrucción masiva iraquíes de (George W.) Bush, escribió el director de filmes como Platoon, JFK y documentales con entrevistas a líderes latinoamericanos como Fidel Castro y Hugo Chávez.
Al referirse a las revueltas que desembocaron en el derrocamiento de Yanukóvich, el crítico director de cine recordó la historia solapada por Washington y la UE de los francotiradores que mataron a 14 policías, 45 manifestantes e hirieron a unas 85 personas durante los disturbios en Kiev.
Eran de una tercera parte exterior, expresó en referencia a una conversación filtrada en Internet entre la entonces comisaria de Seguridad y Política Exterior de la Unión Europea, Catherine Ashton, y el canciller de Estonia.
Muchos testigos, incluidos Yanukóvich y agentes de policía, creen que esos elementos extranjeros fueron introducidos por grupos prooccidentales y tienen huellas de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), sostuvo el realizador cinematográfico.
La verdad sobre Ucrania debe salir a la luz en Occidente pronto para que se impidan “nuevas locuras”, concluyó el ganador de tres estatuillas Oscar y cinco Globos de Oro.
Stone se encuentra en Moscú desde hace varias semanas, donde asistió a la presentación en la televisión rusa de su serie documental la Historia no contada de Estados Unidos, en la que denuncia los crímenes de la oligarquía norteamericana en busca de la hegemonía mundial.

LA NAVIDAD ES TRISTE PARA LOS POBRES, JOHN CHEEVER


 
 
 
John Cheever fue un escritor norteamericano empeñado en describir la realidad cotidiana y urgar en la hipocresia humana, que nos brindó historias desasosegantes sobre la sociedad capitalista que algunos siguen empeñados en llamar "el sueño americano". En el cuento "La navidad es triste para los pobres" el protagonista,  un ascensorista en un edificio residencial de Nueva York, trabajador obligado a pasar 8 horas cada día en una minúscula caja metálica que sube y baja de un piso a otro, vive el contrate del desprecio cotidiano de los vecinos burgueses con la benevolencia obligada de las fiestas navideñas que, en el fondo, esconde, como la caridad, una sacralización de la jerarquía social, una celebración del poder sobre los que están abajo en la escala social, los trabajadores y los más pobres.
Cheever describe como nadie esa infelicidad latente en la clase media americana en los tiempos de la guerra fria, la vida en los suburbios residenciales que las películas de Hollywood nos cuentan como si fueran nidos de felicidad, pero que son en realidad una forja de frustraciones de donde sale una ardiente hipocresia y un elitismo que desprecia a todos aquellos que están por debajo en la jerarquía social.

El que fue conocido como "el Chejov americano" no hace más que describir, con el realismo que también caracteríza al genio ruso, la olla a presión que se vive en un régimen capitalista como el norteamericano, donde la brutal competencia a la que se está obligado para sobrevivir hace que cada cual se transforme en un depredador para el resto, mientras, por otro lado, hay que respetar y aparentar ser un buen cristiano o un buen ciudadano en fechas simbólicas como la Navidad. En realidad, y como consecuencia de la imposición ideológica del capitalismo norteamericano en gran parte del mundo, por las buenas o por las malas, no es más que idéntica situación a la que vivimos en nuestros paises todos nosotros, en estas fechas de sonrisas forzadas, caridad hipócrita y humanidad de quita y pon.
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"La Navidad es una época triste. La frase acudió a la mente de Charlie un instante después de que el despertador hubo sonado, y le trajo otra vez la depresión amorfa que lo había perseguido toda la tarde anterior. Al otro lado de la ventana, el cielo estaba negro. Se sentó en la cama y tiró de la cadenilla de la luz que colgaba delante de su nariz. «El día de Navidad es el día más triste del año —pensó—. De todos los millones de personas que viven en Nueva York, yo soy prácticamente el único que tiene que levantarse en la fría oscuridad de las seis de la mañana el día de Navidad; prácticamente el único».

Se vistió, y al bajar la escalera desde el piso superior de la pensión donde vivía, sólo oyó unos ronquidos, para él groseros; las únicas luces encendidas eran las que habían olvidado apagar. Desayunó en un puesto ambulante que no cerraba en toda la noche, y, en un tren elevado, marchó hacia la parte alta de la ciudad. Recorrió la Tercera Avenida hasta desembocar en Sutton Place. El vecindario estaba a oscuras. Los edificios levantaban, a ambos lados de las luces callejeras, muros de ventanas negras. Millones y millones de personas dormían, y aquella pérdida general de conciencia generaba una impresión de abandono, como si la ciudad se hubiera desmoronado, como si aquel día fuese el fin del tiempo. Charlie abrió las puertas de hierro y cristal del edificio de apartamentos donde trabajaba como ascensorista desde hacía seis meses, cruzó el elegante vestíbulo y entró en el vestidor de la parte trasera. Se puso el chaleco de rayas con botones de latón, un falso fular, unos pantalones con una franja azul cielo en lacostura, y una chaqueta. El ascensorista de noche dormitaba en el banquillo dentro del ascensor. Charlie lo despertó. El hombre le dijo con voz espesa que el portero de día se había puesto enfermo y que no vendría. Enfermo el portero, Charlie no dispondría de tiempo para almorzar, y muchísima gente le pediría que saliera a buscar un taxi.

Charlie llevaba trabajando unos minutos cuando lo llamaron desde el piso catorce. Era una tal señora Hewing, que —Charlie se había enterado por casualidad— tenía fama de inmoral. La señora Hewing todavía no se había acostado, y entró en el ascensor ataviada con un vestido largo bajo el abrigo de pieles. La acompañaban dos perros de aspecto raro. Él la bajó y miró cómo salía a la oscuridad de la calle y acercaba los perros al bordillo. No estuvo fuera más de unos minutos. Volvió a entrar y él subió con ella otra vez a la planta catorce. Al salir del ascensor, ella dijo:

—Felices pascuas, Charlie.

—Bueno, para mí hoy no es precisamente un día festivo, señora Hewing —repuso él—. Creo que las Navidades son las fechas más tristes del año. Y no es porque la gente de esta casa no sea generosa, quiero decir, recibo muchas propinas, pero ¿sabe usted?, vivo solo en un cuarto de alquiler y no tengo familia ni amistades, o sea, que la Navidad no es para mí una fiesta precisamente.

—Lo siento, Charlie —dijo la señora Hewing—. Yo tampoco tengo familia. Es bastante triste estar solo, ¿verdad?

Llamó a sus perros y entró tras ellos en su apartamento. Él volvió a bajar en el ascensor.

Todo estaba tranquilo, y Charlie encendió un cigarrillo. A aquella hora, la calefacción del sótano acompasaba la respiración del edificio con su vibración regular y profunda, y los tétricos ruidos de vapor caliente que despedía la caldera empezaron a resonar primero en el vestíbulo y después en cada uno de los dieciséis pisos. Aquel despertar puramente mecánico no alivió la soledad ni el malhumor del ascensorista. La oscuridad al otro lado de las puertas de cristal se había vuelto azul, pero aquella luz azulada parecía carecer de origen; como surgida en medio del aire. Era una luz lacrimosa, y a medida que iba invadiendo la calle vacía, Charlie tuvo ganas de llorar. Entonces llegó un taxi y los Walser se apearon, borrachos y vestidos con trajes de noche, y él los subió al ático. Los Walser le hicieron reflexionar sobre la diferencia entre su propia vida en un cuarto de pensión y la vida de la gente que residía allí arriba. Era terrible.

Después empezaron a llamar los que madrugaban para ir a la iglesia, que aquella mañana no fueron sino tres personas. Algunos más salieron hacia la iglesia a las ocho en punto, pero la mayoría de los inquilinos siguieron durmiendo, aun cuando el olor a beicon y café ya penetraba en la caja del ascensor.

Poco después de las nueve, una niñera bajó con un niño. Tanto ella como él exhibían un bronceado intenso: Charlie sabía que acababan de volver de las Bermudas. Él nunca había estado en las Bermudas. Él, Charlie, era un prisionero confinado ocho horas al día en una caja de dos metros por dos y medio, a su vez confinada en un hueco de dieciséis pisos. En un inmueble u otro, llevaba diez años ganándose la vida como ascensorista.

Según sus cálculos, el trayecto medio venía a tener unos doscientos metros, y, cuando pensaba en los miles de kilómetros que había recorrido sin moverse del sitio, cuando se imaginaba a sí mismo conduciendo el ascensor a través de la bruma por encima del mar Caribe y posándose en una playa de coral de las Bermudas, no atribuía a la naturaleza misma del ascensor la estrechez de sus viajes: para él, los pasajeros eran los culpables de su confinamiento, como si la presión que aquellas vidas ejercían sobre la suya le hubiese cortado las alas.

En todo esto pensaba cuando llamaron los DePaul, que vivían en el piso nueve. Le desearon también una feliz Navidad.

—Bueno, son ustedes muy amables por pensar en mí —les dijo mientras bajaban—, pero para mí no se trata de un día festivo. La Navidad es una fecha triste cuando uno es pobre. Vivo solo en un cuarto de alquiler. No tengo familia.

—¿Con quién va a comer hoy, Charlie? —preguntó la señora DePaul.

—No voy a tener comida navideña —dijo Charlie—. Nada más que un bocadillo.

—¡Oh, Charlie! —La señora DePaul era una mujer corpulenta, de corazón vehemente, y la queja de Charlie cayó sobre su talante festivo como un súbito chubasco—. Ojalá pudiéramos compartir con usted nuestra comida de Navidad —dijo—. Yo soy de Vermont, ¿sabe?, y cuando era niña, ¿me entiende?, solíamos invitar a mucha gente a nuestra mesa. El cartero, ¿sabe?, y el maestro, y cualquiera que no tuviese familia propia, ¿no?, y ojalá pudiéramos compartir nuestra comida con usted, digo, como entonces, y no veo por qué no podemos. No podremos sentarlo a nuestra mesa porque no puede usted dejar el ascensor, ¿no es cierto?, pero en cuanto mi marido trinche el pavo, le daré un timbrazo y prepararé una bandeja para usted, ya verá, y quiero que usted suba y comparta, aunque sea así, nuestra comida de Navidad.

Charlie les dio las gracias, sorprendido por tanta generosidad, pero se preguntó si no olvidarían su promesa al llegar los parientes y amigos del matrimonio.

Luego llamó la anciana señora Gadshill, y cuando ella le deseó felices fiestas, él bajó la cabeza.

—Para mí no es precisamente fiesta —repitió—. La Navidad es un día triste para los pobres. No tengo familia, ¿sabe? Vivo solo en una habitación de huéspedes.

—Yo tampoco tengo familia, Charlie —dijo la señora Gadshill. Habló con deliberada amabilidad, pero su buen humor era forzado—. Es decir, hoy no tendré conmigo a ninguno de mis chicos. Tengo tres hijos y siete nietos, pero nadie encuentra manera de venir al este a pasar las Navidades conmigo. Yo entiendo sus problemas, desde luego. Ya sé que es difícil viajar con niños en vacaciones, aunque yo siempre me las arreglaba cuando tenía su edad, pero la gente tiene distintas formas de ver las cosas, y no podemos juzgarla por lo que no entendemos. Pero sé cómo se siente, Charlie. Yo tampoco tengo familia. Estoy tan sola como usted.

El discurso de la anciana no conmovió a Charlie. Sí, quizá estuviese sola, pero tenía un ade diez habitaciones y tres criadas, y mucha, muchísima pasta, y diamantes por todas partes, y había cantidad de niños pobres en los suburbios que se darían sobradamente por satisfechos si tuvieran ocasión de hacerse con la comida que su cocinera tiraba. Entonces pensó en los niños pobres. Se sentó en una silla del vestíbulo y se puso a pensar en ellos.

Ellos se llevaban la peor parte. A partir de otoño comenzaba toda aquella agitación a propósito de las Navidades y de que eran fechas dedicadas a ellos. Después del Día de Acción de Gracias, no podían escaparse; estaba establecido que no podían escaparse. Guirnaldas y adornos por todas partes, campanas repicando, árboles en el parque, Santa Claus en cada esquina y fotos en diarios y revistas, y en todas las paredes y las ventanas de la ciudad les anunciaban que los niños buenos tendrían cuanto quisieran. Aunque no supiesen leer, sabrían esto. Aunque fuesen ciegos. Estaba en la atmósfera que los pobres críos respiraban. Cada vez que salían de paseo, veían todos aquellos juguetes caros en los escaparates; escribían cartas a Santa Claus, y sus padres y madres les prometían echarlas al correo, y cuando los niños se habían ido a la cama, las quemaban en la estufa. Y al llegar la mañana de Navidad, ¿cómo explicarles, cómo decirles que Santa Claus sólo visitaba a los niños ricos, que nada sabía de los niños buenos? ¿Cómo mirarlos a la cara, cuando todo lo que uno podía regalarles era un globo o una piruleta?

Al volver a casa unas cuantas noches atrás, Charlie había visto a una mujer y a una chiquilla que bajaban por la calle Cincuenta y Nueve. La niña lloraba. Adivinó que estaba llorando, y supo que lloraba porque había visto en los escaparates todos los juguetes de las tiendas y no alcanzaba a comprender por qué ninguno era para ella. Imaginó que la madre era sirvienta, o quizá camarera, y las vio camino de vuelta a una habitación como la suya, con paredes verdes y sin calefacción, para cenar una sopa de lata el día de Nochebuena. Y vio luego cómo la niña colgaba en alguna parte sus raídos calcetines y se quedaba dormida, y vio a la madre buscando en su bolso algo quemeter en los calcetines… El timbre del piso once interrumpió su ensoñación.

Subió; el señor y la señora Fuller estaban esperando. Cuando le desearon feliz Navidad, él dijo:

—Bueno, para mí no es precisamente fiesta, señora Fuller. La Navidad es un día triste cuando uno es pobre.

—¿Tiene usted hijos, Charlie? —preguntó ella.

—Cuatro vivos —dijo él—. Dos en la tumba. —Se sintió abrumado por la majestad de su embuste—. Mi mujer está inválida —añadió.

—Qué triste, Charlie —lamentó la señora Fuller. Salió del ascensor cuando llegaron a la planta baja, y dio media vuelta—. Voy a darle algunos regalos para sus hijos, Charlie. Mi marido y yo vamos a hacer una visita, pero cuando volvamos le daremos algo para sus niños.

Él le dio las gracias. Luego llamaron del cuarto piso, y subió a recoger a los Weston.

—No es que sea un día festivo para mí —les dijo cuando le desearon feliz Navidad—. Es una fecha triste para los pobres. Ya ven, yo vivo solo en una pensión.

—Pobre Charlie —dijo la señora Weston—. Sé exactamente cómo se siente. Durante la guerra, cuando el señor Weston estaba lejos, yo pasé sola las Navidades. No tuve comida navideña, ni árbol ni nada. Me preparé unos huevos revueltos, me senté y me eché a llorar.

Su marido, que ya estaba en el vestíbulo, la llamó impacientemente.

—Sé exactamente cómo se siente usted —declaró la señora Weston.

Al mediodía, el olor de aves y caza había reemplazado al de beicon y café en el recinto del ascensor, y la casa, como una gigantesca y compleja granja, estaba ensimismada en la preparación de un festín doméstico. Todos los niños y las niñeras habían vuelto del parque. Abuelas y tías llegaban en enormes automóviles. La mayoría de la gente que atravesó el vestíbulo llevaba paquetes envueltos en papel de colores y lucía sus mejores pieles y sus ropas nuevas. Charlie siguió quejándose ante casi todos los inquilinos cuando éstos le deseaban felices pascuas, ya en su papel de solterón solitario, ya representando a un pobre padre, según su talante, pero aquella efusión de melancolía y la compasión que suscitaba no lograron mejorarle el ánimo.

A la una y media llamaron del piso nueve, y al subir encontró al señor DePaul, que, de pie en la puerta de su piso, sostenía una coctelera y un vaso.

—Un pequeño brindis navideño, Charlie —dijo, y le sirvió una copa. Después apareció una sirvienta con una bandeja de platos cubiertos, y la señora DePaul salió del cuarto de estar.

—Feliz Navidad, Charlie —le deseó—. Le dije a mi marido que trinchara pronto el pavo para que usted pudiera probarlo, ¿sabe? No puse el postre en la bandeja porque tuve miedo de que se derritiera, así que cuando vayamos a tomarlo ya le avisaremos.

—Y ¿qué es una Navidad sin regalos? —dijo el señor DePaul, y sacó del recibidor una caja grande y plana que colocó encima de los platos cubiertos

—Ustedes hacen que este día me parezca un auténtico día de Navidad —dijo Charlie. Las lágrimas le asomaban a los ojos—. Gracias, gracias.

—¡Feliz Navidad! ¡Felices pascuas! —exclamaron los otros, y vieron cómo Charlie se llevaba su comida y su regalo al ascensor.

Guardó ambas cosas en el vestidor cuando llegó abajo. En la bandeja había un plato de sopa, un pescado con salsa y una ración de pavo. Sonó otro timbre, pero antes de contestar abrió la caja que le habían regalado y vio que contenía una bata. La generosidad de los DePaul y la bebida que había ingerido empezaban a hacerle efecto, y subió lleno de júbilo a la planta doce. La sirvienta de la señora Gadshill lo esperaba en la puerta con una bandeja, y a su espalda estaba la anciana.

—¡Felices Navidades, Charlie! —le dijo. Él se lo agradeció y de nuevo le afluyeron las lágrimas.

Al bajar tomó un sorbo del vaso de jerez que había en la bandeja. La aportación de la señora Gadshill era un plato combinado. Comiócon los dedos la chuleta de cordero. Sonaba el timbre otra vez; se limpió la cara con una servilleta de papel y subió a la planta once.

—Feliz Navidad, Charlie —dijo la señora Fuller, que estaba en la puerta con los brazos llenos de paquetes envueltos en papel de regalo, como en un anuncio comercial. El señor Fuller, a su lado, rodeaba con el brazo a su mujer, y ambos parecían a punto de echarse a llorar.

—Aquí tiene algunas cosas para llevar a sus hijos —dijo el señor Fuller—. Y esto es para su mujer, y esto otro para usted. Y si quiere llevarlo todo al ascensor, dentro de un minuto le tendremos preparada su comida.
Charlie llevó todos los obsequios al ascensor y regresó en busca de la bandeja.

—¡Felices pascuas, Charlie! —exclamó el matrimonio cuando él cerró la puerta.

Guardó la comida y los regalos en el vestidor y abrió el paquete que iba a su nombre. Dentro había una cartera de piel de cocodrilo con las iniciales del señor Fuller en la esquina. La bandeja contenía también pavo; comió con los dedos un pedazo de carne y lo estaba regando con bebida cuando sonó el timbre. Subió de nuevo. Esta vez eran los Weston.

—¡Feliz Navidad, Charlie! —le dijeron, y lo invitaron a un ponche de huevo, le ofrecieron pavo y le entregaron un regalo. El presente era también una bata.

Luego llamaron del siete, y él subió y le dieron más comida y más obsequios. Sonó el timbre del catorce, y cuando llegó arriba vio en el recibidor a la señora Hewing, vestida con una especie de salto de cama, llevando un par de botas de montar en una mano y varias corbatas en la otra. Había estado llorando y bebiendo.

—Felices fiestas, Charlie —le deseó tiernamente—. Quería regalarle algo, he pensado en ello toda la mañana, he revuelto todo el apartamento y éstas son las únicas cosas útiles para un hombre que he podido encontrar. Es lo único que dejó el señor Brewer. Me figuro que las botas no le sirven para nada, pero ¿por qué no se queda con las corbatas?

Charlie las aceptó, le dio las gracias y volvió precipitadamente al ascensor, porque el timbre había sonado ya tres veces.

Hacia las tres de la tarde, Charlie tenía catorce bandejas de comida esparcidas por la mesa y por el suelo del vestidor, y los timbres seguían sonando. Cuando empezaba a probar un plato, tenía que subir y recoger otro, y en mitad del buey asado de los Parson tuvo que dejarlo para ir a buscar el postre del matrimonio DePaul. Dejó cerrada la puerta del vestidor, porque intuía que un acto de caridad era exclusivo y que a cada uno de sus amigos le habría disgustado descubrir que no eran ellos los únicos que trataban de aliviar su soledad. Había pavo, ganso, pollo, faisán, pichón y urogallo. Había trucha y salmón, escalopes a la crema, langosta, ostras, cangrejo, salmonete y almejas. Había pudín de ciruela, bizcocho con frutas, crema batida, trozos de helado derretido, tartas de varias capas, torten, éclairs y dos porciones de crema bávara. Tenía batas, corbatas, gemelos, calcetines y pañuelos, y uno de los inquilinos le había preguntado su talla y después le había regalado tres camisas verdes. Había una tetera de cristal, llena —según rezaba la etiqueta— de miel de jazmín, cuatro botellas de loción para después del afeitado, varios sujetalibros de alabastro y una docena de cuchillos de carne. La avalancha de caridad que Charlie había precipitado llenaba el vestidor y a ratos lo hacía sentirse inseguro, como si hubiera abierto un manantial del corazón femenino que fuese a enterrarlo vivo bajo una montaña de comida y batas. No había hecho notables progresos en la ingestión de los platos, porque todas las raciones eran anormalmente grandes, como si los donantes hubieran pensado que la soledad genera un apetito descomunal. Tampoco había abierto ninguno de los regalos para sus hijos imaginarios, pero se había bebido todo lo que le habían dado, y en derredor yacían los posos de martinis, manhattans, old-fashioneds, cócteles de champán con zumo de frambuesas, ponches, bronxes y sidecars.

Le ardía la cara. Amaba al mundo y el mundo lo amaba a él. Alrecordar su vida, la veía bajo una luz rica y maravillosa, rebosante de asombrosas experiencias y amigos excepcionales. Pensó que su trabajo de ascensorista —surcar de arriba abajo cientos de metros de peligroso espacio— requería el nervio y el intelecto de un hombre-pájaro. Todas las limitaciones de su vida, las paredes verdes de su habitación, los meses de desempleo, se desvanecieron. Nadie pulsó el timbre, pero entró en el ascensor y lo disparó a toda velocidad hasta el ático para descender de nuevo y volver a subir otra vez, a fin de poner a prueba su maravilloso dominio del espacio.

Sonó el timbre del doce mientras él viajaba, y se detuvo en el piso el tiempo  necesario para recoger a la señora Gadshill. Cuando la caja inició el descenso, él soltó los mandos, en un paroxismo de júbilo, y gritó:

—¡Ajústese el cinturón de seguridad, señora! ¡Vamos a hacer una acrobacia aérea!

La pasajera chilló. Después, por alguna razón, se sentó en el suelo del ascensor. ¿Por qué la mujer estaba tan pálida?, se preguntó Charlie. ¿Por qué se había sentado en el suelo? Ella soltó otro chillido. Charlie hizo que la caja se posase suavemente e incluso, a su juicio, hábilmente, y abrió la puerta.

—Siento haberla asustado, señora Gadshill —dijo mansamente—. Estaba bromeando.

Ella gritó de nuevo. A continuación, salió al vestíbulo llamando a gritos al superintendente.
El superintendente del inmueble despidió en el acto a Charlie, y ocupó el puesto de éste en el
ascensor. La noticia de que se había quedado sin empleo escoció a Charlie durante un minuto. Era su primer contacto del día con la mezquindad humana. Se sentó en el vestidor y empezó a roer un mondadientes. El efecto de las bebidas empezaba a abandonarlo, y aun cuando no había cesado todavía, preveía una sobriedad fatal. El exceso de comida y regalos comenzó a provocarle una sensación de culpabilidad y desprecio por sí mismo. Lamentó largamente haber mentido con respecto a sus imaginarios hijos. Era un solterón con necesidades bastante elementales. Había abusado de la bondad de los inquilinos. Era despreciable.

Entonces, mientras desfilaba por su pensamiento una secuencia de ideas ebrias, evocó la nítida silueta de su casera y de sus tres hijos flacuchos. Pudo imaginárselos sentados en el sótano. La alegría de la Navidad no había existido para ellos. La escena le llegó al alma. Darse cuenta de que él se hallaba en condiciones de dar, de hacer dichoso al prójimo sin el menor esfuerzo, le devolvió la sobriedad. Cogió un gran saco de arpillera que se usaba para la recogida de basuras y empezó a llenarlo, primero con sus propios regalos y luego con los obsequios para los niños que no tenía. Procedió con la prisa de un hombre cuyo tren se acerca a la estación, porque apenas era capaz de esperar el momento en que aquellas largas caras se iluminasen cuando él cruzara la puerta. Se cambió de ropa y, espoleado por una desconocida y prodigiosa sensación de poderío, se echó el saco al hombro como un Santa Claus cualquiera, salió por la puerta trasera y se dirigió en taxi a la zona baja del East Side.

La patrona y sus hijos acababan de comerse el pavo que les había enviado el Club Demócrata local, y estaban ahítos e incómodos cuando Charlie empezó a aporrear la puerta y a gritar: «¡Feliz Navidad!» Arrastró el saco tras él y derramó por el suelo los regalos de los niños. Había muñecas y juguetes musicales, cubos, costureros, un traje de indio y un telar, y tuvo la impresión de que, en efecto, como había esperado, su llegada disipaba la melancolía reinante. Una vez abierta la mitad de los regalos, dio un albornoz a la patrona y subió a su cuarto a examinar las cosas con que le habían obsequiado.

Ahora bien, los hijos de la casera habían recibido tantos regalos antes de que llegase Charlie que estaban confusos con aquella avalancha; la patrona, guiada por una intuitiva comprensión de la naturaleza de la caridad, les permitió abrir varios paquetes mientras Charlie estaba en la habitación, pero luego se interpuso entre los niños y los obsequios que quedaban sin abrir.

—Eh, chicos, ya tenéis bastante —dijo—. Ya habéis recibido vuestros regalos. Mirad todas las cosas que os han dado. Fijaos, ni siquiera habéis tenido tiempo de jugar con la mitad. Mary Anne, ni has mirado esa muñeca que te dio el Cuerpo de Bomberos. Sería una hermosa acción coger todo esto que sobra y llevarlo a esa pobre gente de Hudson Street: a los Deckkers. No habrán tenido regalos.

Una aura beatífica iluminó la cara de la casera cuando advirtió que podía dar, podía ser heraldo de alegría, mano salvadora en un caso de mayor necesidad que el suyo, y, al igual que la señora DePaul y la señora Weston, al igual que el propio Charlie y la señora Deckker, que a su vez habría de pensar posteriormente en los pobres Shannon, se dejó invadir primero por el amor, luego por la caridad y finalmente por una sensación de poder.

—Vamos, niños, ayudadme a recoger todo esto. De prisa, vamos, de prisa —dijo, porque ya había oscurecido y sabía que estamos obligados mutuamente a una benevolencia dispendiosa un solo y único día, y que ese día concreto estaba casi a punto de acabar. Estaba cansada, pero no podía quedarse tranquila, no podía descansar",
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CONDENAN A BANKIA A DEVOLVER 60.900 EUROS A UNA ANCIANA ANALFABETA POR MALA VENTA DE PREFERENTES

La Audiencia Provincial de Madrid ha condenado a Bankia a devolver 60.900 euros a una anciana analfabeta que adquirió participaciones preferentes de Caja Madrid en 2004 y 2006 sin haber recibido una información clara y legible adecuada a su perfil inversor. 
 
Agencias
La sentencia, contra la que cabe interponer recurso ante el Tribunal Supremo, señala que la afectada suscribió en noviembre de 2004 un contrato de depósito o administración de valores mediante estampación de su huella dactilar. Ese mismo año adquirió participaciones preferentes, al igual que hizo en 2006. En 2009 suscribió la orden de canje.

La sala entiende que "está en contradicción con un normal orden común de comportamiento en materia de administración de los recursos económicos propios" que una persona nacida en 1932 "que no sabe leer ni escribir" y que no tiene experiencia en productos financieros complejos "decida, con suficiente conocimiento de causa", la colocación de sus ahorros en un producto financiero perpetuo en el que no estaba garantizada la integridad de la inversión.

"No puede afirmarse que (la afectada) hubiese contado con información suficiente sobre el producto para poder contratar la suscripción primero (en 2004 y 2006) y, cinco años después, el canje con conocimiento cabal y cumplido de las características del producto y del riesgo efectivo que asumía frente a la buena rentabilidad de los títulos", apunta la sentencia.

El tribunal también destaca que debido a que la demandante --defendida por Navas & Cusí-- no sabía leer ni escribir, tuvo que recibir la información del producto de forma verbal. En este sentido, insiste en que ésta debería haber sido "completa, llana y entendible por la destinataria" con el fin de que tuviera "pleno conocimiento" de que no podía recuperar su dinero de la entidad crediticia sino vendiendo el producto en el mercado secundario.

CUBA Y ESTADOS UNIDOS: " NI UN TANTICO ASÍ"


Escrito por  Atilio A. Boron

Escribimos estas líneas con la inmensa alegría que nos produjo la exitosa culminación de la campaña que el pueblo y el gobierno de Cuba lanzaron para repatriar a los cinco luchadores antiterroristas injustamente encarcelados por la “justicia” de los Estados Unidos, que jamás se preocupó por enjuiciar a connotados y confesos terroristas como Orlando Bosch y Luis Posada Carriles o a un financista y ejecutor de atentados terroristas como Jorge Mas Canosa. 
 
Refiriéndose a “Los 5” Fidel dijo en su momento “volverán” y volvieron; como antes, en el incidente del niño Elián González, cuando también aseguró que Elián volvería a Cuba, y volvió. Dicho esto quisiéramos compartir una reflexión sobre las razones que explican el cambio en la política exterior de Estados Unidos en relación a Cuba y lo que esto podría significar para la Isla y América Latina y el Caribe.

El absoluto fracaso de más de medio siglo de bloqueo y agresiones es uno de los factores más evidentes que originaron el viraje de Washington. La Revolución Cubana resistió a pie firme, dignamente y sin concesiones, tamaña agresión y al final del día el Goliat del planeta tuvo que reconocer su derrota, algo que muy rara vez hace la siempre arrogante superpotencia. Lo hizo el presidente Barack Obama en su discurso y de modo todavía más enfático su Secretario de Estado, John Kerry, cuando al pronunciar el suyo, un par de horas más tarde, dijo que “durante medio siglo aplicamos una política para aislar a Cuba y los que terminamos aislados fuimos nosotros.” Claro está que otros factores también jugaron un papel: la intervención del Papa Francisco fue mucho más allá de una piadosa exhortación o una “gestión de buenos oficios”, tal como convencionalmente se la entiende.

 Fue una mediación en donde la influencia papal para arribar a un acuerdo parece haber sido más gravitante que lo normal en este tipo de mediaciones. El tiempo permitirá calibrar con precisión las características de esa gestión. Además, el reiterado repudio que la política del bloqueo cosechaba año tras año en la Asamblea General de las Naciones Unidas, e inclusive en el seno de la OEA, fue debilitando la firmeza de la política anticubana.

 Otro factor fue la honrosa insistencia de los países latinoamericanos y caribeños sin excepción para exigir el fin del bloqueo y la liberación de “Los 5”. El papel de la UNASUR y la CELAC también fue de importancia para precipitar esta reorientación de la política de la Casa Blanca. Pero lo que a nuestro juicio fue decisivo para producir este viraje fue el cálculo geopolítico realizado por los estrategas del imperio, que recomendaba acabar con una política que no sólo era inefectiva -como las torturas de la CIA, según el reciente Informe del Senado- sino que además era contraproducente para garantizar la seguridad nacional estadounidense en momentos tan críticos como el que actualmente atraviesa el sistema internacional. En las páginas que siguen trataremos de desarrollar en cierto detalle este argumento.

LaTransición Geopolítica Mundial y sus Desafíos para la Estabilidad del Imperio

Estados Unidos se enfrenta a un deteriorado cuadro geopolítico mundial que suscita una enorme preocupación en su clase dominante, sus representantes políticos e ideológicos, el Pentágono y sus agencias de inteligencia. En 1997, pocos años después del derrumbe de la Unión Soviética, uno de los más lúcidos (y cínicos) intelectuales orgánicos del imperio, Zbigniew Brzezinski, escribió un libro que resumía la visión estratégica dominante en ese momento y proponía un conjunto de recomendaciones para encarar con realismo –en lugar de las autocomplacientes ensoñaciones de los miembros del Proyecto para el Nuevo Siglo Americano, gran parte de los cuales integraron las filas del gobierno de George W. Bush- los desafíos de los años venideros.

1 En El Gran TableroMundial su autor descartaba la posibilidad de un debilitamiento del poderío global de Estados Unidos dado que su país aparecía, una vez desintegrada la Unión Soviética, como “la única e, indudablemente, como la primera potencia realmente global” en la historia del planeta. A partir de esta premisa el objetivo que se trazó fue formular una geoestrategia global e integral para preservar el papel central de Estados Unidos como “arbitro político” en todo el mundo, pero prestando especial atención a Eurasia ya que es ese y no otro “el tablero en el que la lucha por la primacía global” seguirá jugándose.

Un continente fundamental que contaba para 1997 con el 75% de la población y el 60% del PNB mundiales, y las ¾ partes de los recursos estratégicos conocidos. Para ser exitosa dicha estrategia debía basarse en la construcción de “una comunidad global basada en las relaciones de cooperación”

.2 No obstante, a Brzezinski no se le escapaban las acechanzas que podían originarse como consecuencia de potenciales “contingencias relacionadas con los futuros alineamientos políticos (…) que intenten empujar [a los Estados Unidos] fuera de Eurasia”.

En ese escrito Brzezinski identificaba tres escenarios que podrían plantear tales retos a lo largo del siglo veintiuno: el primero era un acuerdo entre Rusia y los principales países europeos, que debilitaría los vínculos entre Estados Unidos y Europa y mellarían la fortaleza de la Alianza Atlántica y en particular de la OTAN. Pero tranquilizaba a sus lectores diciendo que la probabilidad de esa contingencia era “bastante remota” (si bien no totalmente descartable), no habiendo por lo tanto razones para alarmarse. La segunda amenaza era un posible acuerdo entre China y Japón, por entonces la segunda economía del mundo y puntal de la presencia estadounidense en el Pacífico y en el mundo asiático. Probabilidad: también muy baja, porque los históricos conflictos que separaban a ambas naciones serían un obstáculo muy difícil de remontar. Había que monitorear los movimientos, los gestos y las iniciativas de esos dos países pero sin perder la serenidad. El tercer escenario, “el potencialmente más peligroso sería el de una gran coalición entre China, Rusia y quizás Irán, una coalición ‘antihegemónica unida no por una ideología sino por agravios complementarios’.”

 3 Sin embargo, las probabilidades de que esta amalgama política pudiera cristalizarse eran, según Brzezinski, remotas. Ahora bien: los pronósticos de este consejero áulico del imperio fueron impiadosamente refutados por la historia ya que ese escenario -el menos deseado, el más temido y el más improbable- fue el que en estos últimos años irrumpió con fuerza en el sistema internacional. A mediados del 2014 Rusia y China firmaron importantísimos acuerdos –económicos, políticos y militares- de largo plazo, a los cuales se unió poco después Irán. En Septiembre la India solicitó formalmente su adhesión al Acuerdo de Cooperación de Shanghai y a finales de este mismo año Rusia selló un muy importante acuerdo con Turquía, cerrando de este modo una alianza que cambia radicalmente la correlación de fuerzas en el tablero de la geopolítica mundial en perjuicio de Estados Unidos, sus aliados europeos y Japón. Con la integración de la India y Turquía el panorama geopolítico euroasiático no podría ser más desventajoso para lo que Brzezinski denomina “Occidente.”

En el año 2012, es decir, poco antes de que emergiera esta nueva coalición y quince años después de la publicación del Gran TableroMundial , Brzezinski dio a conocer su más reciente obra: Strategic Vision.

 4 En ella el tono general del análisis se sitúa en las antípodas de su por momentos triunfalista texto de 1997.

Ahora la preocupación es otra. En la primera parte de ese libro propone una sorprendente y muy significativa exploración histórica en torno a la “declinante longevidad de los imperios”, una reflexión insólita en relación al supuesto fundamental de la obra: Estados Unidos no es un imperio sino una potencia, la única potencia global. No obstante, este inesperado comienzo revela que en su fuero íntimo Brzezinski no se engaña, ni engaña a sus jefes y patrones, y sabe que Estados Unidos es la cabeza de un vasto sistema imperial y que, además, la lógica que decretó la declinación de todos los imperios anteriores, sin excepción, difícilmente exceptúe al americano. Como estudioso que es sabe muy bien que este no podrá ser eterno y duda de que siquiera pueda mantenerse más allá de unas pocas décadas. De ahí que las cuatro preguntas fundamentales que plantea en las páginas iniciales del libro sean las siguientes:

1) ¿Qué implicancias tienen la cambiante distribución del poder global desde Occidente hacia Oriente y el despertar político de la humanidad?

2) ¿Por qué decayó el atractivo de los EEUU, cuáles son los síntomas de su declinación doméstica e internacional y por qué se desperdició una oportunidad tan excepcional como el desenlace pacífico de la Guerra Fría?

3) ¿Qué consecuencias geopolíticas tendrían lugar si Estados Unidos perdiera su primacía en el ámbito del poder global? ¿Podría China ocupar su lugar en el 2025?

4) ¿Cómo debería EEUU redefinir sus objetivos geopolíticos a largo plazo, y cómo atraer, apoyándose en sus aliados europeos, a Rusia y Turquía a los efectos de construir un “Occidente” más inclusivo y vigoroso?

En resumen, el autor se formula interrogantes impensables una década atrás. Lo que antes se asumía como una verdad inconmovible, la primacía internacional de Estados Unidos, ahora es objeto de múltiples conjeturas, y por lo tanto las opciones estratégicas diseñadas en el pasado deben ser radicalmente re-examinadas.

Un mundo convulsionado
En este impensado escenario, en donde los rivales de Washington unen fuerzas, y los antiguos aliados –fervientes, como Turquía, o tibios, como la India- se pasan al otro bando, la rápida degradación de la situación internacional plantea enormes desafíos al imperio. La agenda exterior de la Casa Blanca se enfrenta con numerosos “puntos calientes” en los cuáles Estados Unidos está fuertemente involucrado, tiene muchos intereses en juego y se ve forzado a hacer apuestas cada vez más riesgosas y de incierto desenlace. En Oriente Medio la situación está fuera de control: después de haber avivado la hoguera del fundamentalismo sunita como ariete para hostigar a Irán y Siria, el trágico resultado de esa política fue la aparición del Estado Islámico, una organización criminal que dispone de los enormes recursos financieros derivados de su control sobre las zonas petroleras de Siria e Irak, y dispuesto a afianzar su dominio apelando a cuantas atrocidades sean imaginables. Originalmente formado por mercenarios reclutados por Estados Unidos y Arabia Saudita, financiado y armado por estos dos países, el genio se salió de la botella (como antes Osama bin Laden y Saddam Hussein) y, previsiblemente, comenzó a desarrollar una política propia que no es precisamente la que mejor favorece los intereses de Washington en la región. A la explosiva situación de esa parte del mundo, hundida en un interminable baño de sangre, hay que agregar la acelerada fascistización de Israel, que ha convertido a su estado en un engendro neonazi en donde el genocidio de los palestinos pasó a ser una práctica habitual ejercida con total impunidad e indiferente ante la repulsa casi universal que suscitan sus acciones. Más hacia el Oriente, en Asia Central, área donde se anuda una densa red de oleoductos y gasoductos de vital importancia para el mercado mundial de energéticos, la permanente inestabilidad de una zona surcada por ancestrales rivalidades y conflictos étnicos, religiosos y económicos de todo tipo se combina con periódicos estallidos de violencia que frustran de raíz cualquier posibilidad de establecer proyectos económicos de cierta envergadura para el aprovechamiento de sus enormes riquezas gasíferas y petroleras.

5 Más hacia el Este, al llegar al extremo del continente, la persistente disputa entre China y Japón por la delimitación jurisdiccional del Mar del Sur de la China agrega un condimento explosivo en el límite oriental de la antigua, y hoy altamente revalorizada, “Ruta de la Seda”.

6¿Es todo? De ninguna manera. La situación del África Subsahariana es motivo de intensa preocupación, sobre todo por el arraigo que en algunos países proveedores de petróleo, como Nigeria, parece haber conseguido el islamismo radical. Pero, más al norte es donde se encuentra la fuente más importante y a la vez urgente de preocupaciones. En Europa hay una guerra en ciernes entre los países de la OTAN y Rusia. Las sucesivas sanciones económicas decretadas por Washington (y replicadas con deshonrosa obediencia por sus compinches europeos) junto al deliberado derrumbe de los precios del petróleo configuran, en términos prácticos, una declaración de guerra, y así lo ha entendido no sólo Moscú sino buena parte de la dirigencia política estadounidense. No sorprende, en consecuencia, que Rusia haya anunciado el 26 de Diciembre un significativo cambio de su doctrina estratégica, orientada ahora por la necesidad de contener las amenazas que se ciernen, desde Europa: la OTAN y el despliegue balístico norteamericano en ese continente, sobre su seguridad nacional. 7

El dramático empeoramiento de la situación en Ucrania reconoce dos causas fundamentales: una, la expansión hacia el Este de las fronteras de la OTAN, en abierta violación de las promesas formuladas a los gobernantes rusos por sucesivos presidentes de los Estados Unidos y los jefes de estado europeos. La otra: la insistencia de la Unión Europea en incorporar a Ucrania y, de ese modo, penetrar por la puerta trasera en Rusia. Ambas iniciativas propiciaron la fulminante resurrección de la Guerra Fría, que se está recalentando aceleradamente. Un académico conservador norteamericano, John Mearsheimer, profesor de la Universidad de Chicago, culpó a Occidente por esta degradación del clima internacional. Era sabido, escribió, que Moscú jamás podía aceptar de brazos cruzados que la OTAN se extendiera hasta sus fronteras, y para colmo consentido por un gobierno impuesto en Kiev por un golpe de estado impulsado y financiado por Estados Unidos y sus aliados.

8 Esta irresponsable provocación es tan inadmisible para Rusia como lo hubiera sido para Estados Unidos si, en los años ochentas, Moscú y los países del Pacto de Varsovia hubiesen orquestado un golpe de estado en México e instalado sus tropas en la frontera con Estados Unidos. El desencadenamiento de la crisis en Ucrania desató como respuesta la reintegración al territorio ruso de la península de Crimea (anexada con el apoyo de sus habitantes) y alentó el separatismo de la población rusoparlante que reside en el este ucraniano. Las sanciones económicas aplicadas a Rusia por los países de la Alianza Atlántica tensaron la cuerda a grado tal que tiene escasos precedentes en la historia contemporánea. Moscú denunció estas maniobras y dijo que ellas son parte de una estrategia general cuyo objetivo es nada menos que precipitar el “cambio de régimen” en Rusia, ante lo cual Vladimir Putin ha dicho que su país no permanecerá indiferente ante esos designios y responderá con cuanto tenga a su alcance. Hay que recordar que Rusia dispone del segundo arsenal atómico mundial y que cuenta con unas fuerzas armadas muy bien equipadas. Como decíamos más arriba, si la OTAN llegara a lanzar un ataque con armas de destrucción masiva Moscú no vacilará en recurrir a su arsenal nuclear, lo que abre una atroz perspectiva para el futuro de la humanidad.

9 Trascendente papel de América Latina y el Caribe

En innumerables ocasiones Fidel y el Che afirmaron que Nuestra América es la retaguardia estratégica del imperio. Cuando Estados Unidos enfrenta graves desafíos en el frente internacional -como en los años setenta en el Sudeste asiático y muy especialmente en Vietnam- se vuelve sobre los países del área para desde allí tomar aliento y lanzar su arremetida. En aquella oportunidad lo que hizo fue sembrar dictaduras por toda la región, en donde salvo México, Colombia y Costa Rica, el resto de los países padecieron la instauración de regímenes cívico-militares que hicieron del terrorismo de estado una práctica cotidiana de ejercicio del poder, para lo cual contaron con el auspicio, colaboración, protección y financiamiento de Washington.

En la actualidad la Casa Blanca continúa actuando bajo los lineamientos de la misma premisa, procurando acabar con la Revolución Cubana, liquidar a los gobiernos bolivarianos, terminar de domesticar a los de la “centro-izquierda” del Cono Sur y reforzar, vía la Alianza del Pacífico, a los regímenes neocoloniales y conservadores del área. Téngase en cuenta que en el turbulento tablero geopolítico internacional Nuestra América brilla como una envidiable, y única, zona de paz. Lo único que perturba este panorama es el conflicto interno en Colombia y la desestabilización de México, pero ambas son situaciones que se constituyen en el ámbito doméstico.

10 Sólo Colombia podría, si fracasaran las negociaciones de paz en curso en La Habana, alterar significativamente los equilibrios internacionales del área. No obstante, en el caso de México no habría que descartar que si se acelerara y profundizara la descomposición de la situación interna debido a la explosiva combinación entre el creciente poderío del narco -que podría llegar a someter a su arbitrio a las diversas ramas del aparato estatal- y una repotenciada protesta social los Estados Unidos podrían, en tal eventualidad, considerar muy seriamente la posibilidad de invadir y ocupar una parte de la frontera norte mexicana con el pretexto de preservar la “seguridad nacional” estadounidense amenazada por el caos al sur del Rio Grande. Lo hicieron en el pasado y nada autoriza a pensar que no volverían a hacerlo una vez más si lo considerasen conveniente. Hipótesis extrema, pero que en función de las enseñanzas de la historia sería sumamente imprudente descartar. Va de suyo que una movida de ese tipo tendría enormes repercusiones internacionales, que reverberarían mucho más allá del hemisferio americano.

 11 Es a causa de todo lo anterior que Washington está poniendo cada vez más empeño en “reordenar” una región que desde el triunfo de Chávez en las elecciones presidenciales de 1998 ha ido progresivamente emancipándose de la pegajosa tutela y control que Estados Unidos ejerció sobre lo que con indisimulado desprecio se llama, en los círculos oficiales de ese país, su “patio trasero”. La oleada bolivariana desencadenada por Chávez facilitó la supervivencia de la acosada Cuba y tuvo reflejos concéntricos en el mundo andino: Bolivia y Ecuador se plegaron a la misma y, en el litoral atlántico, surgieron gobiernos más moderados en Argentina, Brasil y Uruguay pero que, pese a la tibieza de algunas de sus iniciativas, en el terreno internacional aportaron un apoyo decisivo para, entre otras cosas, hacer naufragar el proyecto más importante que el imperio tenía reservado para América Latina y el Caribe: el ALCA, sepultado en Mar del Plata en Noviembre del 2005.

El cambio de política hacia Cuba tiene por objetivo neutralizar un permanente factor de perturbación de las relaciones hemisféricas y abrir el paso a una política más eficaz para recuperar el control las díscolas naciones del sur. El objetivo es claro: garantizar la estabilidad y la complicidad de la retaguardia imperial para que Washington pueda actuar en los “puntos calientes” arriba señalados sin temor a que su distracción en lejanos teatros de operaciones desate una radicalización tan indeseable como incontenible en los países de América Latina y el Caribe. Para enfrentar con éxito esta tercera guerra mundial en gestación es esencial retomar el control de Venezuela, donde al día de hoy se alojan las mayores reservas comprobadas del mundo. Pero dicho objetivo no se alcanzará manteniendo la vieja y fracasada política hacia Cuba, que provoca la repulsa del resto de las naciones del hemisferio. Por eso el presidente Barack Obama dió el primer paso para “normalizar” las relaciones con la Isla pero al día siguiente redobló su ataque a la República Bolivariana promulgando un proyecto de ley, impulsado nada menos que por el Senador Bob Menéndez (conocido por sus estrechas vinculaciones con la mafia anticastrista de Miami).

12 que establece sanciones económicas a gobernantes y políticos venezolanos “responsables por violaciones de los derechos humanos de manifestantes antigubernamentales” que entre Febrero y Abril del 2014 tomaron las calles y mediante violentas manifestaciones exigían la renuncia del presidente Nicolás Maduro. Ni a este impresentable senador ni a Obama les importó que los autores o instigadores de actividades violentas –incluyendo asesinatos, robos, incendios, destrucción de edificios y bienes públicos, etcétera- que busquen alterar el orden constitucional o remover autoridades apelando a la violencia serían acusados del delito de sedición en Estados Unidos (y en casi todo el mundo) y pasibles de ser sancionados con durísimas penalidades que, en este país, incluirían la prisión perpetua. Pero como se trata de recuperar a la Venezuela Bolivariana de cualquier forma, los autores intelectuales y apologistas de esos actos de salvaje vandalismo, como Leopoldo López y María Corina Machado, lejos de ser acusados por esos delitos son exaltados como figuras ejemplares, síntesis de los valores republicanos y libertarios, y elevados a la categoría de “combatientes por la libertad”. Poco importa que la mayor parte de las víctimas de aquel intento sedicioso fuesen miembros de los servicios de seguridad del estado y militantes chavistas, tal como ha sido reconocido por organizaciones independientes de derechos humanos radicadas en Venezuela. Para no hablar del doble rasero que significa sancionar a miembros del gobierno venezolano por preservar el orden constitucional del asalto de los sediciosos y no proceder de igual modo, por ejemplo, con las autoridades colombianas cuando informes inapelables certifican que el ejército ejecutó al menos a 5.763 civiles inocentes entre 2000 y 2010; o con las autoridades hondureñas, en donde después del golpe de estado de 2009 los asesinatos extrajudiciales se realizan con total impunidad; o con las de México, en donde es sabido que la desaparición de los 43 estudiantes normalistas en Ayotzinapa fue orquestada y ejecutada con la participación -o al menos la abierta complicidad- de autoridades civiles y militares de la Federación y del estado de Guerrero?

13 La espina cubana
La “normalización” de las relaciones con Cuba tiene pues una tenebrosa contrapartida: liberar las manos del imperio para abalanzarse con fuerza para doblegar al gobierno chavista y recuperar el petróleo venezolano.

14 Además responde a una necesidad geoestratégica insoslayable, y ante la cual tanto la ruptura de relaciones diplomáticas como el bloqueo se convirtieron en molestos estorbos para Washington. Lo que se logró con ambas políticas fue facilitar la penetración de China y Rusia en la mayor de las Antillas y, por extensión, en la “tercera frontera” de Estados Unidos: el Mar Caribe. Todos los textos e informes recientes sobre la seguridad nacional norteamericana señalan una y otra vez que aquellos dos países son “enemigos” que es preciso vigilar, controlar y, de ser posible, someter o derrotar, toda vez que la recomendación de Brzezinski en el sentido de “atraer y seducir” a ambos países demostró ser un rotundo fracaso. Máxime cuando, en el Mare Nostrum norteamericano China ha emprendido sin consultar ni mucho menos pedir permiso a Washington un megaproyecto llamado a ejercer una extraordinaria influencia no sólo en el comercio internacional: un nuevo canal interoceánico a través de Nicaragua, obra para la cual el nuevo puerto cubano de Mariel asume una importancia estratégica. Rusia, por su parte, ha dado a conocer sus planes de impulsar la proyección global de su armada, lo que contempla, entre otras cosas, una mayor presencia en aguas caribeñas. Lo que estos dos países hacen en Cuba, y están haciendo en la zona del Gran Caribe, es un misterio para las agencias de inteligencia y las fuerzas armadas estadounidenses. ¿Hay proyectos militares en juego que subyacen a los crecientes relacionamientos económicos que China y Rusia desarrollaron en el área? De ser así, ¿cuáles son, donde están localizados y qué implicaciones tienen para la seguridad nacional de los Estados Unidos? ¿Cómo podrían ser neutralizados? ¿Cuál es el estado de la “sociedad civil” en Cuba? ¿Cuál debería ser la hoja de ruta para preparar el tan anhelado “cambio de régimen” que ponga fin a la Revolución Cubana? ¿Qué modelo aplicar: la “revolución de terciopelo”, al estilo checo, o hay condiciones para ensayar una fórmula más rápida y violenta, al estilo de los “cambios de régimen” practicados en Libia o Ucrania? Todas estas son cuestiones de enorme importancia que no pueden ser confiadas a “amateurs” como Alan Gross. Por el contrario, hay que desplegar en la isla un número suficientemente grande de agentes para obtener información sensible y confiable, para lo cual se precisa la cobertura de una embajada dotada de un numeroso personal que, bajo el paraguas diplomático, pueda realizar esas actividades de inteligencia.

La política seguida a lo largo de más de medio siglo demostró ser, como decíamos más arriba, no sólo inefectiva sino contraproducente. Y Obama quiere corregir eso, pronto. Claro que la plena normalización diplomática exigirá que el Congreso levante el bloqueo, de lo contrario la iniciativa anunciada el 17 de Diciembre quedaría a mitad de camino, no sólo por la incoherencia que significa pretender “normalizar” las relaciones entre Cuba y Estados Unidos y, simultáneamente, mantener el bloqueo. Se dice que los sectores más reaccionarios del espectro político norteamericano en el Congreso se opondrán a esa iniciativa. Seguramente será así, pero no sería raro que junto a poderosos intereses comerciales -deseosos de establecer vínculos con Cuba- el lobby del Pentágono y la CIA convenza a los más recalcitrantes que la seguridad nacional norteamericana exige votar el fin del bloqueo, algo que hasta apenas ayer parecía imposible y que el propio gobierno de Estados Unidos promoverá no por razones de respeto a la legalidad internacional o solidaridad con el pueblo cubano sino exclusivamente en función de sus intereses estratégicos globales. Tanto Obama como Kerry lo dijeron con todas las letras: Washington no abandona su propósito de fomentar las fuerzas que dentro de Cuba pudieran precipitar un “cambio de régimen”, fomentar el activismo y la participación de la “sociedad civil”, y promover una “prensa libre” y el pluralismo político, preocupaciones estas que desaparecen como por arte de magia cuando el falaz régimen norteamericano habla de Arabia Saudita, país sin sociedad civil, sin prensa libre y en donde los partidos políticos están prohibidos. Sería inútil exigirle coherencia doctrinaria a un imperio cuyo objetivo excluyente es saquear los bienes comunes de nuestro planeta para mantener un patrón de consumo absolutamente irracional e insostenible, no ya en el largo plazo sino en la actualidad y mediante la militarización de las relaciones internacionales. Lo cierto es que, pese a toda la verborragia, el objetivo estratégico de Estados Unidos sigue siendo el mismo; lo que cambia es la táctica. Ahora se recurrirá al “poder blando”, eufemismo que significa tratar de apelar a los recursos derivados del supuesto atractivo de la sociedad norteamericana, sus también presuntos valores de igualdad, justicia, libertad, convenientemente manufacturados por la industria cultural basada en Hollywood pero desmentidos día a día por la realidad, para convencer a los cubanos mediante un intenso bombardeo propagandístico que una sociedad que mata afrodescendientes a destajo, que deja grandes segmentos al margen de toda atención médica y de la seguridad social, que impide que sectores de clase media puedan acceder a las universidades y que cuenta con la peor distribución de ingresos y recursos del mundo desarrollado es el espejo en el cual deben ver su propio futuro. “Poder blando”, aclarémoslo de entrada, que es apenas el reverso de la medalla en cuyo anverso se encuentra el “poder duro” de la mayor fuerza militar jamás conocida en la historia de la humanidad y dispuesta a ser aplicada sin mayores escrúpulos cuando sea necesario.

Muchos observadores han expresado su preocupación por este cambio de la política norteamericana. ¿Representa o no un desafío para Cuba? ¡Por supuesto que sí!, pero aún peor es el reto emanado de la continuidad sine die del bloqueo, que ha causado enormes daños materiales a Cuba. Según las últimas estimaciones del Ministerio de Relaciones Exteriores de ese país el costo económico de esa política equivale a dos Planes Marshall en contra de la Isla, mientras que con un solo Plan Marshall se reconstruyó la Europa devastada por la Segunda Guerra Mundial. Ni se hable de los costos “no económicos” medidos en sufrimientos humanos, privaciones, frustraciones y otras secuelas de esa criminal política de agresión imperialista. Este fue un desafío que Cuba supo repeler, pero a un precio exorbitante. La continuidad indefinida del bloqueo obliga a preguntar cuanto tiempo más podría Cuba resistir esa situación sin erosionar la legitimidad del orden revolucionario, librando batalla en un terreno en el cual no tiene chances de prevalecer. En cambio, el desafío que plantearía la penetración norteamericana –económica pero también política y cultural- una vez eliminado el bloqueo podría ser respondido desde una posición mucho más favorable. Tal como lo recordara José Martí, “trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras”, y Cuba posee, gracias a Martí y a la incansable labor pedagógica de Fidel a lo largo de más de medio siglo, una formidable trinchera de ideas contra la cual se estrellará la propaganda norteamericana, el consumismo desenfrenado y las mentirosas ilusiones fomentadas por el American way of life que el pueblo cubano conoce muy bien desde 1898. Sin dudas, la densidad de la cultura cubana es incomparablemente más fuerte que la salud de su economía y librar la batalla en el terreno cultural, para derrotar al “americanismo”, como le llamaba Antonio Gramsci, es la táctica sin dudas más apropiada. La historia demuestra que Cuba puede derrotar a Estados Unidos desde la cultura y la política, no desde la economía. De los dos desafíos, por lo tanto, el más manejable es el que se abre con la normalización de las relaciones diplomáticas y el eventual fin del bloqueo. Si en la ex Unión Soviética “los espejitos de colores” del capitalismo fueron aceptados como buenos por su población fue porque allí no hubo ni un Martí ni un Fidel. No es el caso de Cuba, cuya población tuvo estos dos geniales maestros y además conoce el imperio como pocas, porque le tocó sufrirlo entre 1898 y 1958, y sabe muy bien que una cosa es la propaganda capitalista y otra completamente distinta el capitalismo “realmente existente”.

Por eso, ante las novedades aportadas días atrás y para evitar una re-edición de la “Obamamanía” que tantas decepciones ocasionara entre los ilusos que cayeron en esa trampa, y que ahora creen que Washington cambió, que abandonó sus planes de hacer retroceder el reloj de la historia hemisférica hasta la medianoche del 31 de Diciembre de 1958, antes del triunfo de la Revolución Cubana, se impone recordar lo que dijera el Che: “al imperialismo no se le puede creer ni un tantico así, ¡nada!” Sería gravísimo desoír tan sabio consejo en una coyuntura como la actual, cuando la validez de las palabras del “guerrillero heroico” es mayor que nunca.

1 Cf. El gran tablero mundial. La supremacía estadounidense y sus imperativos geoestratégicos(Madrid y Buenos Aires: Paidós, 1997)

LA MAYOR EXPROPIACIÓN DE LA HISTORIA CORRERÁ A CARGO DEL PP. LA DESAMORTIZACIÓN DE RAJOY

 

01.01.2015

Escrito por  Iniciativa Debate

Un saqueo de enorme magnitud está a punto de producirse sin que esté haciendo el más mínimo ruido. El caso es que el próximo día 31 las entidades locales que no hayan presentado las cuentas según las exige el gobierno del PP, verán cómo los bienes comunales que gestionan en algunos casos desde hace siglos, pasan de sus manos a ser competencia del Estado... 
 
Un saqueo de enorme magnitud está a punto de producirse sin que esté haciendo el más mínimo ruido. El caso es que el próximo día 31 las entidades locales que no hayan presentado las cuentas según las exige el gobierno del PP, verán cómo los bienes comunales que gestionan en algunos casos desde hace siglos, pasan de sus manos a ser competencia del Estado.

Incluso si pensáramos que este gobierno es digno de confianza, una medida así hubiera merecido muchísimas explicaciones. Pero a nadie se le escapa que en este caso no se hace por el bien de ninguna comunidad ni tampoco por el bien del propio país. Se hace para vender o ceder a intereses privados aquello que hasta ahora ha sido en muchos casos un ejemplo de aprovechamiento y buen uso por parte de los vecinos de las entidades municipales menores.

Nos queda casi todo un año de aguantar a este gobierno, y cada día se hace más complicado creer que tras su paso siga creciendo la hierba.

http://iniciativadebate.org/2014/12/28/la-mayor-expropiacion-de-la-historia-correra-a-cargo-del-pp-la-desamortizacion-de-rajoy/

RAJOY: " EL 2015 SERÁ EL AÑO DE LA RECUPERACIÓN, CON LA ESTABILIDAD QUE REPRESENTA EL PP".... NOSOTR@S LE DECIMOS: ! SERÁ EL AÑO DEL CAMBIO

01.01.2015
 
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy defiende su labor al frente del Gobierno y la "estabilidad" del PP frente a los "adanes" que se creen que "el mundo comienza con ellos". Lo que esa "estabilidad" supone en la vida de las personas, en los derechos sociales y laborales del pueblo, ya lo sabemos sobradamente. Nada mejor que estas declaraciones para que el 2015, como dice Ada Colau, sea el año de aquellos que luchan por el cambio y por una revolución democrática. Podemos, IU, los movimientos sociales, los movimientos anarquistas, las izquierdas soberanistas de las diferentes naciones, que 2015 sea NUESTRO año. 
 
Agencias

Rajoy se ha referido, en ese sentido, a que 2015 será el año "del despegue definitivo" de la economía y del comienzo de la recuperación, tras el 2012 "espantoso" que saludó su llegada al Gobierno, y ha abogado también por "seguir manteniendo las políticas económicas de estos años".

Sabemos que esa recuperación no existe, sabemos que cada día son más los ciudadanos y ciudadanas que viven en condiciones de exclusión social, que la pobreza es pan de cada día en millones de hogares, que sus reformas laborales y sus leyes mordaza, nos ha arrebatado buena parte de nuestros derechos, que las colas en los comedores sociales son ya parte del panorama cotidiano de nuestra sociedad, que la pobreza energética, la precarización del trabajo y el desempleo masivo son la verdadera realidad de nuestros tiempos, y sus mentiras ya no convencen a nadie. En 2015 tenemos que demostrarlo.

El presidente ha dicho que el PP "está aquí", es garantía de estabilidad y preserva "su independencia", y ha llamado a "hablar bien de su país" a quienes "tienen tendencia a transmitir que esto es un desastre". Para ellos y ellas, privilegiados, que viven de espaldas al pueblo, que no sufren el drama del pueblo, no existe desastre alguno, y no tienen la menor vergüenza en así decirlo. 

Riéndose, una vez más, de quienes viven diariamente en ese insoportable desastre.

"Aquello que propugnan, que por otra parte es muy difícil de entender porque no lo saben explicar y porque no lo tienen muy claro", supondría "un salto hacia atrás ciertamente colosal" en caso de que "llegasen a asumir algún tipo de responsabilidad de Gobierno", ha dicho.

En 2015, en las calles y en las urnas, le demostraremos que el pueblo tiene la palabra. Por una revolución democrática.

Feliz año de luchas y victorias para toda la gente decente, para la clase trabajadora, para los que de verdad están sufriendo el desastre que Rajoy y demás políticos de la casta, al servicio de la oligarquía, han causado.