“China lo veíamos como algo legendario, muy lejano, de las
películas… se ha dado un cambio fundamental”. Rafael Correa China se
institucionaliza en América Latina Un momento histórico se vivió estos
días, enero de 2015, en las relaciones internacionales y la cooperación
sur-sur; el I Foro China-Comunidad de Estados Latinoamericanos y
Caribeños (CELAC) celebrado en […]
“China lo veíamos como algo legendario, muy lejano, de las películas… se ha dado un cambio fundamental”.
Rafael Correa
China se institucionaliza en América Latina
Un momento histórico se vivió estos días, enero de 2015, en las
relaciones internacionales y la cooperación sur-sur; el I Foro
China-Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC)
celebrado en Beijing. En este foro participaron delegaciones de los 33
países de Latinoamérica y el Caribe, y el anfitrión, China, y se aprobó
el reglamento de este nuevo organismos bilateral que da paso a un plan
quinquenal (2015-2019) de cooperación con el compromiso fijado en la
Declaración de Beijing. La próxima cita se ejecutará en Chile en 2018.
En este encuentro el Presidente chino, Xi Jinping, anunció que China
pretende invertir 250.000 millones de dólares en los próximos 10 años y
conseguir en ese mismo espacio de tiempo un comercio entre las dos
regiones de 500.000 millones. Algunos de los sectores de la inversión
serán seguridad, comercio, finanzas, tecnologías, recursos estratégicos,
industria y agricultura. China actualmente es el segundo socio
comercial de Latinoamérica y el tercer inversor, creciendo entre 2000 y
2013 de 12.600 millones a 261.500 millones . Uno de los actores
esenciales en la cooperación con América Latina durante los años 90 y
principios del siglo XXI fue España pero el año 2012 se marcó el fin de
una era. Justamente en la Cumbre Iberoamericana celebrada en noviembre
de ese año en la ciudad andaluza de Cádiz las autoridades españolas y
portuguesas reclamaron apoyo de América Latina para superar su crisis
económica y se argumentó que los países ibéricos ya no podían financiar
el 70% del presupuesto de la comunidad iberoamericana . La caída de la
hegemonía de España en América Latina no sólo vino por causas
intrínsecas de la crisis económica que sufre actualmente sino también
por críticas a la legitimidad de la intervención de empresas
transnacionales españolas en la región, desde Telefónica, a Endesa,
Aguas de Barcelona, o Iberdrola, entre otras. Tanto por sus condiciones
laborales como por impactos medioambientales que sufre la población
local.
Mientras España (actor esencial en la estrategia de la Unió Europea)
se encogía, China se agrandaba. China, como hemos reflejado, se ha
posicionado como actor ya que ha crecido mucho su intervención económica
en América Latina en los últimos años y sigue con el mismo camino pero a
diferencia de la Unión Europea o Estados Unidos no ha sufrido
movimientos de resistencia civil ni choques diplomáticos por parte de
países de América Latina. ¿A qué se debe esa esfera colectiva poco
crítica sobre el papel de China en América Latina?, ¿Está actuando China
de una manera “correcta” en el continente?, ¿Es pronto para valorar a
China sobre los impactos de su papel en América Latina?, ¿China al ser
un país del Sur que coopera con otra región del Sur tiene otros
mecanismos de relaciones bilaterales más simétricos?
La estrategia China en su modelo de cooperación
China parte de una ventaja clara sobre su legitimidad y acercamiento
con América Latina por encima de Estados Unidos y la Unión Europa. China
no tiene a sus espaldas acciones de intervención militar colonial o
imperialista en América Latina y el Caribe que si arrastran las otras
dos potencias. Su cara limpia, pero a la vez desconocida en la región le
permite recibir un mayor grado de confianza, incluso con tono jocoso al
ser exótica la cultura asiática milenaria para la mayoría de la
población civil latinoamericana . Otra ventaja es que China arrastra una
historia similar a la de América Latina en las relaciones
internacionales. Una historia de haber sufrido el colonialismo por parte
de potencias europeas y Japón. China, también, tiene dentro de su
discurso y esquema histórico la lucha contra la colonización al ser
partícipe en la Conferencia de Bandung celebrada en 1955. Una
conferencia que apostó por la “Coexistencia Pacífica” en la Guerra Fría y
contra toda injerencia. A pesar de tener una brecha cultural entre
China y América Latina existe un gran acercamiento histórico al haber
ejercido el mismo papel como países subdesarrollados en la dialéctica
internacional.
China en sus relaciones internacionales, políticas y comerciales,
sigue apostando por el marco ético de la Coexistencia Pacífica buscando
como finalidad la construcción de un modelo multipolar. Los cinco
principios base de la Coexistencia Pacífica son; “respeto mutuo a la
soberanía y la integridad territorial, no agresión, no intervención en
los asuntos internos de un país por parte de otro, igualdad y beneficios
recíprocos y coexistencia pacífica” . Estos principios han hecho que
China, como actual potencia económica, lleve diferente estratégica en
las relaciones internacionales que Estados Unidos y Europa. El debate
puede existir en el fin pero la claridad está en los medios.
China, a diferencia de las otras dos potencias, se ha centrado en una
cooperación muy pragmática. El principio de respeto a la soberanía hace
que el país asiático coopere con cualquier país del mundo, más allá de
ser un régimen dictatorial, un modelo con amplia democracia, un sistema
neoliberal, un país socialista, una monarquía, o incluso un estado
fallido. China en América Latina coopera con el mismo interés comercial
con Cuba, modelo socialista y país del ALBA-TCP, que con Chile, modelo
neoliberal y miembro de la Alianza del Pacífico. Al igual que en Asia
tiene buen relación bilateral con la República Popular Democrática de
Corea o con el enemigo histórico de Corea del Sur. Lo mismo con la Unión
Europea y Rusia, dos zonas en conflicto comercial y diplomático
acelerado tras la Guerra en Ucrania. A China le da igual el color de la
camiseta, lo que busca es el color de sus negocios. Este comportamiento
en las relaciones internacionales no ha sido efectuado por Estados
Unidos desde su hegemonía. Su visión de dominación política y bélica
internacional, y sobre todo en su patrio trasero latinoamericano, ha
afectado incluso sus intereses económicos en las relaciones
internacionales. Un ejemplo es su estrategia de bloquear a Cuba durante
50 años, que no ha tenido su objetivo político, en lugar de estrechar
lazos comerciales que beneficien la economía norteamericana. La
“cooperación dogmática”, podemos decir a diferencia de la cooperación
pragmática de China, que ha llevado Estados Unidos al intervenir en
muchos estados según sus intereses morales e imperiales les ha generado
grandes enemigos a nivel mundial. América Latina es el espacio de
análisis comparativo con China.
Mientras los 33 países de América Latina con diferentes modelos
políticos y económicos y que podemos agrupar en socialistas del siglo
XXI (países del ALBA-TCP), desarrollistas (MERCOSUR) y neoliberales
(Alianza del Pacífico), aplauden en conjunto la cooperación con China no
sucede lo mismo hacia Estados Unidos. Los países del ALBA-TCP por sus
modelos de desarrollo endógeno al poner ciertas regulaciones estatales a
las grandes inversiones extranjeras y no aceptar Tratados de Libre
Comercio chocan con los intereses históricos de dominación de los
Estados Unidos. Países del ALBA-TCP, como Ecuador, Bolivia, Venezuela y
Nicaragua, en 2012 renunciaron al Tratado Interamericano de Asistencia
Recíproca (TIAR) al criticarlo como mecanismo de intereses hegemónicos
de Estados Unidos en el continente.
En definitiva, la cooperación sur-sur con China a la cabeza empieza a
imponerse al histórico modelo de cooperación norte-sur en el contexto
latinoamericano. Más allá de las diferencias estratégicas de cooperación
pragmática y cooperación dogmática, de China y Estados Unidos
correspondientemente, ponemos encima de la mesa la duda de si los dos
modelos tienen finalmente un mismo impacto; el desarrollo de un estado
mediante el subdesarrollo de otros.
China y sus intereses económicos en América Latina
América Latina es hasta la actualidad una región llena de materias
primas, desde minerales, hidrocarburos, petróleo, e incluso de
alimentos. Una región donde finalmente no se ha dado un proceso de
industrialización autóctono. Su modelo extractivista ha sido permanente
con las intervenciones de empresas europeas y norteamericanas, pero
¿China reproduce el mismo modelo de intercambio o con una cooperación
más pragmática genera una nueva relación bilateral más simétrica?
Según un informe de la CEPAL en 2010 las inversiones de China, que
ya era el tercer país inversor en la región con el 9%, detrás de Estados
Unidos con el 17% y Países bajos con el 13%, el 90% de sus inversiones
estuvieron dirigidas a la extracción de recursos naturales,
principalmente hidrocarburos y minería. Al igual que en las relaciones
entre Estados Unidos o Europa y América latina, China juega un papel
similar en la cadena productiva, quiere materias primas para hacer
productos manufacturados.
Según datos de la CEPAL, la mayoría de países de América Latina
concentran el 90% de sus exportaciones a China en sólo 5 productos, los
cuales son en su mayoría materias primas. Por ejemplo países como Chile
el 66,2% del total de sus exportaciones a Asia se basan en el cobre, o
Venezuela el 62,2% es petróleo. Más allá de su gestión de los beneficios
de las exportaciones de cada país, interviniendo más en Venezuela la
gestión del Estado mediante PDVSA y más las inversiones privadas en
Chile, su monoexportación a Asia es muy contundente. Lo mismo en países
como Colombia con el 66,2% de petróleo como su total de exportación de
productos a China o Cuba con el 61,3% de níquel .
Estos porcentajes de exportaciones a China son muy considerados en
las economías latinoamericanas, siendo un trozo de pastel muy elevado. A
nivel general las exportaciones totales de América Latina a China
crecieron del 1,1% en el año 2000 al 8,3% en 2010, y las importaciones
del 1,8% al 13,3%, según datos de la CEPAL. Hay países como Chile que en
2012 el 32,22% del total de sus exportaciones fue a China, o en Perú el
17,59% , siendo el mercado chino el principal destino
Por lo tanto, en el caso comercial entre América Latina y China hay
dos supuestos, el crecimiento del comercio bilateral donde ha aumentado
los últimos años abismalmente entre las exportaciones e importaciones, y
siguen su ritmo creciente, pero en segundo lugar como las exportaciones
de América Latina a Asia están muy concretadas en materias primas. Esto
complementa un tercer punto que es la reciente estrategia de China más
allá de lo comercial, las inversiones productivas de China en América
Latina siguen el mismo eje que el comercio, la extracción de materias
primas y no un desarrollo industrial. Uno de los ejemplos es la empresa
estatal petrolera China Sinopec, con su estrategia de expansión y
búsqueda de recursos internacionales para poder cubrir el mercado
asiático de 1500 millones de personas, que realizó la mayor inversión al
adquirir el 40% de las operaciones en Brasil por parte de Repsol-YPF
por 7.111 millones de dólares . Además, las petroleras CNOOC y Sinochem
también anunciaron adquisiciones importantes en Brasil y Argentina,
respectivamente.
China parece llevar un papel similar a las relaciones Norte-Sur donde
América ha sufrido el extractivismo y el subdesarrollo. La cooperación
china con América Latina se decanta en toda regla por el desarrollo
económico del gigante asiático y no por apoyar el desarrollo de otros
países del sur. Las inversiones y comercio de China con América Latina
cumplen los criterios de la globalización neoliberal usando las monedas
fuertes, dólar y euro entre otras, como mecanismo de cambio y no otros
sistemas como podría ser el trueque. Un sistema rupturista con el mundo
financiero que se llevó a cabo en los países del “socialismo real” del
siglo XX y que se ha reactivado en el comercio de los países del
ALBA-TCP como Venezuela y Cuba intercambiando petróleo por acciones y
conocimientos médicos y educativos.
China y sus intereses políticos en América Latina
Más allá del crecimiento comercial de China en América Latina empieza
a ver un cambio cualitativo en las relaciones políticas
interregionales. La creciente disputa de China en el mundo multipolar
haciendo frente a la hegemonía de Estados Unidos busca generar nuevas
directrices el gigante asiático con América Latina para romper con su
Patrio Trasero. Mientras la Organización de Estados Americanos (OEA) ha
perdido legitimidad por la repulsa de nuevos gobiernos progresistas en
América Latina críticos con la dominación histórica de Estados Unidos
fundándose incluso organismos con intención substitutiva a la OEA como
la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), o también
las Cumbres Iberoamericanas lideradas por España hayan tenido una
decadencia diplomática por el rechazo de algunos países a las
intervenciones de multinacionales españolas, ha ido creciendo la entrada
empresarial y diplomática política de China. Desde 2007 hasta 2014 se
han realizado 8 Cumbres empresariales China – América Latina, reuniendo a
empresarios y funcionarios de los diferentes gobiernos para discutir
sobre Cooperación el comercio y las políticas de inversión y las
oportunidades de mercado. China con sus principios de coexistencia
pacífica, a diferencia de Estados Unidos, rompe con ese modelo de
injerencia de estrechar relaciones prioritarias con países con un cierto
modelo económico y político y su pragmatismo en las relaciones
internacionales se centran en cooperar con cualquier país que lo desee.
Desde Cuba con modelo socialista, hasta Brasil con sistema
neodesarrollista o Chile como pilar neoliberal. Reiterando, todo vale
para China. El I Foro China-CELAC, como se dijo anteriormente, es un
paso más en esa cooperación política y económica más allá de lazos
comerciales mínimos.
Otro de los puntos de disputa de Occidente contra China sobre el
multilateralismo es la dimensión político financiera. Las repulsas de
muchos de los nuevos gobiernos latinoamericanos al Fondo Monetario
Internacional (FMI) por las condiciones de préstamos a cambio de llevar
políticas neoliberales (similar a la Unión Europea y sus políticas de
austeridad en el Sur de Europa) ha hecho que China haya ganado mercado
financiero. China se ha convertido con el Banco Chino de Desarrollo
(BCD) y el Banco Chino de Importación-Exportación en el principal
prestamista en muchos países de América Latina críticos con el FMI, como
Venezuela o Ecuador.
China dio un paso histórico, no sólo a nivel bilateral América Latina
y China, sino a nivel global, la fundación de BRICS. Un nuevo organismo
multilateral que estrecha la cooperación de potencias regionales
continentales del Sur, desde Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica,
para cuestionar el modelo de la globalización actual. Economías
emergentes pintan sus lazos para generar un cambio en las directrices
internacionales. Brasil una potencia regional latinoamericana tras los
cambios con la llegada de Lula al gobierno en 2002 de apostar por una
soberanía autónoma que rompiera con controles de Estados Unidos para
poder generar un desarrollo nacional. BRICS nace estratégicamente a
favor de potenciar la cooperación sur-sur a nivel internacional con
países que buscaban cierto desarrollo interno para ganar independencia y
ser potencias regionalistas. En 2003 se funda su antesala, IBSA , con
potencias emergentes del sur, Sudáfrica en África, India en Asia, y
Brasil en América Latina firmando los tres países la Declaración de
Brasilia. Estos tres países no rompen con el capitalismo, ni dejaban de
ser colonialidad cultural del Norte, pero al menos buscan estrategias
conjuntas para ganar soberanía y poder realizar resistencias a la
globalización neoliberal, sistema que extremiza las desigualdades
Norte-Sur. China vio una oportunidad estratégica política a favor del
multilateralismo y finalmente con su ingreso y el de Rusia se forma
BRICS, junto con los tres países, Brasil, Sudáfrica e India. BRICS
tiene el 29% del PIB mundial y el 46% de la población y empieza a ser un
modelo propio que pone en duda la dominación de Occidente como
estrategia política dentro de la cooperación sur-sur de las nuevas
potencias económicas.
Consideración: China el mercader de la cooperación sur-sur
A pesar de ser China un país en constante crecimiento económico y
consecuentemente de elevado consumo energético, según una nota de
Wikileaks China consigue el petróleo venezolano a 5 dólares por los
mecanismos de los créditos y hay hipótesis de que en lugar de consumir
todo por si misma vende parte de este petróleo que consigue más barato a
terceros países a precio de mercado – por ejemplo el precio en 2010 fue
cerca de 80 dólares – obteniendo grandes beneficios
El mismo exministro del Petróleo, Rafael Ramírez, afirmó en 2012 que
“Venezuela destina cerca de la mitad de petróleo que exporta a China
para cancelar los millonarios préstamos que ha recibido del gigante
asiático en los últimos dos años”. Ya no solamente la importación de
productos primarios de América Latina a precios más baratos es la
estrategia de China como consumo propio, con el endeudamiento de América
Latina, sino la reexportación de los mismos productos a terceros
países.
El pasado 7 de Enero en una reunión bilateral entre China y Venezuela
se acordó una financiación de 20.000 millones de dólares para proyectos
energéticos, principalmente para la Faja Petrolera del Orinoco. El
Banco de Desarrollo Chino se ha convertido en un suplente del FMI y BM
al haber recibido Venezuela 55.000 millones de 2006 a 2014.
Hemos visto el modelo pragmático de la cooperación china, con sus
intereses comerciales, inversionistas y financieros, además de su
estrategia política a favor del multilateralismo potenciando las
relaciones sur-sur, sea con el país que fuere. La relación que se ha
ejemplificado ha sido con América Latina, una región que China valoró
como destino de operaciones de cooperación tras la publicación de su
“Libro Blanco” en 2008. En 2003 emitió su primer Libro Blanco enfocado
en la Unión Europea y en 2006 en África. China inició el crecimiento de
su comercio e inversiones con América Latina en 2001 y justamente 14
años después formalizó su primer encuentro estratégico de manera
bilateral con todos los países de América Latina en el I Foro
China-CELAC.
Se podría interpretar que China puede ser un ángel para conseguir
finalmente el desarrollo social y económico a la histórica reprimida
América Latina, pero parece que la relación de la dependencia entre
metrópoli y satélite se repite, básicamente cambia el actor principal.
China solamente importa de América Latina materias primas y productos
agrícolas generando una falta de diversificación a las economías,
continuando Venezuela principalmente exportando petróleo, Bolivia
hidrocarburos, Brasil soja, Chile cobre o Argentina vacuno. Si China
fuera un verdadero socio complementario buscaría generar
industrialización y valor agregado en América Latina, un efecto que no
se da hasta el momento.
Posiblemente el nuevo funcionamiento del mercado mundial del siglo
XXI sea la reventa de materias primas por la creciente escasez, no la
simple venta de productos manufacturados, sacando partido los
mercaderes. Indicios de lo que esperamos que pueda suceder en un futuro
con otros productos primarios y de consumo obligatorio como fuente de
vida, el agua y alimentos base, como ya sucede hoy con la crisis
alimentaria que produce el mercado internacional.
Concluyendo, con la crisis de materias primas y energética que ha
llevado a su aumento de precio los últimos años, China como país de
crecimiento económico excepcional y ampliando el número de consumidores
en su gran mercado nacional no solamente busca la exportación de
materias primas en América Latina con su amplia Inversión Extranjera
Directa para consumo propio sino revender parte de esas materias primas
que consigue a precio excepcional mediante la deuda de América con
bancos chinos a mercados asiáticos y obtener un amplio beneficio. Por lo
tanto, China acaba convirtiéndose en un mercader internacional con su
monopolio comercial entre la cooperación de países del sur, de América
con Asia, siendo quien extrae entre otras operaciones las materias
primas de América y las vende a países asiáticos en lugar de hacerse
directamente la venta de América a los países asiáticos. De esta manera
la cooperación sur-sur de China acaba teniendo un engranaje de
dominación, el control de mercados del sur evitando la cooperación
directa.