- Una reflexión con mucha lógica…-
Pedro Pascual
Hace un par de semanas tuve una
interesante conversación con un compañero de la Asamblea por la Sanidad
Pública de Calidad del Hospital donde trabajo, en relación con la
hipótesis de que la privatización de la Sanidad y la Educación (y demás
Servicios Públicos) es un camino sin retorno siempre y cuando no se
recuperen las “viejas ideas”, así como el por qué, cómo, cuándo y
quiénes hicieron posible que la Sanidad y la Educación fuesen
considerados un derecho y un Servicio Público ajeno a intereses
económicos.
Bajo esta premisa y con el interés de
plantear una alternativa seria por todos aquellos que antes y ahora (o
siempre) luchan de manera tozuda contra los “Recortes” y las
privatizaciones, y dejando de lado las acciones superficiales y banales
(ya sea del tipo de hacer desaparecer de la escena al político de turno,
al que gracias a la alternancia imperante, le sustituirá otro que hará
más o menos lo mismo, o ya sea creyendo que la solución es tan básica – y
tan sencilla de realizar- como hacer que “los que más tengan más
paguen” o “impedir la corrupción”, etc) le indico que me diga lo que él
haría si fuese el presidente de gobierno.
“No realizar recorte alguno.”
De acuerdo, pero si hay una cosa en
estos momentos en lo que están de acuerdo todas las fuerzas
parlamentarias de este país (y de Portugal, Grecia, Italia) es que
resulta incompatible el pago de la deuda y la no realización de
recortes, es decir, no es una cosa de PP o Psoe, sino que la misma
Izquierda Unida es consciente que si tuviese que pagar la deuda no le
quedaría más remedio que realizar recortes.
Es entonces cuando el compañero de la Asamblea plantea en un primer momento “renegociar la deuda”
De acuerdo, pero existe un hecho
objetivo y es que la intención de que la Sanidad y la Educación pase a
manos privadas y genere beneficios es una cuestión planteada en los años
novena, es decir, que no es a causa de esta “crisis” ni la solución
para esta “crisis”, y por lo tanto sería extraño que en la quita de la
deuda, los acreedores accediesen a permitir una Sanidad y una Educación
pública cuando llevan quince años esperando las condiciones adecuadas
para meter mano en el negocio sanitario y educativo - hecho que por
otra parte ya lo llevan haciendo aunque a pequeña escala en en europa, y
de manera total en el resto del mundo.
“No pagaremos la deuda”
De acuerdo, pero esa decisión chocará
frontalmente con la concepción de Unión Europea y su política económica.
Y sin Unión Europea no hay euro, y sin euro no hay fondos de cohesión
ni fondos estructurales ni ayudas ni subvenciones ni “rescates”.
“Pues nos salimos de la Unión Europea y regresamos a la peseta”
De acuerdo, ¿pero entonces cómo
conseguimos los ingresos necesarios para pagar los Servicios Públicos,
para el funcionamiento del Estado?
“Pues muy fácil, con una Banca
Pública y llevando a cabo una reforma fiscal progresiva que haga que los
que más tienen paguen más en cuanto a porcentaje, así como combatiendo
la corrupción y la evasión fiscal, metiendo mano en las SICAV, los
paraísos fiscales, etc”
De acuerdo, ¿pero y si la banca privada y las grandes empresas no están de acuerdo con dichas medidas?
“Pues lo tendrán que estar”
De acuerdo, ¿pero y si dicen que NO, e
incluso te exigen que todo vuelva a ser como “antes” (Unión Europea,
Euro, pago de la deuda, “recortes”) o si no se llevarán sus capitales a
otros países o bien paralizarán el país poniendo en marcha una “huelga
patronal” por el bien del país?
“Pues en ese caso, no me amedrentarán
y realizaré las expropiaciones y nacionalizaciones necesarias para el
normal funcionamiento del país”
De acuerdo, pero parémonos un momento
para recapitular todo lo hecho hasta ahora: Nos hemos negado a pagar la
deuda, ello nos ha obligado a salirnos del euro y de la Unión Europea,
tras ello hemos creado una Banca Pública y hemos nacionalizado empresas
en base al interés general (“Sin olvidar el artículo 128 de la constitución)
Llegados a este punto, es necesario el
mostrar una serie de aspectos que hasta ahora hemos dejado de lado, y
que si bien ya han debido de ir apareciendo de manera progresiva a
medida que se iban llevando a cabo las distintas medidas, es ahora, en
el momento en el que nos hemos quedado, cuando se harán notar de manera
crucial.
No podemos obviar que durante todo este
proceso la totalidad de los medios de comunicación (que son privados, es
decir, que son propiedad de empresas, en la mayoría extranjeras, que
provienen de fondos de inversión que son los mismos a los que nos hemos
negado pagar la deuda) van a ir en contra de estas medidas y te van a
criminalizar, creando una fuerte opinión en contra tuya y de tus
políticas. Y de ello se hará eco parte de la población – y no solo la
adinerada o propietaria.
Por otro parte, es otro hecho objetivo,
que ante una “huelga patronal”, los obreros cobran su sueldo por no
trabajar, sin olvidar de que no es extraño de que una parte de los
trabajadores – y eso es la política sindical actual- miren por el bien
de aquel que les da trabajo, no de manera futura, sino presente, no de
manera ficticia sino real, es decir que los oídos de los trabajadores
escucharan más las palabras de su jefe que tus palabras sobre
“emancipación”, “libertad”, “soberanía”, etc.
Y en ningún momento podemos olvidar
tanto el papel del ejército para evitar el “caos” en el que ha entrado
el país, así como la condena de la comunidad internacional a las medidas
ejecutadas.
En definitiva, bajo este clima tan
hostil, en el que tienes en contra a la práctica totalidad de los
países, a los medios de comunicación nacionales e internacionales, a los
banqueros y empresarios, y presumiblemente al ejército, ¿A quién tienes
a tu favor?
“A los trabajadores, al pueblo”
De acuerdo, ¿pero por qué crees tú que te van a apoyar?
“Porque ahora el poder suyo, porque tienen en sus manos las empresas”
De acuerdo, ¿pero me estás queriendo
decir que los trabajadores de hoy, “mañana”, cuando se encuentren en la
situación descrita, te van apoyar a ti en base a que ahora son ellos los
que detentan el poder y son ahora los jefes de las empresas y fábricas?
Es decir, la clase trabajadora de hoy, de ahora, la presente, “mañana”
no harán caso a las informaciones en tu contra de los medios de
comunicación, no harán caso de la condena internacional a tus políticas,
que ante la decisión a corto plazo de o bien trabajar más por menos a
causa de la circunstancia actual para mantener un normal funcionamiento
del país o bien colaborar en la huelga patrocinada y pagada por los
empresarios nacionales y extranjeros, elegirán la primera opción, y
finalmente, que no tendrán miedo a inundar las calles de todo el
territorio para prevenir cualquier acción del ejercito. ¿Es eso lo que
me quieres decir?
“¡SÍ!
De acuerdo, ¿pero acaso estamos
preparados los trabajadores de hoy para acometer ese crucial final? Es
decir, ¿somos conscientes de que al querer ser soberanos o libres o
independientes, significa irremediablemente pasar por ese proceso
relatado? En definitiva, ¿quienes hoy participamos de manera loable en
asambleas, manifestaciones, mareas, estamos de acuerdo en su mayoría en
la inevitabilidad de las medidas a llevar a cabo y por otra parte
estamos seguros de proseguir la lucha cuando esta se intensifique de
manera grave?
Lo que pregunto es si la gran mayoría de
aquellos que en los últimos años (o siempre) apelamos en contra de los
recortes, de la corrupción política, de la evasión de impuestos, de los
desahucios, etc., sabemos o somos conscientes, que dicha lucha solo es
posible queriendo “cambiar”, de verdad, de manera seria, no utópica, el
estado actual ( el sistema, la sociedad) y que ello significa el pasar
por las distintas fases descritas – salvo que acontezca una excepción
histórica- Y en todo caso, si estamos siendo preparados para ello (si
somos conscientes de que ello ha de pasar y por ello sabemos cómo
deberemos de actuar en cada momento), para continuar la lucha
manteniendo un apoyo masivo y creciente a pesar de las graves
adversidades que nos vamos a ir encontrando por el camino. O por lo
contrario, si entre tanta marcha, marea y asambleas de trabajadores, aun
ni nos hemos planteado en planificar la alternativa sería, no utópica
(no hay mayor utopía que el reformismo), ni superficial (no hay
posibilidad de cambio alguno sin el concepto de revolución) con la que
enfrentarnos a la dictadura del capital, y si estamos seguros de que en
cuanto la represión se intensifique un poco más el apoyo masivo no
empezará a decrece