Trabajadores reaccionaron ante el anuncio de cierre ocupando y
recuperando la fábrica. Cooperativa RiMaflow quiere ser ejemplo de
autogestión
La sacudida de la crisis económica y financiera ha acarreado
impactos sociales devastadores y una progresiva pérdida de millones de
empleos en todo el mundo. Hasta el momento, las respuestas se han
enfocado más en beneficiar al gran capital financiero -en gran parte
responsable de lo sucedido- que en generar cambios estructurales e
impactos significativos en la economía real de personas y familias. La
historia reciente de la empresa transnacional de capital italiano
Maflow, líder del mercado de la producción de tuberías flexibles
reforzadas para aire acondicionado automotriz, con más de 20 sucursales
en todo el mundo, nos relata de dudosas y temerarias operaciones
financieras que, en 2009, la llevaron al borde de la quiebra y al cierre
de sus principales divisiones italianas, entre ellas la fábrica de
Trezzano sul Naviglio, cerca de Milán, que empleaba a unos 330
trabajadores.
En 2010, Maflow fue puesta a subasta pública y fue adquirida por la
sociedad polaca Boryszew, que impuso una reducción drástica del
personal, quedando con solamente 80 trabajadores. Dos años más tarde, el
nuevo propietario anunció el cierre definitivo de la fábrica de
Trezzano y el traslado de las maquinarias y la actividad productiva a
Polonia. Esta decisión desencadenó la reacción de los obreros, que no se
dieron por vencidos.
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Inspirados por la experiencia de las fábricas recuperadas en
Argentina y del Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST) de
Brasil, unos 20 trabajadores decidieron ocupar el inmueble. Pocos meses
después, crearon la cooperativa
RiMaflow y la asociación
Occupy Maflow.
“Ocupar, resistir y producir” se convirtió en el lema de esta nueva
apuesta.“No fue fácil, pero la gente estaba decidida. Estamos hablando
de unos 30 mil metros cuadros de terreno que incluyen cuatro naves
industriales y un edificio de dos pisos. Desde el comienzo la idea fue
de reapropiarse del espacio y echar a andar un nuevo proyecto productivo
basado en la autogestión y la democracia interna”, explica Gigi
Malabarba, socio de RiMaflow, a
Opera Mundi.
Poco a poco, nuevas personas se fueron sumando al proyecto, entre ex
trabajadores y trabajadoras de Maflow, ciudadanos solidarios,
desempleados, personas migrantes. La apuesta era y continúa siendo,
convertir este espacio en un lugar de intercambio entre las actividades
productivas y sociales y las fuerzas vivas del territorio, con un
enfoque y una lógica solidaria y de ayuda mutua, donde prevalecen los
principios de cooperación, reciprocidad e integración.
Reconstrucción
En menos de dos años se limpiaron, acondicionaron y readecuaron los
espacios de las cuatro naves -casi 15 mil metros cuadros-, se reactivó
el sistema eléctrico industrial y comenzaron a desarrollarse varias
actividades que, a diario, animan la vida de la RiMaflow. Se
garantizaron las condiciones y el espacio necesario para que tomara vida
un mercadito de segunda mano, que ha venido creciendo y que reúne a más
de 100 vendedores, y se constituyó el grupo de consumo ecológico “Fuori
Mercato”, que valoriza el consumo de alimentos de proximidad -kilómetro
cero- y la autodeterminación alimentaria.
De igual manera, se inició una actividad de autoproducción y
distribución de productos alimenticios biológicos, en colaboración con
redes de organizaciones y movimientos que promueven prácticas y
alternativas concretas al modelo agroalimentario capitalista, como
SOS Rosarno, productores del
Parque Agrícola Sur de Milán y
Genuino Clandestino,
organización que reúne a grupos que promueven la autodeterminación
alimentaria en toda Italia. Asimismo, los socios de la cooperativa y los
miembros de la asociación Occupy Maflow abrieron un gimnasio, un bar y
un comedor popular, un servicio de almacenaje de mercaderías y muebles
en general, y promovieron cursos, talleres, eventos culturales y
musicales.
También comenzaron a remodelar el edificio de dos pisos para hospedar
personas migrantes en dificultad y personas sin hogar, y ya están
preparando las condiciones para que funcione una pequeña posada bed
& breakfast.
Ejemplo repetible y sostenible
Todos estos esfuerzos para crear una “ciudadela de la otra economía”
apuntan a alcanzar lo que es el verdadero objetivo de la RiMaflow: crear
un plan industrial para la reutilización y el reciclaje de aparatos
eléctricos y electrónicos, que permita garantizar un salario digno al
núcleo originario de socios de la cooperativa. Han planteado el 2015
como fecha límite para lograrlo. “Queremos demostrar que una fábrica
recuperada y autogestionada, sin patrones y sin dinámicas explotadoras,
no solo es posible, sino que puede ser un ejemplo repetible y un modelo
alternativo y sostenible”, dijo Massimo Lettieri, socio-trabajador de la
cooperativa y miembro de Occupy Maflow.
Por eso, el grupo de trabajadores y trabajadoras de RiMaflow ha
lanzado una campaña de solidaridad con el fin de recaudar los fondos
necesarios para adquirir un sistema de producción y distribución de aire
comprimido, que es necesario para hacer funcionar las maquinarias.
Entre los primeros firmantes del manifiesto “¡RiMaflow quiere vivir!”
figuran el presidente boliviano Evo Morales, el dirigente del MST Joao
Pedro Stedile, el director de cine Ken Loach, el teólogo Frei Betto, el
dirigente de la Vía Campesina Sudáfrica Themba Chauke y el catedrático
argentino Andrés Ruggeri.
Ante este desafío, la alianza con las fuerzas vivas de los
territorios se ha vuelto una componente imprescindible del proyecto. “De
por sí sola, la reactivación productiva no es suficiente para
consolidar un proyecto que pretende ser alternativo. Para que otra
economía sea posible necesitamos crear un movimiento, y que estas
experiencias se reproduzcan en todo el territorio nacional”, explicó
Malabarba.Según él, esto permitiría, por ejemplo, forzar la reforma o la
introducción de leyes que faciliten la reasignación de centros de
trabajo o inmuebles que han sido abandonados o incautados al crimen
organizados.
RiMaflow para rato
Hichem Msabhia es un joven de nacionalidad tunecina que tiene menos
de dos años en Italia. Actualmente es socio-trabajador de la cooperativa
y ha puesto un tramo en el mercadito de segunda mano. También vive en
el edificio de dos pisos. Msabhia dice que la experiencia con RiMaflow
le ha cambiado la vida. “Soy un perseguido político y tuve que abandonar
mi país porque mi vida estaba en peligro. Aquí encontré un proyecto
político, económico y social, donde pude experimentar, en mi propia
piel, el significado verdadero de ‘autogestión’. Algún día regresaré a
Túnez para luchar y lograr un verdadero cambio, pero siempre llevaré
conmigo esta experiencia que está cambiando mi vida”, dijo Msabhia a
Opera Mundi.
“La RiMaflow no solo quiere vivir, sino que no puede, ni debe morir.
Si logramos demostrar que una fábrica recuperada y autogestionada,
calada y en sintonía con el territorio, puede producir y generar
salarios dignos, ya sería una revolución. Que no les quepe ni la menor
duda: ¡Habrá RiMaflow para rato!”, concluyó Stefano Quitadamo, otro de
los miembros de la cooperativa y la asociación.