OTRA HUMANIDAD ES NECESARIA
Demasiada juventud emigra para solo tener empleos precarios y no
cesan de recortar presupuestos de salud, educación y ayudas sociales. La
minoría rica se lleva el dinero a los paraísos fiscales y el gobierno
regala decenas de miles de millones a una banca que no da créditos.
Demasiada juventud emigra para solo tener empleos precarios y no
cesan de recortar presupuestos de salud, educación y ayudas sociales. La
minoría rica se lleva el dinero a los paraísos fiscales y el gobierno
regala decenas de miles de millones a una banca que no da créditos.
Es una violación sistemática de derechos que empobrece más y más a la
ciudadanía. Crecen la incertidumbre, angustia y sufrimiento, la
ciudadanía se moviliza, protesta y el gobierno la criminaliza. La
minoría rica utiliza la crisis que ha provocado para apoderarse de las
rentas de la clase trabajadora y suprime libertades. A este sistema
corrompido le sobran los derechos y por eso los ignora y viola.
Austeridad fiscal para asegurar que los grandes acreedores cobren.
Recortes de gasto público y social para pagar los intereses de la deuda.
Una deuda pública que crece y crece. Menos derechos laborales. Rebaja
de salarios. Libertad total para la minoría rica. Más privatizaciones.
Desigualdad, pobreza, represión. Millones que sufren. Ese es el
panorama.
Según el Estatuto de Roma, que creó la Corte Penal Internacional,
crimen contra la humanidad es “cualquier actuación que cause graves
sufrimientos o atente contra la salud mental o física de quien los
sufre, cometido como parte de un ataque generalizado o sistemático
contra una población civil”.
Se entiende que tales crímenes son deportaciones y asesinatos
sistemáticos masivos, por ejemplo. Sí, ¿pero acaso las gravísimas
consecuencias de la austeridad, en teoría para afrontar la crisis, no
son fruto de una actuación generalizada que desprecia a millones de
civiles? Es justo empezar a hablar de crímenes económicos contra la
humanidad.
Da igual que haya o no intención expresa. ¿Quién demuestra la
intención? Pero los hechos sí son incontestables. Desde hace años hay
muchas más personas que sufren, se empobrecen, pasan hambre, enferman,
mueren… Cientos de millones.
La situación económica se pudre y cierto
reparto de riqueza es un vago recuerdo.
En los 90, las políticas de ‘ajuste estructural’, que imponían el FMI
y el Banco Mundial, acarrearon gravísimos costes sociales a la
población de África, América Latina, Asia y Europa del Este. ¿Qué son
‘gravísimos costes sociales’ sino pobreza, desigualdad insultante,
hambre, más enfermedad, más dolor y sufrimiento masivo? ¿Sufrimiento,
pobreza, desigualdad y hambre no son tales si los generan la política
del FMI, la banca, grandes empresas y gobiernos al servicio de la
minoría? Claro que sí.
Hoy también sufren los ‘costes sociales’ de la austeridad en
beneficio de esa minoría las clases trabajadoras de países
desarrollados. ‘Costes sociales’ son menos derechos, pérdida de trabajo y
vivienda, mientras millones y millones de familias ven amenazada su
dignidad y supervivencia como inaceptable consecuencia del saqueo y
trasvase de rentas de abajo hacia arriba que es la crisis.
¿No hay responsables? Los ‘mercados’, dicen. Los ‘mercados’ que
imponen políticas y actuaciones económicas concretas para asegurar sus
beneficios. Caiga quien caiga. Pero los ‘mercados’, como denunció Julio
Anguita, tienen nombres y apellidos. No son entes incorpóreos ni
ectoplasmas. Son entidades, empresas, instituciones, corporaciones,
bancos, fondos buitre, grupos de presión… Que no funcionan y actúan por
generación espontánea sino por individuos que deciden, eligen, actúan…
Es hora de llamar a las cosas por su nombre. Esas actuaciones y
políticas concretas que causan tantos males a la población civil han de
ser consideradas crímenes económicos contra la humanidad y como tales
deben ser juzgados. Y procesar a sus autores intelectuales, ejecutores y
cómplices necesarios. Porque esa austeridad impuesta no es solo medio
de acumular capital de la minoría sino el andamiaje de intereses que
permite perpetrar crímenes contra la humanidad.
Shoshana Zuboff, antigua profesora de Harvard Business School,
sostiene que el hecho de que los responsables de la crisis nieguen el
daño provocado por sus acciones hace evidente la irresponsabilidad con
que acumulan sumas millonarias.
Zuboff argumenta que no es admisible
culpar solo al sistema, como no lo habría sido culpar de los crímenes
nazis a las ideas nazis y no a quienes los cometieron.
Xavier Caño Tamayo es periodista y escritor.