
A continuación os presentamos un artículo del
sociólogo Holm-Devler Koeler que nos arroja un poco de luz de cuales han sido
las relaciones laborales en los últimos años implementadas en Alemania, y a que
se debe el supuesto Milagro Alemán comparándola con la situación
española
Un
fantasma recorre Europa: Alemania va bien porque hizo las reformas estructurales
necesarias a tiempo y ahora toca a los países en crisis hacer lo mismo. Así
vende Angela Merkel la Agenda 2010 de los años 2003-05, llenando de orgullo a su
antecesor socialdemócrata Gerhard Schröder, que se siente ahora como auténtico
artífice del milagro
del empleo alemán.El
presente artículo pretende desmitificar este discurso tan imponente en dos
pasos. Primero aclaramos los verdaderos efectos de las reformas para después
analizar las auténticas fortalezas de la economía alemana.
Durante
dos décadas, Alemania figuraba en la opinión pública como el paciente enfermo de
Europa, con altos gastos sociales y costes laborales, un mercado laboral muy
rígido y estructuras corporativistas con una amplia participación de los agentes
sociales en la gestión pública. Frente a esta situación alarmante el gobierno de
Schröder aprobó a finales de 2002 la famosa Agenda 2010, también conocida
como reformas
Hartzen
alusión al presidente de la comisión de expertos Peter Hartz, amigo de Schröder
y jefe de personal de la multinacional Volkswagen, condenado en 2007 a dos años
de cárcel por varios delitos de corrupción y sobornos al comité de empresa en
forma de viajes de lujo a Brasil con prostíbulo incluido a cargo de la
empresa.
Las
cuatro leyes Hartz consistieron en la creación de Agencias de Servicios
Personales en las Oficinas de Empleo (Hartz I); el fomento del autoempleo y
los mini-empleos' con
sueldos inferiores a 400€ al mes carentes de contribuciones sociales (Hartz II).
Las oficinas de empleo se convirtieron en job-centers para
sus clientes (parados)
(Hartz III). Por último, el sistema de prestaciones por desempleo sufrió una
importante reestructuración, reduciéndose los beneficios contributivos y
fusionándose el sistema de subsidios para desempleados de larga duración con
otras ayudas sociales no contributivas para personas sin ingresos (Hartz
IV).
¿Cuáles
han sido los resultados de la Agenda 2010? El efecto más inmediato y profundo ha
sido la dualización del mercado de trabajo con un amplio sector de mini-empleos y
empleos subcontratados (más de siete millones de personas) con grandes
dificultades de inserción en el mercado laboral regular. Cada vez más personas
quedan atrapadas entre empleos por 1€/hora, mini-salarios subvencionados y la
vuelta al paro, mientras en el otro mercado laboral la carencia de profesionales
cualificados atrae a los nuevos inmigrantes bien preparados y se ha convertido
en un serio problema para una economía que gozaba antes del mejor sistema de
formación profesional del mundo. Se calcula un porcentaje mayor del 20% de los
asalariados alemanes pertenecientes a la categoría de trabajadores pobres, un
altísimo valor en el marco europeo y una brecha salarial y social desconocida en
la Alemania de la post-guerra. Más desigualdad y más pobreza en medio de una
economía boyante es el efecto principal de las famosas reformas.
La
amplia gama de medidas de flexibilidad interna facilita la vida a las empresas
durante las crisis
Otros
efectos han sido una gestión cara y caótica en los nuevos job-centers con
personal no preparado y desbordado por las nuevas demandas; una inseguridad
jurídica que ha generado miles de demandas judiciales, más de 50 decretos
correctores de errores y dos sentencias del Tribunal Constitucional en contra de
artículos de las leyes reformistas. Gran parte de las medidas introducidas han
sido abandonadas por defectos jurídicos o por disfuncionalidades prácticas. Así,
las famosas reformas estructurales del Gobierno alemán han tenido efectos
socioeconómicos, administrativos y jurídicos nefastos y representan la mayor
chapuza jamás aprobada por un parlamento de la República Federal de
Alemania.
¿De
dónde viene entonces la relativa buena marcha actual de Alemania? Realmente, la
economía alemana contradice las certidumbres más firmemente establecidas de la
ciencia económica: no es una economía de servicios, sino industrial. El sector
servicios se articula alrededor de un fuerte núcleo industrial; no es, tampoco,
una economía de nuevas tecnologías, sino de sectores de intensidad tecnológica
media; no es una economía con un mercado liberalizado, antes bien, este se
encuentra densamente regulado; además, se trata de una economía con altos costes
salariales e impuestos relativamente altos, con sindicatos influyentes y mucha
intervención pública.
lemania
tampoco deslocalizó las partes más intensivas de mano de obra a países de bajo
coste, sino que ha mantenido sectores industriales integrales en su territorio.
El fundamento de la fortaleza económica alemana sigue descansando sobre sectores
industrialestradicionales' como
el de la construcción de vehículos y de maquinaria, la química, la
electrotécnica, la tecnología médica, los aparatos ópticos y la protección del
medioambiente; todos ellos articulados alrededor de una amplia variedad de
grandes y medianas empresas fuertemente orientadas al liderazgo en el mercado
global. Esta fortaleza resiste incluso a las malas políticas económicas de los
gobiernos y ha permitido a las empresas alemanas reorientar sus estrategias de
exportación hacia los mercados emergentes, con China a la cabeza.
El
'milagro' es obra de los empresarios y los sindicatos alemanes; no de sus
políticos y banqueros
La
fortaleza alemana tiene su fundamento último en unas relaciones laborales
cooperativas y en la participación activa de los sindicatos en la gestión de las
empresas. Fueron, de hecho, los sindicatos los que convencieron a las empresas a
renunciar a la flexibilidad externa o ajuste vía despidos y negociaron una
amplia gama de medidas de flexibilidad interna con cálculos anuales de horas de
trabajo, sistemas variables de jornada laboral y la exitosa solución del
Kurzarbeit. Eltrabajo
corto facilita
a las empresas la puesta en práctica de reducciones temporales del tiempo de
trabajo para capear los temporales sin deshacerse de su capital humano, mientras
las oficinas de empleo subvencionan programas de formación continua y reciclaje
profesional, además del 60% del salario de las horas no trabajadas. La
negociación colectiva de estas medidas ha sido responsable de salvar alrededor
de tres millones de puestos de trabajo desde 2008 y ha sido esta mano de obra
retenida por las empresas la que ha permitido la recuperación acelerada de la
economía alemana.
Simplificando,
un empresario alemán aprovecha los momentos de coyuntura económica expansiva
para invertir en nuevos equipamientos y tecnologías, que le permiten mejorar la
productividad de su empresa y la competitividad de sus productos, y pacta con
los sindicatos medidas de reducción de jornada y de formación continua en
tiempos de crisis, que le permiten retener mano de obra cualificada. Mientras,
un empresario español contrata en épocas boyantes mano de obra barata a través
de contratos temporales, lo que no le permite mejorar ni en productividad ni en
competitividad, y después opta por el despido masivo y se aprovecha de la crisis
para exprimir a los empleados restantes. Por eso, la productividad aumenta en
Alemania en tiempos de crecimiento y desciende durante las crisis. Justo lo
contrario que en España, donde los pocos trabajadores que quedan deben trabajar
mucho más que antes.
En
la década anterior a la crisis, los costes laborales nominales por unidad
producida crecieron en España un 30% (igual que en Grecia y Portugal). En
Alemania el aumento fue de un 1,8%. La tasa de inflación fue en España
constantemente superior a la media europea; en Alemania fue inferior, lo que
implica una ganancia relativa en competitividad. En fin, mientras España se
emborrachaba de una burbuja con dinero fácil, Alemania sufría la modernización
constante de su base productiva y la costosa incorporación de la economía del
este. El milagro
alemán es,
por lo tanto, consecuencia de las fortalezas tradicionales de la industria y de
las relaciones laborales alemanas y no tiene nada que ver con las supuestas
reformas de principios del siglo. Realmente, el único acierto de los recientes
gobiernos alemanes ha sido la introducción de un paquete de estímulos económicos
al inicio de la crisis y el aumento de la cobertura del "Kurzarbeit." (horario reducido de trabajo)
En
resumen, el resto de Europa puede aprender mucho de los empresarios alemanes y
bastante de sus sindicatos, pero nada de sus políticos y banqueros.
Holm-Detlev
Köhler es
profesor titular de Sociología de la Universidad de
Oviedo.
OTRA HUMANIDAD ES NECESARIA |
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