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viernes, 24 de enero de 2014

LOS MARXISTAS MEDIÁTICOS Y LOS MARXISTAS ORTODOXOS


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Si algún mérito hay que reconocerle al proyecto “podemos” es lo mucho que ha dado que hablar en los últimos días. Era de esperar, desde que Pablo Iglesias anunciara en la Sexta sus planes para intentar un “proceso de unidad”, que no tardarían en alcanzar la modesta cifra de 50.000 firmas. La televisión tiene un poder asombroso, hasta el punto de que el proyecto “podemos” ya se aproxima en número de seguidores en facebook al perfil de Belén Esteban, y aunque este dato objetivo no es ningún indicativo que garantice una victoria electoral, no es muy descabellado imaginarse al “coletas” colándose en el Europarlamento, con o sin la ayuda de Izquierda Unida.

Lo cierto es que el hartazgo popular frente al bipartidismo ha sido determinante para que buena parte de la izquierda más clasemediera abrace con un entusiasmo desmesurado la iniciativa de Izquierda Anticapitalista que el profesor Pablo Iglesias, (representándose a sí mismo), encabeza. No debemos culpar a esta izquierda desideologizada por no hacer demasiadas preguntas o porque le importe tres pimientos el contenido teórico y programático del proyecto, más allá de las declaradas buenas intenciones por recuperar la democracia y la soberanía, (como si alguna vez hubiéramos tenido algo de eso). De hecho, si hay que culpar a alguien de que la izquierda no haya avanzado hacia posiciones revolucionarias es justamente a los propios revolucionarios, que en las últimas décadas no hemos sido capaces de construir la herramienta más importante y necesaria para este avance: La organización revolucionaria.

Habrá quien pueda pensar que arrogarse la condición de revolucionario a sí mismo, (o a su organización), es algo soberbio, y mucho más sentenciar si este o aquél proyecto político es o no es revolucionario, pero lo cierto es que desde hace más de un siglo existe toda una serie de obras teóricas en torno a la práctica revolucionaria, que han servido a la humanidad para guiar y materializar revoluciones por todo el planeta. Esta teoría revolucionaria no es otra que el marxismo-leninismo, y esta es una realidad histórica objetiva sobre la que los comunistas debemos insistir, sobre todo en estos tiempos en que los “marxistas mediáticos” tratan de echar por tierra toda la experiencia histórica que han supuesto las revoluciones socialistas, (incluidas las del este), y sobre las cuales hoy podemos asegurar, con todos sus errores y pese a quien le pese, que han sido muy superiores, (también moralmente), a cualquier otro modelo político-económico conocido anteriormente.

Me van a disculpar los amigos que hace poco me recomendaron leer las conversaciones entre Pablo Iglesias y Nega. Seguro que son muy entretenidas pero prefiero mantener el “Qué hacer” como libro de cabecera. Parece mentira que, a 90 años de la muerte de Lenin, los “marxistas mediáticos” den tan poca importancia a la obra teórica del hombre que dirigió la primera revolución proletaria victoriosa en la historia.

Es evidente la necesidad de una política de alianzas para lograr algunos de los objetivos democráticos que plantea el proyecto “podemos”, pero si Lenin nos advertía acerca de la importancia de no hacer concesiones teóricas ni de principios en este sentido, los “marxistas mediáticos” las hacen ¡incluso antes de consolidar esta alianza! Algunos de estos marxistas mediáticos, como Santiago Alba Rico, vienen diciendo que su apoyo a la candidatura “podemos” se debe a la situación de urgencia que supone el malestar social, pero dejando claro un par de interesantes apuntes, y es que “Si hubiera una firme conciencia de clase, un potente movimiento de masas y un partido capaz de catalizar todo el malestar social, Podemos sería un atentado a la unidad y un obstáculo para el triunfo revolucionario”, ¿debemos llegar a la conclusión de que, a falta de todo eso, la candidatura “podemos” es la mejor herramienta para lograr el triunfo revolucionario?.

Por supuesto, no existe en la actualidad un partido capaz de semejante tarea, ¿no deberían los revolucionarios entonces ponerse de inmediato a construirlo? Esa es otra de las premisas que señalaba Lenin y sobre la que ninguno de estos “marxistas mediáticos” parece hacer ni puñetero caso. Lenin planteaba que “la primera y más urgente tarea práctica es crear una organización de revolucionarios capaz de dar a la lucha política, energía, firmeza y continuidad”, ¿Qué es lo que en su lugar plantean los “marxistas mediáticos”? Nos dicen que, aún sin la organización revolucionaria, debemos caminar urgentemente hacia una alianza con los reformistas, ¡y todo por la causa del triunfo revolucionario!

De nuevo, “nuestro pecado capital consiste en rebajar nuestras tareas políticas de organización a nivel de los intereses inmediatos”. Si Lenin planteaba esto frente al economicismo hace más de un siglo, hoy debemos aplicar la misma teoría frente al electoralismo y el oportunismo, que plantea la urgencia de llegar a las instituciones burguesas, a cualquier precio y de la mano de quien sea, aún en las condiciones de debilidad absoluta en que se encuentran los destacamentos revolucionarios, como se ha dicho, sin una organización política fuerte y firme. Santiago Alba Rico se lamenta de la falta de conciencia de clase, pero es poco probable que el discurso ciudadanista que abanderan los “marxistas mediáticos” y la candidatura “podemos” vaya a ayudar mucho a potenciar esa conciencia.

Claro, ocurre que cuando un marxista plantea este tipo de cuestiones, que forman parte de la teoría más elemental para cualquier comunista, enseguida hay un “marxista mediático”, (o algún discípulo), preparado para colgarle el san Benito de la “ortodoxia marxista-leninista”. Señores, ¿acaso quieren hacernos creer que ustedes son marxistas-leninistas no ortodoxos? Por favor, expliquen este concepto porque inevitablemente llegaremos a la conclusión de que ustedes no son marxistas-leninistas, simple y llanamente. Y no pasa absolutamente nada por no ser marxista-leninista, podremos coincidir en algunas barricadas, pero no traten de hacer pasar el reformismo bernsteiniano de toda la vida por marxismo.

En los últimos días he leído unos cuantos artículos en defensa del proyecto “podemos”, en los que se han tratado de ridiculizar a quienes, desde una perspectiva revolucionaria, planteábamos nuestra oposición al mismo. Se ha dicho incluso, (miserablemente, por cierto), que quienes no apoyamos esta iniciativa es porque no empatizamos con el sufrimiento de la gente que sufre la crisis económica. Se nos ha llamado sectarios, agoreros, zancadilleros, automarginales y un sinfín de adjetivos más.

Me han sorprendido especialmente las declaraciones del rapero Nega (LCDM), que planteaba en un artículo el dilema de que “a veces hay que elegir entre reforma o revolución o entre reforma y la nada”, la cuestión es que, aquello de la realpolitik de la que tanto se habla últimamente, nos lleva a pensar que este dilema se traduce en la práctica en elegir entre la nada o Izquierda Unida, y lo cierto es que algunos comunistas consideramos que la nada nos ofrece más posibilidades revolucionarias que las reformas en manos de los reformistas. Algunos consideramos que la lucha teórica de la que hablaba Lenin sigue siendo una tarea de primer orden para hacer avanzar a la izquierda hacia posiciones revolucionarias. No es una cuestión de esquizofrenia ni una caza de brujas. Imaginaros por un momento que Rosa Luxemburgo le hubiera preguntado a Karl Liebknecht ¿Para cuándo la revolución, Karl? y éste hubiera contestado: ¡para cuando algunas dejen de meterse con Bernstein! Hubiera sido una gran pérdida teórica si Luxemburgo no hubiera enfrentado las teorías oportunistas y claudicantes de Bernstein que hoy vuelven a reeditar estos “marxistas mediáticos”.

“Mientras el conocimiento teórico siga siendo el privilegio de un puñado de “académicos”, el partido correrá el riesgo de extraviarse. Únicamente cuando las amplias masas trabajadoras empuñen el arma afilada y eficaz del socialismo científico habrán naufragado todas las inclinaciones pequeño-burguesas, todas las corrientes oportunistas. Entonces será cuando el movimiento se asiente sobre bases firmes.”
Rosa Luxemburgo

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