Por Silvia Delgado No sólo para clavárselos a sí mismo: Negros
apaleados, pobreza por todas partes, menores en las cárceles, emigrantes
esclavizados, pena de muerte, en resumen, violencia contra sus
vísceras. También es experto en fabricar odio y repartirlo por toda la
tierra para imponer sus leyes de codicia y prepotencia. Le toca esta vez
[…]
También es experto en fabricar odio y repartirlo por toda la tierra para imponer sus leyes de codicia y prepotencia.
Le toca esta vez a Venezuela.
Los propagandistas no se cansan de repetir que ese país necesita un correctivo, por el bien de todos.
Son muy malos y díscolos, no llevan tatuada en la piel “democracia made in Usa”. Hay que reconducirlos, urge tomar medidas, una camisa de fuerza a ese sueño demencial de libertad y soberanía.
Es la vieja historia de la oligarquía gringa. Tan sucia y tan antigua.
Los voceros esparcidos por cada rincón del planeta se ponen en el pelotón pa disparar a un pueblo que no se doblega.
Se oyen los tambores de guerra y Venezuela no debe quedarse sola frente a las bestias.
El imperio se desangra, gota a gota caen sus hijos, plomo a plomo, funde patrias, letra a letra inventa infamias y la historia sigue escribiéndose a espaldas de la justicia.
Por Silvia Delgado
No sólo para clavárselos a sí mismo: Negros apaleados, pobreza por todas
partes, menores en las cárceles, emigrantes esclavizados, pena de
muerte, en resumen, violencia contra sus vísceras.
También es experto en fabricar odio y repartirlo por toda la tierra para imponer sus leyes de codicia y prepotencia.
Le toca esta vez a Venezuela.
Los propagandistas no se cansan de repetir que ese país necesita un correctivo, por el bien de todos.
Son muy malos y díscolos, no llevan tatuada en la piel “democracia made in Usa”. Hay que reconducirlos, urge tomar medidas, una camisa de fuerza a ese sueño demencial de libertad y soberanía.
Es la vieja historia de la oligarquía gringa. Tan sucia y tan antigua.
Los voceros esparcidos por cada rincón del planeta se ponen en el pelotón pa disparar a un pueblo que no se doblega.
Se oyen los tambores de guerra y Venezuela no debe quedarse sola frente a las bestias.
El imperio se desangra, gota a gota caen sus hijos, plomo a plomo, funde patrias, letra a letra inventa infamias y la historia sigue escribiéndose a espaldas de la justicia.
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