Publicado en: 20 febrero, 2015
Por Oficina de Vivienda de Madrid
Desayunamos desahucios, con y sin cristales, todos los días.
La semana pasada fue especialmente dura. Sentimos los múltiples cortes,
contusiones y heridas profundas en nuestro cuerpo, sin embargo, aunque
el ánimo y fuerza para luchar siguen intactos, lo que sí nos destroza es
saber que hoy hay tres familias más en la calle y miles […]
Desayunamos desahucios, con y sin cristales, todos los días.
La semana
pasada fue especialmente dura. Sentimos los múltiples cortes,
contusiones y heridas profundas en nuestro cuerpo, sin embargo, aunque el ánimo y fuerza para luchar siguen intactos,
lo que sí nos destroza es saber que hoy hay tres familias más en la
calle y miles de viviendas vacías al servicio de la especulación.
En la madrugada del lunes decenas de personas acudíamos a pasar la noche con Umberto,
a acompañarle y apoyarle ante la incertidumbre de su futuro más
próximo, y lo hacíamos acoplándonos entre cajas y bolsas que recogían
toda una vida. Se trataba de impedir que el usurero y estafador Antonio Arroyo Arroyo,
que a través de intereses abusivos del 29% transformó un préstamo de
4.000€ en una deuda de 32.000€, hiciera efectivo su fraude cobrando
mediante la ejecución de la vivienda propiedad en pleno dominio de
Umberto (detalles sobre la estaba en este enlace).
La noche del jueves lo hacíamos otras decenas de personas en casa de Elvira,
en la que vivían una familia de tres adultos con sus tres hijos
menores, dos de ellos de cinco y siete años, y el tercero de tres meses.
No tienen solución habitacional, ni medios con los que afrontar las
necesidades de sus tres hijos, están en una situación de precariedad
ante la que nadie les ayuda y por ello se ha defendido su vivienda
frente a los intereses lucrativos de Bankia, propietaria (detalles sobre
el caso en este enlace).
Somos
muchas las que tratamos de pasar la noche. Cada vez es más importante
acudir lo antes posible al domicilio del desahucio, se hace imposible
predecir la hora en la que la policía va a decidir acordonar la calle e
impedir que alguien pueda llegar hasta la puerta para defender los derechos de nuestras vecinas.
Las horas avanzaban y los grados bajaban.
En ambos desahucios desde las 5 de la mañana comienzan a llegar compañeras de muchos barrios y colectivos, entre todas se establece la estrategia y posición a adoptar en caso de que no se alcance un acuerdo con la comisión negociadora.
Cuanto
más se aproxima la hora prevista para el desalojo más policía va
acudiendo, se suceden las lecheras y como si fueran a enfrentarse a un
ejercito armado la UIP se va equipando. En el caso de #ElvirasSeQueda con ella observamos atónitas el despliegue que amenaza, en el de #UmbertoSeQueda desde fuera nos van informando.
“Llevan el casco puesto, cizallas, escudos, han cogido la escopeta de bolas de goma …”
Se
confirma que la comisión no ha accedido a la solicitud de parar el
desalojo y es entonces cuando todas somos conscientes de que lo único que separa a una familia de la calle es nuestro cuerpo.
Manos vacías, cabezas altas, y brazos entrelazados,
así esperamos a la UIP. Aparecen ante nosotros sus miradas de odio y
desprecio, perfectamente protegidos y amenazantes, mientras les cae
sobre sus cascos lo que simula ser nieve en representación de las
temperaturas bajo las que nos encontramos. No nos asustan, seguimos inmóviles sentados ante la puerta de Umberto mientras ellos ejecutan una vez más un #desahuciobajocero .
Comienzan
a tratar de levantar a la primera línea de las que estamos sentadas,
aquellos sobre los que vuelcan una agresividad que hace temblar al más
fuerte, agarrándonos del cuello, oprimiendo nuestros ojos, tirando de la
nariz hacia arriba hasta vernos sangrar … mientras las agredidas nos
mantenemos simplemente quietas pero no impasibles. Ellos avanzan,
avanzan como si les hubieran lavado el cerebro y estuvieran solo
programados para acabar con los que les estorbe el paso sean objeto,
personas …
No les importa el riesgo de nuestras vidas, solo cumplir. Así lo demuestran en el portal de #Elvirasequeda tras cuyo cristal estaban más de cincuenta personas tratando de impedir la entrada de los “soldados-clon”.
No se lo han pensado dos veces y han reventado el cristal contra la
cara de todas nosotras, para así poder entrar arrasando a su paso e ir
sacándonos una a una forzando la torcedura de nuestras manos, agarrando
nuestros brazos y golpeándonos al caminar.
El pasillo de salida de #UmbertoSeQueda,
sin cámaras, fue el lugar de desahogo de la UIP propinando patadas y
empujones contra la pared con manifiesta alevosía. El suelo quedó lleno
de sangre, nuestros cuerpos vapuleados y en nuestra cabeza miles de
preguntas: ¿por qué esa agresividad injustificada? Siempre ha habido
desahucios violentos, pero en las últimas semanas el nivel de represión
parece haberse disparado, ¿qué ha motivado este cambio? ¿Qué persiguen
demostrando superioridad física ante una resistencia pasiva?
Vivimos
este punto de inflexión a sólo un mes de la entrada en vigor de la Ley
Mordaza, nos maltratan físicamente y nos quieren multar con 30.000 € por
defender nuestro derecho a una vivienda digna.
Violencia
en exceso, crueldad y agresiones de aquellos que ejecutaron en las
mañanas del lunes 9 y jueves 12 las ordenes represivas que protegen a
ultranza a un estafador (con causas penales abiertas, detenido varias
veces y que lleva ejecutadas más de 50 viviendas, además de 312 a nombre
de su entramado de empresas), y a Bankia una entidad bancaria que se
quedó con miles de viviendas de los que sigue persiguiendo
económicamente, y prefiere mantenerlas vacías a costa de las familias
que empujan a vivir en la calle en temperaturas bajo cero.
Impotencia
y frustración difícil de digerir cuando se ha intentando todo, se ha
mediado burocráticamente y actuado durante meses con el fin de frenar el
desalojo y a pesar de ello, esta vez ni siquiera nuestros cuerpos
golpeados han sido suficiente para frenar estos desahucios.
Sin
embargo, que quede claro que la violencia del sistema solo nos hace
tener más ganas de seguir luchando, el dolor se transforma en rabia y
coraje, las piedras que nos tiran son los escalones que usamos para
levantarnos y seguir. Desayunamos desahucios todos los días y allí estaremos para defender que: La vivienda es para quien la habita.
Más que nunca necesitamos estar unidas,
pensar en formas de seguir combatiendo y mostrarnos incansables.
Necesitamos ser más en número en cada stop desahucios, que se nos oiga
alto y sepan que luchamos para ganar el respeto a nuestros derechos. No tenemos miedo.
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