Viernes, 06 de Septiembre de 2013 03:56
Quizás el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, decida
hacerle la guerra a Siria, pero de seguro el cuestionado Premio Nobel de
la Paz saldrá con la “cola entre las piernas” si se enreda en esa nueva
contienda bélica, que convertirá al Medio Oriente en un verdadero
polvorín.
El propio Obama tiene sus dudas y un
evidente “cantinfleo” sobre el hecho de lanzarse o no en una
intervención militar para destronar al gobierno de Damasco, un hueso
duro de roer por la capacidad defensiva que posee, y por el respaldo que
de seguro recibirá de Irán y otros países.
Rusia acaba de enviar al Mar
Mediterráneo el bautizado “asesino de portaaviones”, una mole de hierro
naval castrense impresionante, mientras el ejército sirio cuenta con más
de 8 mil kamikazes dispuestos a repeler un eventual ataque Washington y
de algunos de sus aliados europeos, encabezados por Francia.
Por su parte, Irán mantiene una alianza
estratégica con Siria de naturaleza defensiva que data de 1982,
estrechada aún más luego de la sangrienta invasión norteamericana a Irak
en 2003.
Ese pacto entre ambos Estados,
considerado una variable de primer orden, implica que el país persa
puede involucrarse con cientos de miles de efectivos y armamentos
sofisticados, en caso de que Obama determine hacer la guerra.
No por gusto, el Pentágono se ha
referido a operaciones castrense desde el aire sin intervención
terrestre, porque sabe muy bien cuantos soldados muertos le podría
ocasionar pisar el territorio de Siria.
El controvertido Premio Nobel de la Paz
está metido en una muy peligrosa encrucijada por los elevadísimos costos
de la posible o inminente nueva conflagración de rapiña que ha
anunciado, y al mismo tiempo sino la materializa, luego de su
incontinencia verbal, quedaría en ridículo ante los sectores más
conversadores y militaristas norteamericanos, y le podría costar hasta
su salida antes de tiempo de la Casa Blanca.
Cualquier variante para Obama hoy, hacer
la guerra o no, tendrá graves consecuencias políticas para él, y la
peor de todas por supuesto seria desatar la reyerta bélica en momentos
en que Estados Unidos vive una de sus peores crisis económicas de la
historia, al igual que sus súbditos europeos de la Organización del
Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Analistas han advertido que un presunto
conflicto con Siria podría provocar la Tercera Guerra Mundial, incluso
desaparecer Israel, el mejor “amigo” de Washington, y el mayor
adversario de Damasco y Teherán.
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