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domingo, 4 de agosto de 2013

¿ GUERRA CONTRA IRÁN, IRAK Y SIRIA?


La opinión pública mundial comienza a ver más claro la verdadera realidad de la guerra en Siria, después de tanta mentira mediática y de tanta desinformación de la prensa comercial, la cruda realidad aparece: una guerra por encargo fomentada y financiada por cierta potencias imperialistas, una guerra geopolítica donde se lucha por el control de los corredores energéticos de gas y petróleo. Hasta hoy día, los EEUU y sus aliados siguen calculando que hacer para ganar, en una guerra donde creen que va reanudar sus malgastadas economías, pero es en realidad una aberración humana donde nadie va ganar ni económicamente ni éticamente.

 

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En medio del incesante fragor en la selva (de Washington) sobre una posible aventura militar del gobierno de Obama en Siria, ha surgido más información. ¡Y qué información! mucho más acerca del «Oleoductistán».

Imaginad al ministro iraquí del petróleo Abdelkarim al-Luaybi, al ministro sirio del petróleo Sufian Allaw, y al actual ministro suplente del petróleo el iraní Mohamad Aliabadi reunidos en el puerto de Assalouyeh, en el sur de Irán, para firmar un memorando de entendimiento para la construcción del gasoducto Irán-Irak-Siria, nada menos.

En [en el diario] Asia Times Online y en otros sitios he dicho que esta prospección del «Oleoductistán» es una de las razones fundamentales de la guerra por encargo de Siria. Contra los intereses de Washington, para quien la integración de Irán es un anatema, el gasoducto soslaya a dos cruciales protagonistas extranjeros en Siria: Catar, principal proveedor de armas de los «rebeldes» (como productor de gas), y a Turquía, apoyo logístico de los «rebeldes» (que se autoproclama encrucijada energética fundamental entre Oriente y Occidente.)

El gasoducto, con un coste 10.000 millones de dólares y 6.000 kilómetros de largo, partirá del campo de gas South Pars de Irán (el mayor del mundo, compartido con Catar) y pasará a través de Irak y Siria y llegará al Líbano. Luego podría pasar bajo el Mediterráneo a Grecia y más lejos, vincularlo con el gasoducto árabe, o ambas posibilidades.

Antes de finales de agosto, tres grupos de trabajo discutirán los complejos aspectos técnicos, financieros y legales involucrados. Una vez que el financiamiento esté asegurado –y eso no es nada seguro teniendo en cuenta la guerra por encargo de Siria– el gasoducto podría funcionar en 2018. Teherán espera que el acuerdo final se firme antes de finales de año.

La hipótesis de trabajo de Teherán es que podrá exportar 250 millones de metros cúbicos de gas diarios en 2016. Cuando esté terminado, el gasoducto podrá bombear 100 millones de metros cúbicos al día. De momento Irak necesita hasta 15 millones de metros cúbicos diarios. En 2020, Siria necesitará hasta 20 millones de metros cúbicos, y el Líbano hasta 7 millones de metros cúbicos.

Queda mucho gas para exportarlo a los clientes europeos.

Los europeos –que se lamentan incansablemente de ser rehenes de Gazprom– deberían alegrarse. En vez de eso, otra vez, se pegaron un tiro en los pies calzados por Bally.

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