por Kostas Douzinas
Lunes, 12 de Noviembre de 2012 03:03
La aprobación del tercer y último tramo del plan de austeridad por
el parlamento griego el miércoles fue una victoria pírrica. Es el
principio del fin para la coalición gobernante y un ejemplo gráfico de
la decadencia terminal del sistema de poder. Las señales están por todas
partes.
Las últimas medidas draconianas de
austeridad impuestas al pueblo griego pueden ser el catalizador para
provocar el fin del viejo régimen.
La aprobación del tercer y último tramo
del plan de austeridad por el parlamento griego el miércoles fue una
victoria pírrica. Es el principio del fin para la coalición gobernante y
un ejemplo gráfico de la decadencia terminal del sistema de poder. Las
señales están por todas partes.
El procedimiento seguido durante el
debate parlamentario violó tanto el Estado de Derecho como la
democracia. La cláusula del proyecto de ley incorpora un gran numero de
medidas no relacionadas de varios cientos de páginas que solo fueron
entregadas a los diputados un día antes de el debate, lo cual hace
imposible una discusión al detalle. Se han añadido nuevas medidas, una
de las cuales (la eliminación de un control independiente sobre los
negocios de los parlamentarios) creó tal revuelo que tuvo que ser
retirada inmediatamente.
El proyecto de ley introduce nuevos
recortes de gasto social, aumentos de impuestos, “reformas” en educación
y la seguridad social, ataques a los derechos laborales y sindicales,
etc. Una serie de medidas del proyecto de ley fueron declaradas
inconstitucionales por el Tribunal Supremo, la comisión auditora y el
servicio legal del Parlamento. Su incorporación en una única cláusula
convirtió la votación en una moción de confianza, dejando en manos de
los diputados de la coalición gobernante el rechazar las medidas
inconstitucionales. El debate se limitó a 10 horas, y fue monopolizado
por los líderes de los partidos y portavoces, marginando al resto de los
diputados. Esto indica un profundo desprecio hacia el parlamento y al
debate democrático. Aún así, Izquierda Democrática (DIMAR), el socio
menor de la coalición de gobierno, se abstuvo, y 7 diputados del PASOK Y
Nueva Democracia se abstuvieron o votaron en contra, dejando la mayoría
gubernamental en sólo 3 votos (de 29) sobre la oposición.
Los nuevos recortes a los salarios y
pensiones se suman a la reducción del 40% que ya tuvo lugar. Grecia ha
experimentado una contracción del PIB del 24% en los últimos cinco años,
con un desempleo del 25,5% y la tasa de paro juvenil en el 55%, la más
alta de Europa. Se vive una crisis humanitaria, con falta de viviendas,
enfermedades mentales y suicidios en unos niveles sin precedentes. Los
hospitales están paralizados por falta de medicamentos, en las escuelas
no hay calefacción, la gente busca comida en los contenedores de basura.
Las listas de los potenciales evasores de impuestos, muchos de ellos
con vínculos con los partidos gobernantes, desaparecen en los cajones de
las élites. Los políticos y los multimillonarios evasores fiscales
gozan de inmunidad absoluta, mientras que los periodistas que revelan
sus delitos son procesados. La sociedad griega se derrumba ante nuestros
ojos, y los neo-nazis de Amanecer Dorado se levantan sobre sus cenizas.
Según Sigmund Freud, el superyo impone
exigencias imposibles al yo y continúa aumentándolas si el yo obedece.
Algo similar le está ocurriendo a Grecia. Las medidas del gobierno y de
la Troika tienen un carácter sádico. Afirman que la devaluación interna y
la austeridad conducirán al crecimiento. Sin embargo, los resultados
muestran justo lo contrario. En abril de 2010, el FMI pronosticó para la
Grecia de la austeridad un crecimiento negativo del -1% en 2011 y que
en 2012 crecería sostenidamente. En abril de 2011, cambió su pronóstico
para ese año a un decrecimiento del -3%. Resultó ser de -7%. En abril de
2012, el FMI pronosticó un -4,7% para el año. La mayoría de los
economistas están pronosticando ya un -7% o más.
No hace falta mucha pericia para
explicar este rotundo fracaso. Recortes en el gasto público y subidas de
impuestos durante una depresión profunda reducen la demanda,
incrementan el desempleo y detienen el crecimiento.La desaceleración
reduce los ingresos fiscales y aumenta el gasto en ayudas al desempleo y
otras ayudas. Los objetivos fiscales no se alcanzan y se requiere más
austeridad para salvar la brecha, que es cada vez mayor. Las medidas de
austeridad no giran entorno a la disciplina fiscal sino sobre convertir a
Grecia en un país débil bajo diktat extranjero. Si los economistas del
FMI y el gobierno fuesen estudiantes de primera habrían fracasado en sus
exámenes. Desgraciadamente, su diktat hace fracasar la vida de millones
de personas.
Cuando un sistema de poder se vuelve
históricamente obsoleto, un cambio radical lo sucede. No obstante el
viejo régimen puede sobrevivir un tiempo, e incluso frustrar el
"espíritu" de la historia. Un cambio radical requiere de tres elementos.
Una fuerte voluntad popular, un agente político preparado para tomar el
poder y, finalmente, un catalizador que combine los anteriores para
darle el tiro de gracia al moribundo sistema de poder. En Grecia los
tres elementos están presentes. La voluntad de cambio fue evidente en
las resistencias del año pasado y en las ocupaciones y en las recientes
huelgas y manifestaciones. Syriza, que ha sido adoptado por el pueblo
como el agente del cambio, está pidiendo nuevas elecciones. En un gesto
simbólico, los diputados de Syriza abandonaron el parlamento el
miércoles y se unieron a la manifestación en la plaza Syntagma. Las
desastrosas medidas de austeridad se han convertido en el catalizador
para cambiar el viejo sistema de 40 años, que ha llevado al país al
borde del desastre. El número de parlamentarios gubernamentales que
respaldan las medidas bajo el principio de que "los pavos no votan a
favor de adelantar la Navidad" están disminuyendo rápidamente. La
combinación de una fuerte oposición parlamentaria, la movilización
social y la decadencia de los partidos menores de la coalición pronto
impondrá las elecciones y el cambio.
Una sensación de déjà vu impregna los
debates. El colapso del gobierno de Papandreu el año pasado empezó de la
misma forma. Las primeras medidas de austeridad fueron aprobadas por el
gobierno dominado por el PASOK en junio de 2011, con unos pocos
diputados desertando, manifestaciones enormes y nubes de gas lacrimógeno
en Syntagma. El primer ministro, Antonis Samaras, que voto en contra de
las primeras medidas de austeridad, se encuentra ahora en la piel de
Papandreu. Según el filósofo Hegel la historia se repite porque el
cambio radical necesita dos esfuerzos para tener éxito. En esta ocasión,
la repetición no será una farsa sino un gran alivio.
Traducción de Anxel Testas y Brais Fernandez para VIENTO SUR
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