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lunes, 27 de agosto de 2012

¿DE QUÉ HA SERVIDO EL REFORMISMO O LA SOCIALDEMOCRACIA O EL SOCIALLIBERALISMO EN ESPAÑA?


Pedro Pascual
El título es ya indicativo de por dónde van los tiros, ¿De qué ha servido el reformismo o la socialdemocracia o el socialiberalismo en España?, y si hablamos del reino de España, es solamente por tener, en gran parte, solo de ella los hechos o las actos realizados en este camino de pactismo, pero sin olvidar en ningún momento que esto, o al menos hasta hace poco tiempo, es un hecho general en toda europa, en donde la fuerza de la clase obrera es mínima.
Podríamos ser ingenuos, y de partida se podría haber dado, en aquellos tiempos, un voto de confianza a los giros realizados por el Psoe, CC.OO, Pce e Iu. ¿Por qué no podían haber tenido razón? Unos en el caso de dejar de ser marxista o socialdemócratas, otros en pactar para hacer lo posible en mantener la paz social y los siguientes por realizar una nueva estrategia con la que acumular fuerza. Vamos a pensar – y sé que roza con lo imposible tal acto imaginación – que no lo hubiesen hecho con mala fe, sino creyendo que era la mejor salida, pero ¿para quién? ¿Para la clase obrera? ¿para la clase explotada?. Y he ahí, ante el enfrentamiento con lo llevado a cabo, donde se observa claramente que de nada ha servido el soltar lastre ideológico y de objetivos. Nada para clase obrera, pero mucho para el avance y desarrollo del capitalismo.
Bajo mi punto de vista, poca solución hay ya con el Psoe y con CC.OO, pues ambas son claramente capitalistas y no tienen vuelta atrás. Puede que haya aun alguien a estas alturas a quien le parezca ofensivo el meter a CC.OO en el saco capitalista, para ellos he aquí la siguiente resolución de la Confederación Europea de Sindicatos, cuyo actual presidente es el secretario general de CC.OO, – y para evitar malentendidos, permitirme hacer mías unas recientes palabras de Carmelo Suarez,
Se equivocan quienes han cogido a estas dos organizaciones sindicales como el saco de las hostias. Es gravísima la responsabilidad de sus direcciones sindicales absolutamente vendidas y funcionales al sistema de dominación, y también de una parte de sus cuadros sindicales, pero buena parte de la clase obrera organizada está en esos sindicatos. Es un grave error alejarse de esa base obrera, e incluso confrontar con ella. Dentro de la campaña de la burguesía contra todo lo que sea actividad sindical nadie que se considere del lado de la clase obrera puede hacer de comparsa de esa campaña de enorme calado contra toda la clase obrera y su derecho a la organización sindical.”
Es decir, yo me refiero a la institución, a la organización, a los dirigentes, no a muchos de los trabajadores sindicados que son socialistas o comunistas- :
“Resolución aprobada por el Comité Ejecutivo de la CES en su reunión de los días 1 y 2 de diciembre de 2010, en la que la CES analiza la comunicación de la Comisión Europea “Hacia un acta del mercado único. – Por una economía social de mercado altamente competitiva”, cuyo objetivo es reactivar el mercado único mediante la apertura de nuevas oportunidades y la promoción de una política social de mercado altamente competitiva, y plantea sus propuestas y reivindicaciones para promover los objetivos sociales de Europa, en particular a través de una agenda de política social ambiciosa, que deberá garantizar sobre todo la igualdad de trato en los salarios y en las condiciones de trabajo aplicables en el lugar donde se realiza el trabajo.”
Pero – de nuevo bajo mi punto de vista, el cual, cómo no, puede estar equivocado- si creo que aun pude haber solución en el Pce e Iu, organizaciones, que si en el caso de Izquierda Unida, rozó hace unos años el ser absorbida de manera completa por la socialdemocracia, – aunque creo que no se consiguió, y recordando, que tales intentos, en lugar de ser excepcionales son cotidianos, antes en el Pce y luego en Iu- y en el caso del Pce, que si bien dejó de lado a Lenin, ¡cómo seguir haciéndolo de Marx con la que nos está cayendo! Y si creo que aún puede haber solución en ellas – y si la hay, es ¡ahora o nunca!, aunque bien pensado, ¿cuántas veces se habrá dicho esto?- es porque aun son partidos y movimientos que no creen en la economía social de mercado, es decir en el capitalismo. Y he ahí el hecho del cual tanto el Pce como Iu han de hacer una autocrítica urgente – ¿Quién puede decir que no lo hayan hecho? En ese caso es emergente que lo expliciten- y dejar de intentar poner parches bienintencionados al sistema capitalista de producción y reseñar enérgicamente a la clase obrera que el problema es justo este, el capitalismo, el problema no son el PP y el Psoe sino el que sean marionetas de los capitalistas y esa es la razón por la que en épocas de crisis – e incluso en época de prosperidad- actúan de igual manera, porque lo hacen para salvar – o expandir-  el sistema capitalista al que sirven. Y estas palabras son necesarias decirlas así, porque de nada ha servido la moderación ideológica.

Y en relación con lo que estamos tratando, en un conocido video que circula estas semanas por internet, el profesor Cotarelo realiza una magnífica reflexión a Julio Anguita, “[...]pero no vale decir, “estamos haciendo la nueva izquierda”, porque eso es lo que llevan haciendo desde el año cincuenta… y siempre hay que hacer una nueva izquierda porque la anterior, que también era nueva, resultaba que ya nacía vieja [...]” Y nosotros planteamos, ¿no será que para encontrar de nuevo a la “Izquierda” en vez de ir hacia adelante habría que ir hacia atrás? ¿No será que todas aquellas ideas que se eliminaron del discurso por viejas, eran justo aquellas que debían ser irrenunciables? ¿No será entonces necesario el recuperarlas, porque sin ellas, no representamos a la clase obrera, ni somos revolucionarios y a lo máximo que podemos alcanzar por ese camino es la socialdemocracia de principios de siglo XX, la cual ya fue descartada, criticada y superada – en cuanto a conceptos- por el movimiento comunista?
¿Y a qué no debemos renunciar o no deberíamos haberlo hecho nunca o más bien, que es aquello que debemos recuperar de cara a los trabajadores en burdas contradicciones propias de la socialdemocracia?
Para no repetirme en demasía, voy a citar el inicio de El estado y la revolución de Lenin:
 
“Ocurre hoy con la doctrina de Marx lo que ha solido ocurrir en la historia repetidas veces con las doctrinas de los pensadores revolucionarios y de los jefes de las clases oprimidas en su lucha por la liberación. En vida de los grandes revolucionarios, las clases opresoras les someten a constantes persecuciones, acogen sus doctrinas con la rabia más salvaje, con el odio más furioso, con la campaña más desenfrenada de mentiras y calumnias. Después de su muerte, se intenta convertirlos en iconos inofensivos, canonizarlos, por decirlo así, rodear sus nombres de una cierta aureola de gloria para “consolar” y engañar a las clases oprimidas, castrando el contenido de su doctrina revolucionaria, mellando su filo revolucionario, envileciéndola. En semejante “arreglo” del marxismo se dan la mano actualmente la burguesía y los oportunistas dentro del movimiento obrero. Olvidan, relegan a un segundo plano, tergiversan el aspecto revolucionario de esta doctrina, su espíritu revolucionario. Hacen pasar a primer plano, ensalzan lo que eso parece ser aceptable para la burguesía. Todos los socialchovinistas son hoy — ¡bromas aparte! — “marxistas”. Y cada vez con mayor frecuencia los sabios burgueses alemanes, que ayer todavía eran especialistas en pulverizar el marxismo, hablan hoy ¡de un Marx “nacional-alemán” que, según ellos, educó estas asociaciones obreras tan magníficamente organizadas para llevar a cabo la guerra de rapiña! Ante esta situación, ante la inaudita difusión de las tergiversaciones del marxismo, nuestra misión consiste, ante todo, en restaurar la verdadera doctrina de Marx
Y el final del mismo folleto:
“Más a la derecha que Kautsky están situadas, en el socialismo internacional, corrientes como la de los “Cuadernos mensuales socialistas” en Alemania (Legien, David, Kolb y muchos otros, incluyendo a los escandinavos Stauning y Branting~, los jauresistas y Vandervelde en Francia y Bélgica, Turati, Treves y otros representantes del ala derecha del partido italiano, los fabianos y los “independientes” (“Partido Laborista Independiente”, que en realidad ha estado siempre bajo la dependencia de los liberales) en Inglaterra, etc. Todos estos señores, que desempeñan un papel enorme, no pocas veces predominante, en la labor parlamentaria y en la labor publicitaria del partido, niegan francamente la dictadura del proletariado y practican un oportunismo descarado. Para estos señores, la “dictadura” del proletariado ¡¡”contradice” la democracia!! No se distinguen sustancialmente en nada serio de los demócratas pequeñoburgueses. Si tenemos en cuenta esta circunstancia, tenemos derecho a llegar a la conclusión de que la Segunda Internacional, en la aplastante mayoría de sus representantes oficiales, ha caído de lleno en el oportunismo. La experiencia de la Comuna no ha sido solamente olvidada, sino tergiversada. No sólo no se inculcó a las masas obreras que se acerca el día en que deberán levantarse y destruir la vieja máquina del Estado, sustituyéndola por una nueva y convirtiendo así su dominación política en base para la transformación socialista de la sociedad, sino que se les inculcó todo lo contrario y se presentó la “conquista del Poder” de tal modo, que se dejaban miles de portillos abiertos al oportunismo. La tergiversación y el silenciamiento de la cuestión de la actitud de la revolución proletaria hacia el Estado no podían por menos de desempeñar un enorme papel en el momento en que los Estados, con su aparato militar reforzado a consecuencia de la rivalidad imperialista, se convertían en monstruos guerreros, que devoraban a millones de hombres para dirimir el litigio de quién había de dominar el mundo: sí Inglaterra o Alemania, si uno u otro capital financiero.”
Y un fragmento de un artículo de Engels:
Lo que el lector averigua en esta obra (El capital) no es precisamente cómo han de ocurrir las cosas, sino cómo no debieran suceder; esto sí se lo dice el autor, con una claridad y una dureza sin ambages, y a quien tenga ojos para ver no puede ocultársele tampoco que en este libro se defiende con una claridad diáfana la necesidad de una revolución social. No se trata ya del emplasto de las asociaciones obreras con capital del Estado, como aquellas que proponía Lassalle; se trata de algo más profundo: de la abolición del capital en términos absolutos.

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