jueves, 23 de abril de 2015
Para
 el inicio de 1942 el mundo había observado el avance victorioso de las 
tropas de la Alemania nazi por el territorio soviético, todo según lo 
previsto hasta el frenazo que constituyó la derrota a las puertas de 
Moscú, algo que después se explicaría poniendo como causa el terrible 
invierno ruso, olvidando que afectaba a ambos contendientes a la vez.
En
 1942 se produciría un viraje total en la guerra, en la medida que los 
mariscales y generales alemanes, muy condecorados en la marcha triunfal 
perdían, todo su brillo en el territorio soviético, el alto mando de la 
patria de Lenin se reforzaba con jóvenes y mejor formados oficiales que se encargarían de destruir la maquinaria fascista.
El
 verano de 1942 llegó con escaramuzas y combates menores de ambas partes
 sin ninguna importancia táctica o estratégica, hasta que Hitler se vio 
forzado a dirigir todo su
 esfuerzo hacia el sur buscando el petróleo del Cáucaso, chocando contra
 la gran ciudad de Stalingrado en la ribera del rio Volga.
Sobre
 la Batalla de Stalingrado se han escrito miles de libros y se considera
 que murieron más de dos millones de personas entre militares de ambos 
ejércitos y las bajas de la población civil, salvajemente bombardeada 
por los pilotos hitlerianos.
La
 Operación Fall Blau de los alemanes (Operación Azul) los lanzó contra 
la ciudad con la intención de tomarla pero se encontraron con una 
resistencia que no esperaban y después de varios meses enfrentando la 
resistencia de los soviéticos dentro de la ciudad, fueron envueltos con 
un cerco exterior que los condenaba a la destrucción.
Los
 intentos de escape y de auxilio exterior fueron derrotados por el 
Ejército Rojo no permitiendo el desarrollo de una operación de rescate 
dirigida por el mariscal Manstein que, desesperadamente, intentaba auxiliar al ejército cercado.
Al final el mariscal Paulus tuvo que rendirse, siendo el primer militar alemán con ese alto
 rango rendido a los militares soviéticos y con eso comenzaba el gran 
desastre para el, una vez considerado, mejor ejercito del mundo.
La 
 batalla de Stalingrado puso en evidencia que el mando alemán no había 
podido resolver la organización de la logística para grandes combates y 
de larga duración lo que los condenaba a una segura derrota.
Pero a los fascistas les esperaban cosas aún peores en el futuro.
Antonio González

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