martes, 17 de marzo de 2015
Digámoslo sin ambages:
lo que de verdad hace a Venezuela irreconciliable con el Hegemonismo es
ser ejemplo. No es el petróleo, ni los servicios públicos, ni el enclave
estratégico caribeño, ni el respiro dado a Cuba, ni los comunistas en
el poder (que no lo están), ni la burguesía nacional bolivariana (que la
hay, claro). Lo que no traga la Casa Blanca es ver a Venezuela plantada
ahí, ante el Norte, mostrándoles a los adeptos a la pos-historia que
hay vida después de Fukuyama, y, peor aún, mostrándoselo a los 60
millones de parias excluidos/encerrados/enterrados al fondo del Corazón
de la Bestia. Miles de ellos llevan años templando sus helados inviernos
gracias a las donaciones estatales venezolanas.
Si Venezuela fuera nada
más que un país, aún se podría ir medrando con tal exotismo necesario a
“la pluralidad” multi-tutti. Pero Venezuela hace tiempo que ha dejado de
ser un país: ahora es la Gran Colombia de Bolívar. Y, es más, es el
subcontinente de mar a mar, y es la Siria de América, y es nada menos
que nuestro género humano y su oportunidad no agotada de porvenir. El
Comandante Chávez hizo de Venezuela un organismo complejo por haber dado
pauta a tan decisiva batalla internacional. Venezuela es mente
(ideología), es voz (medios de contra-hegemonía), es manos tendidas
(CELAC, internacionalismo con todo pueblo y país resistentes…), es
estómago y fuerza (MERCOSUR), es venas que echan raíz y florecen (ALBA),
es pecho bombeando (UNASUR), es semilla y siembra de su estela. Es un
caminar haciendo amigos con la naturalidad y el optimismo que dan la
verdad y la razón. Porque, después de todo, quizás no sea el nuevo orden
mundial aquél que el sionismo nos tiene deparado, sino otro bien
distinto.
"Los muertos que vos
tratasteis de enterrar gozan de buena salud”, escupe al imperialismo el
ejemplo bolivariano. ¿Y si los muertos de siempre revolucionan su propia
andadura, vieja y silenciosa?. La nietzscheano-supremacista raza de los
Señores (Herr Rasse) teme ir quedándose sin el sostén mundial de su
inmunda democracia (hacia adentro); sedoso correlato
político-institucional (“sociedad abierta”, Karl Popper) de la
conciliación material de un amplio espectro inter-clase, y donde el
bloque policlasista dominante -quien más quien menos, claro- toma
desigual pedazo del festín parasitario. Burguesía financiera,
burocrática, pequeña burguesía, aristocracia obrera, “asalariados” de
plusvalías contantes y sonantes tomando un Valor muy superior al por
ellos generado, si es que alguno generan.
Por eso mismo Venezuela
se granjea el terror/odio desde la socialdemocracia incluso más que por
parte de cualquier otra fracción imperialista. Pues el instinto de clase
de la progresía, radicalmente improductiva y así dependiente de los
ingresos de Estado y su centralización/distribución acometida, le alerta
de cuánto la quebradura del puzzle internacional puede llegar a atentar
contra el Progreso (contra el suyo). Y tal como ayer los Kautsky, los
Malleirand, los Guesde y los Lassalle hablaban de ir a dar plomo a los
negritos-malos por Bien del Progreso de los negritos-buenos, hoy El
País, La Sexta, Quattro, En tierra hostil, El intermedio, llaman a la
comunidad internacional a solidarizarse “con el pueblo venezolano”
contra el pueblo venezolano y “con la democracia” contra la democracia
propia, que para todo país oprimido ha de significar el pueblo al Mando
ejerciendo su Dictadura contra las clases internas vehiculares de
involución a la dependencia neo-colonial.
Ciertos sectores del
trotskismo, más taimados, hablan de “izquierda real” y de “su impasse en
Venezuela”, tratando así de adelantar por la “izquierda” para llegar a
la derecha, como han hecho toda la vida. Y PODEMOS, cómo no, invoca “los
Derechos Humanos”, o sea, derechos para los humanos golpistas, para los
productores de foto-montajes allanadores de los caza-bombarderos, para
los incendiarios de hospitales, para los bloqueadores de cargamentos de
víveres, y para los Escuadrones suburbanos asesinos de convecinos y de
sus delegados políticos comunales.
El colmo es –tal y como
los revolucionistas hacen- difamar a Venezuela y a su proceso tildando
de “socialdemócrata” al sistema bolivariano. Nada de eso. Nos
encontramos, en rigor, ante la anti-socialdemocracia en curso:
1º. La República Bolivariana ha y sigue desarrollando lucha de clases, contra la tesis socialdemócrata de conciliación;
2º. En la República
Bolivariana, la riqueza redistribuida en favor del pueblo se compone de
factores de producción colectivizados (capitales físicos) tanto como de
porciones de Capital-Valor acumulado, contra el proceder socialdemócrata
de redistribuir la miseria sin tocar la Cuota de Acumulación
indispensable a la Reproducción Ampliada financiera y monopolista;
3º. Lejos de toda
metafísica socialdemócrata sobre un “Estado más allá de las clases y
mediador por los intereses del total de población”, el Estado venezolano
es explícitamente un aparato actuante por los intereses materiales de
las clases populares en detrimento de otras clases (terratenientes,
burguesía compradora, capital comercial, aristocracia obrera petrolera,
Cuadros administrativos y tecno-burocráticos salariales perjudicados en
su status y tren de vida por las políticas igualitaristas, etc.).
4º. La abstracción dual
socialdemócrata de “La Patria” consiste, bien en idealizarla cuando la
cuestión es agredir y saquear por la “civilización”, “el Mundo Libre”,
“la paz” o hasta la “revolución” (chovinismo), bien en demonizarla
cuando se trata de alienar a las poblaciones imperialistas respecto de
cualquier posicionamiento solidario para con las patrias agredidas, y
ello en nombre de no ser “nacionalistas”, de no apoyar “a Estados”, de
pensar con “perspectiva internacionalista”, de ser “libertarios”, etc.
Contra dicha abstracción dual, la República Bolivariana es la patria del
pueblo contra la patria de los vende-patrias y contra las patrias
opresoras imperialistas.
Lo de “Dictador” no se
atreven mucho ya a llamárselo en España a Maduro. Ello desde que por
prensa se filtraron fotos mostrando inundadas las calles de multitud
roja a decenas de millones, de modo que hasta el más cretino lector de
diarios podría preguntarse de quiénes es tal Dictadura y contra quiénes
se ejerce (o cuestión de la relatividad de la democracia-dictadura con
arreglo a las clases).
Pero si hay subsuelo
común de confluencia para toda la sarta de chupasangres con consciencia
de clase, desde las sectas ultra-red al social-liberalismo de Felipe
González y su think-tank latinoamericano, es evocar día y noche la
etiqueta de “los gorilas del Régimen” y “sus asaltos autoritarios a
jovencitas”; camelo selvático-racista que deja fe y constancia de la
cosmovisión de fondo que rige a estos señoritos y a toda su Herr Rasse
demográfica.
Tamer Sarkis Fernández,
Comité Antiimperialista (Catalunya)
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