de enero de 2015
“Nuestras clases
dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan
historia, no tengan doctrina, no tengan héroes y mártires. Cada lucha
debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores: la experiencia
colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia parece así
como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las otras
cosas.” Rodolfo Walsh.
En 1980 la violencia
ultraderechista alcanza unas cotas terribles de violencia en las
calles. El día 8 de enero, aparece en el barrio de Sagroniz, a doce
kilómetros de Bilbao, el cadáver de la joven de 17 años Ana Teresa
Berroeta. Su cuerpo, materialmente cosido a cuchilladas, presenta
huellas de haber sido violado. Exactamente cinco meses después, el 8 de
mayo, María Josefa Bravo, también de 17 años, es descubierta en San
Sebastián con el cráneo aplastado. Ambos asesinatos los reivindica el
Batallón Vasco Español.
Entre uno y otro hecho
se producen más de una docena de atentados graves firmados por los
elementos franquistas, con un total de trece muertos y casi una veintena
de heridos de grave consideración. La represión sangrienta contra los
militantes de izquierda se presenta en este período básicamente en su
forma parapolicial.
Se producen agresiones
contra locales culturales, asociaciones de vecinos y sedes de partidos
de izquierda. Los atentados contra librerías y los asaltos a escuelas y
facultades se recrudecen. Y la connivencia o incluso la participación
directa de la policía queda en evidencia en muchos casos. El grupo de
asesinos que penetra en el bar San Bao (1) de Madrid dialoga, unos
momentos antes de perpetrar su criminal agresión, con las fuerzas
antidisturbios que los han estado protegiendo mientras hacían pintadas
ultras, a tan sólo un centenar de metros de donde se va a producir la
muerte de Juan Carlos García. En Vallecas, tras la muerte de Vicente
Cuervo, son los propios policías quienes paran taxis para que se
introduzcan en ellos los pistoleros y se alejen del lugar del crimen.
Las manifestaciones y
asambleas convocadas en respuesta a los asesinatos fascistas son
sistemáticamente reprimidas por las fuerzas antidisturbios. Casi 50
detenidos se producen en Madrid durante los actos de protesta por el
atentado del San Bao; un joven resulta herido de bala en una pierna por
disparo de la policía el día siguiente de la muerte de Jorge Caballero, y
una vecina de Basauri, María Pérez, sufre conmoción cerebral, por el
impacto de un bote de humo, cuando participa en un acto donde se informa
de la muerte de María Josefa Bravo.
El día 15 de enero
explota una bomba en el bar Aldana de Baracaldo, con el resultado de
cuatro personas muertas, Liboria Arana Gómez, Manuel Santacoloma, María
Paz Armiño y Pacífico Fica Zuloaga. También se producen diez heridos
graves. A uno de ellos, Andoni Mendoza, hay que amputarle una pierna.
Reivindican el atentado los Grupos Armados Españoles (GAE). El día
siguiente, Carlos Saldise Corta, de 33 años, simpatizante de Herri
Batasuna, es asesinado en Lezo, también por los GAE. El 26 de enero, una
carta bomba enviada al Club de Amigos de la Unesco de Madrid hiere
gravísimamente a dos miembros de la entidad, María Dolores Martínez y
Luis Enrique Esteban. Ella queda con la cara destrozada y pierde el ojo
izquierdo, él sufre la amputación de una de las manos y queda con la
otra muy dañada. Los autores del atentado son los mismos que provocaron
la muerte del trabajador de El País Andrés Fraguas con otro
paquete bomba. Llevan cometiendo actos criminales durante varios años
sin que el Ministerio del Interior se haya preocupado de seguirles la
pista.
El 2 de febrero, Jesús
María Zubikarai Badiola, simpatizante de Euskadiko Ezkerra, en Éibar, y
Yolanda González, en Madrid, son asesinados a tiros en sendos
atentados reivindicados por el Batallón Vasco Español. Ocho días
después, es asesinado en el popular barrio madrileño de Vallecas el
joven Vicente Cuervo, durante unos incidentes provocados por militantes
de Fuerza Nueva. Los dos miembros de un matrimonio simpatizante de HB,
María del Carmen Villarramendi y Juan María Ijurko, resultan gravemente
heridos por la explosión de una bomba situada bajo su coche. A él se le
amputan la pierna y la mano izquierdas. El día 15 de abril, en Madrid,
un joven de la CNT, Jorge Caballero, es acuchillado a la salida de un
cine. Muere dos semanas después. El 18 o 19 de abril, Felipe Sagarne es
asesinado en Hernani, de dos disparos en la cabeza realizados a
bocajarro. Reivindica el atentado el BVE. El 1 de mayo, tres personas
son brutalmente acuchilladas en Madrid, al término de la manifestación
convocada por las centrales sindicales. Uno de ellos, Arturo Pajuelo,
muere a las pocas horas. Seis días después, un grupo fascista asalta en
Madrid el bar San Bao, disparando contra quienes se encuentran en su
interior. Muere Juan Carlos García y son heridas varias personas más.
Los atentados del BVE se
recrudecen en Euskadi durante el verano de ese año. En agosto, es
asesinado en Irún José María Etxebeste y en Ondárroa es ametrallado y
muerto Ángel Etxaniz, militante de Herri Batasuna. En septiembre, en la
localidad de Hernani, son asesinados Luis María Elizondo Arrieta y
Miguel María Arbelaiz Etxebarria. En noviembre, se produce un atentado
contra dos personas de etnia gitana en Hernani, a raíz del cual fallece
Joaquín Antimasbede. Ese mismo mes son asesinados en Caracas los dos
miembros de un matrimonio vasco, exiliados en Venezuela, Joaquín Alfonso
Etxeberría y Esperanza Arana. También se produce un atentado en Hendaya
(Francia), en el que mueren Jean-Pierre Haramendi y José Kamio.
De La sombra de Franco en la Transición de Alfredo Grimaldos. OBERON 2004
(1) En la calle de Arturo Soria, 42, en Ciudad Lineal
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