El nuevo Borbón se estrena con el clásico discurso defensor de su
régimen (el monárquico que restauró Franco y aceptó la izquierda sumisa
durante la Transición) y de la constitución en que se sustenta, con la
habitual demagogia en relación a los asuntos políticos de más
actualidad: ninguna referencia a la corrupción que corroe a la
antidemocrática institución monárquica que él mismo encabeza, defensa de
la cárcel de pueblos que es España garantizada por la constitución...
Había una gran expectación por seguir el discurso de navidad del
rey. Este año era el primero en el que Felipe VI recogía el testigo
televisivo de su padre tras la abdicación de Juan Carlos I el pasado de 2
de junio. Además flotaba en el ambiente un interés añadido por conocer
las palabras del monarca, puesto que el discurso se producía dos días
después de que su hermana, la infanta Cristina, fuera imputada como
cooperadora del fraude de su marido, Iñaki Urdangarin.La puesta en escena variaba ligeramente sin ser rompedora, dejando atrás el despacho para situarse de nuevo en una aparente sala de estar en el que predominaba un sofá rojo. En segundo plano, retratos de su familia, entre los que destaca uno junto a su mujer y sus hijas y otro junto a sus padres. Ni rastro de sus hermanas.
El rey Felipe VI comparece desde el
Palacio de La Zarzuela con el primer mensaje televisado de Navidad de su
reinado. /Ángel Díaz (EFE)
Cambiaba el protagonista pero no así el mensaje,
plagado de generalidades y preciso en su vaguedad, en el que se trata
tanto de rehuir de las discrepancias que al final no se dice nada. Un
discurso confeccionado alrededor de dos ejes, la corrupción y Catalunya,
y en el que el apartado económico ha tenido menos relevancia que en
otros años. El monarca ha evitado hacer referencia explícita a su
hermana, aunque según fuentes cercanas a la Casa Real, el mensaje fue
regrabado tras la decisión del juez Castro de imputar a Cristina. En
este sentido, ha sido un discurso que mantiene similitudes con el que
pronunció su padre allá por 2011, cuando tuvo que sortear la maraña
judicial que ya por entonces azotaba al duque de Palma y en el que se
limitó a afirmar que la “justicia es igual para todos”.
Felipe ha hecho un paréntesis antes de referirse a Catalunya para mencionar el problema de la crisis económica y el desempleo, otros años tema protagonista de las intervenciones, pero que este año se ha visto relegado a un segundo plano. El monarca se ha mostrado optimista al afirmar que “las magnitudes macroeconómicas están mejorando” y que se ha recuperado el crecimiento económico y la creación de empleo. Un hecho que a su juicio es “base para la esperanza” a la hora de acabar con el problema del desempleo, un “motivo de grave preocupación para todos”. Asimismo, ha asegurado que “debemos proteger especialmente a las personas más desfavorecidas y vulnerables. Y para ello debemos seguir garantizando nuestro Estado de Bienestar, que ha sido durante estos años de crisis el soporte de nuestra cohesión social”.
El rey ha culminado su alegato por la unidad explicando que “formamos parte de un tronco común del que somos complementarios los unos de los otros pero imprescindibles para el progreso de cada uno en particular y de todos en conjunto”. Como solución al conflicto abierto, Felipe VI ha apostado por respetar la Constitución, “la garantía de una convivencia democrática, ordenada, en paz y libertad”.
Por último, el monarca ha querido transmitir un mensaje de esperanza unido a los valores de una España moderna, diversa, abierta al mundo y solidaria en un mensaje plagado de las mismas muletillas de años anteriores.
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