lunes, 1 de diciembre de 2014
El juez Pablo Ruz ha
pasado en poco tiempo de ser el favorito de las huestes del Partido
Popular a ser su enemigo a batir. Y es que este juez sencillo y
trabajador, que cree en lo que hace, puede ser apartado esta semana del
juzgado de la Audiencia Nacional donde se encuentra en comisión de
servicios, tras el auto que dictó el jueves pasado que pone fin a la
investigación del sumario principal del caso Gürtel y en el que atribuye
a la hasta ahora ministra de Sanidad, Asuntos Sociales e Igualdad, Ana
Mato, y al Partido Popular, ser partícipes a título lucrativo de la red
corrupta que dirigía Francisco Correa. Mato, por fin, se ha dado cuenta
de que su marido Jesús Sepúlveda había recibido un Jaguar por sus
servicios a la trama y Mariano Rajoy la ha dejado caer para no tener que
dimitir él mismo por el mismo concepto.
El caso es que Ruz, que
era titular de un juzgado de Villalba (Madrid) realizó unas
sustituciones temporales del juez Juan del Olmo y de magistrado de apoyo
de Eloy Velasco, antes de que sustituyera al juez Baltasar Garzón
cuando fue suspendido cautelarmente al intentar procesar por crímenes
contra la humanidad a la cúpula franquista por el plan de exterminio
sistemático de la Guerra Civil.
Ahí comenzó su andadura
en el Juzgado Central 5, de la Audiencia Nacional, pero el caso Gürtel
había pasado ya al Tribunal Superior de Justicia de Madrid; el caso
relativo a los aforados Luis Bárcenas y Jesús Merino, al Tribunal
Supremo; y otra pieza, la de los trajes, al Tribunal Superior de
Valencia. Mientras tanto, Ruz reactivó el caso Faisán sobre el chivatazo
a la red de extorsión de ETA y llegó a procesar al director de la
policía y a otros dos agentes, lo que dio vida a varios diputados y
senadores del PP que todas las semanas freían a preguntas sobre el caso
al que había sido ministro del Interior en aquella época y luego
vicepresidente, Alfredo Pérez Rubalcaba. Ruz era por entonces el héroe
del PP.
De modo que el Consejo
del Poder Judicial no tuvo problemas para renovarle la comisión de
servicios durante dos años. Para entonces ya había vuelto a la Audiencia
Nacional la pieza principal del caso Gürtel y, poco después también, el
proceso que se seguía en el Supremo, al haber perdido la condición de
parlamentarios los dos aforados.
En esas fechas el
juzgado estaba sin titular, porque Garzón ya había sido expulsado de la
carrera y la plaza salió a concurso. La obtuvo un vocal del Poder
Judicial, Antonio Carmona, elegido para el Consejo por los progresistas y
considerado afín al PSOE. Y ya se sabe que por misterios de la política
judicial, a Carmona le ofrecieron ir en servicios especiales de
magistrado de enlace con el Reino Unido. Quizá alguien pensó que no era
conveniente que un juez progresista metiera las narices en el caso
Gürtel y que la alternativa era prorrogar, en una nueva comisión de
servicios diferente pero en el mismo destino, a un juez que había
investigado con denuedo el caso Faisán y que no parecía un enemigo del
PP.
Incluso hubo un
incidente en la Audiencia Nacional sobre qué juez se quedaba con el caso
de los papeles de Bárcenas. Por un lado, el nuevo titular del juzgado
Central 3, Javier Gómez Bermúdez, al que el Consejo había descabalgado
de la presidencia de la Sala de lo Penal, en favor de Fernando
Grande-Marlaska, y del que se sospechaba que estaba resentido con el PP
por ese asunto. Por otro, Ruz, que tenía los antecedentes del caso. La
Audiencia falló en favor de Ruz, con gran enfado por parte de Gómez
Bermúdez.
La luna de miel del PP
con Ruz seguía adelante hasta que el magistrado expulsó a la
representación jurídica de ese partido de la Gürtel, porque aunque
figuraba como acusación y perjudicada por la red corrupta, en realidad
su labor era coadyuvar a la defensa de los imputados. Ahí se rompió el
idilio.
Además, las
investigaciones de los papeles de Bárcenas y la implicación de todos los
tesoreros del PP y el cobro de sobresueldos ‘en negro’ por casi todos
los dirigentes de la cúpula popular obligó a Rajoy a dar explicaciones
en el Parlamento, aunque muy a su manera. La frase “todo es mentira
salvo algunas cosas” pasará a la posteridad como ejemplo de huida con el
rabo entre las piernas y amparado por la mayoría absoluta.
Para el PP, Ruz, casado,
padre de tres hijos, que toca la guitarra, ya no es el juez majete de
la Faisán y lo quieren quitar de enmedio. Mientras tanto, el juez que
en 2013 había concursado a un juzgado de Móstoles, aunque deseaba seguir
en la Audiencia Nacional, sabe que su puesto pende de un hilo. El
anuncio de Rajoy de que sacaba una serie de plazas nuevas para jueces es
mentira, simplemente pretende sacar a concurso las de los que están en
servicios especiales. Es una buena excusa para incluir la que ocupa Ruz.
Y él lo sabe. En otras
circunstancias hubiera renovado hasta el verano, pero se teme lo peor y
por eso, el jueves pasado, cinco días antes de que el Consejo se
pronuncie sobre la prórroga, ha terminado la investigación de la pieza
principal de la Gürtel. Y ha dejado claro que Ana Mato, a la que no
puede imputar porque tiene fuero, es partícipe lucrativa de los delitos
de su esposo. Una conducta parecida a la que a Isabel Pantoja le ha
costado ingresar en prisión. Mato, que por fin ha visto el Jaguar, ha
tenido que dimitir de ministra, forzada por Rajoy. Sin embargo, fíjense
que no ha renunciado a su acta de diputada, ni el partido se lo ha
exigido —ya no hay vergüenza torera ni de ningún otro tipo, solo salvar
el culo—, porque se arriesgaría a que le pasase algo parecido a lo de
Pantoja y no tenemos el cuerpo para esos excesos.
Si Ruz siguiera en el
cargo, quizá le daría tiempo a acabar el proceso de los papeles de
Bárcenas o el de Pujol, pero mucho me temo que su suerte está echada. A
pesar de lo mal que quedarán el PP y el Consejo del Poder Judicial, un
apéndice de la voz de su amo tras la reforma a la carta del expulsado
Gallardón, todo parece indicar que van a fulminar a Ruz por tratar de
hacer bien su trabajo, que no es otro que hacer justicia. No sería el
mejor indicio para la regeneración democrática y ética con la que se
llenan la boca día sí y día también los dirigentes del Partido Popular.
Este martes conoceremos
la decisión, pero si como se prevé defenestran a Ruz, no estaría mal que
el tiro del cambio de juez les saliera por la culata.
Cuartopoder
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