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viernes, 10 de octubre de 2014

EL DÍA EN QUE DEJAMOS DE CREER EN EL CUENTO DE LA RECUPERACIÓN

10.10.2014



José Maria Triper

Sorpendido se mostraba el Fondo Monetario Internacional de la fortaleza del crecimiento español, que corroboran la estadística de las cifras macro y los análisis y previsiones en las que parecen coincidir todos los que son y dicen ser en esto de la economía.

Todos menos, claro está, los ciudadanos de este país, para quienes el evangelio de la recuperación que venden el Gobierno y los economistas de salón del FMI y compañía tienen menos credibilidad que Ana Mato cuando tranquiliza sobre el ébola.

 Porque, por mucho que se empeñen las musas de la macro, la recuperación no ha llegado, ni se la espera, al teatro de la micro. Es decir a la economía real de las empresas, los autónomos y las familias que sufrirán también en 2015 una pérdida de su poder adquisitivo y de sus ventas, mientras aumentan los niveles de pobreza y de insolvencias.

Que a eso es lo que percibimos hoy los españolitos de a pié que no tenemos dinero en el extranjero, ni tarjetas opacas ni robamos de los ERE. Unos españoles a quienes se nos congelan, cuando no se nos bajan, los salarios y que hemos perdido un 37% de poder adquisitivo desde el inicio de la crisis, asfixiados por las más de 30 subidas de impuestos del Gobierno de Rajoy, las otras tantas de las autonomías y ayuntamientos y el "atraco" del recibo de la luz.

Los mismos que asistimos resignados al drama de casi cinco millones de parados, que sufrimos la destrucción de puestos de trabajo estables y con sueldos dignos por contratos a tiempo parcial y salarios de miseria, hasta el punto de que hoy ya son más los trabajadores con contrato temporal que los indefinidos.

Y que decir de esos pensionistas a quienes se les humilla con una limosna de dos euros y medio de subida media, el precio de dos cafés, que son hoy un 20% más pobres que al inicio de legislatura y a los que se les quiere engañar un año más con el lenguaje de la revalorización.

Por eso, los españoles no nos creemos ya la recuperación. Ni la que nos venden aquí ni la que nos cuentan desde fuera. Sólo creemos lo que vemos y lo que vemos es engaño y frustración.

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