En entrevista con este corresponsal,
Dagoberto Palacios González (55) reveló que su tío Javier Palacios
Ruhmann confesó -en una cena de febrero de 1977- que él remató al
presidente Salvador Allende. Esta información es coincidente con otro
testimonio entregado a contramano por este general, el que fue publicado
en libro Allende: “Yo no me rendiré”. La investigación histórica y forense que descarta el suicidio (Ceibo, 2013). Allí se detallan las precisas circunstancias en las que se había producido la muerte del Presidente Allende.
La versión del sobrino de Palacios
también es concordante con un ocultado examen químico forense –de mayo
de 2011- que demuestra que Allende recibió un disparo a corta distancia
con arma de bajo calibre. Esta revelación forma parte de la nueva
edición del citado libro, que pronto aparecerá en Alemania, Francia e
Italia.
“En la Universidad me di cuenta de
muchas cosas… compañeros que desaparecían. No me gustaban las formas del
régimen militar. Ahí me izquierdicé, lo que me significó muchos
conflictos con mi familia, hasta que mi padre me echó de la casa porque
fui al entierro del cura André Jarlan, que fue asesinado por militares
en la Población La Victoria (el 4 de septiembre de 1984). No aguantó…
como él trabajaba con generales…”.
Dagoberto recuerda que a fines 1976 o a
principios de 1977 su padre comenzó a trabajar en el edificio Diego
Portales, que era sede de la Junta Militar de Gobierno. Allí lo llevó el
general Carlos Forestier. Dagoberto estima que su progenitor laboró
allí hasta 1981, año en que comenzó a trabajar con el fabricante de
armas Carlos Cardoen Cornejo. Forestier también se integraría a este
equipo.
La confesión
Dagoberto Palacios recuerda que cuando
tenía 14 ó 15 años su papá comenzó a llevarlo como acompañante a algunas
de sus actividades. En su círculo de amigos destacaban el entonces
coronel Sergio Badiola, el general Forestier y su primo el general
Javier Palacios.
Ellos gustaban de ver partidos de fútbol
en el Estadio Nacional y, tras estos, ir a cenar. Uno de sus restoranes
predilectos era uno ubicado en calle Cuevas (Santiago Centro) que era
propiedad de Omar Palacios, hermano de Fernando. El 18 de febrero de
1977, tras un partido entre la selección de Chile y Flamengo
(de Brasil), fueron a comer a ese restorán. Estaban los generales
Palacios, Forestier y Badiola; su Papá y él.
“Antes que trajeran la comida, mientras
se servían un par de copas de vino, alguien le preguntó a mi tío el
general Palacios ‘¿qué pasó con Allende el día del golpe en La Moneda?’.
Entonces mi tío nos contó que él le dio un tiro de gracia a Salvador
Allende”, reveló Dagoberto Palacios.
Expresa Dagoberto que ese comentario
resultó sorpresivo: “Los otros se miraron con cara de decir: ‘Y éste,
¿qué está diciendo?… Se está condenando sólo’”. Dagoberto recuerda que
luego llegaron los platos y la conversación quedó hasta allí. Nadie
preguntó más, ni Palacios volvió al tema.
El sobrino del general Palacios
prosiguió con su relato: “después que llegamos a casa mi padre me hizo
rejurar de por vida que no iba a contar lo que había escuchado. Me dijo:
‘esto queda guardado, porque tu tienes que cuidar el interés de la
familia’. Hay que entender que en esos tiempos importaba mucho el
apellido, la familia. Pero después yo entré a la Universidad y me di
cuenta que las cosas eran totalmente diferentes”.
Dagoberto Palacios afirma que a mucha
gente le contó esto, pero que muchos no creyeron o no pudieron hacer
nada. “Pero bueno, hay cosas que se creen y otras que no se creen”,
expresó.
Médico Forense Luis Ravanal
Suicidio imposible
El testimonio de Dagoberto Palacios no
ahonda en detalles que fijen el contexto en que se produjo la muerte de
Salvador Allende. Pero es una pieza clave del puzzle en que se ha
convertido el Caso Allende, el que fue cerrado ‘definitivamente’ por la
Justicia de Chile en enero de este año, luego que la Corte Suprema
ratificara la sentencia del ministro [juez] Mario Carroza (de septiembre
de 2012) quien determinó que Allende se suicidó, tras rendirse.
El fallo de la Corte Suprema contó con
el voto de minoría del ministro Hugo Dolmestch –considerado el mejor
penalista del máximo tribunal- quien en su fundamentación hizo ver que
el cráneo de Allende tenía dos disparos hechos con dos armas distintas,
manifestando que ese antecedentes hace inverosímil el suicidio.
Según resolución de la Corte Suprema
–número 5778-13–, Dolmetsch argumentó que la investigación sumarial de
la causa no logró “resolver la discordancia que surge del análisis de
los informes periciales realizados”.
Explicó: “Los hallazgos descritos en el
Protocolo de Autopsia número 2449-73 establecieron la existencia de un
orificio de salida en la zona posterior de la bóveda craneana del
expresidente, incompatible con la destrucción causada por el impacto
supuestamente autoinferido con un fusil de guerra, lo que refuerza la
tesis de la ocurrencia de a lo menos dos impactos de bala penetrantes en
el cráneo, uno provocado presuntamente por un arma de mediana o baja
velocidad y otro de fuente distinta, pudiendo corresponder a proyectiles
y armas diferentes, circunstancia que no descarta la intervención de
terceros”.
El ministro Dolmestch cerró su
razonamiento expresando que “no resulta aconsejable cerrar para siempre
el proceso, desde que tal vez a futuro bien podrían aparecer nuevos
antecedentes que despejen sus actuales dudas”.
Es altamente valioso el hecho que este
juez mencionara el orificio de salida de bala presente en la parte
posterior derecha de la bóveda craneana del presidente Allende, que
fuera descrito en la autopsia de 1973, el que claramente tuvo un origen
distinto al disparo de fusil que provocó estallido de cráneo.
Tanto o más significativo es el hecho
que Dolmetsch validara el Informe Químico N° 261 realizado, en mayo de
2011, por el perito Leonel Liberona Tobar. Este informaba que la zona
periorbitaria del ojo izquierdo de Allende tenía claras evidencias de
haber recibido un disparo.
Este herida de entrada de bala –que
dadas sus características tuvo que ser provocada con arma corta y a
corta distancia- fue revelada en el libro Allende: “Yo no me rendiré. La investigación histórica y forense que descarta el suicidio, que coescribimos con el médico forense Luis Ravanal.
En sus conclusiones el Informe Químico
de Liberona Tobar, señala: “En la muestra No. 3 (situada en la zona de
la frente) se constató la presencia de plomo, bario y antimonio, cuyas
concentraciones son compatibles con un orificio de entrada de proyectil
balístico generado a corta distancia”. El peritaje fue realizado el 27
de mayo de 2011, cuatro días después de que se exhumaran los restos del
mandatario socialista por orden del juez Mario Carroza, quien instruye
el caso Allende.
Como evidenciamos en el citado libro y
en reportes de prensa publicados en ‘Proceso’ (México) y en ‘El
Ciudadano’ -en 2013- el perito Liberona fue convocado por el director
del Servicio Médico Legal (SML) Patricio Bustos a una reunión que se
celebró el 15 de julio de 2011, a la cual asistió Carroza. Bustos –que
no es médico forense- le planteó a Liberona que la muestra por él
examinada no correspondía a la zona periorbitaria del ojo izquierdo sino
a una región interna del cráneo. Esto, pese a que él mismo Liberona
había recolectado la muestra del cráneo de Allende, por lo que
perfectamente sabía a que zona correspondía. Afortunadamente Liberona
dejó constancia de esta reunión y anexó su primer reporte en un nuevo
informe que elaboró, todo lo cual quedó adosado al expediente, donde fue
encontrado por el Dr. Ravanal. Ni Carroza ni Bustos han negado la
existencia de este informe de Liberona, que, como vimos, fue
completamente validado por el juez Dolmestch.
Versión coincidente
En el señalado libro dimos a conocer
otro testimonio que señala al general Palacios como autor de un tiro de
gracia a Allende. El relato fue brindado a este corresponsal por el
chileno residente en Milán, Julio Araya Toro, el 16 de agosto de 2013,
mediante videoconferencia.
Araya Toro (46 años) es hijo de Jorge
Araya Gómez -ya fallecido- quien fue amigo desde la niñez del general
Palacios. Ambos vivían en el mismo sector residencial aristocrático del
antiguo centro de Santiago. Estudiaron en el colegio Padres Franceses;
asistieron a la misma iglesia y jugaron en el mismo lugar: el Parque
Cousiño (ahora llamado O’Higgins). “Ya mayores tomaron diferentes
caminos. Mi padre siguió la vida civil y el general Palacios ingresó a
la Escuela Militar en 1941, pero continuaron frecuentándose durante toda
la vida”, expresó Julio Araya.
Este reveló que la historia sobre la
muerte de Allende se la contó su padre luego que, en febrero de 1992,
ambos se encontraran con Palacios en el centro de Viña del Mar: Según
recordó Julio Araya, Palacios hizo tal confesión a su padre cuando lo
visitó en su casa, en la santiaguina comuna de Maipú, en marzo de 1974.
El general le dijo que su misión “el
once” [de septiembre] era rodear con tanques y tomar La Moneda por
tierra, pues comandaba el regimiento Blindados N° 2. Le contó que
ingresó a La Moneda por la puerta de la calle Morandé con soldados de
infantería en el mismo instante en que bajaban por las escaleras quienes
estaban con Allende y a los cuales éste les había pedido salir. Los
militares los empezaron a empujar hacia abajo por los peldaños mientras
ellos subían.
“El ambiente era un infierno pues La
Moneda ardía por el bombardeo y no se podía respirar por los gases
lacrimógenos. En el segundo piso Palacios fue recibido con ráfagas de
metralleta de Allende y algunos de sus hombres que estaban en el Salón
Rojo. En ese momento Palacios gritó a los miembros del GAP (escolta del
presidente) que se rindieran. Allende respondió gritando: ‘¡Soy el
presidente de Chile y si te crees muy valiente ven a buscarme,
conchetumaire!’. Inmediatamente los GAP y Allende comenzaron a disparar y
una bala de Allende hirió en la mano derecha a Palacios.
“Los hombres de Palacios avanzaron
disparando contra los miembros del GAP. Éstos fueron cayendo por las
balas de los militares, mientras Palacios era asistido por Armando
Fernández Larios, que le pasó su pañuelo para detener la sangre de la
mano herida.
“Entretanto seguía la balacera más
adentro, pues los GAP se fueron replegando. Dos militares, los cuales
iban disparando, hirieron en el estómago o el pecho a un civil que
portaba una metralleta, un casco y una máscara antigases. El civil se
plegó y cayó al suelo. A Palacios (…) le llamó la atención este civil.
Se fijó que portaba un reloj fino. Al
quitarle la máscara antigases y el casco reconoció al presidente
Allende. En ese momento sacó su pistola de ordenanza y disparó a
quemarropa en su cabeza. “Eran las 14:00 horas. Palacios y sus hombres
trasladaron el cuerpo del presidente Allende al Salón Independencia.
Comenzaron entonces a preparar el montaje para decir que el presidente
Allende se había suicidado.”
Cabe señalar que al cierre de este
reportaje el equipo de abogados querellantes en el caso Allende
–conformado por los abogados Roberto Celedón y Matías Coll- preparaban
la presentación de una demanda contra el Estado de Chile por denegación
de justicia en el caso Allende, la que será presentada ante la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
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