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sábado, 31 de mayo de 2014

¿ POR QUÉ BARRIO LA EXTREMA DERECHA EUROPEA EN LAS ELECCIONES?

 
 

por: Manuel Medina   / Avance imparable de las fuerzas de extrema derecha en la mayoría de los países europeos. La claudicación, conciliación y desolación de la izquierda.

La extrema derecha avanza imparable a lo largo y ancho de toda Europa. Las políticas económicas impuestas por los grandes consorcios financieros de los países centrales europeos han servido nuevamente de incubadoras de los huevos de la serpiente fascista que ya viviera este continente en la primera parte del siglo XX.
En esta ocasión - todo hay que decirlo - el resurgimiento de estas fuerzas con aspiraciones totalitarias se ha visto reforzado también por la ausencia en el panorama político europeo de la réplica argumental de partidos revolucionarios que pudieran haber orientado a amplios sectores sociales acerca de cuál es realmente la respuesta que corresponde a un sistema económico que solo es capaz de generar miseria y dolor en la mayor parte de la población.
Los resultados de las elecciones europeas vuelven a poner de manifiesto que los pueblos han perdido la confianza en aquellas organizaciones que, reclamándose pertenecientes al pensamiento de izquierdas, han terminado integrándose en el sistema político capitalista, participando en muchos casos de sus componendas y del disfrute de privilegios recibidos a cambio de sus silencios y omisiones. El discurso intencionadamente críptico de los voceros de esos partidos es menos entendido ahora que nunca por la gente que, ahogada por el peso de los problemas económicos, está reclamando alternativas claras y carentes de ambigüedades.

LA EXTREMA DERECHA Y LA CRISIS
Como ocurriera en las décadas de los años veinte y treinta del pasado siglo, los grupos fascistas hacen uso de soflamas demagógicas en las que ni siquiera creen, pero que utilizan para reflejar aspectos veraces ocasionados por la crisis del sistema. Tal es el caso de las críticas que estos grupos dirigen hacia la estructura política de ese gran consorcio de mercaderes que hoy es la Unión Europea.

La situación que se nos presenta en la actualidad no es una novedad histórica. Es más, aunque haya transcurrido más de ochenta años desde la aparicion del fenómeno fascista, hay secuencias que hoy se reiteran casi miméticamente. Los nazis, por ejemplo, en 1933 criticaban en sus discursos los efectos nefastos que una crisis muy similar a la que ahora vivimos provocaba en Alemania. En ese país siete millones de asalariados fueron empujados a las filas del paro, una cifra parecida a la que hoy tenemos en España. Pero a la hora de formular alternativas a la situación de caos que se vivía en el país, en lugar de dirigir su dedo acusador hacia las clases hegemónicas germanas señalaban solo a los pocos banqueros judíos instalados en el sistema financiero como únicos culpables de las penurias del pueblo alemán.

Como también sucede hoy, los ultraderechistas europeos pronuncian sonoros discursos incendiarios contra "la plutocracia", de la que nunca proporcionan ni nombres ni apellidos. Pero omiten poner de relieve cuáles son los mecanismos del sistema económico que generan el paro y la miseria de importantes sectores sociales. Su iracundia la dirigen con exclusividad contra los grupos más débiles de las sociedades europeas: los emigrantes. Contra ellos orientan su artillería propagandística, acusándolos de ser los causantes de que las filas del paro hayan engordado desproporcionadamente en el curso de los últimos años. Se trata de un argumento muy simple, torpe y fácilmente desmontable, pero que en ausencia de la contra argumentacion de las fuerzas políticas revolucionarias con incidencia social, es convertido en una poderosa arma arrojadiza de muy fácil utilización.
EL DESOLADOR PAISAJE DE LA IZQUIERDA                   
A diferencia de los años treinta, en los que el fascismo tuvo sus momentos de auge, el panorama actual en la izquierda europea es simplemente desolador.
Las organizaciones supuestamente de esta filiación política se han mostrado incapaces de romper sus vínculos con un proyecto de Unidad Europea diseñado desde el momento mismo de su aparición por las clases hegemónicas de los países más desarrollados del centro y norte del continente. En ese proyecto de unidad de los grandes grupos financieros, a los países del Sur se les otorgó el papel subsidiario de importadores de productos provenientes del Norte. La economía española, por ejemplo, fue desindustrializada como precio inexcusable a su entrada en la Unión Europea. El desarme industrial corrió a cargo del gobierno socioliberal de Felipe González, que inició una auténtica “revolución privatizadora” que puso en manos de los consorcios europeos toda la infraestructura industrial del país.

Mientras el sistema económico en su desarrollo anárquico y depredador marchaba con aparente eficacia, los efectos de sus disfunciones permanecieron ocultas, parapetadas tras el crédito fácil y el endeudamiento a perpetuidad. En cuanto la crisis estalló en los EE.UU., sin embargo, las fichas del dominó de las finanzas mundiales empezaron a caer una tras otra. En las economías europeas dependientes las "disfunciones" del sistema emergieron con toda virulencia. El caos económico cundió, particularmente, en los "países espejos" , también denominados "pigs" (cerdos) por los medios de comunicación anglosajones - (p-i-g-s / Portugal, Italia, Grecia, Spain) , que se limitaban a reflejar de manera engañosa una riqueza cuya única madriguera se encontraba en la Banca del norte europeo. Y ese es, justamente, el punto en el que nos encontramos hoy.
LA EVOLUCIÓN DE LA IZQUIERDA EUROPEA
Durante las últimas décadas, los partidos y sindicatos pertenecientes a la izquierda histórica revolucionaria, que durante casi un siglo abogaron por la erradicación del sistema capitalista y su sustitución por otro de carácter socialista, llegaron a creer que el erróneamente denominado "estado del bienestar" de las sociedades europeas se proyectaría indefinidamente en el tiempo, que las conquistas obtenidas por las clases trabajadoras eran permanentes, fueran cuales fueran las circunstancias que se presentaran en el futuro.

La verdad es que esa esperanza era tan solo un espejismo. Las conquistas que los trabajadores lograron arrancar de sus patrones obedecían a diversos factores que tenían carácter coyuntural. En primer lugar, a las duras luchas de los sindicatos y organizaciones revolucionarias existentes. En segundo lugar, a una determinada etapa económica del desarrollo del capitalismo que tuvo lugar después de la II Guerra Mundial. Y, finalmente, también, a la existencia de un sistema socialista mundial y a un pujante movimiento de descolonización que obligó a las clases hegemónicas europeas a hacer importantes concesiones en múltiples terrenos.

La equívoca percepción de que el sistema capitalista había entrado en una nueva fase, en la que iba a ser posible desmontarlo "gradualmente" desde dentro, insertándose en sus instituciones y "engrasando" sus goznes, llevó a los partidos y sindicatos antaño políticamente revolucionarios a convertirse, progresivamente, en nuevas piezas del propio sistema.
A estas alturas del siglo XXI , el reformismo socialdemócrata europeo, cuya influencia se extendió también a los partidos comunistas, no solo ha terminado engullendo a los partidos y sindicatos que históricamente libraron batallas decisivas contra la expansión del fascismo y el sistema capitalista que lo sostiene, sino que su discurso ha dejado de tener verosimilitud entre los trabajadores.
Por otra parte, las viejas organizaciones y sindicatos han ido perdiendo gradualmente sus vínculos sociales y políticos con los sectores oprimidos de las sociedades europeas, - los parados, jóvenes, mujeres, marginales, intelectuales etc.- , hasta tal punto que en la actualidad se produce la insólita circunstancia de que la extrema derecha se está nutriendo de los votos proporcionados por los sectores más depauperados de la sociedad, comprendidos entre ellos los asalariados y no asalariados.
¿Era posible esperar otros resultados? La cuestión es que la dinámica social no asigna roles estrictos al comportamiento de las clases sociales. Los grupos sociales no actúan solo movidos por sus intereses objetivos. En su comportamiento inciden múltiples factores. Si en momentos históricos determinados la demagogia de la extrema derecha es capaz de señalar los efectos de determinadas políticas en la ausencia de otras voces, la masas seguirán a los demagogos, aunque el engaño pueda conducirlos a un despeñadero.
Pero, ultima ratio, no serán solo las masas las responsables de sus comportamientos incongruentes. La responsabilidad politica de que ello suceda de esa forma corresponderá a aquellas fuerzas sociales organizadas que traicionaron el papel histórico que les correspondía jugar.
LOS RESULTADOS
Parece adecuado precisar que los votantes europeos que han apoyado a los partidos de la extrema derecha no son lo que sensu stricto entendemos por "fascistas". El recuerdo de la estela de estragos, sangre y muerte que dejó el fascismo en Europa permanece todavía muy vivo en el continente europeo. Los electores franceses, austriacos, daneses, británicos, húngaros etc., se pronunciaron contra la devastación económica ocasionada por las políticas aplicadas por los gestores burocráticos de la crisis en Bruselas
Atendiendo a los porcentajes de los escrutinios que obran en nuestro poder en las primeras horas de la mañana del lunes, en Francia los ultraderechistas de Marie Le Pen se convierten en el primer partido político del país con un 25% de los votos. En Austria el FPO, Partido de la Libertad, consiguió un 19,50%, aumentando el considerable apoyo que ya obtuvo en el año 2009. Tanto en Dinamarca como en Croacia los partidos de extrema derecha fueron las opciones más votadas. Amanecer Dorado, de Grecia, no cumplió con las expectativas que auguraban algunas encuestas, quedando en poco más del 9%. En Reino Unido, el UKIP paso de obtener en las pasadas elecciones del 2009 el 16,09 % de los votos a convertirse ahora en el primer partido del país, con el apoyo del 29% de los electores, un hecho históricamente sin precedentes. En Alemania, el partido que aglutina todos los grupos neonazis entraría con un escaño en el Parlamento Europeo. En Hungría, un partido de extrema derecha que posee milicias dedicadas a la caza de gitanos, obtiene nada menos que el 14% de los votos.
Nuestros lectores cuentan con el siguiente cuadro estadístico para completar la evolución del voto de la extrema derecha europea.


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