15 de Mayo de 2014 08:24
Si para liberarse Argelia, por ejemplo, tuviera que haber esperado a
una revolución en Francia, aún seguiría siendo una colonia
El presente artículo tiene como
objeto responder a determinados planteamientos tácticos hechos en el
artículo escrito por el militante de la CUT de Marbella Juanjo Muñoz
llamado “14 de abril: una herramienta de la clase obrera en la lucha
revolucionaria” (http://cutmarbella.blogspot.com.es/).
Quiero aclarar que esta respuesta la hago a título personal, aunque
creo que mucho de lo que voy a decir puede ser asumido perfectamente por
el conjunto de la militancia del partido en el que milito, Andalucía Comunista, así como por el conjunto de la militancia de la izquierda soberanista en general.
Aunque la crítica se dirige hacia
ciertos planteamientos tácticos, es cierto, que la política está
determinada por una visión del mundo, es decir, por una ideología. Por
supuesto, esa determinación tampoco es unilateral, es dialéctica, por
eso la ideología, la visión del mundo que tenemos, se enriquece y se
modifica por la práctica política, pero está claro que sin ideología no
puede haber una práctica política mínimamente coherente.
Justamente, el compañero cita los
estatutos de la organización en la que milita, la CUT. Su organización
tiene como objetivo la instauración de una república andaluza, también
señala el carácter internacionalista y antiimperialista de la misma.
Dadas estas circunstancias, se hace necesario aclarar conceptos,
visiones y elementos tácticos con el fin de, justamente, lograr esa
República Andaluza, es decir, esas instituciones andaluzas libres y
soberanas al servicio único y exclusivo de la clase obrera y del
conjunto del pueblo trabajador andaluz oprimido.
Antes de empezar hay que hacer notar
algo y es, nada más y nada menos, el hecho de que este artículo haya
visto la luz. La primera reflexión a la que invita el artículo del
compañero Juanjo Muñoz es justamente que la incidencia de la izquierda
soberanista andaluza no es tan menor ni tan insignificante como algunos
pretenden hacer ver, de no ser así, este artículo no tendría sentido
alguno, es decir, si de verdad la izquierda soberanista no tuviera
incidencia ni repercusión, el compañero no habría tenido motivo alguno
para escribir su artículo ni tendría motivo alguno para hacer ningún
planteamiento táctico. Esta cuestión es más importante de lo que parece,
ya que el compañero Juanjo Muñoz hace sus planteamientos tácticos
porque piensa que la izquierda soberanista andaluza no tiene incidencia,
“no somos un referente político de la clase trabajadora andaluza”. Al
respecto, el hecho de que no haya ahora mismo un referente político
soberanista de izquierdas unido o el hecho de que el SAT sea un
sindicato y no un movimiento político, no quiere decir que no se tenga
incidencia. Hay que destacar que a falta de ese referente político, el
SAT está cumpliendo una función que de alguna manera no le corresponde
en primer término: el de ser el referente más conocido y con incidencia
real en la clase obrera de la izquierda soberanista andaluza. A pesar de
los argumentos del compañero Juanjo Muñoz, el hecho es que la cuestión
de la soberanía nacional andaluza está sobre la mesa, quizá, y eso si es
cierto, no entre las grandes masas, pero sí entre importantes sectores
de la izquierda en Andalucía.
No pretendo negar que este artículo de
Juanjo Muñoz también surge por la crisis del régimen monárquico español
nacido de la reforma del régimen franquista, sería estúpido negarlo,
como negar que la cuestión de la república frente a una monarquía
española, cada día que pasa más deslegitimada, está a la orden del día,
pero no solo lo está para la clase obrera como insiste el compañero
Juanjo Muñoz, sino que lo está fundamentalmente, y de esto se olvida el
compañero, para los diversos sectores y familias de la gran oligarquía
imperialista española, ellos, más que nadie, están sintiendo la crisis
política del régimen, y como ya hicieron entre 1975 y 1978, comprenden
la necesidad de llevar a término los cambios que sean necesarios para
que todo siga igual, ya sea procurando la abdicación de Juan Carlos en
su hijo Felipe o incluso cambiando la monarquía por una república.
El compañero Juanjo Muñoz partiendo del
artículo del militante de la izquierda independentista aragonesa,
Guillén González “14 de abril: República y el camino de los pueblos” y
del comunicado de la organización juvenil independentista andaluza
Jaleo!!! “República Sí: Andaluza” lanza las siguientes preguntas: “En
estos artículos se defiende la idea de que la izquierda soberanista no
debe participar en esos actos conmemorativos, ya que es un contrasentido
para un nacionalista luchar por la constitución de una III República
Española. Pero ¿Es así? ¿Participar en esos actos conmemorativos es una
traición para la futura República Andaluza? ¿Participar en la lucha por
la III República Española SOCIALISTA retrasa la liberación de las
naciones presas del Estado Español?
¿Participar en estos actos implica la ratificación de todas las medidas
de la II República española o el apoyo incondicional a una III República
española? ¿La lucha por una Tercera República SOCIALISTA española
atenta contra la lucha de una República SOCIALISTA Andaluza?” (la
negrita es del autor). Siguiendo el artículo del compañero Juanjo Muñoz
intentaremos dar respuestas a esas y otras preguntas.
El ejemplo soviético y el Estado español
El compañero Juanjo Muñoz empieza su argumentario sacando a relucir la experiencia de la revolución soviética de 1917 y su tratamiento de la llamada cuestión nacional. Efectivamente, la cuestión nacional tuvo un tratamiento especial en la revolución soviética, para los bolcheviques la revolución debía de traer la libertad y el derecho a la autodeterminación de los diferentes pueblos sometidos por el yugo zarista. La cuestión era bien sencilla: sin libertad nacional no se podía ni pensar en construir el socialismo.
Sin embargo, lo fundamental está en
saber qué principios guiaron la experiencia revolucionaria soviética en
la cuestión nacional y qué aplicación deberían tener en el caso del Estado español. Para empezar, algo básico: no podemos asimilar la Rusia zarista de principios del siglo XX con el Estado español
de principios del siglo XXI, por tanto, ya de entrada, la aplicación de
esos principios tendrá que ser diferente a la experiencia soviética.
Por otro lado, en realidad, si somos capaces de hacer una síntesis del
pensamiento leninista sobre la cuestión nacional nos daremos cuenta de
que la cuestión nacional para Lenin se basaba en una relación dialéctica
entre el derecho de las naciones a disponer de sí mismas (derecho de
autodeterminación) y la unión voluntaria de pueblos libres y soberanos.
La URSS se basó en esos principios leninistas, es más, la propia
creación de la URSS nació de la aplicación dialéctica del derecho de
autodeterminación y de la unión voluntaria de aquellas naciones que
ejerciendo su soberanía así lo decidieron. Sin embargo, este
planteamiento internacionalista está muy lejos de lo que propone el
conjunto del movimiento republicano español, a pesar de que algunos
sectores hablen de “república federal” o incluso de “república
confederal”, en realidad, la práctica misma contradice esas consignas.
Una “república federal” no está basada en la libre unión de pueblos
soberanos, sino en la decisión de un Estado soberano de “federar sus
partes”, algo bastante parecido, por cierto, a lo que ya existe en el Estado español,
porque aunque la Constitución de 1978 prohíba expresamente la
“federación de comunidades autónomas” (artículo 145), en la práctica es
lo que de alguna manera está ocurriendo, y si nos vamos a casos de
“repúblicas federales” en Europa, en la práctica no difieren mucho del
modelo de Estado autonómico español; por otro lado, una “república
confederal” es un sinsentido, ya que la confederación implica por
definición la unión de entes libres y soberanos, con lo cual no se
tendría que hablar de “república confederal” o “Estado confederal” sino
de “confederación de repúblicas” o de “unión de repúblicas”, si de
verdad queremos ser fieles a los conceptos y no jugar con calculadas
ambigüedades.
No se trata en esta ocasión de entrar en
detalles de cómo se desarrolló o trató la cuestión nacional en la URSS,
es decir, si esos principios leninistas fueron siempre respetados y
tenidos en cuenta en los diferentes periodos por los que atravesó el
Poder Soviético hasta su disolución. Como detalle, habría que señalar la
soledad de Lenin en esta cuestión frente a las posturas de muchos de
sus camaradas en la propia dirección del Partido Bolchevique, pero el
caso es que la “osadía” bolchevique en la cuestión nacional llevó
incluso a la “herejía” de crear naciones donde no las había o donde aún
no se habían formado, como fue el caso de la mayoría de las repúblicas
soviéticas que se crearon en Asia central, en las que no existían
naciones en su sentido histórico, es decir, como fenómeno propio del
capitalismo ascensional, ya que muchos de esos pueblos se encontraban en
una situación “prenacional” y cuasi feudal
¿Una cuestión solamente nominal?
Afirma el compañero con buen criterio
que “no se puede apoyar cualquier tipo de república”, es más, hasta
llega a afirmar que cualquier república que “mantenga el actual marco
territorial del Estado español es inaceptable”, curiosamente, esta última afirmación ya invalidaría la reclamación de una III República española.
Al respecto, hay que señalar que la
cuestión de la III República española no se arregla con añadirle el
adjetivo de “socialista”. Con ese añadido se pretende dar validez a esa
reivindicación, sin que por otro lado haya unos contenidos y una
práctica consecuentes. Una muestra de consecuencia en este sentido la
dio en su momento el gran dirigente comunista vasco, Jesús Larrañaga,
fundador del Partido Comunista de Euskadi (EPK), en 1935 durante un
mitin en el frontón Urumea de San Sebastián, cuando salió al paso de
aquellas declaraciones del derechista Calvo Sotelo que decían: “Prefiero
una España roja a una España rota”, Larrañaga consecuentemente le
contestaría que “una España roja será una España rota”.
Quizá, el problema no está solamente en
que, cómo insinúa Juanjo Muñoz, no se reclame una III República
socialista, sino en que ésta república también sea española; quizá, el
que esa república sea española pueda impedir que sea socialista. Los
bolcheviques finalmente construyeron, con todos sus errores e
imperfecciones, una unión de repúblicas, pero no una república rusa,
¿por qué? Era una cuestión de principios internacionalista, es decir, de
poner en pie de igualdad de derechos a todas las naciones.
No basta con declararse comunista, sino
que hay que tener un planteamiento y una actuación acordes. Los
dirigentes chinos dicen ser comunistas, ¿realmente lo son?
¿Existe un movimiento popular republicano español de masas?
En las consideraciones tácticas del
compañero Juanjo Muñoz existe, en mi opinión, un gravísimo error de
percepción: “Debemos aprovechar las fuerzas sociales de la clase obrera
que están a nuestra disposición para conseguir nuestro objetivo último:
acabar con el capitalismo y conseguir la libertad de las naciones
oprimidas. Los movimientos republicanos estatistas existen, no van a
desaparecer por mucho que lo queramos o los ignoremos. Están ahí, son
una realidad y despiertan muchísima ilusión en la clase obrera”, (…)
“Por eso yo lanzo esta pregunta: dada la situación concreta actual de Andalucía
¿nos conviene tácticamente desdeñar los movimientos republicanistas?
Pues ni tácticamente ni estratégicamente. Si el republicanismo estatista
despierta la ilusión y las ganas de luchar de la clase trabajadora
andaluza, sencillamente debemos estar allí y plantear el modo de sistema
económico correcto para la emancipación de la clase obrera y la
liberación de los pueblos oprimidos” (…) ”Por diferentes razones de
peso, la clase obrera ha asumido la conmemoración del 14 de abril como
una fecha suya, de lucha contra el capitalismo y en memoria a los
trabajadores y trabajadoras caídos por el fascismo” (las negritas son
del autor).
Entre Málaga y Marbella hay poco más de
60 km, pero viendo las afirmaciones del compañero Juanjo Muñoz sobre la
magnitud y alcance del movimiento republicano, definitivamente, no sé si
nos separan 60 km o dos continentes y un océano. El compañero ve un
movimiento popular donde sencillamente no lo hay, ve despertar ilusiones
en una clase obrera en la que por desgracia el grado de politización es
aún muy precario. Si de verdad la realidad fuera tal y como la pinta el
compañero Juanjo Muñoz prácticamente nos volveríamos a encontrar de
nuevo en la misma situación de 1931, cosa que no es real. Por desgracia,
el grado de conciencia, es decir, la politización de la clase obrera y
del pueblo trabajador en su conjunto no da lo suficiente para su
participación mayoritaria en el movimiento republicano, de hecho, la
clase obrera en Andalucía sigue votando
y actuando bajo los patrones de partidos monárquicos españoles, como el
PP y el PSOE, pero también de partidos que, aún definiéndose
republicanos, tienen ya una probada traición a la “causa republicana” y
de aceptación del régimen monárquico, como Izquierda Unida.
Hay una cuestión muy importante a tener en cuenta: como hemos señalado al principio, la crisis capitalista ha provocado en el Estado español
una crisis política que ha tenido como consecuencia una deslegitimación
del régimen español nacido de la reforma del aparato franquista y de la
Constitución de 1978. La gran oligarquía española, sus diversas
familias, desde las de más rancio abolengo hasta las más modernas y
“tecnológicas”, el poder del Ibex 35, tienen en cuenta que, como en la
Transición, algo tiene que cambiar para que todo siga igual. La opción
republicana la tienen en lo alto de la mesa y puede que la utilicen,
según evolucione la situación. La opción republicana es fundamentalmente
contemplada por sectores más modernos del gran capital español, ligados
a nuevas tecnologías y a determinados medios de comunicación.
Políticamente influyen en el PSOE e IU, pero contemplan otras opciones,
como es el caso de la reciente candidatura de PODEMOS a las elecciones
europeas. ¿A dónde quiero llegar? En que gran parte de ese movimiento
republicano español, al menos su parte más visible, hasta cierto punto,
no deja de ser un movimiento sistémico encaminado a la reconducción del
movimiento obrero y popular.
¿Qué hacer el 14 de abril?
En este punto hay que matizar algunas
afirmaciones del compañero y es que ha habido militancia de la izquierda
soberanista que ha participado en actos del 14 de abril, siempre y
cuando no fueran actos a favor de una III República y sí de honra y
consideración de todos aquellos antifascistas que dieron su vida por las
aspiraciones obreras y populares. Actos como los que organizaba la
desaparecida Coordinadora Antifascista de Málaga iban en ese sentido, y
en ellos la militancia de la izquierda soberanista andaluza tuvo un peso
muy importante. Pero más cercano en el tiempo, el compañero Juanjo
Muñoz pudo comprobar por sí mismo como la militancia de la izquierda
soberanista andaluza participó en una manifestación antifascista (que no
a favor de la III República) el 14 de abril de 2013 en Fuengirola.
Honrar a los combatientes antifascistas
siempre, reclamar una III República española, con todos mis respetos,
no, ¿y por qué? Porque no es mi proyecto político como comunista e
independentista, no voy a defender un proyecto que no es el mío.
¿Cuatro locos independentistas?
Si bien vemos como el compañero exagera y
sobredimensiona el movimiento republicano, hace todo lo contrario con
el movimiento nacional andaluz, es decir, lo empequeñece a unos niveles
que no se corresponden con la realidad, casi hasta el ridículo, cosa
que, por cierto, no hace el líder de su organización el compañero Juan
Manuel Sánchez Gordillo.
No trato de vender humo, ni de caer en
el mismo error que le he criticado al compañero Juanjo Muñoz de
sobredimensionar un movimiento, pero es cierto que la conciencia
andaluza avanza, tímidamente, pero avanza, no hace falta que esa
conciencia tenga que tener una expresión política soberanista o
independentista ahora mismo. Llegados a este punto surge la pregunta:
¿por qué en vez de promocionar ese avance el compañero Juanjo Muñoz nos
insta a hacer entrismo al más puro estilo trotskista en un movimiento
republicano que no es tan de masas como él dice? Si de verdad estamos
por una República Andaluza, ¿por qué no dedicamos el tiempo a hacer
pedagogía en el seno del pueblo trabajador andaluz sobre la necesidad de
la soberanía nacional como herramienta imprescindible para la
transformación de nuestra realidad (socialismo)? Juanjo Muñoz pretende
recorrer un camino que ya algunos recorrieron, sin que al final se
consiguiera ni una república española y ni mucho menos una república
andaluza, y qué decir del socialismo y el comunismo; ¿qué será lo
próximo entrar en el PSOE para transformarlo desde dentro?
Realmente, si tenemos en cuenta los verdaderos movimientos de masa en Andalucía
en los últimos 40 años, la cuestión andaluza gana por goleada al
movimiento republicano español, y no nos tenemos que remontar al 4 de
diciembre de 1977 ni al 28 de febrero de 1980, en el 2012, el SAT un
sindicato que se define como nacionalista y que está a favor de la
autodeterminación de Andalucía, movilizó en las Marchas Obreras del 2012 “Andalucía en Pie” a mucho más movimiento obrero y popular que todo el movimiento republicano español en los últimos 20 años.
En cuanto a la cuestión del referente
político, la solución a priori es más fácil de lo que parece, ¿por qué
la organización en la que milita el compañero Juanjo Muñoz, la CUT,
abandona IU y se decide a crear de un bloque de izquierda soberanista
andaluz? Si esa circunstancia se diera, la conciencia nacional andaluza
daría un paso de gigantes sin necesidad de hacer entrismos
distorsionadores. Digo que esta solución a priori sería sencilla, la
realidad no es tan fácil, pero si algo tiene que hacer un revolucionario
es transformar la realidad haciendo posible lo imposible, con los pies
en la tierra, sin fantasías, analizando la realidad, pero con un
objetivo político que cumplir, y es que, hoy, la verdadera ruptura
democrática es la lucha por la soberanía nacional de Andalucía.
¿Cuál debe ser la táctica de la izquierda soberanista?
Lejos de la consideración clásica que
hace el nacionalismo burgués, para los comunistas, la lucha por la
liberación nacional, por la autodeterminación y soberanía, no es ninguna
abstracción, para los comunistas se trata de ofrecer un proyecto
político a la clase obrera y a los sectores populares oprimidos en el
contexto de una nación oprimida y dependiente. En el texto del compañero
Andalucía es la gran ausente, ni una sola referencia a las características que hoy determinan a Andalucía
como una nación dependiente y oprimida. Esto es muy importante, ya que
Juanjo Muñoz apela, con buen criterio, a tener en cuenta nuestra
realidad, pero no entra en caracterizar la realidad de la nación
andaluza. Solamente, se remite a hacer una brevísima reseña a la
manipulación de las señas de identidad andaluzas, para justificar su
táctica, pero la opresión nacional andaluza es un todo, donde todos los
elementos están en relación dialéctica, es decir, no se puede separar
los terribles datos sociales y económicos de Andalucía de la cuestión de la manipulación de las señas de identidad andaluzas.
La lucha por la soberanía es mucho más
que una “rebeldía aquí y ahora”, para los comunistas es un proyecto
político, por tanto se trata de que la soberanía es una herramienta para
liberarnos aquí y ahora.
La práctica ha demostrado que los
movimientos estatales no tienen en cuenta esa realidad oprimida y
dependiente, la subestima, la dejan de lado, no hacen el más mínimo
análisis de por qué Andalucía está como está, de por qué la situación en Andalucía
es la que es. Atender a la realidad andaluza para transformarla exige
una organización andaluza, exige análisis en los que la realidad
andaluza sea la protagonista y, cómo no, una práctica consecuente. Si
tal y como dice Juanjo Muñoz la izquierda soberanista “tiene un
potencial tremendo”, vamos a potenciarlo, si tal y como dice el
compañero “estamos colonizado ideológicamente”, vamos a sacudirnos la
colonización, pero difícilmente lo haremos sin una organización andaluza
que tome la situación concreta de Andalucía
como referente, lo que no quiere decir, de ninguna de las maneras
apelar a ningún tipo de chovinismo ni exclusivismo nacional, todo lo
contrario: nuestra lucha revolucionaria andaluza es la mejor
contribución que aquí y ahora podemos hacer a la causa de la
emancipación de los trabajadores y pueblos oprimidos. Los comunistas que
defendemos los derechos nacionales de Andalucía
sentimos como propio también lo que ocurre más allá de Despeñaperros,
lo hemos demostrado en muchas ocasiones, en todo caso, es el movimiento
estatal republicano español el que debe de dar aunque sea un mínimo
gesto de internacionalismo e interesarse por la situación de Andalucía. El que a estas alturas se relacione la organización andaluza con falta de interés por lo que ocurre fuera de Andalucía es un despropósito y es una grave falta a la verdad.
Algo diferente a hacer entrismo en el
movimiento republicano es confrontar dialécticamente con él, es decir,
poner frente a frente los argumentos. Hablo de confrontación, no de
enfrentamiento. Hablo de dialogar y de exponer nuestros argumentos y de
convencer a quienes forman parte de ese movimiento, pero para eso no
hace falta hacer entrismo en ningún lado, basta con tener claro el
objetivo a conseguir, basta con tener claro que existen argumentos
ideológicos y políticos que avalan la reivindicación de una Andalucía libre, soberana y socialista y explicarlos. Esto es algo que se lleva tiempo haciendo y que la propia práctica está avalando.
Hablamos de táctica, y en mi caso, no se
puede hablar de táctica sin hacer crítica, y sobre todo, autocrítica.
Que la izquierda soberanista ha sido errática en sus tácticas es una
verdad incuestionable, pero la peor ha sido, la de determinados sectores
que han confundido los deseos con la realidad, la de determinados
sectores que han desvinculado su proyecto nacional con la realidad del
pueblo andaluz. Realmente, podemos señalar que en la izquierda
soberanista andaluza no ha habido una táctica, salvo excepciones,
encaminada a relacionar la soberanía nacional con la solución a los
grandes problemas que históricamente aquejan a Andalucía.
Por otro lado, otros, huyendo de esos errores han caído en el error
contrario, es decir, en posibilismos que han llegado a la clara renuncia
a transformar la realidad, al relativismo, al pensamiento débil y a la
práctica incoherente y errática.
Pero hay una cuestión en la que si
pienso que el compañero Juanjo Muñoz por honestidad debería rectificar:
no se puede extender actitudes personales reprochables a todo un
conjunto, a todo un movimiento. Es falso que como movimiento la
izquierda soberanista llame gratuitamente insulte a quien lleve una
bandera republicana española, el que haya personas que lo hagan no
quiere decir que el movimiento en su conjunto lo haga.
Una última reflexión, Marx y Engels sobre Irlanda (o Andalucía)
Todo este debate me trae a la memoria
todas las reflexiones que tanto Marx como Engels tuvieron entorno a la
cuestión irlandesa. Imbuidos de cierto pensamiento “economicista”, tanto
Marx como, sobre todo, Engels, pensaban que la liberación de Irlanda
vendría del estallido revolucionario en Inglaterra, con el tiempo,
acabarían pensando todo lo contrario: la liberación nacional de Irlanda
era condición sine qua non para un estallido revolucionario en
Inglaterra: “Me he convencido cada vez más de que (la clase trabajadora
inglesa) nunca podrá hacer nada decisivo... hasta tanto no separe su
política hacia Irlanda de la de las clases dominantes, hasta tanto no
sólo haga causa común con los irlandeses (…) Esto hay que exigirlo, no
por mera simpatía hacia Irlanda, sino como reivindicación hecha en
interés del proletariado inglés. Si no, el pueblo inglés permanecerá
atado a las riendas de sus clases dominantes, ya que tendría que unirse a
ellas en un frente común contra Irlanda” (Carta de Marx a Kugelmann,
29-11-1869).
No pretendo hacer analogías fuera del
espacio y del tiempo, no pretendo citar a Marx para dar un chaché
comunista a mis palabras. Lo que pretendo hacer ver es que el pueblo
trabajador andaluz tiene su propia dinámica nacional de lucha ya
demostrada, que nuestra liberación no va a venir de fuera, en nuestro
caso concreto, de ningún movimiento estatal, sino de lo que las
organizaciones revolucionarias andaluzas sean capaces de hacer, de su
habilidad táctica y estratégica, de su capacidad de análisis y de una
práctica consecuente. El movimiento nacional andaluz, por su componente
de clase, tendría la capacidad de acabar con el actual Estado español surgido de la reforma del aparato fascista, lo que ocurra en Andalucía,
por tanto, es determinante, y eso la gran oligarquía española lo sabe,
por eso, seguirá con la política de extermino cultural andaluz, de
alienación nacional y cultural del pueblo trabajador andaluz, les es
vital, su existencia depende de ello.
Andalucía
es un marco de lucha de clases, diluirlo, como hace el movimiento
republicano, solo va a retrasar nuestra liberación, por el contrario,
atender a esa realidad sería una avance aquí y ahora que vendría a
repercutir positivamente en la lucha de los trabajadores de otros
pueblos.
Si para liberarse Argelia, por ejemplo,
tuviera que haber esperado a una revolución en Francia, aún seguiría
siendo una colonia, como nosotros aquí en Andalucía
tengamos que esperar a la proclamación de la III República española o,
como insinúa el compañero Juanjo Muñoz, a “influir” en el movimiento
republicano, lamentablemente, habrá que concluir nos queda aún mucho
tiempo de miseria y opresión.
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