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miércoles, 26 de febrero de 2014

OPINION



Asistí como oyente a la charla que impartió el parlamentario y miembro de Euskal Memoria en el Parlamento de Euskadi Julen Arzuaga. Abogado de profesión ha defendido a militantes de ETA y de la izquierda abertzale en varias ocasiones. Ha escrito varios libros y el último que vino a presentar tiene como temática la tortura. La tortura como medio para aniquilar al detenido. Cuando pensamos en Tortura, así con mayúsculas nos viene a la cabeza “bañeras” “bolsas” personas a punto de asfixia, sangre, orines, huesos rotos, magulladuras.

El libro, tiene datos recogidos a personas torturadas que han podido contarlo, con fechas, días de estancia en comisarías y el cuerpo policial que había realizado la detención. Escalofriante.
Sin embargo yo me quedé con el dato, de que hay mucha más gente que ha sufrido torturas y malos tratos, que no ha denunciado o no ha dicho nada, porque lo “suyo” no le ha parecido muy relevante después de ver, por ejemplo, el rostro totalmente desfigurado de Unai Romano o brazos y piernas magulladas, o los rostros de Portu y Sarasola en las rarísimas veces en las que se ha podido demostrar semejantes aberraciones.
Si se trata de hacer una especie de “inventario” de vejaciones, angustias, incertidumbre etc hay mucha gente que las ha sufrido que nunca ha contado lo que ha sucedido más allá de a sus amistades y personas allegadas. La palabra tortura, es horrorosa en sí misma y cerramos los ojos para no ¿ver?. Estoy convencida de que si hiciéramos un ejercicio sincero y sin ninguna cortapisa y saliéramos a la calle a hacer una encuesta sobre si se tortura en comisarías y cuarteles habría muy poca gente que negara que ésta no se lleve a cabo, pero no consideraría malos tratos otras formas de humillaciones. Hemos aceptado que nos tienen que tratar mal y con prepotencia, ¿Quién no se ha sentido un delincuente en un control?
Han entrado en demasiadas casas, oficinas, sedes de partidos políticos legales, en elkartes, gaztetxes, casi siempre de malas maneras y a empujones. Demasiados registros, casi siempre con nocturnidad aunque últimamente prefieren llamar primero a su prensa para que parezca más efectivo. Demasiados traslados a Madrid en furgones siniestros, demasiados días de incomunicación, angustia desbordada de familiares y allegados sin saber nada de su familiar, comparecencias ante el juez de turno, que más pareciera estar jugando a la ruleta rusa, por aquello de que depende políticamente o no, dejar libre a la persona detenida, o enviarla a la cárcel.
Dispersar al reo a muchos kilómetros de su entorno ¿Se consideraría tortura para sus familiares? Mantener esa dispersión prolongadamente ¿en qué “casillero” lo enmarcaríamos? Hay muchas cosas de las que hablar, sosegadamente sí, pero colocándonos en nuestros puestos. Algún día tendrá que salir a la luz cuánto dinero nos ha costado esta prolongación del conflicto ese sí que será también un tema peliagudo. Hay mucha gente viviendo económicamente de este sufrimiento y habrá que desenmascararlo.
Mientras tanto, sigamos sin prisa pero sin pausa, denunciando malos tratos y humillaciones. Que nadie, nunca ni en ningún lugar, tenga que volver a emplear las palabras de Joxe Arregi: OSO LATZA IZAN DA .Hala bedi!
 OTRA HUMANIDAD ES NECESARIA 

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