Emilio Sales
El
día 22 de febrero se cumplen el 75 aniversario de la muerte de D.
Antonio Machado. Falleció en la localidad francesa de Collioure a donde
había llegado junto con centenares de miles de españoles forzados al
exilio por la persecución de la bota fascista. Se calcula que medio
millón de personas salieron por la frontera francesa para, en muchos
casos, seguir sufriendo en campos de concentración (Rivesaltes, Gurs,
Agde, Septfonds,Bram,etc…), luchar contra el nazismo, acabar en campos
de exterminio (Mauthausen, Gusen, etc…) o liberar París en la entrada
triunfal liberando la ciudad de las luces del nazismo. D. Antonio es una
de las máximas figuras de la literatura en castellano, pero por encima
está el hombre bueno, el patriota que no quería salir de Madrid y morir
defendiendo la libertad junto a hombres y mujeres que habitaban la
ciudad “rompeolas de todos los mares”. D. Antonio nunca odió, pero si
despreció a esa “España de charanga y pandereta, cerrado y sacristía,
devota de Frascuelo y de María, de espíritu burlón y de alma quieta, ha
de tener su mármol y su día, su infalible y su poeta”, una España que
podría retratar de igual manera en la actualidad cuando las libertades
se coartan y el brazo extendido nos señala lo que debemos hacer.
D. Antonio murió de pena, de dolor por
su tierra asolada por la barbarie fascista, por la incultura y el atraso
que él combatió desde la docencia y desde sus libros. Creo que algunas
veces hay casualidades que, vistas desde el paso del tiempo, me hacen
pensar que mi admiración hacia Machado, D. Antonio, tiene su extensión
en el maestro que más he admirado y que mejor recuerdo me ha dejado en
la vida. Se llamaba igual y no sé porqué tengo la intuición que debió
ser uno de los miles maestros represaliados por el franquismo.
De D. Antonio Machado se ha escrito
miles de páginas, creo que con una calidad literaria muy superior a la
que yo poseo, quizás en cuanto a mi amor por el poeta y maestro no haya
quien me gane, por ello rescato un artículo que publiqué en el año 2005
coincidiendo con el 130 aniversario de su nacimiento. Con ello pretendo
seguir homenajeando al gran poeta y mejor hombre que nos habitó en un
tiempo.
D. Antonio Machado, aniversario de un hombre bueno
El día 26 de julio se cumple el 130
aniversario de uno de los máximos exponentes de la historia de las
letras española. Es, sin lugar a dudas, una de las personas a las que se
debe el respeto del tratamiento de Don, y el calificativo de hombre
bueno.
Repasaba algunos escritos sobre la
literatura de principios del siglo pasado, cuando advierto que el día 26
de julio se cumple el 130 aniversario de uno de los máximos exponentes
de la historia de las letras española. Es, sin lugar a dudas, una de las
personas a las que se debe el respeto del tratamiento de Don, y el
calificativo de hombre bueno.
Antes de repasar su historia me gustaría
significar el hecho de mi ignorancia sobre su vida y obra en los
tiempos de estudiante. Allá por los años 60 una gran cantidad de
excelsos escritores de nuestro país estaban proscritos, estaban borrados
de la enseñanza a los futuros ciudadanos de aquel país gris, monótono y
monocorde. Junto a él, escritores de la talla de García Lorca, Alberti,
Hernández y otros, no existían, ni existirían ya que el régimen se
debería creer perpetuo. Debo añadir que uno de los hechos más
significativos en la vida de muchos, y desde luego en la mía ha sido
crucial, las ediciones de los discos de uno de los más grandes
cantautores y poetas, Joan Manuel Serrat.
Don Antonio Machado nació el 26 de julio
de 1875 en Sevilla, aunque a la temprana edad de 8 años se trasladó con
su familia a la capital de España. Estudia en la Institución Libre de
Enseñanza y parte en 1899 hacia París con su hermano Manuel para
trabajar en la editorial Garnier. En su estancia en la capital gala
contacta con los poetas simbolistas franceses. Conoce a Oscar Wilde, Pío
Baroja y Rubén Darío.
Sus primeras obras salen a la luz en
1903, “Soledades”, y en 1907, “Soledades, Galerías y otros poemas”.
Ejerce le enseñanza en los Institutos de Soria, Baeza y Segovia, desde
donde se traslada en 1931, recién proclamada la IIª República, a Madrid.
Allí, en la ciudad del Eresma, había izado la bandera tricolor, a la
cual se mantuvo siempre fiel.
Su vida estuvo marcada por la temprana
muerte de su esposa, lo que motivó su traslado de Soria a Baeza donde
permaneció hasta 1917. En esta localidad estudió Griego, se Licenció en
Filosofía y Letras, y escribió su obra inmortal Campos de Castilla.
No quiero hacer una larga exposición de
toda su obra literaria, los aforismos de Abel Martín y Juan de Mairena,
obras como Juan de Mairena o Lola se va a los Puertos, etc.
Su exilio a Francia, cansado y roto por
ver lo que de España estaba haciendo la intolerancia y la reacción, para
escribir un año antes de su muerte, la obra La guerra.
1939, muere en Coulliure, “Soplaban
vientos del Sur y el hombre emprendió viaje. Su orgullo, un poco de fe y
un regusto amargo fue su equipaje. Miró hacia atrásno vio más que
cadáveres sobre unos campos sin color. Su jardín sin una flor y sus
bosques sin un roble. Y viejo y cansado a orillas del mar bebiose sorbo a
sorbo su pasado. Profeta ni mártir quiso Antonio ser. Y un poco de todo
lo fue sin querer. Una gruesa losa gris vela el sueño del hermano. La
hierba crece a sus pies y le da sombra un ciprés en verano. El jarrón
que alguien llenó de flores artificiales, unos versos y un clavel y unas
ramas de laurel son las prendas personales, del viejo y cansado que, a
orillas del mar bebiéndose sorbo a sorbo su pasado. Profeta ni mártir
quiso Antonio ser. Y un poco de todo lo fue sin querer”. Joan Manuel
Serrat.
En estos momentos donde se sigue, se
quiere seguir, manipulando el pasado reciente, con la misma cantinela de
dos bandos irreconciliables, el igualar la legalidad con el golpe
fascista y, como mucho, hacer una asepsia de aquellos que sufrieron el
golpe mortal del fascismo, me gustaría recordar una parte de Machado. El
Machado militante contra la opresión y a favor de la democracia, la
legalidad y la República. Sería bueno recordar aquellas palabras de D.
Antonio: “La patria es en España un sentimiento simplemente popular, que
se enorgullecen de poseer los señoritos. En los momentos más graves,
los señoritos invocan a la patria y la venden, el pueblo la compra con
su sangre, pero si decir nada”. Ya que a él y a otros muchos me los
hurtaron de conocer cuando era un estudiante, me he propuesto beberme
hasta saciarme de todo aquello que me ocultaron. Malditos sean.
Glosaba en una de sus obras más
comprometidas con la situación política, y a la que he aludido antes, La
Guerra, uno de los grandes hitos de la lucha por la libertad del pueblo
español. Se trata de la parte referida al Quinto Regimiento.
Entresacando de sus páginas, transcribo unas líneas.
“Es frecuente pensar que los ingentes de
la Historia, para aparecérsenos como tales, han necesitado el
transcurso de muchos años y que, sin la perspectiva del tiempo, nos
sería difícil verlos. Esto es cierto –en parte- porque toda visión
requiere distancia. Pero no podemos aceptarlo como verdad absoluta, sin
exponernos al peligro de dejar pasar estos hechos sin reparar en ellos,
incapacitándonos para verlos más tarde con lejanía. Muchos pretenden
cegar para no ver el incendio, y piensan que podrán más tarde
describirnos sus vivas llamas merced al análisis de las cenizas. No.
Nuestro deber de hoy es ver lo actual como podamos, y pintarlo como lo
vemos, sin que nos apesadumbre el pensar que otros pudieran verlo mañana
mejor que nosotros. No olvidemos tampoco que los ojos futuros cegarían
para estos hechos, si nuestros ojos se hubieran empeñado hoy en no
verlos. Otrosí: En la boca del león muerto hacen panales las abejas; mas
la fuerza del león no hemos de juzgar por esos panales. <<El
Quinto Regimiento>>Mucho mejor todavía que me sonaban, siendo niño
y estudiante, las palabras <<tercio viejo de Flandes>>, o
las evocadoras de hechos de la antigüedad clásica, como <<falange
macedónica>>, suenan hoy a mis oídos de viejo estas dos voces:
<<quinto regimiento>>, de suyo tan inocuas, pero, por obra
de la historia que estamos viviendo, tan cargadas de significación que,
sin ellas, no podríamos señalar nada profundo y verdadero en la guerra
de España, la guerra actual que a todos apasiona…
El Quinto Regimiento surge a iniciativa
del Partido Comunista español, pero el Partido Comunista español (os
habla un hombre que no está afiliado a él y que dista mucho en teoría
del puro marxismo) es una creación españolisisma, un crisol de las
virtudes populares, entre las cuales figura nuestro don de universalidad
y nuestra capacidad de amor más allá de nuestras fronteras. Nada tan
español, nada tan popular –reparadlo bien- , nada tan sinceramente
nuestro como esa honda simpatía, como ese amor fraterno que siente hoy
España, la España auténtica, por el pueblo ruso y por los hombres de
otros pueblos, que han venido a verter u sangre por una causa humana,
generosa y desinteresadamente, al lado nuestro. Los que se dicen
defensores de la cultura, y bombardean el Museo del Prado, la pila
bautismal de Cervantes y el sepulcro de Cisneros, los hoy llamados
fascistas –yo creo que el mote les viene todavía ancho-, los que han
abierto las puertas de su patria a las codicias totalitarias, son, en
cambio, los mismos que trabajaron siempre por aislarnos del mundo. Ellos
son los descendientes de aquellos mayorazgos en corte, que gastaban sus
fortunas en adular a la realeza, mientras los pobres segundones
descubrían y conquistaban América; ellos –todo hay que decirlo- son los
que más de una vez hicieron fecunda a la pobreza española. Merced a
ellos, hombres como Cervantes tuvieron que buscar el pan fuera de su
patria. Y conste que por ellos ni se hablaría español más allá del
Atlántico, ni se habría escrito el Quijote…”
Hace 130 años nació aquel hombre que amó
y sintió la libertad como la sentía el pueblo llano. El escritor que en
1936 se traslada a Valencia con su madre y se adhiere a la Alianza de
Escritores Antifascistas y colabora y participa en el II Congreso
Internacional de Escritores. Aquél que muere el 22 de febrero de 1939,
en la lejanía de su país que se consume ante el avance fascista.
Enterrado en el cementerio de esa localidad francesa, en un entierro
cuyo féretro estaba cubierto por la bandera de España, la tricolor, y
cuyo ataúd fue transportado por milicianos. En el bolsillo de su abrigo,
después de su fallecimiento, se encontró el que debió ser su último
verso: “Estos días azules y este sol de la infancia”.
Hoy, 130 años después de su nacimiento y
cerca de 70 años desde que el terrorismo fascista dinamitó la
esperanza, escribo estas líneas en homenaje a un hombre bueno.
Traducción de Emilio Sales Almazán. La leyó nuestra amiga Sylvia Martinez en la Courneuve.
Jean Bonnet (PRCF) sostenia la Tricolor. Gracias a Sylvia, gracias a Jean Bonnet.
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