4 de enero de 2014
Pide ayuda para que no
lo expulsen del auto (aparcado en la calle), en donde vive. De él pocos
se preocupan, la preocupación son los empresarios de Sacyr. Al respecto y
perdonen que me extienda en este otro tema, hay quien sospecha que
puede estar desarrollándose un "experimento" para rescatar a los
oligarcas de la construcción a costa de nuestro bolsillo, claro está.
Para Santos, de 55 años y
sin recursos económicos, su casa es su furgoneta y ahora está a punto
de perderla al no poder pagar el seguro. Natural de Valladolid, llegó a
Huesca en enero de 2013 procedente de Mallorca, donde contaba con un
negocio de hostelería al que tuvo que echar el cierre.
Conocía la provincia por
su afición al senderismo y al encontrarse sin trabajo y sin dinero,
hizo un hogar de su vehículo, una Fiat Ducato blanca. Ahora está
aparcada en la calle de Ingeniero Susín de la capital altoaragonesa,
junto a la antigua vía del tren, en las proximidades del edificio de
Obras Públicas. Allí vive junto a su mascota, una perra de color negro.
Hace unos días recibió
la visita de la Policía Local. Le advirtieron que debe abonar el pago
pendiente del seguro (más de 500 euros) o el automóvil será trasladado
al depósito municipal el próximo 24 de enero. Como asegura, los agentes
le trataron con amabilidad, mostrándose incluso, preocupados por su
situación. Santos asegura que tampoco dispone de dinero para gasolina.
Duda además que, en el estado que se encuentra el automóvil, pueda pasar
la ITV.
Estos días de invierno,
Santos y su mascota viven en una pensión que le han facilitado los
servicios sociales municipales hasta finales del próximo de enero, ya
que al animal no se le permite quedarse en el albergue municipal.
"Cuando se me termine, si no cuento ya con la furgoneta, no sé donde voy
a dormir, quizá tenga que irme a un cajero o a una caseta abandonada
que conozco en la que duermen más personas como yo”, asegura.
En busca de ayuda
Santos ha intentado
buscar ayuda por todos los medios, aunque sin éxito. Cada día, gana ocho
euros en el taller ocupacional de Cáritas, su único ingreso hasta el
momento, aunque no es suficiente. Como asegura, el resto de
instituciones sociales a las que acude normalmente no pueden ayudarle
con este problema. Ha solicitado también la asistencia de un abogado de
oficio, pero le ha sido denegada al no contar con una causa abierta.
Si pudiera conseguir,
solamente, el contrato de trabajo de un día, tendría derecho a cobrar el
subsidio de desempleo. A quien quiera echarle una mano, le será fácil
encontrarle en su furgoneta todos los días entre las tres y las cinco de
la tarde. También en la calle Zaragoza, donde suele pasar el resto del
día. De momento, tiene a su perra. "Ella me cuida y yo la cuido a ella”,
asegura Santos.
Heraldo.es
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