jueves, 26 de diciembre de 2013
Víctor Tolokin
Traducido del ruso por Josafat S. Comín
Parece que hay alguien muy
interesado en que el país siga “maidandeando”, hasta que acabe por
desintegrase. Como muestran los estudios
de opinión pública, en el occidente del país “Maidán” es apoyado por el 84% de
la población, mientras que en este del país, el 81% lo rechaza.
Aunque esto de las cifras
es algo muy traicionero, sin embargo en este caso parece que reflejan fielmente
el ánimo de la gente. Sin embargo cuando la estadística se aplica a la cantidad
de participantes en un acto de protesta, aquí la competición de a ver quién
miente más, se presenta del siguiente modo: el que la diga más gorda, será al
que crean. Allí donde hay diez mil, se habla de un millón. Con la esperanza de
que nadie lo cuente. Y con la ayuda del encuadre televisivo necesario, se puede
crear la ilusión de una gigantesca masa de gente. La oposición ucraniana ha
arrebatado a la de la plaza Bolotnaya moscovita la denominación “la marcha de
los millones”. Por lo visto no parecen capaces de discurrir por si solos nada
nuevo.
En el Maidán de Kiev, se
agolpan ante todo representantes de las regiones occidentales del país, y los
alborotadores en los estrados son fundamentalmente del mismo palo. Según informa
el Ministerio del Interior en Kiev, en la plaza de la Independencia, en la “Veche”
(asamblea popular), organizada el 22 de diciembre por la oposición, se
congregaron más de 12 mil personas.
La novedad salida de esa “Veche”
fue el anuncio de la formación de una nueva organización: “Agrupación popular Maidán”.
En la terna de dirigentes de esta organización entraron los líderes de la
oposición Arseni Yatseniuk (“Batkivschina”), Vitali Klichko (“UDAR”) y Oleg
Tiagnibok (“Svoboda”), así como la ex primera ministra Yulia Timoshenko,
condenada a siete años de prisión, el ex ministro de Exteriores, Borís
Tarasiuk, el ex ministro del Interior, Yuri Lutsenko, el empresario y político
Piotr Poroshenko y 40 diputados más de los partidos opositores de la Rada
actual y representantes de organizaciones controladas por estos.
En el transcurso del mes
en curso, los activistas ya han recurrido en cuatro ocasiones al método de
movilizar a sus fuerzas de las regiones occidentales de Ucrania, con el fin de
lograr del gobierno toda una serie de condiciones, desde la firma del acuerdo
de asociación con la UE, pasando por la dimisión del actual gobierno y la
introducción de enmiendas en la Constitución. Hasta el momento, el gobierno ha
accedido a considerar solo una de las propuestas hechas por los manifestantes:
La Rada en la sesión del 29 de diciembre aprobó el proyecto de ley, que
liberaba a los participantes en los actos de protesta, de toda
responsabilidad, desde el 21 de noviembre hasta el día en que entre en vigor la
ley.
Anteriormente entre las
filas opositoras circulaba la propuesta de concluir con la protesta el 17 de
diciembre. Sin embargo en la última “Veche”, el llamamiento era de seguir en la
calle hasta navidad, para lograr el cumplimiento de las exigencias hechas
previamente. Pero también hay otro tipo de llamamientos, como el de aguantar
hasta las siguientes elecciones presidenciales. Parece que cuentan con los
recursos necesarios para pasar el invierno en la “Maidán”.
Como declarara Alexánder
Turchínov, mano derecha de la reclusa Timoshenko: “Nuestra tarea consiste en
que a Maidán se le una la mayoría de los ucranianos y eso es algo real. Será
entonces cuando formemos una nueva Ucrania y un nuevo gobierno ucraniano. Hemos
estado y seguiremos estando preparados para una lucha prolongada…Maidán es un
foco permanente de resistencia…Esta es nuestra Ucrania libre, un territorio que
no se somete a Yanukovich…Toda Ucrania debe convertirse en un solo Maidán”, y
así todo, en el mismo tono.
Si procediésemos a establecer algún tipo de analogía con Siria, donde en su momento los acontecimientos se desarrollaron siguiendo un guion similar, esa autodenominada agrupación popular debería recibir el reconocimiento de Occidente y la prerrogativa de representar los intereses de todo el pueblo, como si de un parlamento democráticamente elegido se tratase. Posteriormente con los dirigentes en funciones de esta organización (anteriormente mencionados) se alcanza toda una serie de acuerdos a nivel internacional, y ésta comienza a actuar como si fuera un órgano de gobierno legítimo, llevando a cabo su propia política. Fundamentalmente se trataría de la organización de provocaciones, cada vez a mayor escala, actos de desobediencia civil y la toma del poder en las regiones por ellos controladas. La idea es simple: ya que no ha resultado el golpe de Estado rápido, hay que ejecutarlo paulatinamente.
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