Sábado, 14 de Diciembre de 2013 10:01
El gobierno griego tuvo una semana de incertidumbre en su camino
para finalizar las difíciles negociaciones con los acreedores
extranjeros, que conduzcan a la entrega del nuevo tramo del préstamo
valorado en mil millones de euros.
Las cuentas del estado pueden quedar bien pronto sin validez si los prestamistas rechazan las medidas aprobadas y eso no se conocerá hasta enero, según anunció el portavoz para Asuntos Económicos de la Comisión Europea, Simon O'Connor, cuando los máximos responsables de la troika retomen las negociaciones.
Más tajante fue el presidente de la CE, José Manuel Dura Barroso, al asegurar que "si no hay acuerdo con la troika se detendrá la financiación", cuestionando además el optimismo de Atenas de lograr un superávit primario a lo largo del próximo ejercicio, lo cual invalidaría los presupuestos pues requieren obligatoriamente el visto bueno de los prestamistas.
El principal diario nacional, el conservador Kathimerini, citó a un alto responsable europeo para decir que de los 135 compromisos que Grecia debió cumplir este otoño, "hemos alcanzado solamente 60 y los progresos se ralentizan".
Además, el movimiento unilateral del ejecutivo heleno de "legislar o tomar decisiones sobre cuestiones en discusión (con la troika), como los embargos inmobiliarios, la reducción del IVA en la hostelería o los despidos masivos (de funcionarios) es visto como una provocación".
El Parlamento aprobó, con 153 votos a favor de un total de 300 escaños, unos presupuestos estatales que reducen en tres mil 120 millones de euros a los de 2013, pero con un aumento de los impuestos de dos mil 500 millones y otros tres mil calculados en base al supuesto crecimiento económico del 0,6 por ciento que tendrá lugar en 2014.
Los recortes más drásticos recaerán sobre la partida sanitaria, con un descenso de mil 200 millones de euros en el monto global, siendo especialmente grave el recorte de un 30 por ciento en lo que se refiere a la financiación de los centros hospitalarios.
Estas previsiones, convertidas en ley, crean serias discrepancias tanto entre los prestamistas, fundamentalmente a partir del dato de que el año que finaliza presentará una caída de la economía griega del cuatro por ciento, como dentro de las filas de la propia coalición de gobierno ante leyes que aún deben ser aprobadas.
Para la troika la brecha presupuestaria será de entre 1,5 y 2,9 mil millones de euros, por lo que las previsiones de superávit y la insistencia del gobierno, de que no será necesario aplicar nuevas medidas de austeridad, carecen de fundamento.
Según el rotativo alemán Frankfurter Allegemeine Zeitung, el anuncio de un excedente primario "es el resultado de una triquiñuela matemática, como es el retraso en el pago de las facturas de proveedores por varios miles de millones de euros", algo que desde hace tiempo señalan analistas económicos.
A su vez, numerosos miembros del gubernamental Nueva Democracia vienen mostrando su rechazo a que se ponga fin a la moratoria existente sobre desahucios por impago de las hipotecas bancarias, y también al nuevo impuesto de la propiedad en los términos decididos por el ministro de Finanzas, Yanis Sturnarás.
Durante el debate parlamentario del fin de semana, el diputado Thanos Moraitis, miembro del Movimiento Socialista Panhelénico (Pasok) que integra la coalición de gobierno, advirtió de que si se plantean nuevas medidas de austeridad, "no habrá una mayoría gubernamental que las apoye".
Tras el abandono de la coalición por Izquierda Democrática y la expulsión de numerosos parlamentarios que rechazaron la disciplina de voto, tanto en Nueva Democracia como en el Pasok, el gobierno perdió 25 diputados desde el inicio de la legislatura hace un año y medio.
No parece probable que la exigua mayoría actual permita la aprobación de nuevas medidas que, sin duda, la troika exigirá a partir de enero, lo cual supondrá la interrupción de nuevas entregas de dinero y la previsible caída de un gobierno cada vez más débil.
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