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domingo, 6 de octubre de 2013

LA EXTENSIÓN DE LA PLAGA ULTRADERECHISTA Y LA DOBLE VARA DE MEDIR DEL ESTADO




Empieza a ser una invasión, una de esas plagas “bíblicas”. A muchos les puede parecer que es algo nuevo, de hecho, mucha gente piensa que se trata de algo que empieza a surgir ahora cuando, realmente, el caldo de cultivo para el “destape fascista” lleva años produciéndose, mientras muchos de nosotros apenas nos enterábamos de la película, salvo una formada minoría que siempre alertó de ello.
De hecho, para ser exactos, el huevo de la serpiente -o del aguilucho- lleva incubando desde que empezase la “módelica transición” que nos han vendido, a pesar de las decenas y decenas de asesinados impunemente a manos de ultraderechistas:   Miquel Grau, Yolanda González, los abogados de Atocha…. Asesinos que en algunos casos son contratados y recompensados por la “Policía democrática” de la actualidad, como pasa con el asesino de Yolanda González, que cobra y trabaja cómodamente hasta que EL PAÍS sacó a la luz como este asesino estaba cobrando su buena viruta de la Policía, primero con el PSOE y luego con el PP. ¿Por pago a los servicios prestados a la patria, quizá, descerrajando cabezas de rojos?

Lo primero que hizo la modélica transición y aceptó la izquierda integrada en el nuevo Régimen -porque es, y cada día queda más claro, lo de Régimen, heredero del anterior y unido desde las cloacas a la cúspide- fue blindar a los asesinos anteriores, a los torturadores anteriores, a todos aquellos que habían sido perros de presa del franquismo. Es algo que no se ha producido en ninguna salida de ninguna dictadura existente. Es el cuento que se nos ha querido vender. En aquel momento, con el ruido de sables de fondo, a la izquierda no le quedó otra que tragar: una encantada para poder ocupar el nuevo poder que le habían reservado, otra porque volvería a ser reprimida de la misma forma que en los tiempos de la Dictadura. Y tragó blindando con una Ley de Amnistía, ley que ha pedido la ONU que sea derogada en varias ocasiones y con diferentes gobiernos, a los carniceros, a los torturadores y a los asesinos franquistas. No sólo eso, que es lo más indignante, sino que además a algunos se les permitió conservar puesto, sueldo y privilegios, con el gobierno de UCD primero y con el Gobierno del PSOE después.

Llegando a la situación execrable de que el PSOE permitiese actuar a los ex torturadores franquistas mediante la creación de los GAL. O que todo un clásico como Conesa, uno de los peores criminales de la temida Brigada Político-Social, responsable, ya en 1939, de la captura de las “Trece Rosas Rojas” de las Juventudes Socialistas Unificadas, se jubilase con honores policiales estando el PSOE en el Gobierno o que a sus órdenes trabajase el Comisario que llamó a los estudiantes valencianos “el enemigo”. O el caso de otro conocido de la Brigada Político-Social, Manuel Ballesteros, que después de torturar, lograr enviar a la muerte y dejar minusválidos a muchos, es nombrado por el PSOE en 1982 jefe de la Lucha Antiterrorista, siendo responsable del asesinato de Joseba Arregui y del atentado del Bar Hendaya.

Sin animo de extenderme en el relato de los hechos, queda claro y hay pruebas de ello de como altos mandos, responsables, mandos intermedios, policiales, militares y judiciales, mantuvieron sus puestos tras la llegada la democracia y con todos los gobiernos. Ello, pues, permitió abiertamente una sensación en los ultraderechistas: IMPUNIDAD. La opinión pública era totalmente reacia a ellos, pero silenciándose sus “hazañas” y dejando correr el tiempo, ya habría tiempo de que todo “volviese a su curso”. Además, ya lo dijo Franco: Atado y Bien atado. Y así lo está demostrando el curso de los hechos.

Como ya explicase en el anterior artículo dedicado a este tema, la principal necesidad que tenía la extrema derecha sociológica, existente y aposentada en los recovecos del poder, fue el de legitimarse moral e ideológicamente. Esto llegó a partir de la época de Aznar en el poder, cuando una serie de historiadores, algunos contratados por la Fundación Francisco Franco -fundación que sigue siendo legal a pesar de hacer llamadas constantes a un Golpe de Estado- comenzaron, liderados por Pío Moa, a ensuciar y manchar, a tergiversar la historia, a poner a los republicanos, a los que luchaban contra la dictadura, a los que luchaban por los derechos como bestias y a la Dictadura, a sus secuaces y a sus torturadores como unos héroes llenos de infinita bondad. 


 
Gracias a toda esta Literatura -llamarle Historia sería un insulto a la Historia y a quiénes, conociendo la disciplina, conocemos las tremendas irregularidades e incorrecciones de estos bienpagados- y a una más generosa financiación y promoción, se había logrado limpiar la imagen del fascismo, del falangismo y del neofascismo. Gracias a ello, con el concurso del PP, partido donde anidan un buen número de ultraderechistas declarados o dentro del armario, ser franquista o alabar a la dictadura era equivalente a reivindicar la época republicana. Era el equivalente a decirse comunista o anarquista. Incluso se llegó a la opereta grotesca de satanizar a los últimos, quedando los torturadores, los golpistas, los asesinos, publicitados como unas personas sin mala fe que hicieron lo que tenían que hacer porque era lo mejor  o de justificar que Franco quería, al morir, dejar una democracia en España.

Ahora se empiezan a ver de un modo más claro y empieza a causar alarma en gente o sectores sociales en los que no se había alertado de este problema. Ahora algunas personas se sorprenden de las barbaridades que se empiezan a ver de una forma clara, ya sin ambajes y sin cortapisas. Miembros incluso del Gobierno actual, del PP, han defendido abiertamente esas ideas, en público, sin miedo a perder votos o causar alarma en sectores de la sociedad progresistas -los sectores izquierdistas de la sociedad ya no se tienen el porqué sorprender-.

Pero sí empiezan a verse de una forma que se empiezan a cruzar las lineas rojas de la decencia y de lo que la gente, incluso la no excesivamente politizada, está dispuesta a soportar. Primero fueron miembros de las Nuevas Generaciones confensando en público su amor al Dictador franquista, sus fotos con la bandera execrable del Águila de los cientos de miles de cadáveres en cunetas, víctimas que se llevó en sus garras emponzoñadas.

Pasamos a ver, como una Delegada del Gobierno condecoraba a miembros de la División Azul, que lucharon con los nazis, provocando miles de muertos en el pueblo de Rusia, especialmente en la valiente ciudad de Leningrado. Homenaje que en ningún país de Europa se hubiera realizado sin que a sus responsables se les cayese el pelo y tuvieran que acabar en una prisión por defender la ideología más criminal de la Historia: El nazismo alemán.


Anteriormente, como ya dije, fueron algunos gestos más disimulados, de no ser por las filtraciones de la prensa. Como el terrorista ultraderechista, asesino confeso y no arrepentido,  de la joven Yolanda González en 1980, contratado por la Policía y la Guardia Civil desde época de Rubalcaba, con gobiernos del PSOE primero y del PP después, que por supuesto, tras el revuelo mediático y una tímida y siempre justificadora rueda de prensa, sigue trabajando y cobrando de nuestros impuestos, haciendo que la pobre familia de Yolanda siga reclamando JUSTICIA y permitiendo que su asesino se siga riendo en nuestra cara, al lado de sus compañeros de trabajo, de todos nosotros.

Después fue un alcalde del PP en Galicia que, sabiendose impune y legitimado por toda esa basura revisionista histórica, se permitió afirmar abiertamente “que los que fueron asesinados por Franco se lo merecían”. Por supuesto, su apología del asesinato no sólo permanece impune, sino que no piensa dimitir. Ni tampoco acabará detenido y siendo llevado a declarar a la Audiencia Nacional ¿Se imaginan a una alcaldesa de Bildu o de Izquierda Unida, diciendo que Carrero Blanco se merecía volar por los aires como un cerdo asesino? ¿Imaginan cuánto tardaría en estar declarando en la Audiencia Nacional y los de la AVT y “Pasta ya” poniendo el grito en el cielo?

Pero sin duda alguna, el colmo del cutrerio, de la ofensa, del insulto y de la humillación está llegado ahora de una forma más descarada. España, país de mierda, incapaz de impartir justicia para los crímenes cometidos en su territorio, incapaz la piara de jueces y de policías de hacer siquiera el esfuerzo de tratar de tener el más mínimo respeto a los miles de asesinados en la Guerra Civil por el bando sublevado o en los 40 años de dictadura, ha hecho que esas víctimas, insultadas, ninguneadas, pisoteadas y escupidas por sus jueces y sus policías -luego entenderemos el porqué si alguno aún no lo deduce- hayan tenido que recurrir a un país extranjero para poder reclamar la justicia que su tierra, que su Patria, les niega. Y ese país ha sido la República de Argentina. Allí, una mujer digna de su cargo, una JUEZA, Doña María Servini de Cubria, ha decidido cursar una Orden Internacional de Busca y Captura contra cuatro conocidos torturadores del franquismo. Como si nunca hubieran existido, ahora descubrimos que existía un señor llamado Billy el Niño, torturador de un gran número de gente que, curiosamente, continuó trabajando en democracia y al que cientos de víctimas de sus terribles palizas y torturas, tuvieron que volver a encontrase. Ahora descubre el gran público, anestesiado por la caja tonta, que estos criminales vivían cómodamente con su jubilación y que ningún gobierno habído en España en “democracia” había tocado ni uno solo de sus privilegios.
 

Muy al contrario, leyendo con detalle las noticias, alguien se percató de algo más sorprendente, leyendo entre lineas el diario EL PAÍS. Que el actual Comisario de Policía de Leganés era nombrado constantemente en el juicio desarrollado en Argentina y que dicho diario en el año 1982 citaba abiertamente a ese comisario, Jesús González Reglero, como uno de los más duros torturadores junto con su hermano y Billy El Niño y que sus conexiones con la extrema derecha son evidentes. Pues bien, aquí tenemos como el PSOE primero y el PP después conceden medallas y méritos a este torturador -según la Querella Argentina- y amigo de ultraderechistas.


Como era de esperar, vistos los antecedentes, ni la Policía, ni los jueces ni el Gobierno español van a mover un dedo para cumplir la orden emitida por la jueza Servini. Ya lo han anunciado. A los torturadores no se les toca. Les ha faltado añadir… “Que para eso ganaron la guerra los nuestros”

Al mismo tiempo que pasaba esto, hacía su aparición mediática “La España en Marcha”, una plataforma donde todo lo rancio de la ultraderecha se ha unido para dar el salto al poder, al poder que la gente esté dispuesta a darles a estos miserables. Hacía su aparición asaltando un edificio, sede de la Generalitat Catalana en Madrid, el mismo día que se celebraba sin ningún incidente la “Vía Catalana”. Empujones, insultos, rotura de cristales, asalto violento, lanzamiento de gases que provocan la hospitalización de una menor, etc. La Policía Nacional, que tanto empeño pone en una manifestación sin incidentes como la de Jaque al Rey en infiltrar a gente, no sabía nada de este ataque a Blanquerna, premeditado y preparado muchos días antes.

El atentado, con la existencia de vídeos y caras descubiertas, se salda con la LIBERTAD DE TODOS LOS DETENIDOS y una rídicula multa de 300 euros por todo lo arriba descrito. Mientras jóvenes son sancionados en Alicante por la Policía con multas de 1.000 euros por una manifestación sin apenas incidentes, un asalto, varios heridos y cientos de pruebas se saldan con la libertad. Es decir, se salda con una lectura clara: La justicia y la policía serán implacables con todo aquello que huela mínimamente a izquierda, a reivindicación y a protesta. Pero, si por el contrario, se trata de un acto ultra, haz lo que te de la gana, hagas lo que hagas, quedará impune. (En otro escrito futuro analizaré esa doble vara de medir policial y los nexos de la Policía con la extrema derecha, da para un escrito aparte).

La última es la apología directa, en un colegio PÚBLICO, del fascismo y del nazismo, con el apoyo de un Ayuntamiento del PP, en este caso de Quijorna. Una exposición de los horrores que la fascista alcaldesa de la localidad califica de “cultural”, que no tiene empacho en autorizar, donde niños, jóvenes y mayores pudieron admirar cuadros de Jose Antonio, esvásticas nazis, emblemas fascistas, franquistas y nazis, todo tipo de parafernalia ultranacionalista e incitadora del odio. No contentos, los miembros del Ayuntamiento, en manos del PP, tributaron un homenaje a los Caídos, pero solo a los caídos por España, por el bando sublevado. Sin cortapisas y sin tapujos, sin problema alguno de que cientos de niños llegaran a casa, como relata la noticia de EL PAÍS, con pegatinas con símbolos fascistas.

Aquí el vídeo del homenaje realizado por la alcaldesa de la localidad, quién, por supuesto, no piensa dimitir ni cree haber hecho algo malo, tanto que no vió esvásticas ni símbolos fascistas.






Aquí algunas fotos de la exposición fascista de Quijorna. En Colegio Público y con permiso municipal.

Enlace a la noticia: http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/09/30/madrid/1380567359_221433.html





Y así es como, poco a poco, la ultraderecha va dando más y más pasitos, haciendo declaraciones como llamar a la lucha armada y al derramamiento de sangre, sin que pase nada. Como, ojeando en la red, en un perfil cualquiera, de alguien relacionado con el Ejército, te puedes encontrar, aunque esté totalmente penado y sancionado -supuestamente, luego realmente no es así- aberraciones como estas. Tras dos minutos de búsqueda en la red -la imagen se está difundiendo también por twitter-.



Y mientras esto pasa: manifestantes son multados, ahogados a sanciones, a represión y a criminalización constante. A unos chicos anarquistas de Barcelona, por fin liberados, los tuvieron 100 días en prisión por comentarios simplemente subidos de tono -mucho más suaves que este que tenéis arriba-. A manifestantes por protesta pacífica les han llegado multas de 1.000 y hasta 3.000 euros, como a los apaleados de la Primavera Valenciana, mientras unos fascistas agresores son solo sancionados con una bonita libertad condicional y 300 eurillos de nada. Mientras acusados de homicidios y asesinatos salieron en dos y tres años de prisión de forma inexplicable -como el asesino de Guillem Agulló, que se mueve como pez en el agua en Valencia-. Mientras quemar un contenedor en Euskadi te puede suponer una pena de prisión de hasta siete años.

Y es que la democracia española es heredera directa de la Dictadura y no reconocerlo es hacerle el juego a esta basura, a la porquería que emana de las cloacas que nunca fueron desinfectadas ni depuradas. Los que añoran a la Dictadura y trabajaron para ella siguen, hoy, ocupando puestos importantes en la Administración, en la Justicia y, sobre todo, en las Fuerzas de Seguridad del Estado y en el Ejército. No es de extrañar que exista esta doble vara de medir, esa sensación de total impunidad, de comentarios abiertamente delictivos por parte de gente de simpatía ultraderechista. No es algo descabellado. Perro no come perro, dice el dicho popular.


Por ello esa doble vara y esa sensación de impunidad para la ultraderecha. Podemos cerrar los ojos o podemos tratar de empezar a plantar cara. La izquierda moderada tiene mucho que explicar y tiene en parte la responsabilidad de haber permitido que camparan a sus anchas. De hecho, en 33 años ni un solo partido ultraderechista ha sido ilegalizado, solo se han ilegalizado dos, y los dos, de izquierdas: Herri Batasuna y el PCE reconstituido. Se nos ha vendido la imagen de una Policía y un Ejército comprometidos con el Estado de Derecho cuando mínimamente se demuestra que es una enorme farsa. Ahora solo queda ver el fruto de esos silencios y esa permisividad. Podemos seguir callando o podemos alzar la voz, pero hay algo de lo que siempre se beneficia la ultraderecha cuando comienza a ascender: de aquellos que guardan silencio. Acaban siendo, indirectamente, su principal apoyo para la consecución de sus objetivos políticos.

Miles y miles de seres humanos, familiares nuestros algunos, posiblemente, murieron en sus manos. Millones de personas murieron en sus garras o combatiéndoles. El último, hace unos días, fue Pavlos Fyssas. Al menos, por respeto a su memoria y a la de millones de inocentes, debemos y tenemos la obligación moral de alzar la voz contra esta plaga ultraderechista.
http://jsm

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