miércoles, 16 de octubre de 2013
Ayer finalizó en La 2 de
TVE la serie documental "La historia no contada de los Estados Unidos”,
narrada por el famoso cineasta Oliver Stone. Quien esto suscribe
considera que sus denuncias, valientes eso es cierto, en absoluto son
nuevas ni trascendentales, pues ya las han realizado, y siguen
haciéndolo, multitud de analistas anónimos de todo el mundo. El problema
que vemos es que el documental no cuestiona el sistema capitalista, por
eso pensamos que La 2 ha permitido su difusión.
Oliver plantea de manera
más objetiva que otros una serie de hechos, pero sigue aportando datos
inventados por la burguesía para descalificar, más dulcemente si se
quiere, a Stalin. La URSS sí fue una dictadura como la cita de manera
peyorativa, pero una dictadura del proletariado de la que no renegamos
porque es sinónimo de voluntad de la mayoría sobre una minoría,y si eso
es así es porque cuando dejar de actuar de esa manera, la minoría será
la que tomará el poder y oprimirá a la inmensa mayoría.
A Stalin lo denomina
“dictador sanguinario”, ignora su papel en la guerra civil rusa, la
construcción del socialismo en circunstancias muy complejas, la
industrialización y colectivización de la agricultura. Aunque reconoce
su victoria sobre los nazis en la Segunda Guerra Mundial, no cita su
habilidad para jugar con las contradicciones interimperialistas hasta el
punto de realizar una alianza con Hitler (hoy los súper lo habrían
puesto de traidor), lo que facilitó ganar algo de tiempo, pues sabía que
la URSS era el objetivo. Es cierto que sus purgas en el ejército
pasaron factura pero no es menos cierto que, gracias a ellas, sólo un
militar soviético de alto rango se pasó a las filas alemanas.
El director de cine
considera a Kruschev "un héroe olvidado" y muestra su simpatía por él y
Gorbachov; sin embargo el primero negó la lucha de clases en la URS lo
que, a la postre, desembocó en la desaparición del bloque socialista de
la mano de Gorbachov. Ambos personajes fueron el principio y el fin de
una esperanza y sus actitudes los hacen responsables ante la historia de
la muerte de millones de personas a manos del imperialismo que obtuvo
vía libre para cometer genocidios por doquier. No puede hacerse héroes
de villanos.
Stone plantea que fue al
final de la Segunda Guerra Mundial cuando EEUU pasó de un sistema
democrático a un régimen más o menos dictatorial. Entendemos que no fue
así. EEUU desde su nacimiento como nación soberana, comenzó su aventura
imperialista intentando apoderarse sin éxito de Canadá aprovechado que
Gran Bretaña luchaba en Europa contra Napoleón, después provocó el
exterminio de los indígenas en el oeste, la invasión de México en el sur
y sus intervenciones en América Latina. Todo ello sucedió mucho antes
de esa supuesta transformación denunciada por él y que que concreta en
el traspaso de la presidencia de Roosevelt a Truman. Nadie puede
venderme la supuesta bondad de una democracia burguesa secuestrada
porque, es justo al revés, la democracia burguesa es la secuestra a las
masas mediante la alienación.
Tras recordar las
barbaridades de los Bush, cree ciegamente en la historia oficial sobre
la operación que dio muerte a Ben Laden, un muerto que nadie ha visto.
Según otras fuentes, el ex colaborador del Pentágono falleció tiempo
antes en un hospital de Arabia Saudita porque padecía una enfermedad
renal. En el colmo del despropósito compara a Ben Laden con Lenin y
Hitler y termina diciendo que Obama fue la promesa frustrada de un
regreso de EEUU al humanismo y al respeto medioambiental ¿Pero cuándo
Washington ha hecho eso en toda su historia? EEUU es un país que hizo de
la expansión a costa de otros pueblos, una ideología con contenidos
parecidos al nazismo.
En definitiva, y bajo mi
punto de vista, más de lo mismo, más visión americana del mundo, más
“American way of life” pero en versión Oliver Stone.
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